La ley N° 6.127 fue sancionada el 13 de diciembre de 2018, promulgada en el decreto N° 008/019 el 3 de enero de 2019 y publicada en el Boletín Oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cuatro días después. Su primer artículo es didáctico: "Créase el Paseo de las Invasiones Inglesas como circuito histórico-cultural que tendrá por objeto conmemorar las jornadas de lucha sucedidas en 1806-1807 y referenciarlas en el actual entramado urbano".
La norma instruye sobre trece puntos de referencia que conformarán un paseo discriminado con señalética y dotado por un equipo de guías especializados. Se dispone como primer sitio histórico para homenajear la resistencia de un pueblo bajo dominio de la corona española el Coliseo Provisional.
Eran tiempos donde el mercantilismo imperaba y la administración de puertos estratégicos concentraba poder. El 8 de junio de 1806 el general William Beresford desembarcó en la actual ciudad de Quilmes procedente de las costas uruguayas con una tropa de 1.600 soldados y seducido por la potencialidad económica del puerto de Buenos Aires
El Coliseo Provisional también fue conocido como la “sala de la revolución” por su estrecho vínculo temporal con la Revolución de Mayo de 1810
"La mayoría de la población, que era hostil a los invasores y estaba indignada por la ineptitud de las autoridades españolas, decidió prepararse para la resistencia", escribió el historiador Felipe Pigna en fragmentos de Los mitos de la Historia Argentina 1. Una de esas leyendas sugiere que el 24 de junio el Virrey Rafael de Sobremonte recibió la noticia de la invasión inglesa mientras miraba la obra El sí de las niñas en el Coliseo Provisional, ubicado en la intersección de las calles Reconquista y Juan D. Perón. El teatro cesó sus actividades automáticamente: se presume, incluso, que Santiago de Liniers lo utilizó como cuartel mientras se procedía a la reconquista de la ciudad.
En el mismo cruce de calles, otro testigo de la rebelión ciudadana: la Iglesia la Merced, desde cuyo atrio Liniers comandó la recuperación del fuerte el 12 de agosto de 1806. A cuatro cuadras de allí, en la intersección de las calles Alsina y Perú, estuvo, en tiempos coloniales, el Sitio de la Ranchería. La ley lo apunta en su itinerario y declara que el establecimiento sirvió de asiento al Regimiento 71° de las Tierras Altas de Escocia. Señala, a su vez, que las calles Defensa, Reconquista, San Martín y Florida recuperen su legado histórico a través de un recorrido que procura evocar el tránsito de las tropas conducidas por el mismo "héroe de la reconquista" en dirección al fuerte de la ciudad.
El fuerte, otro de los puntos de referencia del paseo. Aunque su paso es apenas testimonial: allí se erige hoy la Casa Rosada. Ese 12 de agosto, las fuerzas británicas -debilitadas por un ataque conjunto con las milicias del Virrey Sobremonte- se recluyeron en un sitio que le daba referencias logísticas al contraataque perpetrado por Santiago de Liniers: avanzó por calles adyacentes para rodear a las tropas de Beresford, obligar su rendición y el desalojo de los edificios de la zona.
En esas jornadas de lucha independentista, Juan Martín de Pueyrredón le había arrebatado una bandera al Regimiento 71° y dos a la marina británica. Liniers hizo una promesa en una de las celdas del Convento de Santo Domingo: le ofreció a la Virgen del Rosario las banderas capturadas si el ejército argentino lograba alzarse sobre las tropas inglesas. El 12 de agosto Beresford se rindió. El 24 de agosto Liniers cumplió su juramento. Ese templo porteño, de religión católica y declarado Monumento Histórico Nacional en 1942, es una referencia incontrastable del espíritu de resistencia de aquellos años. Es un testimonio fidedigno de las batallas de comienzos de siglo XIX.
Allí Liniers entregó los pabellones tomados al invasor durante los sucesos de 1806; allí se refugiaron las columnas inglesas derrotadas por el Regimiento de Patricios el 5 de julio de 1807; allí, en la intersección de las calles Belgrano y Defensa, donde desde 1903 se funda el Mausoleo de Manuel Belgrano, se libró el Combate de Santo Domingo que destruyó buena parte del edificio. Los disparos de cañón sobreviven: en la reconstrucción de la Basílica Nuestra Señora del Rosario, se decoraron las cicatrices de batallas con réplicas hechas en tacos de madera para conmemorar y homenajear la épica del combate.
Las postas del Paseo se reparten en el Casco Histórico de la Ciudad, compuesto por los barrios San Nicolás y Monserrat, la Plaza San Martín de Retiro y la Plaza Miserere de Once
Las circunstancias de ese enfrentamiento las reveló la historiadora Ana María Di Consoli en diálogo con Infobae: "En 1807 los británicos al mando del brigadier General Crawford entraron por la puerta de servicio del Convento de Santo Domingo de la calle Venezuela. Ellos sabían que las banderas estaban colgando en las cornisas del lugar. En ese mismo momento izaron la bandera británica. Los patriotas argentinos no se rindieron, los bombardearon con obuses desde los altos de la residencia de Tellechea y de esa manera recuperaron el templo y las banderas. Posteriormente, el Teniente Leyva subió a la torre a izar nuevamente la insignia española".
En el interior de la Basílica, las banderas británicas sintetizan los acontecimientos de época: están conservadas y atestiguan la historia de batallas, invasiones, refugios, resistencias y reconquistas.
Las jornadas de luchas son hoy, 213 años después, un circuito histórico-cultural pensado para ensayar preguntas existenciales sobre los orígenes y los destinos del país.
El recorrido incluye otros sitios del actual entramado urbano que rememora las circunstancias del 1800: el cuartel provisional del Regimiento de Patricios, ubicado en la Manzana de Las Luces; la Plaza Lorea donde se produjo la batalla del mismo nombre; el trayecto de las calles Alsina, San Martín, Bartolomé Mitre, Belgrano, Tacuarí, Suipacha y Sarmiento por donde, por orden de Martín de Alzaga, se cavaron las trincheras y zanjas internas y externas que sirvieron de defensa a la Plaza Mayor; la Plaza de Toros, donde capitularon las fuerzas británicas el 7 de julio de 1807, ubicada en la actual Plaza General San Martín; el Cabildo mismo, desde cuyos arcos Santiago de Liniers dirigió la última batalla antes de la rendición inglesa; la Iglesia de la Piedad, recinto final de las tropas inglesas derrotadas en la Batalla de Lorea; y la Plaza Miserere, donde acampó Santiago de Liniers en oportunidad de la primera invasión y el 2 de julio de 1807 se libró la batalla de los Corrales de Miserere, donde las fuerzas bajo su mando fueron derrotadas.
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