Desde esta semana la tradicional avenida Colón de Mar del Plata, prácticamente ineludible en la ciudad balnearia, dejó de ser un recorrido agradable para los taxistas. "Mar del Plata, queremos llegar a tu ciudad", dice una gigantografía que firma la empresa Uber. Una clara intención de desembarcar en La Feliz y la manifestación tácita de que no los dejan.
"Por supuesto que lo vi, sabíamos que de mano del diputado (Guillermo) Castello le iban a abrir los brazos en la ciudad, hay mucho dinero de por medio y él se encargó de eso", es lo primero que suelta Darío López, presidente de la Cámara de Taxistas de Mar del Plata, ante la pregunta obvia de si tuvo oportunidad de ver lo inevitable.
El diputado marplatense Guillermo Castello presentó un proyecto para que la plataforma se apruebe en la provincia de Buenos Aires y eso le valió el repudio de gran parte del sector. La iniciativa, fuertemente resistida por los choferes de taxi, hoy tiene estado parlamentario y recayó en la comisión de Transporte y Tránsito.
"Acá hemos luchado muchísimo para que los choferes tengan su beneficio, todo lo que marca la ley, entonces si llegara una empresa así nos molestaría muchísimo y tendríamos miedo de perder nuestra fuente de trabajo", compartió con Infobae López, mientras en contrapartida, según datos publicados esta semana por el diario La Capital de Mar del Plata, desde la empresa aseguran que "11.000 marplatenses ya se anotaron para ser socios conductores".
En Mar del Plata hay 2147 taxis, 715 remises y 300 coches de alta gama que en su gran mayoría llevan gente desde el aeropuerto hasta los principales hoteles de la ciudad. A ellos se suma otro flagelo del que hablan los propios taxistas: "los remises truchos". El mercado es acotado y el ingreso de Uber, temen, termine de complicar una situación que sumada al desempleo local ya es preocupante.
"Nosotros no lo queremos", sostuvo Mario mientras esperaba pasajeros en la parada de Entre Ríos y Colón, aunque admite que nadie sabe a ciencia cierta si llegó la aplicación a Mar del Plata. "Mar del Plata es verano nada más, durante el invierno acá nos miramos la cara, esto no es Capital Federal que hay tres o cuatro millones de personas", se quejó por su parte Román, que escuchaba atento la charla.
"Muchas familias van a quedar en la calle si Uber llega a Mar del Plata", aseguró López, antes de volver a referirse al impacto que el cartel gigante de avenida Colón tuvo hacia adentro de su sector: "A nosotros nos molestó muchísimo, alguien pagó esa medianera, hay mucho dinero. Nosotros estamos con un escarbadientes luchando contra un elefante".
"Tenemos la palabra del intendente de que en Mar del Plata no iba a desembarcar, pero no confiamos en nadie", sumó el titular de la Cámara de Taxistas marplatenses, tras la primera muestra de fuerza de la aplicación en medio de la temporada de verano, el momento en que la ciudad balnearia se convierte en foco de las miradas y recibe a miles de turistas.
"Mar del Plata es un lugar apetecible, la gente viene de Buenos Aires y quiere tener el servicio, creo que la presencia del cartel tiene que ver con eso", consideró el diputado Castello en diálogo con este medio, uno de los que festejó el letrero gigante y para el que "los taxistas incentivados principalmente por los gremios no quieren sentarse a discutir" aunque confía en que "tarde o temprano el debate se va a dar".
"Yo estuve en Capital y los taxistas ya están trabajando con Uber, lo que inclusive admite mi proyecto, es muy flexible, creo que deberían abrirse un poco más a la plataforma", expuso. "Yo me los cruzo en la calle y lo que los pido es que lean el proyecto, que vean la cosa con objetividad, no hace falta llegar a situaciones de peligro, hay un nicho para que todos puedan trabajar. Las resistencias son naturales, la historia de la humanidad es así", agregó.
"En nuestra actividad somos muy unidos, entonces creo que cuando empiece a funcionar la aplicación esto va a ser peor de lo que pasa en Capital, porque no vamos a permitir que ninguna empresa venga a negrear trabajadores", sostuvo López, sobre un problema que desde la llegada del cartel se instaló en la charla y el día a día de los choferes.
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