Nacieron en la cálida tierra de Corrientes, con el chamamé tiñendo de alegría sus humildes moradas. Murieron sobre la helada turba de Malvinas, con el estruendo de las bombas y el ra-ta-ta-ta de las ametralladoras estremeciendo el último instante de sus vidas.
Nunca se rindieron. Los tres jóvenes, que apenas llegaban a los 19 años, lucharon desde sus trincheras hasta el aliento final. Dejaron su sangre en los campos de batalla que la guerra de Malvinas les marcó en sus destinos.
Sin saberlo, se convirtieron en héroes.
Sus cuerpos no pudieron ser identificados y fueron enterrados en tumbas sin nombre en el cementerio de Darwin. Soldado argentino conocido por Dios, rezaron las placas de granito debajo de las tres cruces durante 36 años.
Hoy, gracias al Plan Proyecto Humanitario, el secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj, integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense y miembros del Centro Ulloa, llegaron hasta Corrientes para informarle a las familias de los héroes que sus hijos ya no eran soldados desconocidos. Habían recuperado el nombre que perdieron el día que dieron su vida por la Patria. Con ellos, son 110 los soldados identificados.
Estas son sus historias.
El chamamé y las balas
Ramón Cirilo Blanco amaba el mate. Y bailaba el chamamé con alegría. Hasta sus cinco años vivió en el paraje El Pontón junto a su mamá, Porfidia Blanco, de quien tomó el apellido. Luego fueron su papá José Morales y su abuela Eleodora quienes lo criaron con amor y una enseñanza firme: "Hay que luchar todos los días".
Apenas sabía leer y escribir, pero sabía ponerle el cuerpo a la vida. Eso hizo Ramón siempre: peleó cada día durante toda su corta existencia. Peleó hasta su último grito sobre la turba de Malvinas.
Cuando le tocó el servicio militar en el Regimiento de Infantería Mecanizada 12 de Corrientes, se sintió orgulloso en su uniforme de soldado. Y el día que lo convocaron para partir hacia las islas, besó a cada uno de sus hermanos y se despidió de sus padres con emoción.
"Yo era chiquito cuando vino a contarle a mi papá que se iba a la guerra", recuerda frente a Infobae su hermano Claudio Morales (44).
Y traza una pequeña biografía de ese hermano héroe al que apenas conoció: "El pasó su infancia con mi abuela y mi papá, que era policía, en Rincón del sombrero, trabajaba en el campo, era tímido y callado. Era un hermanito buenito, que no sabía mucho de jugar con los más chicos, pero era cariñoso".
"Esa última vez que lo vimos llovía mucho. Mi mamá le cocinó café, un bife grande y huevos fritos. ¡Se comió como una docena!", se ríe con la anécdota.
"Recuerdo que le dije 'qué lástima que está feo el tiempo para poder jugar a la pelota'. Frente a mi casa había una canchita. Y él me respondió: 'Te voy a ganar en todo'. ¡Lástima que nunca pudimos jugar ese último partido!", se lamenta.
Su hermana Mónica Gómez no puede contener las lágrimas cuando esos difusos recuerdos vuelven a su memoria. "Me hacía bailar el chamamé y me llevaba en caballito por toda la casa. También me cebaba mate y mi mamá lo retaba porque decía que iba a quemarme con el agua caliente", revela.
¿Saben ellos que su hermano fue un héroe? ¿Cómo murió en Malvinas? "Yo lo busqué en internet, puse su nombre pero casi no hay nada, ni una foto", se angustia Mónica.
La historia cuenta que cuando Ramón llegó a la Isla Soledad fue designado como parte la Fuerza de Tareas Mercedes, asentada en Darwin. Allí, en la cruenta batalla de Darwin-Pradera del Ganso, cayó como su familia le había enseñado: luchando.
Fue ascendido a cabo post mortem. En su honor, una plaza en el barrio San Jerónimo de El Pontón, donde creció, lleva su nombre.
Esta mañana en Corrientes, su hermana Mónica Alejandra Gómez, su tía Isabel Blanco, y sus hermanos Claudio Ramón y José Morales recibieron el informe forense que les certificó, luego de más de tres décadas de espera y búsqueda, que Ramón descansa en la tumba D.A.3.19 en el Cementerio de Darwin.
"Mi hermano tranquilamente se podía haber escondido en el campo y no haber ido a la guerra. Pero fue y luchó. Antes de irse dejó escrito que si no volvía quería que su pensión la recibiera mi papá… Quizás sintió que iba a morir en las islas", reflexiona.
"Cuando crecí miré documentales de Malvinas para entender un poco lo que Ramón había vivido. Creo que siento lo que sentimos todos como argentinos: que mi hermano dio la vida en una guerra injusta y desigual, pero fue a entregar todo por la Patria. Y lo hizo por nosotros", se emociona Claudio.
Ahora, mientras guarda como un tesoro la medalla que su hermano llevó a la guerra, Mónica deja escapar una lágrima: "Sentí un reencuentro con él. Mi mamá había ido a las islas en 1991 y no encontró su tumba. Fue muy doloroso para ella. Y entonces siempre tuvo la esperanza de verlo regresar. Decía que andaba perdido o prisionero. Mi abuela vivía en el campo, y cuando pasaba un colectivo corría hacia afuera y decía: 'De ahí va a bajar mi hijo Ramón'. porque ella también lo esperaba. Ahora siento que en esta medalla yo recibí a ese hijo que ellas perdieron en la guerra".
La batalla más sangrienta de la guerra
Mario Gómez, hijo de Martín Gómez y Genara Cristaldo creció queriendo ser un soldado. Y cumplió su sueño: era cabo en comisión cuando le tocó ir a las islas. El correntino apenas tenía 19 años -iba a cumplir los 20 el 22 de julio de 1982- cuando tocó por primera vez suelo malvinense.
Llegó junto al Regimiento de Infantería Mecanizada 4, y sintió emoción cuando el viento de las islas le golpeó la cara. Como suboficial, era jefe del grupo de tiradores. Primero fue destinado a el Monte Wall. Luego junto a sus hombres llegó hasta los montes Harriet, Challenger y Dos Hermanas.
En las batalla más cruenta y decisiva de la guerra, la superioridad de fuerzas británicas fue aplastante: 600 Para contra 260 argentinos. Pero los soldados batallaron hasta el final: los ingleses tuvieron 23 muertos y 47 heridos. En ese sangriento combate Omar fue alcanzado por múltiples esquirlas de bombas y metrallas. Cayó con su fusil en la mano, el 11 de junio de 1982.
Esta tarde, en la Casa de Gobierno de Corrientes, el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, junto al subsecretario de Derechos Humanos de la provincia, Manuel Cuevas, miembros del EAAF y del Centro Ulloa, entregaron a cada familia el informe técnico y los objetos personales de los soldados que fueron hallados durante las tareas de identificación.
"Mi presencia aquí tiene que ver fundamentalmente con el reconocimiento a esta provincia, por el enorme compromiso demostrado con sus veteranos de Malvinas", señaló Avruj.
Hoy, su hermana Felipa, lloró al recibir el informe con las huellas digitales de su hermano, en donde detalladamente explicaba que el cuerpo de Mario había sido identificado. D.A.4.7 señaló el escrito como el lugar de su tumba en Darwin. Ella sabrá por primera vez, a casi 37 años de la guerra, qué cruz abrazar la próxima vez que visite en el camposanto.
El orgullo de servir a la Patria
La historia de Daniel Omar Luque cuenta que nació en San Luis del Palmar y creció entre el campo, los juegos y el trabajo. El hijo de Gabina Obregón y Guillermo Luque no disimuló su orgullo cuando lo llamaron para servir a la Patria.
Partió hacia las Malvinas junto al Regimiento de Infantería 12 bajo la jefatura del teniente coronel Italo Piaggi. El 28 de mayo, el cabo Duillo Tello, jefe del grupo del soldado correntino, recibió la orden de repliegue ante la brutal embestida de los británicos. Esa noche Ramón Blanco cayó dando batalla en su posición de Darwin.
Hoy su cuerpo fue identificado. Sus hermanos, María Esther y José Andrés recibieron emocionados la notificación. En un sobre transparente, las páginas de un detallado informe les revelaban lo que tantos años de olvido les habían negado: saber dónde estaba el cuerpo de su hermano.
"Lo más importante es tener la posibilidad de dar respuestas a las familias y estar cerca para brindarles contención y afecto. Estamos contentos y orgullosos de la tarea realizada", subrayó Avruj. "Que este plan sea reconocido como un ejemplo para el mundo nos brinda un fuerte impulso para seguir trabajando en la identificación de nuestros héroes de Malvinas", finalizó.
La familia Luque -como la de los 110 soldados hasta hoy identificados, de las 122 tumbas que estuvieron durante décadas sin nombre- podrá volar este año a las islas y visitar el cementerio de Darwin, en el viaje humanitario que se hará -posiblemente- el 13 de marzo.
Por primera vez encontrarán la tumba de Daniel, ubicada en el sector D.B 2.12, y podrán leer en la placa de granito negro su nombre tallado. Y sabrán finalmente que su hermano descansa en paz junto a los héroes que, como él, dieron su vida por la Patria.