El proyecto inicial -de 2004- preveía la construcción de un polideportivo, una escuela, un centro cultural y un espacio verde en los terrenos del Club Atlanta y buscaba reforzar la identidad cultural del barrio de Villa Crespo, cuya historia está íntimamente asociada al club.
Pero "pasaron cosas", y casi 15 años después los vecinos de Villa Crespo se encuentran cada vez más inquietos ante el avance de la construcción, casi en secreto, del microestadio del diario La Nación, que albergará a 16.000 personas y le cambiará la cara a un barrio que hoy se caracteriza por sus calles tranquilas de adoquines.
El sigilo con el que los constructores avanzan tiene un motivo: ya en 2014, los vecinos del barrio de Balvanera lograron impedir que se construyera un estadio de similares características en un terreno que, gracias a su lucha, hoy se convirtió en una plaza pública, la "Manzana 66", inaugurada a fines del año pasado.
En rigor, la obra en Atlanta comenzó en 2014, pero se paró en mayo de 2015, cuando la estructura del techo se derrumbó. Luego, la firma Lugones Center, que hasta ese momento era la responsable de construir y explotar el microestadio con un crédito del Banco Ciudad por más de 100 millones de pesos, fue a la quiebra, y fue allí cuando entró en juego el grupo económico encabezado por Julio Saguier.
En 2017, con el voto de cuarenta y seis legisladores -que incluyó a los representantes del PRO, el Frente para la Victoria (FPV), el Bloque Peronista, Confianza Pública, Bien Común, Corriente Nacional de la Militancia, Frente Renovador, Sindical Peronista, y Frente Socialista Auténtico-, la Legislatura duplicó, sospechosamente, el plazo por el cual le entregó las tierras públicas a Atlanta, llevándolo a 40 años.
En el predio de 50.736 metros cuadrados ubicado sobre la calle Humboldt, a metros de la avenida Corrientes y Juan B. Justo, que el Gobierno de la Ciudad le cedió al Club Atlanta estaba proyectado un microestadio para 5000 personas, pero la ley de 2017 elevó la superficie destinada al microestadio a 28.715 metros cuadrados (11.357,50 metros cuadrados más que los del proyecto original), y elevó la capacidad a 16.000 personas. Frente al asombro de los vecinos, también dispuso una increíble eximición del pago del impuesto inmobiliario y de la tasa de alumbrado, barrido y limpieza, mantenimiento y conservaciones de sumideros por 40 años.
La ambigüedad en la redacción del proyecto legislativo que aprobó la construcción terminó dando lugar al Arena de los Saguier, con una capacidad que triplica la inicial y va contra la tendencia mundial de llevar los estadios a zonas no urbanizadas. Según preven los constructores, el estadio podría albergar unos cien eventos al año.
Con el antecedente de Balvanera -que terminó con la construcción de una plaza en la "Manzana 66"-, River y Ferro -donde los vecinos lograron que no se organicen más recitales-, los vecinos de Villa Crespo ya están en pie de guerra y comenzaron a movilizarse.
Temblores y vibraciones, cien recitales al año, la caída de los precios de las viviendas -nadie quiere vivir a metros de un microestadio-, la dificultad para ingresar a sus casas en días de show o de eventos, dificultad para estacionar, vallas en las veredas y circulación masiva de público son algunos de los inconvenientes que los vecinos creen que deberán enfrentar una vez que el estadio de La Nación comience a funcionar. "La tendencia del mundo es a sacar los estadios de las ciudades. (…) Estos proyectos son repudiados en todas partes, pero intentan hacerlo en nuestro barrio", dicen en el grupo de Facebook "Villa Crespo contra el microestadio".