Inseguridad, escaleras podridas, baños clausurados y goteras: postales de la decadencia de la terminal de Retiro

La estación de ómnibus más importante del país se encuentra en un estado de gran deterioro. Por qué se demora la licitación que podría ayudar a mejorar la circulación en un lugar por el que transitan cerca de 50 mil personas por día

La estación terminal de Retiro está ubicada en Av. Antártida Argentina y Calle 10 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Lihue Althabe)

En letras mayúsculas, negras y en relieve, se presenta como "terminal de ómnibus". Una maraña de cables trepa por una de sus paredes sin sentido de prevención. Caen a diferentes alturas tres cortinas metálicas que no parecieran clausurar nunca el ingreso a la estación. Afuera del acceso principal, la custodia de puestos que venden alimentos y bebidas y puestos que venden valijas. Adentro, las postales de la desolación no se demoran.

Cuatro teléfonos públicos en mal estado y dos mangueras que faltan en la sala de ingreso principal a la estación de micros de larga distancia

Es febrero y en la terminal de micros de Retiro hay movimiento de temporada. Gente que va y gente que viene surca la rampa de acceso con el frenesí de los que tienen un lugar a donde ir. Los únicos que no se mueven son los desvalidos que piden monedas para comer.

Cuatro teléfonos públicos ocupan la única pared de cemento. Grafiteados con leyendas ilegibles, estampados con nombres que se confunden entre bandas de rock y marcas de ropa, con y sin tono, con y sin suciedad y telarañas en el tubo. La desidia se amalgama con una garita instalada en el interior y dos mangueras contra incendios que ya no están. La escena es una sentencia de la decadencia.

Las rampas mecánicas no funcionan: una está abierta al paso y la otra está clausurada. Para algunos trabajadores de la terminal, la indignación se convirtió en resignación

El ingreso es por una suerte de puente o pasillo curvo que conecta con las 75 plataformas de la estación de micros de Retiro, la más grande del país. A sus costados, dos cintas mecánicas deberían facilitar la circulación con valijas en la traza más empinada. Pero no funcionan: una está clausurada y escondida entre placas de chapa y cartón, la otra es un santuario del deterioro. "No me acuerdo cuándo fue la última vez que anduvieron", señaló sin precisiones el empleado de uno de los comercios que se apuestan a la vera de la vía de acceso. Es el mismo que después resumiría: "Está muy dejada y no mejora, está cada vez peor".

Escaleras mecánicas clausuradas y en descomposición

Lo que se ve en cada boca de ingreso es un spoiler. Las cintas mecánicas clausuradas y detenidas se repiten en el centro de la estación: casi la mitad no sirven y todas están decoradas con polvo, colillas de cigarrillos y rasgos de abandono. Los carteles que resisten pegados en los vidrios sucios de la estructura eran advertencias, hoy son ironías. Avisan y sugieren: "recuerde atarse los cordones de las zapatillas" y "no olvide levantar el pie al bajar".

Una escalera mecánica que se puede usar pero que no funciona, con sus mensajes de precaución que ya no sirven

Los que entran por la playa de estacionamiento lateral experimentan otras sensaciones: su movilidad por los tres niveles del edificio depende principalmente de las escaleras. Hay cuatro ascensores -cuando Infobae visitó el edificio funcionaban tres- que, en apariencia, no inspiran fiabilidad.

El ingreso es por una suerte de puente o pasillo curvo que conecta con las 75 plataformas de la estación de micros de Retiro, la más grande del país. A sus costados, dos cintas mecánicas deberían facilitar la circulación con valijas en la traza más empinada. Pero no funcionan: una está clausurada y escondida entre placas de chapa y cartón, la otra es un santuario del deterioro

Unos trabajadores advirtieron que a veces no bajan hasta el piso de las encomiendas y unos carteles informan que por las noches no están operativos y que funcionan solo con fichas disponibles en bares, kioscos, mesa de informes, cajas de las playas de estacionamientos, boleterías 0 y 185 de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) o en los puestos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).

Sin embargo, más allá de las instrucciones de los carteles, el mecanismo está roto y no es menester recorrer la estación para cambiar fichas por un viaje en ascensor.

El ascensor es de uso público y conecta los tres niveles del edificio. A pesar de las indicaciones, no necesita fichas
Entre los ruidos, la suciedad, el deterioro y el calor, los ascensores no son un recurso muy utilizado

Con pocos y deteriorados ascensores, con escaleras mecánicas sin escalones o en reparación permanente, las escaleras comunes recuperan su aporte histórico. Pero su tránsito no es del todo saludable: emiten desde sus esquinas un inconfundible olor a orina.

"¿Entraron a los baños ya?", preguntó un trabajador de una empresa de transporte que no quiso develar su nombre. "Vayan y vean: es un desastre. Nunca hay jabón, nos tenemos que llevar nosotros el papel higiénico. Y los empleados de limpieza tienen que comprarse sus propios insumos para limpiarlos", denunció.

En efecto, los baños -aquellos que no están cerrados o clausurados- evidencian signos de desamparo: baldes, remaches, carteles modestos de "no funciona", canillas que no cierran, inodoros en estado calamitoso y la corroboración de que el papel higiénico y el jabón son bienes escasos.

En la estación de Retiro hay una gran cantidad de empleados de limpieza que recorren y limpian los pasillos de circulación
Las pertenencias de un empleado que se encarga de la limpieza de los baños

Miguel atiende una farmacia en el pasillo principal de la estación. Lo hace hace varios años. El deterioro lo encuentra fácil: "Está a la vista, basta con levantar la mirada y ver el estado en el que está la terminal. Los días de lluvia, por ejemplo, los que trabajan arriba tienen que estar con baldes como en el 1800". En el tercer y último piso están las oficinas de las empresas de transporte: en los pasillos y detrás del mostrador se distribuyen goteras, baldes y charcos de agua que en raptus de tormenta se multiplican.

Es común ver baldes y charcos en los pasillos del nivel superior: fundamentalmente después de una tormenta
Paredes destruidos en las entrañas de la terminal

"¿Qué mejoró? Nada. Ah, sí, que ahora en los parlantes hablan también en inglés. Lo único", se corrigió un puestero que hace décadas atiende su comercio en la estación de Retiro. Dijo que es todo una farsa, que el caso de desamparo de la terminal no tiene gollete y que cada vez más gente duerme bajo el resguardo de un gigante que nunca cierra sus puertas.

Los baños -aquellos que no están cerrados o clausurados- evidencian signos de desamparo: baldes, remaches, carteles modestos de ‘no funciona’, canillas que no cierran, inodoros en estado calamitoso y la corroboración de que el papel higiénico y el jabón son bienes escasos

El hombre recordó con nostalgia la época de esplendor de un edificio inaugurado en 1983 y valoró: "Es cierto que ahora hay más policías y menos pungueo. Antes los peruanos de la villa (la lindera 31) entraban y elegían qué valijas robaban".

Una especie de grandes tanques de metal hacen las veces de tachos de basura en el sector de las dársenas

Recientemente, el actor Juan Gil Navarro publicó en sus redes sociales un nuevo caso de robavalijas, delincuentes que aprovechan la densidad de micros para asaltar uno detenido en el camino interno de acceso a las plataformas.

La zona de ingreso de los colectivos de larga distancia se ubica al lado de uno de los límites de la Villa 31. Los empleados de Retiro recuerdan que algunas de las pertenencias que robaban de las bodegas de los micros se vendían en la misma calle donde días atrás las habían arrebatado.

Máquinas del Operativo Vigía que iban a controlar los equipajes de los pasajeros acumulan polvo en varios sectores de la terminal
“No funciona”, un cartel habitual en la estación de ómnibus de Retiro

Los que conocen sus entrañas y sus miserias dicen que Retiro es una ciudad con sus propias normas. Desde 1993 la administra Néstor Otero a través de su empresa Terminales de Buenos Aires (TEBA SA). La concesión venció en 2015, luego de que se comprobara en la Justicia que el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime recibió coimas del empresario para la renovación del contrato de explotación comercial en 2006.

El funcionario fue condenado por ese caso; el "Zar de Retiro" goza de prisión domiciliaria por la causa de los cuadernos dispuesta por la Cámara Federal luego de que el juez Claudio Bonadio revocara el pedido en base a "los riesgos procesales".

Postal aleatoria de Retiro

Otero fue detenido el 21 de agosto y el juez también le había rechazado su excarcelación. El chofer Oscar Centeno lo había incluido en sus cuadernos: figuraba como un empresario que entregaba dinero que recaudaba Roberto Baratta, mano derecha del ex ministro de Planificación Julio De Vido.

A pesar de su situación procesal, se mantiene al frente de la actual administración de la terminal y se presentó con la empresa Terminales Terrestres Argentina (TTT) a la licitación que el Gobierno abrió en 2017.

Por la terminal circulan por día cerca de 50 mil personas: la mitad son turistas que llegan o se van de la ciudad

Pero la convocatoria quedó sin efecto. Además de TTT se presentaron otras tres compañías: Indhal SRL, y dos Unidades Transitorias de Empresas (UTE) conformadas por TH Services SA y Cusmel SA; y por Terminal Pacheco SA y Teximco SA.

Se anuló la aprobación de los Pliegos de Condiciones Generales, de Especificaciones Técnicas y el Reglamento para el funcionamiento de la terminal y se procedió a la devolución de los sobres oferentes. Hace dos meses el Gobierno lanzó un nuevo llamado a licitación mediante la resolución 1098/2018 del Ministerio de Transporte publicada en el Boletín Oficial y firmada por Guillermo Dietrich.

El ingreso a la terminal de ómnibus de Retiro
75 dársenas tiene la estación de micros más grande del país, inaugurada en 1983. Cada ómnibus paga un canon llamado toque de dársena que tiene un costo $48 más IVA

La nueva concesión del predio que está a cargo del Estado supone una reestructuración cabal del edificio. Eso explica la demora en el convenio: debe compatibilizar con el mega proyecto de modernización del barrio de Retiro.

El plan de urbanización de la Villa 31, su integración al entramado de la ciudad, el nuevo Código de Planeamiento Urbano, el Paseo del Bajo, la nueva Autopista Illia, la renovación de la estación de trenes y la recuperación del potencial inmobiliario de la zona son factores que intervienen en la reconstrucción y el rediseño integral de la terminal. Retiro no puede quedar desarticulada de la transformación urbanística de su entorno.

Un restaurante que no fue: cerrado pero a la vista exhibe uno los rincones más abandonados del edificio (Fotos Lihue Althabe)

Se calcula que 50 mil personas pasan a diario por la terminal de ómnibus. Se especula que al menos 25 mil son pasajeros que suben o bajan de los micros. Los micros que llegan y se van son 1.800 por día y 2.400 en temporada alta.

En el pliego de la licitación que se anuló porque ninguna de las propuestas cumplía con los parámetros de integración al área, el concesionario ganador debía optimizar la circulación de visitantes a pie y en ómnibus: renovar las dársenas, administrar la operación de los colectivos, crear edificios de oficinas, un hotel y locales comerciales en un terreno lindero, refaccionar baños, mejorar la iluminación, la señalización, las áreas de servicio y la seguridad.

Todo lo que hoy falta en la terminal de Retiro.

Fotos: Lihue Althabe

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