Un llamado que tardó 50 años: la historia de Daniela y el regalo de Navidad menos pensado

Se crió como hija única pero sabía que su madre biológica había tenido otros hijos. "Creo que los encontramos a todos", escuchó del otro lado del teléfono.

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La pequeña Daniela en el
La pequeña Daniela en el pueblo en el que se crió con su familia adoptiva

Que era adoptada nunca había sido un secreto para Daniela. No era lo común para la época, menos en un pueblo: hace 50 años, lo habitual era ocultarlo. Ana María, su mamá adoptiva, le hablaba del tema con libertad, y algo de eso quedó escrito en las páginas de un diario que la mujer escribió para ella-su única hija- cuando supo que estaba por morir.

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Gordita querida:
Hasta ahora solamente te he hablado de lo que pienso y deseo. Ahora quiero hablarte y contarte de nosotros tres. Cuando nos casamos, tu papá y yo fuimos muy felices. Bastante tiempo pasó en que vivimos conformes con nuestro amor pero llegó el tiempo en que empezó a faltarnos algo, y ese algo eras vos (…)

Daniela Grigolón (51) se emociona cuando lee algunas páginas del diario para Infobae. Su mamá adoptiva, a la que amaba profundamente, empezó a escribirlo en 1979, cuando Daniela tenía 12 años. Murió de cáncer unos meses después de su cumpleaños de 15.

(…) Te necesitamos mucho y vivimos esperando que nuestra hija llegara.
Cuando te trajimos, llegó la primavera a nuestra casa.
Se llenó de luz, de colores, de flores. Eras nuestro capullo, nuestra ocupación de todo momento, el ángel que Dios nos había mandado y que llenó nuestra necesidad de dar amor y al mismo tiempo recibir el tuyo, que tanto nos ayudó a vivir y a luchar.
Tu infancia, verte crecer, tus monerías, todo lo que hacías nos hacía felices.
Fuiste y sos nuestro amor, el más grande y profundo que se pueda pedir y vivir.

Ana María y Héctor, los
Ana María y Héctor, los padres adoptivos de Daniela

Daniela se crió como hija única en un pueblo llamado Adolfo Gonzales Chaves, en la provincia de Buenos Aires, a casi 500 kilómetros de la Ciudad. "Me querían tanto… a mí me bastaba con ellos", cuenta. Habla de Ana María López y Héctor Olivo Grigolón, sus padres adoptivos. Pero que su mamá muriera tan pronto y su papá formara una nueva pareja más pronto todavía, iluminó "un vacío".

"A los 19 años tuve a mi primera hija", cuenta ella, que luego fue madre de otros seis chicos, a los que crió sola. No le fue bien con los hombres: "La desesperación por buscar el amor que me faltaba me llevó a buscarlo en cualquier lado", confiesa.

Alguien le había contado una verdad mezclada con ficción: que su mamá biológica la había dejado en un tacho de basura y que tenía otros 10 hijos, a los que también había abandonado.

Daniela y su mamá biológica,
Daniela y su mamá biológica, 50 años después de haberse separado

"Por eso yo no tenía ganas de encontrarla. No podía entender cómo me había dejado. Yo tenía hijos, los había criado sola, y no hay nada en el mundo que te saque un hijo. Por eso al principio sentía odio, rabia. Quería encontrar a mis hermanos, pero a ella no", dice. Pasaron los años, perduró esa sensación.

Fue uno de sus hijos, a fines de los 90, quien le propuso ir al programa de televisión "Gente que busca gente", conducido por Franco Bagnato. A Daniela le pareció "demasiada exposición" y dijo que no. Pero el año pasado -35 años después de la muerte de su mamá adoptiva y cuando su papá también había fallecido- una de sus hijas le dio una idea: contar su búsqueda en el grupo de Facebook "Donde estás?", que ya tiene casi 400.000 miembros.

El día del reencuentro, junto
El día del reencuentro, junto a su madre biológica y las hermanas mujeres

Como no había sido un secreto y la adopción había sido legal, Daniela tenía datos: sabía que la habían traído de San Nicolás cuando tenía 10 meses y conocía el nombre de un amigo de su papá -ginecólogo y dueño de una maternidad en San Nicolás- que podría haber hecho el nexo. Tenía un apellido, su fecha real de nacimiento.

El 20 de diciembre del año pasado, Daniela estaba organizado la comida de Navidad, cuando sonó el teléfono. "Creo que encontramos a toda tu familia", le dijo Mariángeles Soler, una de las administradoras del grupo de Facebook. ¿Cómo los habían encontrado? La hija de uno de esos 10 hermanos -que siempre supo que a la familia le faltaba la más chica, la hermana número 11- había visto la publicación.

Daniela se descompuso: había crecido como hija única y lo había padecido. "Yo siempre le decía a mis hijos: 'No se peleen, son hermanos, disfrútense, ¿saben lo que daría yo por tener hermanos? Y de repente, tenía 10. Ya no estaba más sola".

Junto a algunas de sus
Junto a algunas de sus hermanas, a las que acaba de conocer

El teléfono sonó enseguida: "Se habían reunido todos para llamarme. Era todo un griterío, había música, una cantaba, la otra lloraba, una se desmayó. Gritaban: '¡María!', '¿Sos vos, María?'". Hablaban de María del Carmen Ruíz, el nombre que le habían puesto al nacer. No tenían forma de comprobarlo hasta que alguien preguntó: "Pará, ¿qué día naciste?". Daniela contestó: 22 de enero de 1967. Todos gritaron "¡Siiiiii!". Era ella, no lo podían creer.

"Fue mi regalo de Navidad, el que más había esperado", dice ahora. Los hermanos le dieron la noticia: su mamá biológica era viejita pero estaba ahí, lúcida. Le pidieron que viajara y fuera a pasar con ellos la Navidad. Daniela ya tenía plan con sus hijos y nietos, y no hizo a tiempo a deshacerlos. Menos mal: el 25 de diciembre volvieron a llamarla, llorando. Unos de los hermanos acababa de morir en un accidente.

"Llegué a San Nicolás sola, unos días después. Fue un encuentro raro, mi mamá biológica despedía a un hijo y recibía otro", sigue. No le pidió explicaciones cuando la vio: "No quise ni pude", sigue. Fueron sus hermanos quienes le contaron la historia, al menos la que ellos sabían:

"Me contaron que ella era analfabeta. Que cuando quedó embarazada de mí, mi papá biológico, que es el mismo papá de todos ellos, se fue con otra mujer y vendió la casa. Quedaron todos en la calle, yo era recién nacida", repasa. "Un hombre del campo le dijo a mi mamá biológica que podía ir a  vivir ahí pero sólo con los hijos varones, que eran los que podían trabajar".

Sólo seis de sus hijos eran varones. A dos de las mujeres las mandó a la casa de sus padres, en Santiago del Estero. Otras dos fueron a un colegio de pupilas y Daniela -o María- quedó internada, descalcificada y desnutrida, en el Casa Cuna.

"Dicen que ella iba a verme cuando podía hasta que un día llegó y yo no estaba más". La rabia ya no existe: "No la culpo, la perdoné. Creo que se debe haber visto en la obligación por la necesidad y las circunstancias, pero al haberme entregado me salvó la vida, porque mis padres adoptivos me trataron como a una reina". El más grande de los hermanos tenía 20 años cuando la menor desapareció de sus vidas, por eso la recordaban.

Desde ese día, la vida de Daniela cambió. Hay una hermana, Norma, "que es mi otra mitad" con la que hablamos todos los días, absolutamente todos". Hay otro hermano que todas las mañanas le manda un audio: "Buen día hermanita, a levantarse!".

Daniela viajó a visitarlos por segunda vez en junio: sus amigas de la primaria le regalaron el pasaje para que fuera al cumpleaños número 92 de su mamá biológica. Cuenta su historia mientras prepara los bolsos: la semana que viene viajará otra vez a San Nicolás para terminar y recibir el año con todos ellos.

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