"¿Sabés quién inventó el alambre?", pregunta la arquitecta Sonia Terreno mientras supervisa el Salón de Actos de la Facultad de Derecho y toma fotos de indicios de otra época. Llama al grupo que la acompaña y muestra un recorte de diario pegado detrás del capitoné de las puertas de entrada que data de la inauguración, 70 años atrás.
Terreno fue la responsable también de la restauración del Teatro Colón. Hace dos años, en la entrega de los premios Konex que preside, el gestor cultural Luis Ovsejevich se sorprendió con "el estado deplorable en el cual estaba el salón" y habló con la decana de ese momento Mónica Pintos: "Le propuse hacerme cargo de la restauración y el año pasado firmamos el convenio con el nuevo decano, Alberto Bueres", le cuenta a Infobae mientras le encomienda algunas gestiones a Eugenio Giusto, su asistente.
"El alambre lo inventaron Luis y Hugo Lañin estirando las monedas para el plan de puesta en valor", termina la broma la arquitecta que repite un chiste que en las primeras discusiones le hizo el vicedecano de la Facultad de Derecho, Marcelo Gebhardt, a Federico Carenzo, coordinadores del proyecto por la UBA y por la Fundación Konex respectivamente.
En el celular de Carenzo una aplicación lleva cronometrada la obra: hace 112 días se firmó el convenio; hace 83 días se iniciaron los trabajos y faltan 40 días para la inauguración, 22 días menos de lo previsto en el plan inicial. Lañin, a cargo del proyecto, aclara que en diciembre retiraron algunas butacas pero que el inicio fuerte del trabajo dentro del simbólico edificio arrancó el 4 de enero. Son unas catorce personas entre tapiceros, lustradores y carpinteros las que con entusiasmo están cambiando el emblemático lugar.
Gran parte de las butacas estaban mal ajustadas al piso, con agujeros por sucesivos tornillos mal colocados; los tapizados estaban viejos, descoloridos y rotos, los rellenos vencidos y las maderas rotas. Lo notaban los invitados a los conciertos, a los actos y los que participaron de las últimas entregas de los premios Konex, muchos de los cuales recibieron un llamado de Ovsejevich que les explicó su sueño y les pidió colaboración. Respondieron en forma afirmativa desde un joven que se graduó en diciembre hasta empresarios de renombre y estudios y abogados recibidos en esa casa de estudios, además de instituciones como el Rotary Club.
La facultad tenía presupuestado un costo de 300.000 dólares sólo para las butacas. Por menos de la mitad se retapizaron con tela ignífuga, la más cara y segura del mercado (cuatro veces más que un terciopelo común). El género inferior, que no se ve, también es liencillo ignífugo, tres veces más caro que si no lo fuera e importado pero también el que aporta mayor seguridad en caso de un siniestro.
"En un proceso lógico hay un tiempo de relevamiento pero era tal el degrado que impedía que se pudiera usar el salón por lo que la urgencia determinó que se invirtiera el proceso lógico y empezamos por el final, las butacas. Luego se cubrirán y se pondrán andamios y se pintará", explica la arquitecta mientras muestra una pila de asientos retirados que esperan su turno para ser rellenados y retapizados.
En el lugar se hizo el trabajo de ebanistería, lijado y el lustre poluritánico semimate de la madera de las butacas, color elegido después de varios ensayos que permitieron llegar al brillo justo. En los bordes de los respaldos se repintaron los realces dorados con purpurina traída de Estados Unidos mientras que las piezas ornamentales, rosetones y rosetas, se pusieron en valor y las que no pudieron salvarse serán fabricadas a nuevo. Para hacerlo buscaron desde fabricantes de botones hasta torneros y según cuenta Lañin finalmente se harán en tornería con una matriz especial para reproducir las rocetas originales. Con el excedente de fondos se pondrán los manijones de las puertas y se reemplazará el capitoné, se reemplazarán las alfombras, se hará la carpintería en el frente del estrado, la iluminación escénica y el sonido.
Además, a propuesta de la arquitecta, se acondicionó el salón para mejorar las medidas de seguridad: se eliminó una fila del lateral a ambos lados del salón para que haya cuatro pasillos para el ingreso y salida en lugar de dos, y se dejaron espacios para quienes tengan movilidad reducida (sillas de rueda), entre otros cambios. "Quisimos acercarnos lo más posible al código de edificación, a las normas de seguridad, aunque la sala es preexistente", describe.
La discusión ahora es qué es más urgente, si colocar dos pantallas LED grandes a ambos lados del escenario o mejorar el sonido. Ovsejevich no quiere ceder ni resignarse por lo que busca sumar sponsors o padrinos que lo ayuden a comprar ambas cosas. La Fundación Konex, administradora de lo recaudado, ya reunió 180.000 dólares y tiene la promesa de otros 41.000. Contra reloj esperan contar con más fondos (la propuesta son categorías de 1000, 3000, 5000 y 10000 dólares) para ampliar las mejoras a aires acondicionados, cortinados e el resto de la iluminación. Para más adelante por ejemplo quedará la humedad del techo y los sillones del estrado que no están en mal estado pero a los que les vendría bien un retapizado.
El que ayude tendrá premio. El nombre de cada uno figurará en las placas que se colocarán en el ingreso del salón y en un libro con la historia del Salón. Probablemente también reciban un souvenir: una roseta pequeña de las que no pudieron reutilizarse dentro de un medallero de cuero.
En medio de la visita a Ovsejevich se le ocurrió otra idea: si sobran rocetas venderlas como recuerdo para recaudar más y completar los cortinados o hasta planear la puesta en valor del foyer. "Después del Colón esta es la sala más importante de la Ciudad", elogia con entusiasmo quien fuera director del teatro mientras la arquitecta agrega que tiene "un extraordinario valor patrimonial y que está ubicada "en el epicentro del nodo cultural de Buenos Aires".
Entusiastas, están casi seguros de que la inauguración será el 9 de abril con la presencia de la Camerata Bariloche y que el sábado siguiente, con la Filarmónica de Buenos Aires, podrían inaugurar el ciclo de conciertos gratuitos que la Facultad realiza año a año.
Todos celebran la ayuda de los benefactores. "Es una retribución a la enseñanza gratuita que recibieron", destaca Ovsejevich sobre los graduados mientras recuerda torneos de ajedrez, conciertos, eventos de renombre y hasta el primer debate presidencial que en 2015 se realizó en este salón y que habrá que ver si este año se repite. "Con el esfuerzo y capacidad presupuestaria de la UBA era imposible", se lamenta el vicedecano aunque satisfecho del avance de la obra a lo que el otro coordinador, Torenzo, subraya "la importancia de la interacción del sector público con el privado".
Y Ovsejevich, que tres veces anunció que se tenía que ir, repasa con Gerbhardt todos lo pendiente y las fechas clave. Para este sábado le prometieron que todas las butacas de la planta baja estarán en su lugar, en la semana estarán las filas laterales y antes de fin de marzo las dos filas que no se ven desde abajo y que están en el pullman y las escaleras de madera.
Fotos: Adrián Escandar