El hallazgo se produjo en el norte patagónico. Más precisamente en la formación geológica conocida como Bajada Colorada. Era una nueva especie de saurópodo. El equipo de paleontólogos que la descubrió la bautizó Bajadasaurus pronuspinax. El nombre cobija una doble alusión: por un lado, a la localidad en la que fue hallado; por el otro, a las largas espinas inclinadas hacia delante que caracterizan su cuello.
Los saurópodos son un grupo de dinosaurios herbívoros y cuadrúpedos que vivieron entre el Triásico Tardío y el final del Cretácico Superior -cuando se produjo la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno-, caracterizados por su gran tamaño y el largo de su cuello y cola.
Los resultados del estudio a cargo del equipo de paleontólogos del CONICET del Área de Paleontología de la Fundación Félix de Azara (Universidad Maimónides) y del Museo Paleontológico "Ernesto Bachmann" (Villa El Chocón, Neuquén) fueron publicados ayer por la revista Scientific Reports.
La nueva especie pertenece a la familia de los dicreosáuridos, distinguida por largas espinas que cubren su cuello y espalda como continuación de sus vértebras, y vivió a comienzos del Cretácico Inferior hace alrededor de 140 millones de años.
A este grupo de saurópodos pertenece también Amargasaurus cazaui, especie que habitó el continente sudamericano unos 15 millones de años después que Bajadasaurus y que fue hallada en Neuquén en la década del 80 por el paleontólogo argentino José Bonaparte.
"La funcionalidad de las largas espinas en los dicreosáuridos es aún motivo de controversias entre los paleontólogos. Con el hallazgo de Bajadasaurus creemos que se puede arrojar claridad sobre algunas cuestiones", afirmó Pablo Gallina, investigador adjunto del CONICET en la Fundación Félix de Azara y primer autor del trabajo.
Algunas de las hipótesis formuladas indican que estas espinas servían de soporte de una especie de vela que regulaba la temperatura corporal de los dinosaurios o que conformaban una cresta de exhibición que les otorgaba mayor atractivo sexual.
También se especuló, por ejemplo, con que estas especies podrían haber tenido una joroba carnosa entre las espinas que servía para almacenar reservas. Otra presunción es que las espinas estaban cubiertas con fundas de cuerno que cumplían una función defensiva frente a potenciales ataques.
"Nosotros creemos que las largas y puntiagudas espinas -extremadamente largas y finas- en el cuello y la espalda de Bajadasaurus y Amargasaurus debían servir para disuadir a posibles predadores", sostuvo Gallina, en declaraciones que reprodujo la web del Conicet.
Y agregó: "Sin embargo, pensamos que si sólo hubieran sido estructuras de hueso desnudas o forradas únicamente de piel podrían haber sufrido roturas o fracturas fácilmente con un golpe o al ser atacados por otros animales. Esto nos lleva a sugerir que estas espinas debieron estar protegidas por una funda córnea de queratina similar a lo que sucede en los cuernos de muchos mamíferos".
El estudio del cráneo, el mejor preservado mundialmente para un dinosaurio dicreosáurido, sugirió a los investigadores que estos animales pasaban gran parte del tiempo alimentándose de plantas del suelo mientras las cuencas de sus ojos, cercanas al techo del cráneo, les permitían controlar lo que sucedía en su entorno.
"La importancia de este estudio radica, entre otras cosas, en que nos permite conocer un poco más sobre los dinosaurios que habitaron la zona de Patagonia Norte mucho antes del reinado que ejercieron durante el Cretácico Superior grupos de dinosaurios como los saurópodos titanosaurios o los terópodos abelisaurios sobre los que sabemos mucho más. Es con este objetivo que desde 2010 venimos explorando la zona de Bajada Colorada donde encontramos rocas de 140 millones de años atrás", concluyó el investigador.
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