Son las 11.30 y en la ciudad de Buenos Aires el calor es agobiante. En Palermo, el predio en el funciona la División Perros de la policía porteña tiene a un oficial custodiando el portón de ingreso. Allí, Infobae es testigo de cómo 77 perros ladran sincronizados, cada uno en su canil, bajo la sombra, con dos recipientes individuales: uno para el agua y el otro para la comida.
La sensación térmica roza los 37° y el oficial Jorge Abazo dijo que "están todos resguardados, los días como hoy no salen. No van a ningún operativo. Lo mismo sucede cuando llueve o cuando las temperaturas son muy bajas". Conviven todos juntos aunque se agrupan en cuatro grupos, con tareas específicas: Seguridad, Narcóticos, Explosivos y Rastreos.
"Cubrimos plazas, eventos, control de automotores, puntos neurálgicos de la ciudad. Todos los perros que hemos recibido son óptimos, uno mejor que el otro. Siempre han llegado por donaciones o abandonos. Este año una perra nuestra tuvo cría, va a ser la primera vez que en la División Perros contemos una lechigada propia", sostuvo el comisario Luis García.
Carla Ayala, subcomisaria de la División, indicó que "cada perro tiene su guía. Generalmente son tres grupos operativos, cada brigada tiene 30 o 40 personas. Entre ellas, cada uno tiene un perro, pero a veces es el mismo que usan otras brigadas. Es decir que un perro puede tener tres personas que lo lleven con él. Pero mayormente poseen más apego con un guía, que es la persona con la que pasan más tiempo".
La seguridad es la especialidad madre del lugar. "Están en continuo contacto con la sociedad. Los perros tienen que tener mucho control. Sociabilización. Necesita de eso continuamente. El alta operativa lleva aproximadamente 24 meses y se puede apresurar dependiendo la demanda, pero no es lo recomendable", explicó Abazo, instructor del área de seguridad.
En cuanto a los entrenamientos, el oficial enumeró distintos tipos de modalidades, según la especialidad "Nosotros trabajamos con bozales (de choque, de canasta, de pellizque). Lo que le permite al perro es que, desde un principio, siempre de cachorro, trabaje con mordientes por intermedio de un juego. El perro tiene bien marcado dónde debe morder. Pero puede ir cambiando, el perro lo puede redireccionar, aunque en la parte de entrenamientos hay zonas rojas en donde no pueden morder: cara, pecho y genitales. En los brazos y en las piernas sí porque es para inmovilizar".
"El juego trabaja con descondicionamiento progresivo, por intermedio de un juego. Son elementos debajo de ropas, protección para el figurante. No queremos que el perro muerda sino que capture. Lo más difícil es el tema de la gente", agregó Abazo.
Los entrenamientos de los perros especializados en narcóticos y explosivos exponen bastantes similitudes. "Se busca tener un perro que posea predisposición para jugar. Trabajos asociativos con el ocultamiento, para incorporarle los aromas. Cuando los identifica, manifiesta conductas. Todo en base de lo que es la parte lúdica, los olores entrenados", especificó el oficial 1° Daniel Ponce, del cuerpo de instructores de Drogas y Explosivos.
"Quizás lo difícil es conseguir la conducta lúdica. Puede tenerlo al principio y después perderlo. Eso es lo más complicado. Hay perros que por algún motivo (la raza o alguna vivencia) van perdiendo esa apetencia al juego. Lo ideal es mantenerla siempre viva a través del vínculo con el guía", dijo el oficial 1° Leonardo Moreiras, instructor del mismo sector.
"Son fundamentales donde hay mucha gente, como en fiestas electrónicas. Nos ha pasado de ver a personas nerviosas, y las brigadas que trabajan con nosotros van viendo esas conductas. Distinguen personas que quieren esquivar al perro. Y eso facilita la individualización de los casos", indicó Moreiras.
Utilizan el juego como una cacería, en donde la persecución es el aroma y el premio el festejo: un mimo, una caricia, un reconocimiento a través del afecto.
"Lo que ocurre en explosivo es muy parecido a lo que los perros trabajan con las drogas. Necesitamos que cuando encuentre el dispositivo mantenga una actitud pasiva para que no tome en contacto con el artefacto", reveló la oficial mayor e instructora Nadia Gallardo.
En el área de Rastreos, el oficial mayor Juan Reymondez relató que la gran diferencia está en la simulación del juego. "Yo lo único que tengo que hacer es que siga el mismo rastro como si estuviera cazando. Acá no busca ni pelo ni pluma, busca el olor humano. Lo hago jugar con el olor un rato y que busque. Cuando llega hacia ese olor, el premio: una caricia, un abrazo, un mimo. El festejo. Que el perro descubra que cuando consigue llegar a eso ocurre algo bueno".
"Para búsqueda específica se necesitan prendas. Pero no siempre está en la prenda, porque no hay. Fundas de la almohada, un llavero una billeteras. Necesito una huella de olor de la persona a buscar. En algún momento, en algún lado la dejó. También están los perros que trabajan en grandes áreas. Por venteo. Buscan a cualquier persona que está en un área determinada. Marca donde hay una persona. Si encuentra una persona va a sentarse y va a empezar a ladrar. El perro te saca 300 o 400 metros y ladra para que sepamos dónde está", agregó Reymondez.
Los perros pueden iniciar los entrenamientos iniciales a los 45 o 60 días después de haber nacido. El mismo puede durar un año y medio o dos. "Mucha gente critica que los perros trabajen junto a la policía, pero no conocen el trabajo que se realiza con ellos. Desde cachorro hasta cuando está operativo. Totalmente alejado del maltrato. Los juegos son con cariño, apego, todo con amor. No obtendríamos jamás buenos resultados si el perro fuese castigado", sostuvo Reymondez.
"Cada vez que se desplazan a algún evento u operativo policial lo hacen en móviles específicos, monitoreados las 24 horas, con aire acondicionado y calefacción. Los perros están muy pocas horas en el servicio, salen cada tres días. Tenemos un hospital con 8 veterinarios y una sala de cirugía. Comen el mejor alimento, se los controla todo el tiempo", dijo Abazo.
El oficial concluyó: "Queremos que los perros tengan esparcimiento, que anexen un sistema de liberación y liderazgo. Cuando no cumplan más funciones, que vivan en un lugar tranquilo. La gran mayoría se 'jubila' en nuestras casas. Todos tenemos muchos perros, en lugares amplios para que puedan disfrutar sus últimos años de vida. El perro cambia completamente y sabe que vive en otro lugar. Es mentira que los perros policías son malos o agresivos".
Fotos: Colin Boyle
Video: Lihue Althabe
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