Sobre el escenario se hacen llamar Holy y ABC -en sus documentos son Armando Chávez y Jairo Massari-, tienen 16 y 18 años y mucho antes de empezar a volcar su pasión por el rap se reunían en la calle para hacer "lío".
Dog's Gansta Life, un juego de palabras que hace alusión a esas travesuras adolescentes, es como ahora todos los conocen en el barrio de Villa Jardín de Reyes, en Jujuy, donde nacieron y se criaron.
Justamente una competencia de "batalla rapera" fue lo que los unió. Esa primera "pelea", en la que cada uno midió sus habilidades para la rima y la improvisación, meses más tarde fue resignificada por ellos mismos. Los convirtió, sin que lo supieran todavía, en "hermanos de un sueño".
"Yo callejeaba mucho, andaba siempre suelto, no paraba en casa", cuenta Armando a Infobae. "Un día se me acercan para comentarme que había otro chico del barrio que rapeaba mejor que yo, entonces lo desafié", recuerda.
Ese otro chico era Jairo, que tenía la misma motivación. "La competencia terminó en empate", rememora Armando sobre el principio de una larga amistad.
Ninguno de los dos adolescentes proviene de familia de músicos . Su acercamiento al género del hip hop nace un poco como necesidad de expresión catártica. Su enorme interés los llevó a volverse autodidactas.
"En los ratos libres escribíamos versos, reflejando un poco el estado de ánimo o situaciones que vivimos del día a día" , resaltan los integrantes de Dog's Gansta Life. A esas letras le sumaron ritmo, sonido y más jerga.
En el caso de Armando fue su hermano mayor, Jorge, que lo hizo sumergir en el mundo del rap norteamericano.
"Siempre canté y bailé. También me sentaba en mi cuarto a escribir ya se por consigna de la escuela o como manera de descarga. Mis profesores me decían que tenía que transformarlo en música", cuenta el joven.
Desde aquella primera batalla competitiva Jairo y Armando quedaron en que algún día iban a unir sus talentos para crear un hit. Entonces improvisaron un estudio de grabación casero para dar vida a su ópera prima, Boom Caja.
Poco después, llegaron hasta el Centro de Innovación Público de Jujuy "Infinito por descubrir", una iniciativa del Ministerio de Educación de la Nación y del gobierno de la provincia de Jujuy que, mediante su propuesta educativa no formal, busca "estimular y potenciar habilidades blandas y vocaciones en niños y jóvenes de 6 a 18 años, a través de la creación de proyectos basados en disciplinas como robótica, programación, videojuegos, arte, diseño y biotecnología".
Además de desarrollar todo el potencial creativo, los chicos aseguran que en ese lugar también encontraron una familia y contención.
"Muchas veces llegó enojado de casa, pero se me pasa rápido porque puedo conversar con los facilitadores del centro que me dan un consejo o me muestran su opinión al respecto", afirma uno de los jóvenes músicos.
Fue allí que los raperos convirtieron su tema casero en una canción de estudio, a partir de la guía clave de los facilitadores del laboratorio de Sonido y Multimedia del centro.
"Estábamos re emocionados, pensábamos que era así, 'tiki taka', grabar, mezclar, combinar las voces, grabar el efecto que venía. Pero en realidad fue mucho trabajo", recuerdan.
La primera consigna para poder desarrollar el proyecto fue la del guión para dar marco al trabajo que iban a emprender. Los adolescentes estuvieron involucrados en en el proceso preproducción y postproducción y la selección de los sets. El resultado fue un videoclip dinámico con las últimas tendencias del género que acumula casi mil visitas en su canal de Youtube.
"Boom Caja, Boom Caja, cómo te relaja", dice la letra del inicio que proyecta los sueños que tienen ambos jóvenes para su futuro.
"Quiero poder vivir de la música y darle a mi mamá la casa que siempre soñó", confiesa Armando. "Ella proviene de una familia muy humilde de la provincia de Buenos Aires. Le prometí darle esa casa, con el rap tengo una gran posibilidad de cumplir eso. Mis papás están separados y no tenemos casi contacto. Ella tuvo que hacerse cargo de mis seis hermanos", señala.
En el barrio ya todos los reconocen y los alientan a seguir por este cambio.
"Fuimos distinguidos con una mención especial en la muestra de fin de año de nuestra escuela, el secundario 33. Yo quiero seguir haciendo música no sólo para cumplirle el sueño a mi madre sino también por todo lo que ella me dio a mí", concluye Jairo.
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