El 82% de los residuos encontrados en las playas bonaerenses es plástico, según los datos del Censo de Basura Costero 2018. Este tipo de desechos representa uno de los graves problemas que afronta la costa de la provincia de Buenos Aires debido al impacto ambiental que genera en las aguas y la fauna marina; y por las consecuencias que padecerán las nuevas generaciones.
Por esto, terminar con los desechos tóxicos en esas playas fue el objetivo de este verano que asumieron distintas organizaciones no gubernamentales y grupos ecologistas que hace años tomaron la bandera por el medio ambiente. Lo que hicieron fue organizar limpiezas en los distintos paradores y charlas de concientización para veraneantes y locales.
A ese grupo se sumaron los recolectores y recicladores que desde hace años trabajan para que los residuo vuelvan a ser recursos.
En la localidad de Pinamar funciona la Cooperativa Reciclando Conciencia, la única planta de reciclaje de la Costa Atlántica. Hasta allí llegan los desechos recolectados de las playas bonaerenses y los residuos que obtienen en los más de 100 centros de acopio.
Carlos Méndez, coordinador y uno de los socios de la cooperativa, contó a Infobae cuál es trabajo que realizan a diario y explicó qué es lo fabrican con los recursos obtenidos de los plásticos reciclados.
—¿Qué es reciclar?
—Es transformar un residuo en un producto. En realidad, la gente confunde lo que es reciclar con lo que es separar los residuos, por eso marcamos bien la diferencia. En un sector de la cooperativa se realiza el proceso de separación de residuos para darle trazabilidad sustentable. Hoy en Reciclando Conciencia estamos separando, reciclando y compactando. A una parte de los plásticos los separamos y compactamos; a la otra parte la estamos moliendo y fabricando otro producto con esa materia. O sea que estamos reciclando.
—¿Para qué se compacta un residuo?
—Una vez que el residuo quedó compactado se le busca una trazabilidad sustentable, esto significa que el material vuelva al sistema productivo y que se pueda reutilizar, volver a separar y hacer un producto nuevamente. Lo que se pretende es que vaya a fábricas y vuelva a ser un producto que no sea fibra de poliéster o polar porque en esos casos el material moriría. Nosotros entendemos que hay muchos recursos ya extraídos como para seguir extrayendo más, por eso usamos los recursos que ya extrajimos.
“Reciclar es transformar un residuo en un producto”
—Entonces una vez que el plástico fue compactado se convierte en materia prima, ¿qué puede hacerse con ella?
—Depende de qué compacte. En el caso de que sea botella PET (tereftalato de polietileno, por sus ciclas en inglés) se vuelven a hacer las mismas botellas. Este material sí se puede ser reutilizado hasta cinco veces. Si bien actualmente no se está haciendo una botella 100% reciclada, sí se le está colocando a cada botella un 30% de material reciclable. Y esto lo están haciendo las grandes empresas.
Méndez se refiere a la decisión que tomaron algunas compañías internacionales para que las botellas de plástico PET que usan para envasar sus bebidas tenga el 30% de material reciclado en su composición con miras a lograr que en 2030 sea íntegramente material ecológico.
PET es el plástico con el que se hacen botellas de gaseosa, agua y envases de productos de limpieza y representa el 14% de la basura que se genera en Argentina, que en total es de 14 toneladas por año. A diferencia de otros materiales similares, este plástico es fácilmente recuperable y reciclable.
—¿Cómo se trasforma el plástico PET?
—Todo el material plástico se muele y se transforma en una placa que fabricamos en un horno termocontraíble. Esto ha tenido buenos resultados porque, sin agregarle nada extra al plástico (ni líquidos químicos ni agua), estamos logrando hacer las placa que hoy utilizamos para construir separadores internos para comercios o casas, maceteros y cuchas. Si bien tenemos una línea amplia, nos abocamos a lo que el mercado está requiriendo.
En la cooperativa pinamarense ingresan por día "no menos de 300 m³ de desechos, lo que se traduce en bolsones de 1 metro por 1 metro que llegan por noche y que a la mañana empezamos a operar".
Actualmente, Reciclando Conciencia trabaja con 25 socios que cubren tres turnos. La actividad se inicia apenas asoma el sol.
Por día, la planta recibe entre 4 mil y 6 mil kilos de residuos. Si bien, los cooperativistas coinciden en que hay más conciencia sobre la importancia de separar la basura todavía falta por hacer.
"El tema está en la agenda política y social; la gente se empieza a involucrar un poco más con el tema. Nosotros venimos haciendo nuestra parte desde hace años y todavía queda por hacer", señala el cooperativista.
Desde hace seis años, la cooperativa trabaja con un comodato en una planta municipal de trasferencia. Allí cumplen un contrato de tratamiento de residuos reciclables.
"La municipalidad nos reconoce como proveedora de un servicio. Ese servicio es de separación, transformación y disposición en plantas de reciclaje de residuos sólidos urbanos. Tenemos 100 puntos de recepción distribuidos en todo el partido entre Pinamar, Ostende, Valeria del Mar y Cariló", apunta Méndez.
De esos puntos de recepción los residuos se levantan en camiones abiertos no compactadores y son trasladados a la planta de transferencia. "Luego los residuos son distribuidos entre los socios de la cooperativa", informa el reciclador.
—¿Cuánto tiempo lleva el proceso de reconvertir un desecho en un producto?
—Estamos haciendo un promedio de reconversión de 30 a 40 placas por día, aproximadamente. Desde que los residuos entran por la cinta, pasan por el molino y llegan a la placa puede pasar una hora, aproximadamente.
—O sea que, por ejemplo, sin un balde de pintura vacío es tirado en un basural durante décadas se queda contaminando el suelo, pero si se lo separa para reciclar en menos de una hora puede convertirse en un producto?
—¡Exacto! Dos baldes de pintura se pueden transformar en un macetero en una hora. Desde que le sacás la goma en la tapa, lo limpias, pasa por un proceso de molido, lo llevás y lo fundís se transforma en un macetero. Ese macetero genera 300 pesos. Esos 300 pesos generan medio jornal y le estás dando trabajo a media persona. Hoy lo que tiene que predominar es saber que a través de la transformación los residuos se pueden transformar en recursos y eso genera un puesto de trabajo.
—¿Cuál es el trabajo que no se ve en una planta de reciclaje?
—Sin dudas, el trabajo social. Ese es uno de los más fuertes porque de las 25 personas que estamos en la cooperativa, en las que me incluyo, ninguna viene de una cuna de oro con sábanas de seda. Todo lo contrario. Venimos con una problemática anterior… Por eso también el nombre de la cooperativa no fue puesto solo porque quede bonito sino porque es real. El trabajo de integración e inclusión que hace la cooperativa es fuerte porque trabajamos con un convenio con una empresa para trabajar con chicos con discapacidades. Por otro lado, trabajamos con la escuela de alimentos… Entonces, lo que se gesta alrededor está muy bueno.
Discriminar qué es basura y qué es un residuo es la clave
La separación de residuos es indispensable para el proceso de reciclaje. Esta es la primera tarea que se debe realizar y que muchas veces es confundida con el reciclaje en sí.
Separar residuos es discriminar qué de todo lo que se está desechando puede convertirse en materia prima y cuáles seguirán el camino a la basura. La manera más fácil de hacer esa tarea en casa consiste en separar por un lado plástico, papel, cartón, vidrio, metal, ropa y telas, siempre limpios.
A un lado quedan los residuos orgánicos (restos de comida, plantas), el plástico, papel y cartón con restos de comida; vidrios y trapos y telas sucios. En este mismo grupo de desecho suelen encontrarse los restos húmedos y mojados. Ejemplo de esto: cajas de pizza, bandeja de comida comprada por peso, entre otros.
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