Antoni Andrzej Lyko murió rematado en el piso por el disparo de un borracho. Fue una ejecución: la bala ingresó por la nuca. Tenía 34 años, los pies descalzos y el torso desnudo. Lo habían atado con alambres de púas junto a otros reclusos y trasladado hacia el lugar final, una fosa de grava del otro lado de la valla, fuera de los límites de Auschwitz. Era la celebración de una fiesta nazi, presidida por el Hauptsurmführer Karl Fritzsch. Oficiales y suboficiales de la SS presenciaron junto a sus esposas la matanza de ochenta prisioneros oriundos de Cracovia. Los aniquilados formaban parte de una élite de la sociedad de la ciudad polaca: había profesionales, artistas, funcionarios y un futbolista.
El historiador polaco Adam Cyra, curador del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau en Oświęcim, reveló en un artículo titulado Ejecución en KL Auschwitz el 3 de julio de 1941 que Lyko resistió la ejecución colectiva, que intentó levantarse por sí mismo en dos ocasiones, que su desobediencia ameritó la intervención del gerente del campamento, el "honor" de ser asesinado por el propio Fritzsch. Ebrio y campante, con una pistola en la mano, no permitió que el futbolista sobreviviera. Sus restos no existen: fue quemado en el horno crematorio. Tiene una tumba honorífica en el cementerio de Rakowicki, el más noble y antiguo de su ciudad natal.
Lyko murió un día después de haber jugado su último partido de fútbol, después de haberle convertido dos goles a los guardias alemanes, castigado por la pena capital "resistencia contra el poder del Estado" (Erschiessung wegen Widerstand gegen die Staaatsgewalt). La orden de ejecución fue emitida por la estación de policía de seguridad para el distrito de Cracovia. El fusilamiento significó un festival de exterminio nazi en procura de acabar con la población más instruida de la ciudad polaca: mataron a miembros de inteligencia, médicos, ingenieros, políticos, estudiantes y un futbolista, Antoni Andrzej Lyko.
Lyko murió un día después de haber jugado su último partido de fútbol, después de haberle convertido dos goles a los guardias alemanes, castigado por la pena capital ‘resistencia contra el poder del Estado’
Su historia es titular en la muestra itinerante No fue un juego, un proyecto educativo argentino premiado por la Federación Alemana de Fútbol con el galardón Julius Hirsch, que rinde tributo a la historia del primer jugador judío en vestir la camiseta de la selección alemana, perseguido por el nazismo y asesinado en el campo de concentración y exterminio de Auschwitz.
En los once relatos futbolísticos atravesados por el nazismo y el Holocausto está el de Antoni Lyko, un delantero escurridizo, un mediapunta ofensivo que jugó un Mundial y murió cuando Auschwitz no había ascendido la escala de crueldad a campo de exterminio.
Nació el 27 de mayo de 1907 en Ratowice, un pueblo hoy integrado al área urbana de Cracovia. Creció en una familia de obreros, su formación fue como tornero en una nación incipiente: Polonia se constituyó como estado independiente al finalizar la Primera Guerra Mundial por la firma del Tratado de Versalles de 1919.
Antoni se hizo futbolista. Comenzó su carrera en el Rakowizance. Era ligero, rápido, filoso, de contextura pequeña. A los 23 años fue transferido al Wisla Cracovia, el club más antiguo del país. Debutó el 10 de agosto de 1930 en la victoria al LSK Lodz por 1 a 0. El 30 de octubre de 1938, ocho años después, jugaría su último partido profesional y convertiría dos goles en el triunfo por 7 a 3 ante el mismo rival. Terminaba, sin saberlo, su carrera deportiva tras haber disputado 109 partidos y marcado 30 goles.
"Tardó en consolidarse como titular en su nuevo equipo, su primer gol sería el 16 de agosto de 1933 contra el Warta Poznan. Aunque su gol más aplaudido y recordado sería ante el Chelsea el 25 de mayo de 1936 en el marco de un amistoso que ganó el Wisla 1 a 0", apuntó Leonardo Albajari, periodista, investigador, docente e ideólogo del proyecto museológico y educativo No fue un juego.
El encuentro se jugó en Cracovia en el marco de las celebraciones del 30 aniversario del equipo polaco. En la tribuna de honor estaba el inspector general de las Fuerzas Armadas, general Edward Śmigły-Rydz, el mariscal del ejército nacional cuando tres años después Alemania invadió Polonia.
Antoni se hizo futbolista. Comenzó su carrera en el Rakowizance. Era ligero, rápido, filoso, de contextura pequeña. A los 23 años fue transferido al Wisla Cracovia, el club más antiguo del país. Debutó el 10 de agosto de 1930 en la victoria al LSK Lodz por 1 a 0. El 30 de octubre de 1938, ocho años después, jugaría su último partido profesional y convertiría dos goles en el triunfo por 7 a 3 ante el mismo rival. Terminaba, sin saberlo, su carrera deportiva tras haber disputado 109 partidos y marcado 30 goles
Leszek Snopkowski fue un célebre jugador del Wisla, campeón del certamen nacional en 1949 y 1950. En 2013, dos años antes de su muerte, a sus 87 años, rememoró su experiencia en aquella victoria al Chelsea: "La alegría fue enorme. Tenía ocho años, pero todavía recuerdo cómo Antoni Lyko disparó desde el punto de penal. Entonces soñé con jugar en este estadio algún día".
La última Copa del Mundo antes de que la Segunda Guerra Mundial detuviera toda normalidad se jugó en Francia en 1938. Polonia perdió en su presentación 6 a 5 ante Brasil en los octavos de final y quedó eliminado de un Mundial que se disputó en una atmósfera geopolítica que ya olía sangre. Antoni Lyko vio desde el banco de suplentes los tres goles de Leónidas, máximo goleador del campeonato. El delantero polaco ya había disputado un partido con el seleccionado mayor de su país, el 10 de octubre de 1937 contra Letonia. Volvería a jugar su segundo partido con Polonia ante el mismo rival el 25 de septiembre de 1938. Su carrera futbolística estaba por extinguirse.
El primero de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia, con lo que se dio comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Tres semanas después ocupó casi todo el territorio. Lyko se unió a la resistencia polaca. Se alió al movimiento clandestino Związek Walki Zbrojnej (ZWZ, traducida "unión de lucha armada"). Fue acusado de tramar actos de sabotaje desde su trabajo en las obras hidráulicas de la ciudad y capturado por miembros de la Gestapo. Primero lo encarcelaron en la prisión de Montelupich, luego fue derivado al campo de concentración de Auschwitz. Llegó al campamento el 5 de abril de 1941 en un tren que transportaba a otros 933 prisioneros polacos, 397 de ellos procedentes de Cracovia. Ingresó con el número 11.780.
La última Copa del Mundo antes de que la Segunda Guerra Mundial detuviera toda normalidad se jugó en Francia en 1938. Polonia perdió en su presentación 6 a 5 ante Brasil en los octavos de final y quedó eliminado de un Mundial que se disputó en una atmósfera geopolítica que ya olía sangre
El investigador e historiador polaco Bohdan Pietka contó en su sitio web que durante tres meses Lyko trabajó en el sector de cerrajería. El 2 de junio de 1941 jugó, sin saberlo, el último partido de su vida.
"Los partidos de fútbol organizados entre los prisioneros formaban parte de las actividades destinadas a mantener la apariencia de normalidad en el campo y, según parece, proporcionaban entretenimiento a los propios hombres de las SS", apuntó el autor de la publicación Libro de la Memoria. Transportes de polacos a KL Auschwitz desde Wielkopolska, Pomerania, Ciechanowskie y la región de Białystok 1940-1944.
El historiador recogió la declaración del preso político polaco Czesław Sowul: "La mayoría de las veces, los polacos tenían demasiado miedo de hacer un gol, porque después del partido podía recibir un golpe de los jefes, quienes buscaban a los ex jugadores y los obligaban a jugar. Tales partidos tuvieron lugar naturalmente los domingos, en el campamento entre los bloques". Sowul, que conoció a Lyko en Auschwitz, revivió lo que sucedió en su último juego: "Antes del partido le pedí que le hiciera dos goles a los alemanes. Incluso le prometí cigarrillos, que en ese momento era muy difícil. Lyko cumplió su promesa".
"Sus fotos como prisionero amplifican la magnitud de la historia. En este afán de los nazis de documentar todo, Antoni Lyko fue parte también de esta trágica maquinaria. El fútbol fue usado por los opresores en el campo de Auschwitz para su divertimento, organizaban los famosos 'partidos de la muerte', donde la derrota del invasor era penada con la muerte en la mayoría de los casos", concedió Albajari.
Pietka reconstruyó la historia de su ejecución en base al testimonio del prisionero Kazimierz Hałgasa: "Desafortunadamente, al día siguiente, el número de su campamento se leyó en la votación nominal. Él y un segundo prisionero que llegó como rehén de las instalaciones de depuración de aguas y de aguas residuales de Cracovia se unieron al grupo condenado a recibir el disparo. Fueron llevados al bloque 13 y durante la noche marcharon descalzos y vestidos solo con pantalones y sin camisa a Kiesgrube, ubicado junto al Theatergebäude".
Allí, borracho, el comandante Fritzsch le disparó dos veces en la nuca. El mundialista Lyko se convirtió en uno de los 70 mil polacos asesinados en el campo de concentración de Auschwitz.
Seguí leyendo