Campo Argentino de Polo: caos de tránsito e infierno de ruido en los días de recitales

Infobae recorrió el vecindario junto a un ingeniero de sonido que comprobó que durante las horas que duran los conciertos, los vecinos deben tolerar un nivel de decibeles que supera ampliamente lo permitido

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Frente al Campo Argentino de Polo, sobre la avenida Libertador, un hombre de 69 años elonga apoyándose en las rejas del Hipódromo. Faltan pocos minutos para las 14, aún no almorzó, pero ya cumplió con su rutina física. "Tengo que salir a caminar todos los días por un problema de salud. Vengo ahora porque mis hijas me dijeron que hoy hay otro recital. Y mientras dura, que dura varias horas, desgraciadamente me tengo que encerrar en mi casa, el ruido es insoportable. Y por las calles no se puede caminar", lamentó.

La tranquilidad del fin de semana se termina en el barrio hacia las 16. A esa hora se abrieron las puertas y, de a poco, el público empezó a ingresar al Campo de Polo que, como su nombre indica, no es un sitio destinado a conciertos.

Video: así se escucha un recital en el Campo de Polo desde el piso 26 de un edificio cercano

Muy cerca de allí, en un edificio ubicado sobre la calle Arce, Victoria, que vive en el piso 26, abrió las puertas de su casa para que este cronista de Infobae pudiera experimentar en carne propia el calvario que inspira la queja que se replica al infinito entre los vecinos y comerciantes de la zona: cada fin de semana de recitales, el sonido supera ampliamente los niveles autorizados y recomendables.

Junto con el recital, empieza el infierno. Sensación común: ruido intolerable. Sobre Avenida del Libertador, el sonido despierta la curiosidad de peatones, ciclistas y corredores que transitan por la zona como todos los fines de semana.

En el departamento de Victoria, los pisos y ventanas temblaban al ritmo del "pum, pum, pum" de la música electrónica. El televisor permaneció encendido por un rato a todo volumen, en un intento por tapar el sonido externo. Batalla perdida, televisor apagado.

La ley n° 1540 de la Ciudad de Buenos Aires, promulgada en diciembre de 2004, se ocupa de regular y controlar la contaminación acústica que afecta la salud de las personas, como así también al medio ambiente.

Victoria, en su departamento, se mudó hace tres meses por la vista , pero cada vez que hay un recital tiene que alejarse de él y del barrio por varias horas
Victoria, en su departamento, se mudó hace tres meses por la vista , pero cada vez que hay un recital tiene que alejarse de él y del barrio por varias horas

Infobae recorrió desde el mediodía del sábado hasta las primeras horas del domingo, las calles aledañas al Campo de Polo de Palermo, durante el concierto que brindó el DJ argentino Hernán Cattaneo. "Ayer estuvieron hasta las 2 de la mañana con las pruebas de luces y sonido. Hoy arrancaron desde la tarde. El ruido fue aumentando. Los vidrios vibran y parece que van a estallar. Ya ni hablo de dormir: cuando hay un recital, en el departamento no puedo ni mirar una película", dijo Victoria, que se mudó al edificio hace apenas tres meses.

Desde las 17, Nicolás Urquiza, ingeniero de sonido, desplegó todo el material necesario para saber si desde la organización del concierto se respetaban los niveles de decibeles (dBA) estipulados por la ley.

Una de las primeras mediciones de la tarde ya superaba los valores permitidos
Una de las primeras mediciones de la tarde ya superaba los valores permitidos

"Se procedió a medir los niveles sonoros en tres posiciones distintas del living/comedor del departamento. A partir de allí, se tomaron tres parámetros, con mediciones de 5 minutos cada una. Resultando: posición 1 – 62,9 dBA; posición 2 – 62,6 dBA; posición 3 – 65,5 dBA. El nivel medido promedio fue de 63,7 dBA. Este valor supera en 13,7 dB el Límite Máximo Permisible (LMP) establecido por el Decreto 740/07 de la ley de control de la contaminación acústica", explicó Urquiza, asesor acústico de la empresa Acústica y Sonido.

Según el Código de Planeamiento Urbano, el Campo de Polo se encuentra en una zona de sensibilidad acústica en ambiente exterior tipo II. Dentro de una vivienda, en un ambiente interior habitable y período diurno, los límites son de 50 dBA. 

Cuando Hernán Cattaneo subió al escenario, los decibeles superaban los 73,1
Cuando Hernán Cattaneo subió al escenario, los decibeles superaban los 73,1

Cuando Cattaneo se presentó en el escenario, ya pasadas las 19, el valor superó los 73,1 dB. "Que el número esté por encima del valor permitido ya es preocupante. Si se hubiera podido registrar el ruido de fondo (sin el evento) y los niveles sonoros hubieran resultado por debajo de 43 dB, el LMP sería incluso menor a 50 dBA y el impacto acústico todavía mayor", agregó Urquiza.

Sebastián Bach trabaja en una pizzería ubicada en la esquina de Ortega y Gasset y Migueletes. "En un rato se va a llenar, ahora hay pocas mesas, pero va a venir mucha gente del recital. Eso es lo bueno. Lo malo es que otros clientes no quieren comer acá porque el ruido es insoportable. En las mesas de afuera directamente no pueden hablar. Es algo que deberían modificar de manera urgente", cuestionó.

"El otro día un vecino me contó que sus tres hijas se acuestan temprano y que el viernes y el sábado pasado no pudieron dormir. No fueron dos partidos de polo y algunos cientos de personas. Eran decenas de miles para dos recitales. Estaba molesto. Me dijo que no vino a vivir al mejor barrio de Capital Federal para tener recitales en el cuarto", contó Bach.

Victoria filma los eventos y realiza las denuncias para que suspendan los recitales en el Campo de Polo
Victoria filma los eventos y realiza las denuncias para que suspendan los recitales en el Campo de Polo

Durante los primeros tres meses de 2019, "la Catedral del Polo" fue -y, para desgracia de los vecinos, está previsto que lo siga siendo a lo largo del año- escenario de recitales protagonizados por artistas como Ed Sheeran, Luis Miguel y Hernán Cattaneo. El 23 de marzo, será el turno de Paul McCartney.

"Durante el show tenemos un equipo dentro y fuera del evento. Uno está con el decibelímetro en el mangrullo, cerca de la cabina de sonido, corroborando que el sonido no supere los límites establecidos. A partir de ahí tenemos dos acciones: preventivas y correctivas. La primera es rápidamente avisarle al sonidista que el límite se superó, que baje el volumen. La segunda es a través de los informes, en los que certificamos que no se cumplió lo preestablecido, se labra un acta y se clausura el lugar. A partir de la clausura se deberá realizar el trámite administrativo para poder levantarla", indicó a Infobae Frank Hernández Custode, gerente operativo del área de Fiscalización Ambiental de la ciudad de Buenos Aires.

En la zona se observó mucha seguridad y controles de tránsito desde temprano
En la zona se observó mucha seguridad y controles de tránsito desde temprano

Hernández Custode agregó: "Si los niveles no se sobreponen se entiende que afuera el sonido también está dentro del límite. Si un vecino denuncia que el sonido impacta en su casa, un equipo también va a medir el interior de la vivienda. Los shows musicales no se cancelan por el sonido porque pueden ocasionar cuestiones más riesgosas a nivel seguridad con el público".

Traducido: de momento, las molestias de los residentes en la zona preocupan menos que la eventual furia de espectadores frustrados.

"Todas las semanas tenemos reuniones con la policía, agentes de tránsito, miembros del organismo y coordinación, en donde puntualmente analizamos los próximos eventos a realizarse y todos los detalles de los mismos", agregó el funcionario. De momento, los principales interesados, o damnificados mejor dicho, no son convocados a esas reuniones.

Caos de tránsito e inconvenientes para estacionar

Otro de los grandes inconvenientes que cada recital le trae al barrio es el del tránsito y el estacionamiento. "Un caos total. Tengo que lavar el auto ahora y buscar lugar para estacionar en esta cuadra o la otra porque en unas horas va a ser imposible. Cada vez que hay recital, estacionar es una utopía", sostuvo Pablo Gutiérrez, quien vive con su familia a tres cuadras del Campo de Polo.

"Tomo las precauciones necesarias cada vez que que va a haber un recital. El auto lo guardo temprano, trato de no volver tarde. Y mayormente salgo a almorzar o cenar por la zona, pero intento regresar a casa antes de que finalice. Hay muchas personas buscando algún lugar para comer y estas calles son casi peatonales", indicó Gutiérrez.

El vallado fue instalado durante la mañana del viernes desde Ortega y Gasset hasta Avenida Dorrego
El vallado fue instalado durante la mañana del viernes desde Ortega y Gasset hasta Avenida Dorrego

Su demanda es la de muchos vecinos que, ante la escasez de estacionamientos privados y playas en la zona, deben dejar su vehículo en la calle. Durante el fin de semana que Luis Miguel cantó en el Campo de Polo se acercaron 40 mil personas cada día (el viernes y el sábado). Con sólo una tercera parte de ese público que decidiese ir con su automóvil, ello equivale a unos 13 mil vehículos que buscarían estacionamiento en una zona que carece de parkings.

El tránsito se complica notoriamente por la noche. Sobre Avenida del Libertador, desde temprano, un vallado reserva dos carriles sentido al centro para quienes acudan al recital. Desde Avenida Dorrego hasta la calle Ortega y Gasset, el tránsito se ve así reducido por las carpas de ingreso y egreso y también por un control vehicular que funcionó desde el mediodía.

Vallada desde temprano, la avenida Dorrego permanece restringida al tránsito vehicular hasta la noche, para facilitar la desconcentración del público
Vallada desde temprano, la avenida Dorrego permanece restringida al tránsito vehicular hasta la noche, para facilitar la desconcentración del público

"A la noche, no sabés lo que es. Hay colas por todos lados, incluso en cuadras bastante alejadas del Campo de Polo. Cierran Dorrego, bloquean dos carriles de Avenida Libertador y todo se vuelve una locura. Si te parás en la esquina a las 12 de la noche, después de horas de ruido, te va a estallar la cabeza con los bocinazos", concluyó Sebastián.

Imágenes: Gustavo Gavotti y Cristian Bochichio

 
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