Es ingeniero en Ecología y se especializó en el diseño, construcción y evaluación de sistemas de aprovechamiento de energía solar para tratamiento de aguas y aplicaciones térmicas. Inquieto, junto al arquitecto Fabián Garreta creó un novedoso calentador solar portátil que además funciona como un termo.
"No nos parecía lógico y coherente que estando en la playa usáramos el gas para calentar agua teniendo el sol a disposición", asegura Christian Navntoft, uno de los mayores expertos en energía solar del país, en diálogo con Infobae.
"Hay una conciencia que está creciendo cada vez más pero el mercado tiene que generar respuestas energéticamente eficientes a costo razonable", agrega.
Con una extensa carrera académica, Navntoft es presidente de Solarmate S.A, director del Centro Tecnológico de FUNINTEC y asesor en energía solar térmica para la Secretaría de Energía y Minería.
-¿En cuántas cosas se podría utilizar la energía solar evitando el uso del gas?
-A nivel mundial hay miles de opciones tecnológicas, desde calentar un departamento hasta un edificio con energía solar, pero nunca al 100 por ciento por la variabilidad del recurso. En el caso del agua caliente podés hasta cocinar pero necesitás sol. La pregunta es ¿cuándo no hay sol, qué hacés? Necesitás el sistema de apoyo que compense lo que hace el sol. En edificios donde hay mucha gente, mucho consumo de agua caliente y tenés poca superficie disponible para el sol, lo que se hace es el solar térmico, que aporta una fracción de ese consumo y el resto lo da un sistema de apoyo en cada casa. Eso es muy económico porque es energía solar. Es gratis.
-Pero es muy caro acceder al sistema, ¿no?
-Uno de los problemas que tienen todas las energías renovables es que el costo inicial es mucho más alto que las energías convencionales, entonces siempre hay que sopesar contra la vida útil que tenga, o cuánto salen los combustibles alternativos. En este caso, el termotanque solar competiría con el gas o contra la electricidad. Con la electricidad amortizás en poco tiempo.
-Con las tarifas que tenemos…
-Y que están subiendo. Con el gas tardás un poco más pero terminás amortizando a lo largo de tres años o instantáneamente en casos rurales, en los que dependés de una chancha de gas o de un generador electrógeno. En la ciudad puede estar entre siete y doce años dependiendo de qué tarifa tengas, y qué aporte solar te dé eso. Este tipo de tecnologías depende de qué le pongas aguas abajo. Si ponés un sistema solar técnico en el techo de una casa, de alguna manera precalienta el agua con el sol, eso baja a tu casa y va al sistema de apoyo, que si no es inteligente está compitiendo con el solar.
-¿En qué lugar está Argentina en relación al resto del mundo con este tipo de propuestas?
-Hay dos sectores grandes de consumos de energía que tenemos en el mundo: uno es la generación de electricidad y el otro es la generación de calor. La generación de electricidad en Argentina es un gran avance porque tenemos la Ley de generación distribuida que permite a los usuarios inyectar energía a la red. Cada usuario va a poder bajar su consumo a partir de uso de energías renovables y bajar entre todos la demanda de la matriz energética. La parte de generación de calor en otros países está mucho más avanzada.
-¿Cuáles son los más avanzados?
-El más avanzado con el tema del calor es Dinamarca, que parece un país que relativamente no tiene ni sol y hace frío todo el año. En esos países donde se necesita mucha energía calórica es donde más se aprovechan las energías alternativas. Tienen una generación de calor central, hay una usina que genera calor con energía solar y otro sistema de apoyo que distribuye a las casas mediante tuberías que compran fluido caliente. Porque siempre la generación central es más eficiente que la generación individualizada, en términos de calor porque se disipa en todos lados.
-¿En qué estado está la energía solar a nivel país en Argentina?
-En Argentina estamos avanzando con la parte de agua caliente solar. Salió un reglamento técnico que le permite controlar la calidad de los equipamientos que entran que era una gran desventaja. Y cada vez hay más crecimiento de energía solar térmica y mucho fabricante local que están empezando a hacer tecnología.
-¿Y cómo es la situación en Latinoamérica?
-Uruguay consume poca agua caliente y tiene un Programa de energía solar bastante importante. No lo amortizan porque cuatro personas se bañan con 50 litros y el sistema de adquisición que tienen es con un crédito hipotecario ¿Quién va a sacar un crédito hipotecario para un termotanque solar? Chile tiene un sistema de control que se basa en la certificación de calidad de los equipos, son más caros y están casi centralizado en viviendas nuevas, no en preexistentes. Avanza conforme a la construcción nueva. Brasil tiene 13 millones de metros cuadrados de colectores, es otra industria completamente diferente.
En los países donde se necesita mucha energía calórica es donde más se aprovechan las energías alternativas. Tienen una generación de calor central, hay una usina que genera calor con energía solar y otro sistema de apoyo que distribuye a las casas mediante tuberías que compran fluido caliente
-¿Qué pasa con el apoyo del Estado a fomentar este tipo de cuestiones?
-Cada país tiene su fórmula. Brasil no tiene un programa específico de beneficio para energía solar térmica, el mercado se sostiene con la demanda que genera la vivienda social. En Uruguay, sí: a los primeros dos mil usuarios les pagan una parte del equipo y sin embargo el plan no despegó. En Chile tienen un programa de crédito fiscal para las constructoras y recién ahora están sacando un programa para la gente. Hay varias experiencias en generación distribuida de energía eléctrica pero cada país tiene su propia fórmula relacionada con su clima, sus prestaciones y la cantidad de población que tiene.
– Debería ser una tendencia natural ir hacia ese lado, porque son recursos escasos y tenemos uno que no se termina que es la energía del sol.
-Eso eventualmente va a llegar. En todo el mundo va avanzando, hay más de 150 países que tienen promoción de energía solar térmica pero tiene que ver con el estado de desarrollo local, con la eficiencia y el cuidado del medio ambiente. Si sacás un programa de promoción en Argentina para reemplazar el gas por energía solar térmica, los fabricantes del país no pueden abastecer, y hay que traer equipos, la mayoría será de China.
En todo el mundo va avanzando, hay más de 150 países que tienen promoción de energía solar térmica pero tiene que ver con el estado de desarrollo local, con la eficiencia y el cuidado del medio ambiente
-Lo cual implicaría sumar energía en transporte.
-Algo que tiene que recorrer más de tres mil kilómetros para llegar acá, y será un problema. Se puede organizar mejor, fabricar in situ y evitar esa pérdida de energía que conlleva recorrer tres mil kilómetros hacia otro lugar. Si se utiliza la energía renovable de golpe, entra todo de afuera y el desafío energético que se tuvo solucionó el problema pero gastó energía del otro lado.
-¿Qué tiene de especial el termo que creó?
-Es un calentador solar portátil que además funciona como un termo. La gente dice termo porque está más asociado al mate pero permite calentar el agua en su interior con la energía solar. Lo ponés al sol y el agua adentro se calienta al punto de hervir. No sólo podés tener agua para el mate sino que podés hacer café, salchichas con papas hervidas, zanahorias, huevo de codorniz, varias comidas. Lo podés usar como función secundaria como termo pero no es un termo solar.
-¿Pero la idea surge como termo?
-La idea surge porque estando en la playa con Fabián Garreta vimos que, a la hora de sol extremo, si querés tomar un mate, tenés que hacer cola para calentar agua con gas o electricidad, lo que no tiene sentido. Y lo único que necesitábamos era un elemento que nos permita aprovechar el sol. Tenemos una expertise en energía solar, entonces empezamos a cranear un producto de esas características, que sea portátil y que te permita calentar el agua en esas situaciones al aire libre. Eso fue en 2006.
-Ahí empezó todo.
-Ahí arrancó la idea. Después hicimos un par de prototipos que no prosperaron mucho más allá de divertirnos un poco. Y en un momento, cuando veníamos avanzando con algo más técnico, dijimos que alguien lo tenía que hacer. Empezamos a hablar con varias empresas del rubro de los termos convencionales. Fue difícil. Nos dimos cuenta que hay una aversión por el desarrollo de cosas nuevas en nuestro país, tenemos la costumbre de traer cosas de afuera pero es difícil desarrollar algo acá.
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