Un lobo marino se escapó del puerto de Punta del Este y terminó arriba del auto de un argentino

El animal se arrastró a la zona de cocheras de un edificio de departamentos y subió al automóvil ante la mirada atónita de los testigos

La escena sorprendió a todos los que este miércoles paseaban por la zona portuaria de Punta del Este. Un lobo marino avanzaba por las calles de la ciudad uruguaya, alejándose del agua, arrastrándose frente a restaurantes, marisquerías y comercios. Y eso no fue todo. El pinnípedo llegó hasta la zona de cocheras de un edificio de departamentos, donde terminó montándose sobre un auto de colección, que, según trascendió, pertenece a un argentino.

Quienes frecuentan la zona precisaron a Infobae que es muy común que haya lobos en la zona del puerto, pero no que se alejen tanto del agua. Los animales están acostumbrados al contacto con turistas, así como con pescadores, que suelen alimentarlos arrojándoles pescados, pero es poco común que avancen hacia las zonas más edificadas.

Sin embargo en esta oportunidad el lobo se alejó al menos 100 metros de la costa, subió a la vereda e ingresó en la zona de cocheras del Edificio Dársena, ubicado en la intersección de calle El Trinquete y la rambla Gral. Artigas. Azorados, los primeros testigos sacaron sus teléfonos celulares y no dudaron en comenzar a fotografiarlo. Pero la aventura del animal no terminó ahí.

En la cochera había estacionado un auto MG británico, de colección, con patente argentina, cuyo dueño no se encontraba en ese momento en el lugar. El animal avanzó hacia el coche y no hubo quien pudiera detenerlo, se subió a la parte trasera del vehículo, regalando una postal surrealista a los circunstanciales testigos. Las marcas de su paso quedaron grabadas en la chapa del automóvil.

"Venía en mi auto y no lo podía creer: tenía a un lobo (sic) enfrente que no me dejaba pasar. Como que yo era el extraño. Era como que él era el dueño del lugar", le dijo Mario, argentino, al diario uruguayo El País, tras toparse con el ejemplar a mitad del asfalto.

Hasta ese lugar se acercaron también varios trabajadores de La Marea y El Ártico, dos complejos cercanos, los que no podían creer lo que veían. Una mujer, empleada del Edificio Dársena, se aproximó con una corvina intentando llamar la atención del animal, que comenzó a inquietarse ante el tumulto de gente a su alrededor y decidió volver hacia el puerto.

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