Una nueva vida para los ingenieros venezolanos que llegan a Argentina

Infobae recogió testimonios de profesionales que están trabajando en el interior del país. Pasaron de ganar menos de USD 10 en Venezuela a más de USD 1.000, en algunos casos. Migraciones busca reorientar la migración a provincias con demandas laborales específicas

Carlos Quintero, ingeniero mecánico, trabaja para San Antonio Internacional

Viajó 11 días seguidos en "bus", como le dicen los venezolanos a los ómnibus de larga distancia. Salió de Maracaibo, en el noroeste de Venezuela, pasó por Colombia, Ecuador, Perú y Chile, hasta llegar a Talca en el centro del país trasandino. En el viaje, Carlos Quintero recibió el llamado desde Argentina de la empresa San Antonio Internacional -prestadora de servicios a empresas petroleras- confimándole que lo contrataban para trabajar en Neuquén. Era una de las tantas empresas en la región a la que había mandado mails antes de salir de Venezuela, y con la que ya había tenido una primera entrevista teléfonica dos semanas antes de subirse al primer ómnibus con sus valijas. Buscaba dejar atrás que su principal preocupación cada día fuera sobrevivir.

Si bien su plan inicial era instalarse en Chile, ese llamado le haría cambiar su destino hacia Argentina. Pero no pudo variar en ese momento el itinerario inicial, ya que se había comprometido a acompañar hasta Talca a la mujer y las tres hijas de su amigo venezolano que los esperaba allí. Luego se tomó otro ómnibus hasta Temuco, en el sur de Chile, y allí, se subió al séptimo y último colectivo de su periplo, que lo dejaría finalmente en Neuquén Capital. Llegó el 22 de octubre pasado. Cansado y solo, pero esperanzado en poder empezar una nueva vida. Cómo sobrevivir cada día dejaría de ser la única preocupación.

Como ingeniero en mantenimiento mecánico de equipos de perforación en PEDEVESA (la petrolera estatal venezolana) Quintero ganaba en bolívares, al cambio real, el equivalente a unos 6 dólares por mes. "Con esa plata podía comprar 1 kilo de queso, 1 kilo de pan y una coca de un litro. Y ya no me quedaba nada más", recuerda.

Al llegar a Neuquén, lo primero que tuvo que resolver fue la obtención del DNI argentino y el CUIL para poder empezar a trabajar. "Viajé a Bariloche para hacerlo más rápido y ahí la gente de Migraciones se portó muy bien. Les conté la urgencia que tenía y, hasta incluso, me dieron una computadora y me ayudaron a cargar la documentación para el trámite. En dos semanas obtuve al precaria", relata este ingeniero mecánico de 31 años, sin ocultar su agradecimiento por la disposición con la que se encontró.

Quintero inspecciona equipos de fragmentación y fractura en pozos petroleros

Desde hace dos meses, Quintero trabaja inspeccionado equipos de fragmentación y fractura de San Antonio Internacional en distintos yacimientos de la zona, como Añelo, Catriel o Rincón de los Sauces. Gana el equivalente a unos U$S 1.000. "Con este sueldo, al segundo mes, me pude alquilar un apartamento, comprar una cama, una cocina y una nevera. Algo que nunca podría haber hecho si me quedaba en Venezuela. Y, además, le pude enviar dinero a mi familia", afirma.

En su país -atravesado por el agravamiento de la situación social y económica, y la intransigencia política de Nicolás Maduro- dejó a sus padres, sus hermanas y su novia. "Nunca me pude casar con ella porque en Venezuela se volvió imposible tener una familia, irte a vivir con tu mujer a un monoambiente o tener hijos. Aunque trabajaras todos los días, jamás te alcanzaba el sueldo", sostiene.

Espera poder traer a su novia a Argentina en abril o mayo. "Ella es ingeniera en petróleo pero tiene que vivir con sus padres. Gana 18.000 bolívares por mes, alrededor de 5 dólares. Ahora necesita un medicamento que vale el doble de su sueldo mensual. Es difícil de imaginar lo que es sobrevivir en Venezuela para quien no estuvo allí".

Quintero es uno de los más de 16.000 ingenieros venezolanos que se radicaron en el país entre principios 2016 y fines de 2018, según datos oficiales de la Direccion de Migraciones. Esa profesión lidera el ranking de casi 120.000 ciudadanos de ese país que oficializaron su ingreso a Argentina en los últimos tres años. La mitad de este número lo hizo en 2018.

Reorientación de migrantes

El flujo creciente de venezolanos que dejan su país por el agravamiento de la crisis humanitaria bajo el régimen de Maduro, llevó a que el Ministerio de Interior, a través de la Dirección Nacional de Migraciones, comenzara a implementar en los últimos meses el Programa de Orientación de Flujos Migratorios. "Apunta a adecuar las necesidades laborales de los inmigrantes y las necesidades del interior para su desarrollo, en consenso con el que llega al país", explica a Infobae el director del organismo, Horacio García.

Horacio García, titular de la Dirección Nacional de Migraciones.

En el marco de ese programa, en agosto pasado, la cartera de Interior y la Dirección de Migraciones convocaron a una jornada para ingenieros venezolanos en el país , en conjunto con la Asociación de Ingenieros Venezolanos en la Argentina y el Centro Argentino de Ingenieros (CAI). Durante el encuentro explicaron las medidas para facilitar la tramitación de la residencia y la reválida de los títulos profesionales, y se brindó información sobre las provincias que podrían necesitar mano de obra calificada.

"Nuestro aporte fue mostrar las posibilidades que tienen los ingenieros extranjeros según las especialidades requeridas en las distintas provincias para diferentes proyectos, en las áreas de la minería, agroindustria, energía solar y petróleo", explica el presidente del CAI, Horacio Cristiani, en diálogo con este medio.

Horacio Cristiani, presidente del Centro Argentino de Ingenieros (Crédito CAI)

Déficit de ingenieros argentinos

¿La incorporación de ingenieros venezolanos perjudica a sus colegas argentinos?, le preguntó Infobae a Cristiani. "No lo vemos como un problema porque Argentina tiene un déficit de ingenieros desde hace varios años. Se reciben aproximadamente unos 8.000 por año, un número relativamente bajo si se lo compara con otras profesiones. En el país, los ingenieros venezolanos cubren determinadas capacidades que son requeridas, como la ingeniería eléctrica y mecánica. El 60% son ingenieros civiles, industriales, mecánicos y de ellos solo el 10% son especializados en petróleo". Y agrega: "La ventaja es que en un 80% tienen absoluta disponibilidad para irse al interior del país".

La presidenta de la Asociación de Ingenieros Venezolanos en Argentina, Carmen Rodríguez, coincide."Hay empresas en distintas provincias que tienen vacantes que no pueden cubrir con ingenieros argentinos". Ella misma es ingeniera en petróleo, y está radicada en Buenos Aires desde febrero de 2017. Aún no logró aún trabajar de su profesión en el país.

La Asociación tiene una cuenta en InstagramIngenieros.ar– con 23.000 seguidores activos, donde publican información sobre fuentes de trabajo. También maneja otra cuenta en la red profesional Linkedin (llamada "Ingenieros venzolanos"), un grupo de Whatsapp, y otro de Telegram, con más de 200 miembros cada uno. "Cuando nos enteramos de una oportunidad laboral o Migraciones nos informa, la publicamos en nuestras redes", explica Rodríguez.

La Asociación hizo un primer censo el año pasado, en el que relevó a unos 4.000 ingenieros venezolanos de distintas especialidades. Pese a lo que podría creerse, solo el 10% se especializó en petróleo, mientras que el 14% lo hizo en ingeniería industrial. Del mismo relajamiento surge que el 32% tiene entre 2 y 5 años de experiencia, y el 25% tiene entre 5 y 10 años.

Rodríguez señala que, por las limitaciones propias de una organización civil sin recursos, no tienen capacidad para hacer un seguimiento activo de cuántos ingenieros están trabajando de su profesión en el país. Sin embargo, admite que "una gran mayoría está trabajando de otra cosa: bacheros, mozos o conductor de auto".

Rodríguez, presidenta de la Asociación de Ingenieros Venezolanos en Argentina

Ella misma está contratada como secretaria en un instituto y su marido – ingeniero en petróleo como ella- trabaja de señalero en una obra ferroviaria. Antes había sido repositor y trabajado como personal de limpieza. "Vendimos la casa, el auto y todo para poder venirnos a Argentina. Alla quedaron mis padres y mis cuatro hermanas", relata Rodríguez, de 39 años, no sin cierto pesar.

En Venezuela trabajaba desde hacía 11 años como ingeniera en un reservorio de PEDEVESA Gas. "Pero no nos alcanzaba para vivir. No había comida, ni medicamentos. ¿Sabés lo que es con un hijito de 5 años? No queríamos arriegarnos a que se enferme y que no hubiera antibióticos. Nos vinimos los tres".

El viernes último -el día del masivo concierto destinado a recaudar fondos para la ayuda humanitaria a Venezuela – fue una jornada particular para ella, como para miles de venezolanos que viven en el país. "Como dicen en mi tierra, tengo el guarapo aguado y he llorado casi toda la tarde", escribió en un mensaje a esta cronista.

Oportunidades en el sur

Vicente Martínez es ingeniero electricista. Supo de la jornada de orientación organizada en Migraciones en agosto pasado, por la página web del organismo de la cartera de Interior, estando aún en Venezuela. Ya había tomado la decisión de salir de su país porque la situación se hacía insostenible. "Me enteré por la web de las estrategias para que los ingenieros puedan instalarse en provincias como Río Negro, Chubut y Neuquén. Eso me dio la pauta de que me tenía que ir al sur para tener más chances de conseguir trabajo".

Con 42 años y un abultado currículum que incluye tres maestrías y dos posgrados, dejó su puesto de gerente de Postventa y Servicios de la empresa venezolana Doosan, dedicada a importar maquinaria de Corea del Sur, para venirse a Argentina. "Ganaba bien al cambio oficial, pero al cambio real eran unos 60 dólares por mes. No me alcanzaba para mantener a mi familia", sostiene.

Vicente Martínez, ingeniero electricista, está trabajando para una constructora

Llegó el 18 de noviembre último, por avión, con su mujer y sus dos hijos, de 11 y 13 años. Estuvo en Buenos Aires apenas unas horas para luego seguir camino hacia Bariloche por vía terrestre. "Lo primero que hicimos fue ir a la oficina de Migraciones para formalizar la residencia. Nos ayudaron inmediatamente a obtener la documentación y, en un mes, ya teníamos la residencia temporal". Ese requisito es el primer paso para cualquier búsqueda laboral y es el primero que cumplen casi todos los venezolanos."Es la comunidad que más busca regularizar su situación", afirma el director de Migraciones.

Martínez acudió a la oficina de Empleo Municipal de Bariloche y repartió decenas de currículums, personalmente y por mail a distintas empresas. Mientras se preparaba para pasar Navidad lejos de su país, el 23 de diciembre, recibió el llamado del dueño de la constructora Artegna para una entrevista. Recibió el Año Nuevo con la esperanza de un nuevo futuro. En la primera semana de enero comenzó a trabajar como director de una obra en Bariloche. Contratado en relación de dependencia, gana el equivalente a unos 700 dólares por mes.

"Si bien estoy por debajo de mi calificación, estoy muy agradecido porque tengo un trabajo estable y me permite alquilar y vivir con mi familia, acá todos juntos. Todavía estoy en el proceso de reválida de mi título de ingeniero", afirma durante la entrevista telefónica.

La esperanza de Vaca Muerta

Según datos de la Asociación de Ingenieros Venezolanos, más del 85% de los profesionales censados están radicados en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano. No obstante, el 80% está dispuesto a movilizarse a otro lugar para ejercer su profesión.

El segundo destino elegido por estos profesionales es Neuquén, donde está Vaca Muerta, la principal formación geológica de petróleo y gas no convencional del país.

En esa provincia ya hubo reuniones entre la Subsecretaría de Trabajo local con las cámaras empresarias, el personal jerárquico petrolero, el sindicato y el Colegio de Ingenieros de Neuquén para analizar las demandas del sector.

"Si bien se prioriza la mano de obra local –tenemos la carrera de Ingeniería en la Universidad del Comahue -, cuando se requieren perfiles especializados, se buscan entre los extranjeros", señala José Ernesto Seguel, subsecretario de Trabajo neuquino y presidente del Consejo Federal del Trabajo. Explica que están haciendo en el persona jerárquico un relevamiento para ver las necesidades de mano de obra, y reconoce que en el último año, aumentó la afluencia de ingenieros venezolanos a la zona.

"En Vaca Muerta están operando las principales empresas del mundo. Ha habido un incremento del trabajo en blanco en la provincia, que pasó de 114.000 a 120.000 puestos, tanto de empleos vinculados a la construcción como a la actividad hidrocarburífera", agrega.

El yacimiento de petróleo y gas no convencional de Vaca Muerta (Thomas Khazki)

Según estimaciones no oficiales, hay unos 400 profesionales y empleados venezolanos– no solo ingenieros- que trabajan en firmas que prestan servicios petroleros vinculados a Vaca Muerta.

Desde YPF – la principal petrolera del país que también opera en la zona- informaron a este medio que "en todo el Grupo – incluido YPF Gas, las estaciones de servicio de OPESSA y la rama de servicios de AESA-, los venezolanos rondan los 80 sobre una plantilla de 19.000 personas en toda la compañía".

Energías renovables

Juan Jiménez, tiene 33 años y es ingeniero industrial. Llegó a Argentina en noviembre de 2017 junto con su mujer. A partir de una oferta laboral que le salió a ella por su profesión de nefróloga en la Clínica del Valle de Comodoro Rivadavia, Chubut, decidió radicarse en esa ventosa ciudad patagónica, convencido de que tendría más posibilidades de empleo que en Buenos Aires. "La gente de Migraciones en Comodoro me dio los datos de las consultoras laborales en la zona para ver qué empresas podían necesitar contratar personal en mi especialidad", relata.

Después de trabajar varios meses en una empresa de medicina prepara, fue contratado en diciembre pasado para trabajar en el Parque Eólico Los Hércules, que está construyendo la alemana Senvion para la francesa Total en la localidad de Las Heras. Con él trabajan otros cuatro ingenieros venezolanos. En esta ciudad santacruceña a más de 9.000 kilómetros del caribe venezolano, otros dos ingenieros conocidos suyos ingresaron a trabajar en YPF, y un tercero lo hizo en otra firma en el área de la construcción.

Juan Jiménez, en el Parque Eólico Los Hércules en Las Heras (Santa Cruz).

En su país, Jiménez trabajaba desde hacía once años para la Corporación Eléctrica Nacional, una compañía del Estado venezolano. Ganaba el equivalente, en ese momento, a unos 10 dólares. "Hoy estoy ganando, al cambio actual, unos 1.300 dólares por mes", afirma. Vive en Las Heras de lunes a viernes, y los fines de semana viaja a Comodoro a ver a su mujer y su hija de 7 años. "No puedo estar más que agradecido. Fui más que bien recibido en este país", afirma.

Orgulloso

Los ingenieros venezolanos que se quedaron en la Ciudad de Buenos Aires, en busca de un trabajo fueron la mayoría, con suerte dispar a la hora de poder encontrar un empleo de su profesión. Uno de los que sí pudo fue Fabián Carrasco, ingeniero en telecomunicaciones de 33 años, quien llegó al país en febrero de 2016, y ya tiene la residencia permanente.

Fabián Rodríguez, consiguió trabajo ingeniero electrónico en Telered.

En Venezuela, era gerente de Direct TV en el estado de Portuguesa y tenía una empresa propia que prestaba servicios de internet. "Pero a medida que la situación fue empeorando, tuve que poner en venta el auto y empecé a juntar dinero para venir a Argentina". Un amigo que ya se había venido al país había comenzado a tramitarle el DNI y se acercaba la fecha en que tenía que presentarse. "Un domingo a las 10 de la noche me metí en la página de la aerolínea Conviasa para ver si conseguía un boleto para viajar, algo que no es fácil. Hay que tener mucha suerte". La tuvo. Había un ticket por apenas 150 dólares – relata- cuando usualmente costaba 500. "Tengo aún las etiquetas del boarding pass", dice con emoción.

Después de mandar innumerables currículums desde el hostel en San Telmo donde se alojó al llegar, lo llamaron a los dos meses de Telered, filial de cablevisión, donde hoy trabaja de encargado de logística y programación de modems de todas las sedes de la empresa.

"El que me abrió las puertas fue Ángel Padula", recuerda agradecido. "Ingresé como técnico de calle. Me levantaba todos los dias a las 4:30 de la mañana y viajaba dos horas y media para llegar a San Miguel, desde San Telmo. Tiempo después me ascendieron a técnico de domicilio. Estuve dos años en ese puesto". Como le faltaban 4 materias para recibirse de ingeniero electrónico, pidió permiso para poder tomarse días para estudiar a distancia y logró recibirse en la Universidad Fermín Toro. "Me ayudó mucho mi jefe Jorge Funes, porque vio que ponía mucho empeño en progresar".

Con sus ingresos pudo volver a Venezuela a casarse con su novia y venirse con ella. Hoy alquilan una casa en Muñiz, en el partido bonaerense de San Miguel. También pudo traer a sus padres.

Orgulloso, concluye: "Siempre doy las gracias por haberme recibido en esta linda patria. Llegué con una taza, un vaso, unos cubiertos y dos ollas. Hoy vivo en una casa amplia, tengo dos tele, una perrita y un montón de cosas que no hubiera podido haber logrado si me quedaba viviendo bajo el regimen dictatorial en el que vive Venezuela".

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