Claudia Piñeiro: “Estamos en condiciones de llegar al consenso para que una mujer que aborta no vaya presa”

Durante los últimos meses, y en especial cuando se trató el proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo en el Congreso, la escritora tuvo un rol saliente y muy activo en el debate público. En diálogo con Infobae, hizo un repaso sobre su participación en aquellas jornadas, su compromiso social y lo que espera para el nuevo año legislativo

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En 2018 la escritora Claudia
En 2018 la escritora Claudia Piñeiro fue una de las voces destacadas durante el debate por la interrupción voluntaria del embarazo (Manuel Cortina)

En más de una ocasión se refirió a los personajes de sus libros como seres que ante una determinada circunstancia quedan frente a un abismo y deben tomar una decisión. Como ellos en la ficción, en el último tiempo fue la propia Claudia Piñeiro quien, frente a determinadas luchas colectivas y debates públicos, se vio de alguna manera parada frente a la inmensidad y decidió actuar. Y lo hizo con la herramienta que tiene más a mano: la palabra.

Así, entre otros momentos notables del último año, se subió al escenario para dar un discurso potente en la Feria del Libro de Buenos Aires donde defendió con claridad los derechos de quienes escriben, hizo su exposición en el plenario de comisiones del Congreso durante el debate del proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, participó de debates en instituciones y medios y llevó a varias partes del mundo el emblema verde de la Campaña por el Aborto Legal Seguro y Gratuito de la Argentina. Como si fuera poco, la escritora lanzó el libro de cuentos Quién no, obtuvo dos premios destacados por su trabajo (el Premio Pepe Carvalho de novela negra en Barcelona y el tercer premio nacional de novela por su libro "Un comunista en calzoncillos") y acaba de ser distinguida como Ciudadana Ilustre de Buenos Aires.

Después de un año de intensidad, y a pocas horas de conmemorarse un nuevo Día Internacional de la Mujer, Piñeiro recibe a Infobae en su casa y hace un repaso de todo lo que vivió.

-¿Cómo te encuentra este 8 de marzo, después de un año tan palpitante?
-A lo mejor la gente te ve luchando por una cosa general y piensa "mirá qué fuerte, mirá qué potencia, mirá cómo se puede dedicar a esto". Y por atrás tuyo puede haber un drama que los demás ni sospechan. En lo personal fue un año de muchas complicaciones, de trabajar muchas cosas que había que solucionar en lo familiar y personal y por suerte salió todo bien. Así que si me preguntan, a fuerza de ser sincera, yo tengo que decir que estoy mucho mejor porque todo eso otro que te sostiene como persona está mucho mejor. Esto hace que yo tenga la cabeza con más energía para hacer lo mismo que hacía para la lucha pero más: empezar una nueva novela, empezar una serie con (el cineasta) Marcelo Piñeyro para una plataforma de streaming y más.

Piñeiro acaba de ser declarada
Piñeiro acaba de ser declarada Ciudadana Ilustre de Buenos Aires (Manuel Cortina)

-Fueron días intensos.
-Sí. Y digo esto porque también es interesante para pensar en el Día de la Mujer, en el sentido de que las mujeres estamos compartimentadas, con varios asuntos que nos demandan tiempo. Las mujeres tenemos muchas tareas asignadas dentro de lo familiar que hacen que a veces no tengas tiempo de hacer las tareas que tenés que hacer profesionalmente porque si no te ocupás vos no hay nadie para cubrirte en ese espacio. Me parece que es interesante esto para pensar en el 8M, para resaltar cuántas cosas hacemos que no se ven, además de las que por supuesto sí se ven.

-Cuando te otorgaban la distinción de Ciudadana ilustre, en su discurso la periodista María O'Donnell dijo que vos decididamente en los últimos tiempos optaste por ser activista. ¿Te sentís cómoda con esa definición?
-Coincidió con que en mi discurso usé las palabras "ciudadanía activa". Yo no sabía que María iba a hablar de activismo. No sé si "activista" es la palabra que yo hubiera usado pero es de la familia de palabras. Porque quiere decir hacer algo de manera activa, tomar una participación activa. Yo me siento compelida a la acción, hay algo que tiene que ver con mi forma de ser en general que en vez de retirarme y contemplar me hace accionar. Y me parece que hay muchas cosas en las que hay que accionar. Estaba faltando algo de accionar civil. Me parece que el 2001 nos dejó a todos un poco desgastados, con pocas ganas de participación. Pero a lo largo de estos años se fueron dando distintas manifestaciones y el movimiento feminista es uno de ellos. Y uno encuentra ahí un canal de participación. A veces no encontrás cómo participar si no te sentís identificado con ningún partido político, como me pasa a mí. Pero con un movimiento quizá es más fácil participar. Y ese movimiento se puede ocupar no sólo de cuestiones de la mujer exclusivamente sino tal vez de otros asuntos.

(Manuel Cortina)
(Manuel Cortina)

-¿Cómo te llevás con la palabra "feminista"? Pareciera que es una palabra que de un tiempo a esta parte está en boca de todo el mundo o puesta en cuestión.
-Es una palabra que yo antes no usaba porque no me sentía con el derecho de hacerlo. Yo no había participado de ningún movimiento feminista de alguna agrupación u organización política que se definiera así. Yo hoy por supuesto me siento feminista en mi manera de pensar. Pero creo que hoy el término se ha ampliado a todas nosotras. A todas las que estamos pidiendo ampliación de derechos, pidiendo un lugar para la mujer diferente del que tuvo hasta ahora. Me parece que somos feministas, usemos la palabra o no la usemos. De hecho a veces te preguntan y te dicen "ahora se te ocurre". Y la verdad es que hay gente que no te sigue el recorrido. Mi primer trabajo en el periodismo gráfico fue cuando tenía 28 años en la revista Emanuelle. La revista Emanuelle fue una de las grandes revistas feministas del país. La dirigía Oskar Blotta, trabajaba Viviana Gómez Thorpe, Adriana Lorusso, Alejandra Procupet. Era una revista de autor feminista. Trabajé varios años ahí, hice muchas notas.

Yo me siento compelida a la acción, hay algo que tiene que ver con mi forma de ser en general que en vez de retirarme y contemplar me hace accionar. Y me parece que hay muchas cosas en las que hay que accionar. Estaba faltando algo de accionar civil. Me parece que el 2001 nos dejó a todos un poco desgastados, con pocas ganas de participación

-O sea que no usabas la palabra sino que de alguna manera la ejercías.
-Lo que pasa es que antes decir "soy feminista" implicaba pertenecer a una organización en la que yo nunca estuve. Por eso creo que nunca usaba la palabra. Después también hubo un desprecio hacia la palabra equivocadamente, porque la gente la opone a "machismo". Entonces, o sos feminista o sos machista, como si fuera lo opuesto cuando no lo es. Hoy pienso que no se me ocurre que una mujer no pueda ser feminista. Es decir, puede no serlo si ignora lo que significa la palabra, si no entiende lo que significa la palabra o no quiere quedar pegada a cierto feminismo radical, que a mí tampoco me representa. Pero es raro que una mujer te diga "yo no soy feminista" porque lo que el feminismo pide es igualdad de derechos.

-Siempre tenés el radar prendido a pescar palabras, supongo que también te llegaron a decir alguna vez "feminazi".
-Eso ya es una agresión, la persona que usa esa palabra agrede. Y además lo hace en dos sentidos. Por un lado, agrede a las mujeres a las que se refiere y también degrada un término, que es nazismo, que me parece que tiene que quedar circunscripto a lo que nombra, que es algo muy grave para la historia de la humanidad. Decirle "nazi" a cualquier cosa también rebaja el término.

Claudia Piñeiro, distinguida en la
Claudia Piñeiro, distinguida en la Legislatura Porteña (Maximiliano Luna)

-De todas las causas o banderas, abrazaste la del aborto libre, seguro y gratuito. ¿Se dio por algo en especial?
-Me parece que si no tenemos ese derecho hay otros derechos que no se conquistan. Cuando yo voy por el mundo y veo que las mujeres en otros países luchan por otras cuestiones me doy cuenta de que lo hacen porque ya tienen el aborto. Es tan primitivo el uso del cuerpo de la mujer por otros, el sentirse dueño de la mujer por otros actores sociales, que ya es increíble. Lo mismo pasa con decir "Ni una menos". ¡Es tan obvio que no hay que matar mujeres! Pero como en la Argentina matan mujeres, tenemos que salir a pedir eso. Es tan obvio que no se debe usar de manera esclava el cuerpo de una mujer porque una religión o una creencia o religión indica que sí que parece una locura. Pero bueno, hay que conseguir eso. Si no vamos por eso, ¿cómo seguimos después batallando por las otras cosas? Por otro lado, uno a veces tiene obsesiones. En mi literatura está el aborto desde casi lo primero que escribí. Está el aborto en Tuya, está el aborto en Elena sabe, está el aborto en un cuento de Quién no que escribí hace ocho años. En Una suerte pequeña no está el aborto, pero está el deseo de no ser madre. Entonces, hay determinadas cuestiones que a los escritores se nos repiten permanentemente. Y tampoco sabemos muy bien por qué. Y está bien no saberlo.

-A partir de esta enorme visibilidad que tuviste y teniendo, como te ocurre, la posibilidad de viajar al exterior y hablar con escritores y personas de otros países. ¿Qué te dicen afuera sobre lo que ocurre en la Argentina?
-Lo primero que sucede es que les produce una gran sorpresa enterarse de que en la Argentina no hay ley del aborto. ¿Por qué? Porque en el ambiente cultural nosotros somos un país que supuestamente para afuera tiene escritores renombrados en todas partes y tenemos películas que viajan por todo el mundo. Entonces da la sensación de que la Argentina es un país moderno entre comillas. Además además hemos tenido la Ley de Matrimonio Igualitario hace varios años. Cuando vos decís que no hay aborto y que la mujer que aborta puede ir presa se quedan boquiabiertos. No entra dentro de las posibilidades de asociar un país en el que se supone que el gobierno es liberal con el peso que tienen determinadas cuestiones muy retrógradas. Lo primero que sucede es eso, la gran sorpresa por algo que no encaja dentro del modelo de lo que para ellos es la Argentina.

-Escribiste esta semana en The Guardian por el caso de la niña violada en Tucumán.
-Es que cualquier relato de estos casos recientes como el de la niña de Tucumán violada de 11 años, la anterior de Jujuy son cosas que espantan terriblemente. El último caso estuvo en un lugar destacado en todos los diarios del mundo. Lo han compartido en redes intelectuales, actrices, personas de todo el mundo. Fue un caso que espantó en todas partes.

En el último año, la
En el último año, la escritora llevó el pañuelo verde, emblema de la campaña por el Aborto Legal Seguro y Gratuito, por todos lados

-¿Te da miedo de que exista un retroceso?
-Nosotros estábamos pidiendo una ley nueva para que esté dentro del sistema de salud para las mujeres que deciden interrumpir su embarazo, porque hoy solamente lo hacen los que tienen dinero y las que no tienen dinero fuera del sistema de salud. Pero vemos que ahora ni siquiera a aquellas que están amparadas por la ley que ya existe se está permitiendo. Lo que es peor es que el Estado se está metiendo en ese incumplimiento de la ley. Esto es gravísimo. En este caso, el estado de Tucumán es responsable en este incumplimiento de la ley. La fiscal es responsable, la Iglesia es responsable y las organizaciones civiles que van a pararse a la puerta del sanatorio son responsables. Que el Estado sea cómplice de esto es algo que no podemos tolerar. Que ayer el Estado haya presentado en el Congreso una línea 0800, en este caso patrocinada por organismos que han intentado que la niña tucumana avance en su embarazo para que se le haga una cesárea y no un aborto, es inconcebible. Lo que yo entonces me pregunto es por qué el Estado decide eso, qué es lo que negocia con estos organismos. ¿Qué le dio a cambio? Me parece que oculto detrás de esto debe haber algo peor que no nos damos cuenta qué es. Si no , no se entiende.

-Algunos organismos de derechos humanos señalan que obligar a una niña violada a parir se enmarca como tortura. En tu discurso en la Legislatura mencionabas que para algunos dirigentes argentinos era más fácil condenar o señalar las violaciones de derechos humanos afuera que las que tienen lugar acá. ¿Por qué creés que no lo pueden ver?
-Creo que todo es muy hipócrita. Algunos te hablan de federalismo, dicen que en este caso le corresponde a Tucumán ocuparse. Nadie piensa: "¡No, pará, hay una chica a la que están torturando!". Entonces si a la chica la torturan en otro lugar del mundo, salimos con pancartas a decir "no a la tortura". Pero acá hay una chica torturada en Tucumán y no se puede hacer nada por el argumento del federalismo. Yo no digo que hay que derrocar a un gobierno ni mucho menos. Pero hay que ir con un avión, traer a la chica, hacerle la práctica en Buenos Aires, lo que se les ocurra. Lo que seguro no hay que hacer es abandonarla a su suerte. Es la hipocresía de pensar que si alguien no dice nada, entonces no estoy en el tema. Es como si no se hubieran enterado y no fuera su responsabilidad. Yo creo que nosotros lo que tenemos que hacer es marcar que sí, que es su responsabilidad.

Algunos te hablan de federalismo, dicen que en este caso le corresponde a Tucumán ocuparse. Nadie piensa: “¡No, pará, hay una chica a la que están torturando!”. Entonces si a la chica la torturan en otro lugar del mundo, salimos con pancartas a decir “no a la tortura”

-En todo este contexto, ¿qué pasa con los lectores? ¿Sigue instalado esto de que si sos una escritora y tenés mujeres entre tus personajes el público tiene que ser estrictamente femenino?
-Lo que pasa es que las mujeres compran más libros que los hombres y las mujeres leen más que los hombres. La realidad es que en todas partes del mundo hay más lectoras que lectores y compran más libros las mujeres que los varones. Es cierto que a algunos hombres les parece que si algo está escrito por mujeres y tiene protagonista mujer, es para mujer. Pero me parece que poco a poco eso se va modificando. Yo creo que tengo muchos lectores hombres, o por lo menos me escriben muchos lectores hombres. Ahora, después vas a la Feria del Libro y las que están sentadas ahí en su mayoría son mujeres. Pero también en las charlas también y eso es porque van más mujeres a ese tipo de lugares. Entonces a veces hablamos mucho con especulaciones que con datos certeros. Es cierto que hay algunos casos particulares. Una vez un señor me dijo: "Ay, Las viudas de los jueves lo leí porque mi mujer me insistió, porque la verdad, ponerle ese título a un libro que pueden leer varones, ¿quién lo va a leer así?". Si partís de ese prejuicio es imposible. Durante muchos años a los varones les costó mucho más armar el universal a partir de la mujer y cuando hay un libro de madre e hija les parece que no es para ellos. Así, por ejemplo, se perderían a Vivian Gornick. ¡Y sería una pena! Pero para nosotras, al leer La invención de la soledad, de Paul Auster, o Carta al Padre, de Kafka, no decimos "no lo voy a leer porque es una historia de padre e hijo varón". No se nos ocurre. A los hombres, durante mucho tiempo, les ha dado prejuicio meterse en el mundo femenino sin que se sientan que no son tan hombres. Hay que empezar a pensar en términos más plásticos y más elásticos porque las próximas generaciones lo van a hacer.

“Quién no”, el útlimo libro
“Quién no”, el útlimo libro de Claudia Piñeiro

-¿Se te acercaron lectores más jóvenes a partir de toda la exposición que tuviste con el tema de aborto?
-Sí. Yo noté que con el libro de cuentos me pasó. Por un lado, están los que te dicen "no te voy a leer nunca más porque estás a favor del aborto". Y tienen todo el derecho de hacerlo, así como yo tampoco leo a alguien si no me cae muy simpático (y, a la vez, es una pena porque te podés estar perdiendo a un gran autor). Pero a veces te pasa porque pensás: "No tengo ganas, le escucho apenas la voz y ya me irrita". Pero lo que sí siento es que se acercaron muchos lectores que yo no tenía, que aparecieron a partir de conocerme por otras cuestiones. Creo que tiene que ver con una franja de lectores más jóvenes, que por ahí siguieron otro tipo de situaciones, como pueden ser discursos que di en algún lado o lo que sea.

A los hombres, durante mucho tiempo, les ha dado prejuicio meterse en el mundo femenino sin que se sientan que no son tan hombres. Hay que empezar a pensar en términos más plásticos y más elásticos porque las próximas generaciones lo van a hacer

-¿Cómo te llevás con eso de estar en el lugar de la incomodidad?
-No hay opción. Yo no podría decir "me voy a quedar en este lugar porque estoy más cómoda". ¡No tengo opción! (risas). Si me parece que una causa merece que yo participe de ella no estoy midiendo demasiado las consecuencias. Porque también tiene un costo no participar. Eso es lo que a veces no se dan cuenta. No me parece una opción válida.

-Comenzó un nuevo año legislativo. ¿Qué esperás para lo que se viene?
-Yo estoy muy preocupada porque hay mucho lobby religioso evangelista y católico para bochar gente en las listas de algunos partidos. Nosotros no tenemos ese tipo de inquietudes para decir "este sí, este no". Hay lobbies concretos que nos han transmitido los propios legisladores de presiones que reciben para que no esté determinada persona en las listas. Eso me parece de una enorme gravedad institucional. Estoy terriblemente preocupada. Probablemente este año, con elecciones y demás, sea difícil que la ley del aborto avance. Pero por lo menos espero que se despenalice del Código Penal. Que los legisladores, cuando lean el proyecto de Código Penal, sientan la misma vergüenza que sentimos tantos de decir "no puede ser que una mujer quede a la merced de lo que determine un juez y que pueda ir presa por abortar". Quizá no se pueda avanzar o tratar la ley pero al menos pongámonos de acuerdo para que la mujer que aborta no vaya presa. Deberíamos estar en condiciones de llegar a ese consenso.

En su discurso de apertura
En su discurso de apertura de la Feria del Libro 2018, Claudia Piñeiro habló de la invisibilización de la mujer en la cultura

-¿Quiénes son tus mujeres de la vida?
A uno a veces le cuesta decir. Una sin dudas es mi mamá, una mujer que me ha enseñado muchas cosas. Lo que más me dejó es el humor. Creo que es el valor más grande: ella se reía a carcajadas de cualquier barbaridad. También nos hemos peleado muchísimo toda la vida. Ella tuvo la enfermedad de Parkinson y lo sobrellevó con ese humor. Eso fue una gran enseñanza. A mí me parece que ella podía haber estado más vencida por la enfermedad y, sin embargo, se siguió riendo. Para mí eso fue fundante, diría. A una edad tardía, porque uno primero se pelea con los padres. Pero a esa edad tardía dije: "Wow, esta mujer tiene algo".

-¿Tuviste otras mujeres cercanas así de fundamentales?
-Durante muchos años tuve una analista mujer, Paloma Halac, que para mí también fue fundante. Poder pensar con la cabeza de otra persona o que te ayuden a pensar con tu cabeza es maravilloso. ¡Hice como 30 años de psicoanálisis intermitentemente con ella! (risas) Y fue también una mujer muy importante en mi vida. María Inés Andrés también fue otra. Ella me enseñó todo lo que es el oficio de guión. Pero también cómo una mujer se tiene que plantar ante determinadas cosas. Cuando yo hacía un curso con ella siempre estaba embarazada de alguno de mis tres hijos. Y a ella le pedían gente para ir a trabajar. Cuando recién había tenido a mi hija Lucía me dice: "Tenés que ir a ver a Ricardo Rodríguez, que es un autor muy conocido". Y yo respondo: "No, no puedo porque yo le tengo que dar la teta a Lucía durante un año". Y ella me dice: "No importa, vos vas y le decís a Rodríguez que tenés que darle la teta a tu hija y que él lo solucione, porque es un problema de él". Es como que ella me "empoderó", esa palabra que se dice ahora que a mí mucho no me gusta. ¡Pero la verdad es que me empoderó! Y así fue que Ricardo Rodríguez me dijo: "Claro, traé a tu bebé, no hay problema". Así que la llevaba, le daba la teta, dormía. Si ella no me hubiera dado ese permiso yo no me hubiera dado la posibilidad de hacer ese trabajo ni de sentir que podía hacerlo. Hasta ese momento tenía la sensación de que debía elegir: tengo que elegir le doy la teta a mi hija o agarro este laburo. Y lo que ella me hizo ver es que no tenés que elegir, tenés que hacer las dos cosas. Para mí fue muy importante.

Como todos los años, la
Como todos los años, la escritora planea participar de la marcha por el Día Internacional de la Mujer (Manuel Cortina)

-¿Qué hacés en este 8M?
-A la mañana al programa de María O'Donnell a conversar sobre todo esto. Y después voy a la marcha. Tengo un grupo de amigas que se juntan y con las que seguramente me encontraré en algún momento. Pero hace años con Mercedes Morán tenemos el ritual de encontrarnos nosotras para ir a las marchas juntas medio anónimamente, de no ir a determinado frente que está en determinado escenario, sino mezclarnos con la gente y caminar juntas. Es casi un ritual de amistad femenina. Una cosa de sentir "quiero ir con vos".

Fotos: Manuel Cortina

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