El Santuario Grandes Primates de Sorocaba —ubicado a 100 kilómetros de San Pablo, Brasil— abrió las puertas para recibir a la primera chimpancé en ser beneficiada jurídicamente como un ser humano. Cecilia llegó en la madrugada del 6 de abril de 2017 y un pasacalle le daba la bienvenida en castellano.
Dos días antes, la primate salía por última vez de la jaula oxidada en la que fue obligada a vivir durante 20 años. Su liberación marcó un hito en el derecho animal a nivel internacional y el 4 de abril de 2017 Cecilia se convirtió en el sinónimo de la liberación animal.
Cecilia llegó al santuario cumpliendo el primer fallo a nivel mundial que dio lugar a un hábeas corpus presentado en favor de una primate bajo “privación ilegítima de la libertad”.
La nueva vida de Cecilia en Sorocaba
A poco de cumplirse dos años de su traslado, las veterinarias del santuario contaron cómo es hoy la vida de la chimpancé junto a sus nuevos amigos y en un lugar a cielo abierto que simula un poco el espacio natural en el que todos los animales de su especie, y los demás, debieran vivir.
En el santuario, según cuentan sus cuidadores, Cecilia convive con otros 50 chimpancés, pero se relaciona (por ahora) con algunos. Interactúan, juegan, viven sus vidas de monos. En el espacio tienen una especie de plaza con juegos similares a los que usan los chicos y otros espacios para que pueda trepar.
A poco de llegar, una de las chimpancés más queridas del mundo comenzó con el proceso de adaptación y a fines de agosto de 2017 conoció a Marcelino, otro chimpancé con quien estrechó lazos. Hoy son inseparables.
"La adaptación de Cecilia fue muy buena y algunos meses después de su llegada comenzó a convivir con un compañero, el chimpancé Marcelino", informaron las veterinarias Camila Gentile y Juliana Kihara.
Según el equipo del santuario que la acompaña, ella "está muy bien de salud y se encuentra totalmente adaptada a la vida en el santuario", destacan desde Proyecto GAP al que está afiliado.
"Ella se alimenta muy bien y le gustan varios tipos de frutas y hojas —detallan desde el santuario— Continúa conviviendo con su compañero Marcelino, que está siempre cerca de ella. En las ocasiones en que hubo que separarlos momentáneamente ambos se preocuparon uno por el otro y hasta Marcelino llegó a vocalizar para llamarla".
El tierno relato de las personas que día a día cuidan a los monos demuestra cómo Cecilia —que vivió 3 años sola y aislada tras la muerte de sus compañeros de jaula en Mendoza— logró estrechar lazos.
“Al principio ella se mostraba muy apática y ni siquiera vocalizaba como los otros chimpancés”
"Si bien Cecilia tiene buena relación con su cuidador prefiere interactuar con otros chimpancés, a diferencia del momento en que llegó y que tenía mucho miedo", aseguran.
Desde hace un tiempo también busca interactuar con Luke, un varón adulto que es su vecino de recinto. "Hace todo para llamar su atención", la dejan en evidencia los cuidadores.
Otro de los compañeros de santuario con el que Cecilia interactúa es Martín. "Recientemente se mostró muy interesada por él y ellos permanecen varias horas interactuando por la ventana. Otro punto positivo es que Cecilia presenta varios comportamientos naturales de la especie que evolucionaron mucho desde que llegó", afirman en Sorocaba.
De acuerdo a lo que cuentan los cuidadores del lugar, cuando la chimpancé llegó al santuario estaba afligida porque vivía sumida en la tristeza y la soledad era lo único que la acompañaba desde enero de 2015, cuando perdió de manera repentina a su hermana y al compañero que convivía con ellas: en junio de 2014, Charly sufrió un paro cardíaco y en enero de 2015 Xuxa murió.
Pero la soledad y la tristeza no fueron lo único que lastimó a Cecilia durante el cautiverio: este le arrancó las raíces, le quitó sus instintos naturales.
"Al principio ella se mostraba muy apática y ni siquiera vocalizaba como los otros chimpancés", detallan las veterinarias del santuario.
“Cecilia presenta varios comportamientos naturales de la especie los cuales evolucionaron mucho desde que llegó”
Gracias a la acción de unas pocas personas en 2014 se inició, tras la pérdida de Charly, el camino legal para lo que fue la liberación de Cecilia.
Cómo fue el proceso para liberar a Cecilia
A fines de diciembre de 2014, la Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales (AFADA) presentó ante la justicia un recurso para que Sandra, la orangután que aún vive en el ex Zoo de Buenos Aires, fuera liberada y la Cámara Federal de Casación Penal la reconoció como "sujeto de derechos" y pidió su protección.
Con ese antecedente, representantes de la entidad en Mendoza pidieron protección para las hermanas Xuxa y Cecilia, pero Xuxa no resistió los tiempos de la justicia y en enero de 2015 murió. Cecilia quedó sola en el mundo.
"De golpe se mueren sus compañeros y Cecilia quedó completamente sola. Empezamos a buscar la manera para hacerla salir de esa prisión y llevarla a un lugar donde pueda estar con sus congéneres", dijo a Infobae Mariana Caram, directora del Ecoparque de Mendoza y una de las primeras activistas que como vecina autoconvocada pidió la libertad de la chimpancé.
El pedido para que liberen a Cecilia mediante un hábeas corpus fue presentado el 11 de junio de 2015.
Tiempo después, Caram fue designada directora del zoológico mendocino, que comenzaba su proceso de transformación en ecoparque, y fue convocada por la jueza que intervino en la causa del hábeas corpus. De la reunión también participaron el secretario de Ambiente y otros entendidos en el tema con el objetivo de dejar en claro cuál era la postura de cada uno de ellos respecto al caso de Cecilia.
La conclusión fue que lo mejor para Cecilia sería su traslado a un santuario.
Finalmente, el 3 de noviembre de 2016 se hizo la presentación judicial y por primera vez en el mundo se concede a un simio un hábeas corpus. El pedido de la figura jurídica fue elevado por AFADA con el argumento de que "la chimpancé es un sujeto de derecho y no un objeto, que se encontraba en condiciones de cautiverio deplorables en el zoológico". El proceso llevó más de un año hasta que la jueza María Alejandra Maurício (Mendoza) concedió el pedido y determinó que Cecilia debía salir de ese lugar.
"¡Fue un día histórico! El mismo fallo nos ordena el traslado al santuario", recordó Caram. Cecilia fue considerada sujeto de derecho. En febrero de 2017 se anunció oficialmente que sería liberada y que iniciaba su proceso de cuarentena para poder viajar.
Tras la cuarentena que debió cumplir y luego de pasar por obstáculos sorpresivamente impuestos por un grupo de personas, el 4 de abril de 2017, Cecilia salió caminando del cubículo en el que vivió 20 años. La rodeaban cuatro personas, las mismas que habían dejado todo por ella, y entremezclando nervios y emoción la vieron dar los primeros pasos hacia la libertad.
Con todo el amor del mundo la sedaron, entre caricias, y ya dormida la dejaron sobre una manta e ingresaron al contenedor que la sacó, por fin y para siempre, de esa cárcel mal llamada "educativa". Cecilia partió a Sorocaba y llegó cuando las estrellas se mezclaban entre los cielos de uno y otro día.
Quienes la vieron llegar contaron que entró despacio al recinto del santuario de Sorocaba donde volvió a quedar en cuarentena. Por primera vez en 20 años había pisado el césped fresco.
También por primera vez en su vida veía el cielo sin rejas de por medio. Ahí la esperaban con un cartel: "Bienvenida Cecilia. Esta es tu casa".
Quienes la vieron aseguran que Cecilia caminó sobre la tierra húmeda. Olió la tierra, escuchó el ruido de las hojas y se quedó detenida mirando a lo alto, cruzó su mirada con las personas apostadas en una terraza que la veían mientras lloraban en silencio, respetando sus tiempos. Todo para ella era nuevo.
La primera noche en el santuario fue lejos de las rejas, del suelo de cemento roto y tierra seca. Dicen que Cecilia miró el cielo un largo rato, quizás en esas estrellas que vio por primera vez asomaban las miradas de Charly y de Xuxa y las miradas de cientos de animales que no pudieron conocer el significado de la libertad.
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