A mediados de 1972, Luis Lea Place tenía 23 años y llevaba nueve meses preso. Lo habían capturado en su Tucumán natal. Había estudiado Ciencias Económicas y se las rebuscaba muy bien al fútbol. Llevaba un par de años en las filas del PRT-ERP, al igual que su hermana Clarisa, presa en el penal de Rawson. Los hermanos estaban separados por 2200 kilómetros.
-Me había llegado por vía interna que estaba en marcha la fuga del penal de Rawson. Los que teníamos familiares en esa cárcel debíamos pedir de forma disimulada el traslado al sur. Del penal de Resistencia, lo pedimos Roberto Quieto, Fernando Vaca Narvaja y yo. Teníamos que hacer una nota que acreditara el vínculo familiar –cuenta Lea Place a Infobae 46 años después.
Quieto era uno de los dirigentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Vaca Narvaja era un cuadro importante de Montoneros. La burocracia penitenciaria no sospechó los motivos de esos pedidos. En el imaginario dictatorial la Unidad Penitenciaria 6 de Rawson era inexpugnable. Un dato curioso: el propio presidente de facto Alejandro Lanusse había pasado tres años en aquella cárcel por formar parte del fallido levantamiento militar contra Juan Perón en septiembre de 1951.
-Resulta que al levantar los pedidos escritos de la mesa, fueron olvidados dos, el de Quieto y el mío. Esa fue la explicación que nos dio el jefe del penal de Resistencia. El que sí viajó fue Vaca Narvaja. De todos modos no dijo que no bien hubiera lugar en un avión, viajaríamos nosotros. Fue así que viajó Quieto. A mí me llevaron, pero me dejaron en Devoto. Llegar al pabellón 37 de Devoto fue conocer a dos personajes diametralmente opuestos, por un lado a Hugo Blanco, del cual me hice muy amigo, un incansable luchador del Perú de quien el historiador británico Eric Hobsbawm habla en su libro Rebeldes Primitivos. El otro era Aníbal Gordon, que por entonces tenía 40 años y hacía gala de ser una persona educada y al mismo tiempo un pesado del delito.
Por esos años, los presos por causas políticas estaban en pabellones distintos a los "comunes", como se llamaba a los detenidos por robos, homicidios o estafas.
Como Gordon había caído preso por el asalto a la sucursal Bariloche del Banco de Río Negro y su banda usaba "armas de guerra" (pistolas y subametralladoras calibre 9 milímetros), Gordon decía que su causa estaba en tribunales federales. Así se explicaba que pudiera convivir con militantes de las organizaciones armadas. En ese pabellón estaban también Osvaldo Debenedetti y Eduardo Menajovsky, también militantes del PRT-ERP.
-Era muy amable, caballero, conversador, buen cocinero y piloto de aviones, según contaba. Se sumaba a nuestras charlas políticas y no desentonaba con sus comentarios –cuenta Lea Place, quien en ese momento no sospechaba que Gordon fuera parte de los servicios de inteligencia.
Así fue que llegó la tarde del martes 15 de agosto. Los presos de Devoto tenían radios portátiles y la noticia impactó de lleno: la cárcel de Rawson había sido tomada por los presos y unos 25 habían logrado escapar. Solo 6 de ellos, entre los que estaban Vaca Narvaja y Quieto, lograban subir a un avión de línea, capturado antes por un grupo comando. Sin embargo, otros 19 de los escapados habían quedado en el aeropuerto de Trelew y tras conversaciones con la prensa y el juez federal de Rawson, se entregaron y los llevaron a la base naval Almirante Zar.
Entre los capturados estaba Clarisa, la hermana de Luis. Una semana después, que a Luis se le hizo larga como un año, Clarisa era fusilada al igual que el resto. La palabra oficial dijo que intentaron fugarse. Sin embargo, tres de los ejecutados, aunque gravemente heridos, sobrevivieron para contarlo.
-Gordon estaba muy solidario con nosotros. Conmigo en particular. En ese momento, mi percepción era que no simulaba.
¿Quién era y quién sería Aníbal Gordon?
Para aquel momento, la historia de Aníbal Gordon era totalmente desconocida para los militantes de izquierda que compartían la cárcel con él. Tampoco podían adivinar que pronto se convertiría en una pieza emblemática de la represión ilegal, primero del gobierno de Isabel Perón y luego de la dictadura.
Corría el mes de enero de 1984, la Argentina estaba gobernada por Raúl Alfronsín y una comisión policial cordobesa detuvo a Aníbal Gordon y a su hijo Marcelo en una vivienda de La Cumbrecita.
Fue acusado de haber secuestrado a Guillermo Patricio Kelly -ocurrido el 24 de agosto de 1983- y en octubre de 1986 fue condenado a 16 años de prisión.
Once meses después, víctima de un cáncer de pulmón, Gordon moría. Tenía 55 años y se llevaba demasiados secretos a la tumba.
Sin embargo, en la SIDE quedaron las huellas de sus actividades tanto por los robos y secuestros extorsivos como por la saña con la que torturaba y hacía desaparecer a las víctimas.
La fecha de inicio de actividades de un agente de inteligencia suele ser parte de los juegos de mentiras del espionaje. Sin embargo, en el expediente judicial abierto en Córdoba en 1984, quedaron registrados los dichos de Gordon: sus vínculos con la SIDE habrían comenzado como "agente informal" en 1968.
En paralelo con los robos que cometía por su cuenta. En aquella estadía en 1972 en Devoto, le dijo vagamente a Lea Place que "había sido chofer de un coronel", sin dar detalles de sus tareas como espía.
Gordon vivía en la pequeña ciudad de Colón, en el norte bonaerense y además de ser socio del aeroclub local, robó un banco y un destacamento policial en Arroyo Dulce, otra pequeña localidad muy cercana a Colón. Eso fue en 1971 y tras esos hechos participó con su banda del robo a la sucursal Bariloche del banco de Río Negro en ese mismo año. Eso sucedió unos meses antes de que Gordon conviviera con Lea Place y Menajovsky.
Operativo de la Triple A
A poco de salir en libertad en mayo de 1973 se sumó a la Triple A, algo que negó en los tribunales de Córdoba. Sin embargo, fue reconocido por testigos como jefe de una de las patotas de ese grupo parapolicial y también como "entrenador" de la patota platense del grupo de ultraderecha peronista Concentración Nacional Universitaria (CNU) en La Plata.
Lo que Gordon sí declaró es que a fines de 1975 el general Otto Paladino -jefe del SIDE con María Estela Martínez de Perón- lo puso a cargo de una base operativa secreta cuyo nombre en clave era "O. T. 18" y que luego cobrara triste fama cuando fue bautizada "Automotores Orletti", un centro de detención, con ramificaciones en la Policía Federal y con servicios de inteligencia de las dictaduras de Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil.
Orletti fue un punto neurálgico del Plan Cóndor, una idea surgida del Departamento de Estado de Estados Unidos y operada por grupos de tareas latinoamericanos. Estaba ubicado en Venancio Flores y Emilio Lacarra, del barrio de Floresta y hoy funciona como un centro de memoria.
Gordon fue el único civil que tuvo a su cargo un centro clandestino de detención. El resto siempre tuvieron al frente a altos oficiales de las fuerzas armadas y de seguridad. Se estima que pasaron por Orletti unas 300 personas.
En 2010 se inició el juicio por 65 casos de homicidios comprobados cuyos cadáveres casi nunca aparecieron. Entre quienes declararon, estuvieron los actores Luis Brandoni y Marta Bianchi, quienes salvaron su vida por la intervención del general Arturo Corbetta, en julio de 1976, cuando fugazmente estuvo al frente de la Policía Federal.
El negocio de la represión
Orletti estaba bajo la órbita del jefe del Primer Cuerpo de Ejército, Guillermo Suárez Mason y Gordon dependía de él.
El grupo de Gordon tomó medidas para sacar rédito económico de sus crímenes. La empresa Magister Seguridad Integral SRL fue creada para "incorporar el dinero producido de los bienes de los que fueron despojadas las víctimas" de Orletti.
Quien estaba al frente de Magister durante la dictadura no era otro que Otto Paladino, quien había puesto a Gordon a la cabeza de Orletti antes del golpe. Además, en Magister figuraban su esposa Nelly, su hijo Marcelo (detenido con el padre por el secuestro de Kelly) y su hija Adriana.
Además, algunas de las compras fraguadas de propiedades de los secuestrados en Orletti se hacían a través de "empresas pantalla" de la SIDE. Una fue Osgra SRL, que después transfería los bienes a otra pantalla (Timayu S.A.). La red de sociedades implicó también a otras agencias -Sidip S.R.L., Scorpio S.A- esta última vinculada al mismísimo Suárez Mason.
El recuerdo de otro militante del ERP
Eduardo Menajovsky también habló con Infobae.
-El pabellón 37 era de los llamados "de tránsito". Yo había llegado allí desde el penal de Resistencia porque mi compañera -también detenida y alojada en el sector de mujeres de Devoto- estaba por dar a luz. Era un pabellón abierto, con cuchetas. Yo dormía en una cama de abajo, justo al lado de la cama de Gordon.
Menajovsky dice que, más de una vez, al levantarse a hacer pis a medianoche, veía a Gordon sentado, agarrándose la cabeza, lamentándose por su familia.
-Lloraba… -dice.
-¿Parecía auténtico? ¿Simulaba para ganarse la confianza de ustedes? –preguntan los cronistas.
-Era un tipo raro, muy contradictorio. Por un lado nos alababa. "Ustedes sí que se juegan por el país", me dijo una vez. Demasiado meloso.
-¿Hubo algo más extraño que los meros halagos?
-Muchas cosas. Nosotros teníamos visita "de contacto" (sin rejas de por medio) y a Gordon iba a verlo una mujer joven con la que tenía un trato cariñoso. No se trataba seguramente de su esposa y madre de sus hijos –dice Menajovsky.
En las cárceles es preciso acreditar el vínculo para recibir visitas. Más en aquel entonces.
-Lo que realmente me hizo sospechar es que un día –antes de que se produjera la fuga de Rawson- lo buscó al "Tordo" (Osvaldo Debenedetti, renombrado cuadro del ERP, también alojado en ese pabellón) para decirle que tenía un plan de fuga, que podía hacer entrar limas y otras herramientas. El "Tordo" le seguía la corriente. Resultaba casi burdo pensar que algo tan delicado como escaparse de la cárcel se hablara de ese modo. ¿Qué esperaba? ¿Que el Tordo se interesara o le dijera "nosotros tenemos otra manera de fugarnos"? Por otra parte, Gordon era colaborativo: cuando nosotros teníamos reunión a la mañana, nos decía: "Muchachos, yo me encargo de la cocina, ustedes estudien…" y agarraba los Branmetal (marca de calentadores a mecha) y cocinaba.
Relatos de "un pesado"
Menajovsky recuerda otras dos cosas que le resultaron más que llamativas.
-El tipo todo el tiempo se daba dique de pesado, de manejo de armas, de haber participado en atracos, de haber tenido enfrentamientos. Y en sus relatos hubo dos cosas que me chocaron mucho. Contó un asalto a una joyería donde se regocijaba de la saña con la que trataba a las personas reducidas a punta de pistola. Y la otra historia de la que disfrutaba Gordon era que le había dado unos cuantos culatazos en la cabeza a un vecino que un día le tapó la salida de su camioneta. Gordon puso énfasis en que ¡el vecino era militante comunista! ¿Qué lógica tenía celebrar esa historia ante militantes de izquierda? –dice.
-Entonces ¿sospechó de Gordon? –pregunta Infobae.
-Sí, yo siempre pensé que nos estaba "operando", pero no le dábamos mucha importancia en ese momento –contesta-. Por otra parte, cuando fusilaron a los compañeros en Trelew, el tipo agarró una olla y se trepó a la reja y empezó a golpear y a gritar ¡asesinos! ¡Hijos de puta…! mientras que nosotros, los militantes, teníamos un comportamiento medido. Yo desconfiaba del tipo. Nosotros teníamos que estar siempre alerta. Cualquiera podía ser de los servicios de inteligencia y también cualquiera podía ser un fabulador.
Menajovsky recuerda que la convivencia con Gordon en el pabellón 37 se extendió hasta septiembre de 1972, cuando Lea Place, Debenedetti y él mismo fueron trasladados al penal de Rawson. Gordon, en cambio, siguió en Devoto.
El 25 de mayo de 1973 Gordon salió en libertad. Alguien lo incluyó en la nómina de presos políticos. Y allí empezó la historia que lo convirtió en un emblema de la represión ilegal.
SEGUÍ LEYENDO: