Corría el año 1979 y en Mar del Plata el surf no estaba de moda: estaba prohibido. El intendente de la dictadura militar en la ciudad perseguía a los surfistas, los detenía y les confiscaba sus equipos. Esa fue la realidad que le tocó vivir de cerca a Fernando Aguerre a los 20 años. Hoy, a los 60, es el quizás el hombre más importante de la disciplina en el mundo y uno de los grandes responsables de que en las próximas olimpiadas de Tokio 2020 el deporte forme parte de esa élite que compite por una medalla.
"Lo más lindo después de surfear es verte surfear", le dice Fernando a Infobae con una sonrisa en la cara apenas despega el ojo del visor de la cámara que acaba de registrar su última ola. En el mar todavía están Jakue Fernando Kahanamoku Aguerre, su hijo, y Florencia Gomez Gerbi, su esposa. El surf es parte de una herencia natural que se deduce por varias generaciones.
Mientras camina por la arena de Honu Beach con la tabla abajo del brazo un adolescente al que triplica en edad lo saluda y le pregunta por una quilla central extremadamente larga. Él se entusiasma y le cuenta que es un invento suyo, que mezcló lo mejor de dos disciplinas. Quien lo escucha lo mira con los mismos ojos que el propio Aguerre tenía en los '70 cuando el hermano de un amigo le prestó un longboard y él intentó pararse por primera vez sobre una ola para practicar lo que entonces era casi algo experimental.
"A partir de ahí surfeamos cuatro o cinco años muy divertidos, los de la secundaria, y después vino el gobierno militar que había dado la orden de que no se podía surfear prácticamente en ninguna de las playas de la ciudad. Si queríamos ir a las playas del sur, frente a la base militar, nos tiraban tiros al aire o nos esperaban a la salida, nos metían en el calabozo, nos confiscaban las tablas", describe. Hoy lo cuenta como una aventura, pero reconoce el temor que sentía. "No tenías que ser alguien peligroso para tener miedo", dice.
El surf era una cultura impensada. En casa de los Aguerre era su mamá con telas floreadas la que le hacía las mallas. Por eso se sonríe cuando mira ahora la extensión de Honu Beach y descubre a varios jóvenes con ropa del estilo, a pesar de que no hagan surf. "A los que nos prohibieron yo les agradezco que nos hayan prohibido", sorprende con la afirmación, y fantasea con que quizás haya sido eso lo que lo hizo querer cambiar las cosas.
En 1978 organizó la primera Asociación de Surf, que acaba de festejar sus 40 años. "Está prohibido me dijeron y yo dije 'no me importa, hagamos una Asociación de hecho'", recuerda. Un año más tarde convenció a un reportero de La Nación de Mar del Plata para que lo sacara en la contratapa del diario, en plena dictadura, con el surf prohibido en La Feliz, con un encabezado contra la marea: "Mar del Plata tiene un nuevo título: capital del surf".
Con la llegada de los campeonatos de la Asociación, y negociaciones con las autoridades municipales de turno, la práctica fue liberada en el año 1979 y se establecieron zonas de surf en varias playas de Mar del Plata, a veces con horarios restringidos. Todo esto produjo un gran crecimiento del surf a principios de los 80.
A sus 60 años Fernando sostiene que a los 20 se pensaba para siempre en su ciudad natal. Sin embargo y aunque vuelva constantemente, hace ya más de la mitad de su vida que vive en California. De fundador de una asociación clandestina en Mar del Plata, cuatro décadas después que se cumplen este verano es el presidente de la International Surffing Association (ISA), máxima autoridad del surf a nivel mundial.
"Trabajo en la ISA hace 24 años y no cobro salario, todos mis empleados tienen, pero yo lo que tengo es amor y nunca le voy a terminar de pagar al surf lo que me dio", intenta explicar y a pesar del ingenio de la frase da la sensación de que no le alcanzan las palabras para contar lo que siente. En Tokio 2020 el surf debutará como deporte olímpico, iniciativa que impulsó pensando en dar las primeras brazadas de un sueño, que supo desde el primer día quizás vieran otros.
Ayer jueves al mediodía Fernando surfeó junto a su familia y a otras surfers en Honu Beach, estuvieron en el agua el surfista profesional Martín Passeri, el actor Vico D'Alessandro, Lucas Corrado, hijo del actor Gabriel Corrado, y también el futbolista Fabián Assman y la modelo Melina Pitra, todos para celebrar los 40 años de la Asociación y el pasaje de un deporte que estuvo prohibido a olímpico. A la noche lo terminaron de celebrar en una fiesta para 200 personas en Ala Moana, el surfshop del Paseo Aldrey, conmemorando el quinto aniversario de la reapertura de un local que marcó una época en los 70/80 en Mar del Plata.
"'Del Torreón a Tokio' me dijo ayer un pibe", se ríe Fernando cuando sale el tema y lo describe, como intentando hacer creer que no es para tanto: "Al principio nadie lo pensaba, el Duke (Kahanamoku) lo pidió hace 100 años, trabajamos 100 años para lograrlo, nos dijeron que era imposible, seguimos trabajando y lo convertimos en inevitable. Es exactamente lo mismo que pasó acá hace 40 años, hicimos al surf inevitable".
Fotos y video: Martín Belluci
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