Para Navidad, junto a algunos de sus colaboradores, Gino Tubaro se vistió de Papa Noel y visitó a siete chicos que sufrieron la amputación de sus brazos y piernas y les regaló la prótesis 3D.
"La gente que necesita este tipo de prótesis no tiene ni agua caliente en la casa porque una prótesis está entre 10 mil a 15 mil dólares", sostiene el joven inventor, autor del libro Las manos que inventan y líder de Atomic Lab, el equipo con el que ya regaló más de mil prótesis.
Tubaro sostiene que con las prótesis de manos y brazos 3D se puede revertir la problemática del bullying en las escuelas y en la sociedad, para convertir la discapacidad en una "superhabilidad".
-Con las prótesis de manos y brazos 3D que hacés estuviste recorriendo el país.
-Sí, hicimos una gira alrededor de Argentina. Fuimos desde Ushuaia a la Quiaca entregando manos y brazos en 3D para las personas que lo necesitan y le pueden faltar los cuatro o cinco dedos, la muñeca. Fuimos hasta El Impenetrable, estuvimos en San Martín de los Andes. Entregamos prótesis en La Quiaca. Viajamos por todo el país entregando prótesis de forma gratuita a personas que lo necesitan.
-¿Era una meta, alcanzaste el objetivo?
-Lo superamos. Al principio habíamos pensado que íbamos a entregar unas 50 prótesis pero llegamos a entregar unas 102. Les enseñamos a las personas cómo funciona la impresión 3D, cómo se puede ensamblar una prótesis. También fuimos educando en el camino porque al auto, una Ranger que nos prestó Ford, lo equipamos con tres paneles solares, una impresora 3D flotante, e íbamos de ciudad en ciudad imprimiendo las prótesis en la ruta. No es que enchufábamos la impresora y nos quedábamos. En El Impenetrable los chicos ensamblaron una de las prótesis que después se iban a entregar.
-¿Qué movimientos pueden hacer la persona que recibe la prótesis?
-Un montón de cosas. La habilidad más típica es agarrar la prótesis en el medio, donde está el agujero de los deditos, y poner una lapicera que al cerrar la mano, permite a la persona escribir.
-¿Alguna anécdota que te acuerdes?
– Un señor llamado Miguel que perdió los dos brazos en un accidente eléctrico y la habilidad de poder escribir un documento o incluso firmar. Esa persona, cada vez que tenía que firmar un documento, tenía que ir con dos testigos. Con su prótesis, que era un brazo entero, pudo volver a firmar papeles, escribir o hacer una carta. También se puede utilizar para nadar, los chicos lo usan para saltar la cuerda. Hay algunos que usaron para una caña de pescar. Hay un montón de actividades y cosas típicas que se pueden hacer.
-¿Cómo surge la idea de hacer esto?
-En 2013, 2014 empiezo con Atomic Lab. De más chiquitito, a los 16 años, armé una impresora 3D que, con otro equipo de personas, empezamos a desarrollar la prótesis que se entregó aproximadamente en 2012 para Felipe, que es un chico de Tres Algarrobos que la mamá la pidió a través de Facebook.
-Cuando todavía no te dedicabas a hacer esto.
-No, no.
-¿Y ella cómo se contacta?
-Nos ve porque estábamos desarrollando impresoras 3D, entonces pensó que podía ser viable que podamos imprimir una prótesis para su hijo. Fue prueba y error, imprimir, ver si funciona. Se la entregamos a Felipe que, a sus 11 años, estaba usando su prótesis para remar en un kayak, andar en bicicleta, usar una caña de pescar. Dijimos: si le funciona a él le va a funcionar a un montón de gente. Así fue que hace un par de semanas llegamos a entregar 1000 prótesis que significa un ahorro de 15 millones de dólares.
-¿Por qué?
-Porque una prótesis está entre 10 mil a 15 mil dólares. Pero también, la gente que necesita este tipo de prótesis no tiene ni agua caliente en la casa, entonces cuando uno piensa en los avances y el tiempo que estuvo en este proyecto, ayudamos a mil personas que muy difícilmente podrían tener una prótesis.
-¿A qué edad empezaste a crear, imaginar y después a materializar los inventos?
-Desde chico. Mi viejo me llevaba a un taller de inventiva.
La gente que necesita este tipo de prótesis no tiene ni agua caliente en la casa, entonces cuando uno piensa en los avances y el tiempo que estuvo en este proyecto, ayudamos a mil personas que muy difícilmente podrían tener una prótesis
-¿Cuántos años tenías?
-Empecé a los cinco más o menos. A mí siempre me gustaba desarmar las cosas, romper. Usualmente nunca volvían a ser lo que era antes. Iba todos los fines de semanas a un taller a desarmar y romper cosas.
-Tu mamá dijo "basta de romper en casa".
– Exacto, vamos a romper a otro lado. Desarmando fue que aprendí a inventar cosas. Después gané premios y dije: esto es lo mío, lo que me gusta. Así fue que, después de tanto tiempo y laburo, llegamos al proyecto de las prótesis, como otras cosas más.
-¿Hasta dónde imaginás, porque sos muy joven, que puede llegar el avance de la tecnología y la inventiva?
-Hay muchos proyectos derivados, como las que fueron impresas en el Penal Número IV de Ezeiza (Complejo Penitenciario Federal IV). Al principio no nos imaginábamos que íbamos a estar enseñándole a personas privadas de la libertad cómo usar una impresora 3D, cómo imprimir, cómo diseñar, cómo utilizar los conceptos básicos de una computadora para luego estar ensamblando una prótesis.
-El uso de las tecnologías también tiene una intencionalidad, ¿no?
-Uno podría decir: se pueden imprimir pistolas. Lo que nosotros hicimos es darle una responsabilidad a esa herramienta, controlamos al proyecto. Lo lindo, en este caso, es que terminan haciendo un cambio social desde adentro de la cárcel para el exterior. Cuando la tecnología apunta a algo social ayuda un montón. Bajás los costos, los tiempos, hasta resulta más ecológico porque al traer una prótesis desde Alemania se está gastando en nafta, en el barco. A una persona que está en Tailandia le hacemos llegar una prótesis.
-Que la puede bajar e imprimir ahí mismo.
-Exactamente. Hoy estamos en 44 países gracias a que hicimos una plataforma con el equipo de desarrollo, y a la persona que necesite una mano estando en cualquier parte del mundo, le llega un archivo, lo descarga y lo imprime. Eso es lo que hacen los embajadores (de Atomic Lab) y arman una prótesis en 16 a 20 horas.
-¿Cómo es la organización, el financiamiento, y cómo subsisten?
-Subsistimos, es una buena palabra. Dependemos mucho de las donaciones de particulares que entran a la página Atomic Lab y dicen "puedo donar una mano, un brazo, puedo hacer un aporte". Donan el costo de una mano que es de 16 dólares, contra 15 mil dólares, sigue siendo una diferencia abismal.
-Es una red enorme que baja a cubrir una necesidad.
-Somos un Robin Hood que les saca a los que tienen para darles a los que no mediante tecnología de por medio.
-¿Te imaginás otros inventos que puedan ayudar con la tecnología?
-Para 2019 tenemos un montón de ideas y esperamos hacer un montón de cosas como lo que aprendimos aplicando la energía solar a impresión 3D. Estamos pensando en usar una máquina solar como si fuese un tótem al que uno le pone botellitas de plástico, utilizar esa energía para reciclarlo y que eso se transforme en una prótesis o cualquier insumo que se necesite en una casa. Muy fácilmente se pueden reemplazar un montón de cosas del hogar con una impresión 3D. Aplicarlo a escuelas y otros entes que puedan ayudar a las personas.
-¿Reemplazar cosas de la casa cómo qué?
-Por ejemplo, si se te rompió un picaporte o necesitás un tapete o uno de esos cuadraditos que se ponen para frenar la puerta, podés imprimir cualquier cosa. Para mí una impresora 3D es una máquina que puede concretar sueños, ideas, ya sea por prototipo, por maquetado, por lo que fuese.
Muy fácilmente se pueden reemplazar un montón de cosas del hogar con una impresión 3D. Aplicarlo a escuelas y otros entes que puedan ayudar a las personas
-Y la podés usar para el bien o para el mal.
-Se hicieron archivos de pistolas como se hacen archivos de prótesis. Tenés las dos caras de una herramienta. Einstein cuando desarrolló y estuvo aprendiendo sobre lo atómico no esperaba que la usen para hacer una bomba. Sin embargo, lo desarrolló y aprendió de eso.
-¿Sentís que acá hay algún tipo de conciencia social sobre la herramienta?
-Creo que de a poco la sociedad va aceptando más el hecho de tener una prótesis 3D. Siempre pensamos que son prótesis que no solamente le dan una habilidad física, sino que le dan una habilidad psicosocial a la persona.
-¿Podés ampliar esa idea?
-Las prótesis no solamente tienen un color sino que a veces están basadas en los superhéroes. El chico que recibe una basada en Ironman, por ejemplo, se va a divertir, va a ir a la escuela, va a tener un "lanzatazos" en la prótesis, porque eso también es otra de las cosas que le agregamos. Y lo que pasó a ser una discapacidad pasa a ser una "superhabilidad". Pasa a ser esa habilidad que se necesita contra el bulliyng.
-Revertir esa problemática.
-Exactamente. Creo que la sociedad poco a poco se está dando cuenta que el hecho de que te falte una mano no es poner a esa persona con dos pincitas para sostenerla y cuidarla en un mundo de fantasía. Sino que son personas que pueden hacer todas las habilidades que uno se propone, y todas las cosas que uno quiera. Cuando le das una prótesis hacés un cambio no sólo físico sino social. Y no solamente en una persona sino en su entorno.
Lo que pasó a ser una discapacidad pasa a ser una ‘superhabilidad’. Pasa a ser esa habilidad que se necesita contra el bulliyng
-¿Cuántas personas forman parte de tu equipo?
-El equipo son aproximadamente 17 personas en Argentina que es el núcleo. Todos menores de 27 años. Después son entre 1200 y 1300 voluntarios repartidos en 44 países.
-¿Desde dónde trabajan físicamente?
-Tenemos una sede en Parque Patricios, una persona que aprecio mucho nos donó ese lugar y me pidió permanecer anónimo así que lo respeto cien por ciento. Ahora lo que estamos buscando ahí es poder implementar un tallercito como al que yo iba cuando era chico.
-¿Un taller para niños y niñas para 2019?
-Sí, ojalá que lo podamos concretar para el 2019. Nos falta remodelar, pintar, hacer las paredes. Nos falta hacer un laburo importante pero creo que con las mismas ganas que con las que yo iba a la escuela se va a poder hacer algo copado con los chicos. La idea sería un taller para los fines de semanas.
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