Amigos del corazón: la historia del médico que Favaloro eligió para cumplir su gran sueño

En 1971, el gran cirujano regresó a la Argentina para fundar un servicio de cardiología. Su técnica se replicó en el mundo y armó una fundación. ¿Quién fue el colega que lo ayudó?

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René Favaloro y Luis De La Fuente cuando trabajaban juntos
René Favaloro y Luis De La Fuente cuando trabajaban juntos

El hombre levanta la mano una y otra vez. Todos lo ven porque está sentado en la primera fila, pero ninguno de los panelistas le da la palabra. El Congreso es en el hotel Provincial de Mar del Plata, es de Cardiología y, la charla, sobre válvulas cardíacas. Los oradores son todos cirujanos menos uno, que es cardiólogo, es argentino pero trabaja en Portland, Estados Unidos.

El que quiere hablar es René Favaloro. El único que quiere darle voz es Luis De La Fuente, el cardiólogo, y le pregunta al cirujano que tiene sentado a su lado quién es ese médico, por qué no escuchar qué quiere."Es un cirujano que estuvo en la Cleveland Clinic y quiere volver a Argentina. Nosotros no lo necesitamos, necesitamos a alguien como vos que nos haga un cateterismo", le responde.

Foto actual del doctor De La Fuente, director del Servicio de Cardiología Intervencionista del IADT
Foto actual del doctor De La Fuente, director del Servicio de Cardiología Intervencionista del IADT

Una tarde de diciembre de 2018, en su oficina del IADT (Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento), el doctor Luis De La Fuente, director del servicio de cardiología intervencionista, que trabajó junto a Favaloro durante más de veinte años, recuerda aquel encuentro en 1965, en Mar del Plata: "Cuando terminó la charla, yo estaba guardando las diapositivas y se acerca el grandote este y me dice 'Luis, ¿vos sos Luis, no? Yo soy René Favaloro'. Le dije que ya sabía quién era, y continuó: 'Me quiero quedar acá en la Argentina'".

En el hall del hotel Provincial el jefe de cirugía de un hospital porteño le hablaba a De La Fuente: "Luis, te tenés que quedar conmigo, en Argentina". Con su vida y su carrera armada en Estados Unidos, De La Fuente no sabía qué hacer. Tampoco con Favaloro que, escondido detrás de una columna, le hacía señas.

De puño y letra, una de las notas que René Favaloro acostumbraba dejarle a Luis De La Fuente
De puño y letra, una de las notas que René Favaloro acostumbraba dejarle a Luis De La Fuente

-Cuando Guastavino (el cirujano) estaba de espaldas, René salía y me decía que le hable de él.

-¿Que lo propusiera?

-Sí. Él quería quedarse.

Debieron pasar seis años para que Favaloro regresara al país. En 1971 volvió con la idea de fundar un servicio de cardiología como aquel en el que trabajaba en Estados Unidos.

-Le hicieron el gran favor al no aceptarlo en ningún lado, porque al año siguiente de ese Congreso empezó a desarrollar el bypass en el exterior, sigue de La Fuente.

Al tiempo que Favaloro desarrollaba en Cleveland la técnica que daría a conocer su nombre al mundo, De La Fuente, también en Estados Unidos, pero en Portland, trabajaba en la dilatación de las obstrucciones arteriales con catéteres. Ahí se inventó la angioplastía en miembros inferiores. Ahí estaba De La Fuente.

(Gentileza Archivo Tea y Deportea)
(Gentileza Archivo Tea y Deportea)

Los años de investigación dieron lugar a otro hallazgo, el stent. Y luego del stent, el stent con medicamentos. Pero a más de 10 mil kilómetros de distancia De La Fuente sabía dos cosas: que estaba muy lejos y que no sería cirujano. Si bien esa fue su primera idea, el ambiente no le gustaba mucho. A pesar de que lo miraban como "el loquito que te va a escarbar el corazón con un catéter", siguió adelante. Lo que estaba haciendo era convertirse en pionero de la cardiología intervencionista. También en médico de presidentes como Carlos Menem y Fernando De la Rúa, Juan Manuel Fangio, Ernesto Sabato y Sandro, entre otros.

En un Congreso en Londres, Favaloro volvió a la carga. Por segunda vez -la primera fue el mismo día que lo conoció, en Mar del Plata- intentó convencerlo de volver a la Argentina. Favaloro quería volver, pero también que lo hiciera Luis. Y lo logró.

-Fue muy muy dura la venida de allá de Estados Unidos.

-¿Por qué?

-Porque no nos encontrábamos, nos costaba muchísimo.

-¿Qué les costaba?

-Pasamos de tener todo a hacer todo. Y a no tener. A aprender a trabajar con cosas usadas: en ese entonces no había importación. Comenzamos en el Sanatorio Güemes, armamos tres salas. Yo veía los pacientes y se los pasaba a Favaloro. Le dimos prioridad al interior, porque yo era del interior –nació en La Rioja- y los dos veníamos de la nada. Sabíamos lo que era para la gente del interior no tener familia acá (Buenos Aires), no tener amigos. La idea era ayudarlos; es muy lindo ayudar.

Una noche de la década del 70, en Buenos Aires, un paciente –De La Fuente no recordará apellido, sí la afección: "un reemplazo de válvula aórtica"- los invitó a cenar a su casa. Entrada la madrugada, surgió la idea: hacer una fundación.

Favaloro en uno de sus lugares del mundo, el quirófano (Revista Gente – Gentileza Archivo Tea y Deportea)
Favaloro en uno de sus lugares del mundo, el quirófano (Revista Gente – Gentileza Archivo Tea y Deportea)

-¿El paciente tuvo algo que ver?

-No, nada, salió la idea. Habremos tomado mucho vino, qué sé yo. A René lo han criticado mucho, porque dicen que se puso el nombre. No es cierto: yo fui el responsable.

-¿Por qué le puso su apellido a la fundación?

-Porque en ese momento él brillaba en todo el mundo, y si queríamos conseguir fondos para hacer la fundación era una forma de atraer. Él no quería. Pero esa noche, con cuatro o cinco vinos aceptó. Lo hicimos (sonríe). Después se hizo todo, empezaron las angioplastías, los stents. Y ya se hizo incompatible, porque los pacientes me venían a ver a mí, no para operarse, querían que les hagamos angioplastías. No querían bypass. Y entonces yo que les veía todos los enfermos de él, y venían a verme a él, no podía seguir así.

-¿Discutieron por eso?

-Sí. Yo lo acompañé hasta que se inauguró. ¡Se enojó tanto cuando le dije que no iba a ir a la fundación y que nos íbamos a separar!

La muerte de René Favaloro conmocionó a los argentinos hace 18 años
La muerte de René Favaloro conmocionó a los argentinos hace 18 años

Bastante lejos en el tiempo habían quedado aquellas madrugadas en las que se reunían a las seis y media de la mañana en la estación de servicio de la calle Cabrera. Ahí dejaban sus coches y se metían, hasta las once de la noche, en el Sanatorio Güemes. Allí formaron profesionales de todo el mundo: venían a estudiar médicos de Israel, Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Brasil, México.

-¿Siguieron en contacto?

-Sí, seguíamos hablando. Él estaba muy resentido, pero yo tenía que hacerlo, porque me daba no sé qué. Imagínese: el paciente venía a verme, yo lo estudiaba, iba al cirujano, pero volvía y no quería saber nada con el bypass.

A los ojos del paciente, aunque no supiera cuál era la más adecuada para su caso, la técnica de Favaloro era mucho más cruenta que la de De La Fuente. La angioplastía significaba una incisión en el brazo para introducir el catéter. Para la cirugía, le separarían el esternón y detendrían momentáneamente su corazón. 

Pero, en los comienzos, a sólo el 3% de los casos se le podía practicar angioplastía. Hoy es al 100%.

(Gentileza Archivo Tea y Deportea)
(Gentileza Archivo Tea y Deportea)

El 29 de julio del año 2000 René Favaloro se suicidó de un tiro en el corazón, en su casa de Barrio Parque. Dejó siete cartas: una para su secretaria, Diana Truden, con quien se casaría pronto, otra a Ramona Gimenez (su empleada doméstica), a sus sobrino, otra a sus amigos de la infancia y una para "las autoridades competentes". En esa explicaba la desesperante situación de la fundación: las obras sociales (IOMA y PAMI sobre todo) le debían 18 millones de dólares.

Un día antes había escrito otra, al presidente de entonces, Fernando de la Rúa, pidiendo ayuda económica. La carta llegó el viernes. Favaloro se mató el sábado. De la Rúa la leyó el lunes.

La carta llegó el viernes. Favaloro se mató el sábado. De la Rúa la leyó el lunes.

Cada vez que De La Fuente regresaba a Buenos Aires almorzaban juntos en la Fundación. "Pero siempre terminamos peleando porque él me decía que yo tenía que volver. Siempre la misma historia. Siempre nos hablábamos para los cumpleaños. El cumplía el 12 de julio. Teníamos una gran relación, él era un niño en el fondo. Y un hombre bueno. Fue un excelente cirujano, y un tipo piadoso. Yo le decía "Grandote". Y también Don Corleone: porque era italiano, y se hacía lo que él quería. Estuvimos juntos unos días antes de lo que pasó. Estaba muy contento. Le dije que tenía la cara como el gato que se come un canario, está con las plumas en la boca y cuando le dicen 'michifús, ¿qué has hecho?', responde que nada. 'Pasa que me voy a casar', me dijo. Le pregunté con quién, él decía que yo la conocía. 'Es la chica que te hizo pasar a mi oficina'. Finalmente terminamos peleando, como siempre, y no la conocí. Me tenía que volver, eran como las 5 de la tarde y todavía estábamos comiendo".

Yo le decía “Grandote”. Y también Don Corleone: porque era italiano, y se hacía lo que él quería.

Un mes antes del suicidio, en junio de 2000, De La Fuente dio una conferencia en el Congreso de Cardiología Intervencionista de Grecia. Presentó los primeros stents con drogas. En la apertura, a modo de broma, "porque éramos todos cardiólogos intervencionistas" dijo: "Antes de presentar mi experiencia quiero saber si el doctor Favaloro está en la audiencia".

-Todos se rieron. "No, no está, no está: comenzá". Y mostré lo que creía sería el fin del bypass. Y se cumplió.

-¿Dónde estaba el 29 de julio del 2000 cuando se suicidó Favaloro?

-Estaba fuera del país, en Stanford; había terminado unas reuniones cuando sonó el teléfono. "Se mató Favaloro". No podía creerlo. Yo creía que me llamaba para desearme feliz cumpleaños, como yo hacía con él. Lindo día eligió, todos los 29 me acuerdo de él.

-En una de las cartas que dejó, entre varias cosas, hablaba de lo que definió como "la corrupción imperante en la medicina".

-A mí no me consta, a él tampoco. Él tenía… todos tenemos defectos, pero si él tenía algún defecto es que se dejaba llevar por los cuentos y le amargaban el día.

-¿Pero la denuncia que hace de PAMI?

El PAMI nunca pagaba. Entonces él tenía sus agarradas y todo. Lo escuché a discutir por teléfono muchas veces. Y bueno, no pagaban. El dinero se producía en el Güemes y de los pacientes que venían particulares. Todo el mundo ha tratado de usarlo políticamente. A mí también me han querido usar; Menem me ofreció el Ministerio de Salud, le dije que no y me fui a mi consultorio.

-¿Entendió la decisión que tomó?

-¿De qué?

-De suicidarse.

-Es que yo no sé qué es lo que pasó. Daría cualquier cosa por saber qué fue lo que pasó. Lo que sí sé es que estaba feliz.

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