El jueves pasado, 10 años y dos meses después de la desaparición de su hija, los padres de Sofía Herrera recibieron un llamado. Lo que siguió, antes de la desilusión de saber que no era ella, fue un largo rato de confusión y esperanza: "Reímos,
lloramos, imaginamos la Navidad con ella", escribió María Elena Delgado, su mamá, en una carta.
Sofía tenía poco más de 3 años cuando desapareció del camping al que había ido a pasar el domingo con sus padres. Esta es la carta que escribió su mamá poco antes del comienzo de la Nochebuena:
Gente querida:
Como es de público conocimiento, el jueves vivimos un día cargado de emociones y nostalgia. En la ciudad de Ayacucho habría una niña con posibilidades de ser nuestra amada Sofi.
Al mediodía, en el momento en que cruzábamos en la barcaza, nos entró una llamada de un periodista de San Luis anunciándonos que habrían encontrado a nuestra hija. Nuestra ilusión fue decayendo cuando nos informaron el lugar y el contexto, pues
hacía unos días que nos habían enviado fotos y datos de una chiquita que, a pesar de tener similitudes con nuestra hija, no se trataba de ella. En medio de esa noticia teníamos que continuar viajando hacia Río Gallegos perdiendo toda señal en
los celulares.
Con Fabián lloramos, reímos e imaginamos la mejor navidad con nuestra hija, con nuestra Sofi. Nuestro deseo era tan pero tan intenso que deseábamos tomar un avión para llegar hasta el lugar. Necesitábamos creer que nuestro sueño de
reencontrarnos con Sofía por fin se haría realidad. Una vez recuperada la señal en los celulares comenzaron a ingresar mensajes y llamadas. Nuestros teléfonos no paraban de sonar, de recibir fotos y palabras de aliento. Recibíamos videos en
simultáneo con el allanamiento por parte de vecinos del lugar.
Dicen que las madres tenemos un sexto sentido y reconocemos a nuestros hijos pase lo que pase. Yo en ese momento muy internamente sentía que comenzaba a derrumbarse mi ilusión, nuestra ilusión vivida, porque a medida que ingresaban detalles de
lo que iba sucediendo comprendía cada vez más que esa chiquita no era mi hija. No era nuestra Sofi.
A pesar de haber pasado por esta situación muchísimas veces, continuamos experimentando el mismo dolor que queda arraigado internamente en nosotros al tomar conciencia que otra vez, no logramos encontrar a Sofi. Nuestros vecinos de Río Grande
lloraban, nuestros amigos estaban felices, toda la gente que aún no conocemos personalmente pero que sabemos que nos acompañan en esta búsqueda permanentemente, hacían llegar muestras de alegría y felicidad por lo que estaba sucediendo. La casa
de mi madre se llenó de gente, ella estaba confundida pero también lloraba de tanta felicidad.
Por un momento a pesar del dolor y el extraño sentimiento que nos queda después de habernos golpeado con la realidad una vez más, agradecimos a Dios porque a pesar que nuestra búsqueda no ha terminado, a pesar que nuestra Sofi aún no aparece, a
pesar de tantos esfuerzos no logramos encontrarla, a pesar de todo el dolor y la incertidumbre que genera no saber cómo está y con quien está nuestra chiquita, a pesar de todo… nos dimos cuenta que no estamos solos.
Una vez más Dios nos muestra que debemos continuar pero sentimos que lo hacemos en compañía no solo de familiares y amigos, sino de millones de personas que de alguna forma imaginan como se siente la ausencia de un hijo.
Una vez más, no pudo ser… con la certeza que llegará el día que podamos reencontrarnos con Sofía. Mientras tanto no queremos dejar de agradecer a todos los que nos ayudan acompañándonos en esta búsqueda.
Gracias a todos por no dejarnos solos en nombre nuestro y de nuestra hijita SOFÍA YASMIN HERRERA .
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