Liliana Furió, la hija de un genocida que repudia y enfrenta a su padre: "Cuando supe lo que hizo quedé devastada"

Es hija de Paulino Furió, represor condenado a prisión perpetua por la desaparición de al menos 20 personas. Es también la co-fundadora de Historias Desobedientes, el colectivo que nació en 2017 por la memoria, la verdad y la justicia y que reúne a hijas e hijos de genocidas de la última dictadura. El día que supo la atroz verdad sobre su familia, el repudio y cómo se reconstruyó

Liliana es hija del genocida Paulino Furió, quien fue jefe del G2 (División de Inteligencia del Ejército). Este represor fue condenado en el año 2012 a prisión perpetua por una larga lista de delitos, entre los que se destaca la desaparición de al menos 20 personas.

Liliana también es la fundadora, junto a Analía Kalinec, de Historias Desobedientes, el Colectivo que nació en 2017 por la memoria, la verdad y la justicia, que reúne a hijas e hijos de genocidas de la última dictadura cívico-militar. Durante una entrevista con Infobae, explicó que "fue un proceso muy largo" y de "mucha soledad" hasta llegar a encontrarse con otros.

"Es un tema muy complejo, difícil, doloroso y tremendamente repudiable", agregó Furió, quien recordó cómo fue el tránsito hasta que se encontró con la verdad sobre el accionar de su padre durante la dictadura.

"Cuando a él lo llevan a juicio en 2008, me dije de una manera casi visceral: 'Tenés que saber, tenés que poder enfrentar lo que sea'. Ahí empecé a buscar información", recordó Furió, que es directora y documentalista y trabaja desde a danza para la "integración", como ella misma define su tarea.

Habíamos tenido un montón de conflictos muy duros, incluso de llegar a la violencia física, cuando un día, en la adolescencia, le dije: “A mí no me pegás más”. Y casi me mata

Las causas por las que se condenó a su padre son del '76 y del '77, en la ciudad de Mendoza. La familia llegó a Mendoza en el '74 y se mudaron a principio del '78. En ese período su padre llegó a ser jefe de operaciones del comando de la brigada que dependía de la Córdoba de Luciano Benjamín Menéndez. Después fue jefe de inteligencia del departamento del mismo comando.

Su padre actualmente está cumpliendo prisión perpetua domiciliaria, y presenta demencia senil. Cuando fue interpelado por Liliana, él le respondió: "Dios me ha perdonado, pero no estoy arrepentido de nada. Si volviera a nacer haría lo mismo que hice".

-¿Qué significa ser Desobedientes?

-Soy desobediente desde que tengo uso de razón, y de manera colectiva desde mayo del 2017 que nos empezamos a encontrar hijas e hijos, hermanos, nietos de genocidas. Lo hicimos por la memoria, verdad y justicia. A mí al principio me pareció inverosímil. Un año antes la había encontrado a Analía Kalinek que me conmovió con su historia y me sentí identificada. La contacté. Nos juntamos de inmediato en la esquina de mi casa. Esto fue un año antes de que se conformara el colectivo.

-¿En qué consistió esa experiencia?

-Tengo 55 años. A Analía la encontré a los 53 y ella ya tenía la ilusión de encontrar más familiares que repudiaran el accionar de sus padres, hermanos, abuelos. Yo le decía: "Ani, llevo muchos años y hoy te encuentro, no nos generemos falsas expectativas porque es muy frustrante, laburemos desde el lugar que podamos". Ella es delegada gremial, yo milito en el feminismo desde hace muchos años en barrios. Nunca me pude adaptar a lo partidario porque es muy verticalista para mi estructura antiverticalismo. Obvias razones: padre tremedamente machista, en una estructura castrense.

Cada vez repudiaba más lo que había sucedido en la dictadura militar, pero seguía sin poder indagar en lo personal en cuanto a mi padre

-¿Cómo se componía su familia?

-Somos cinco hermanos. No quiero ahondar mucho en el tema familiar porque, además de ser muy doloroso, hay muchos hermanos, muchos sobrinos, muchos hijos… Algunos me apoyan y a algún sector de la familia no le parece buena esta salida a lo público. Es un tema muy complejo para casi todos los del colectivo.

-Les pasa a todos más o menos lo mismo.

-Sí, con muchos matices porque hay algunas personas del colectivo que tienen la certeza de que familiares que participaron nunca fueron juzgados, incluso constataciones de que formaron parte pero fallecieron impunes. Hasta que vino Néstor Kirchner la gran mayoría estaba absolutamente impune. En cuanto a los padres que fallecieron, paradójicamente desde algún lugar tiene una carga muy pesada, es más fácil que para quienes tenemos los padres cumpliendo condena perpetua y vivos.

Liliana Furó en Infobae (Santiago Saferstein)

-¿Cómo le llega la información de lo que fue y había hecho su papá?

-Cuando empezó la democracia surgieron una cantidad de datos escalofriantes. En los ámbitos donde nos movíamos nosotros, que eran los clubes y barrios militares, transitaba "estos zurdos que exageran". Otra prédica constante era "en toda guerra hay excesos", siempre tipificándolo como una guerra. Yo era muy jovencita y no había salido de esa endogamia en todos esos años y quedé un poco adherida a ese discurso

-En un principio no cuestionaba ese discurso.

-No, para nada. Era así en todas las guerras y citaban guerras de aquí y allá. Yo fui saliendo de muchos clóset, incluso de mi identidad sexual, y eso fue otro camino. En el caso de mi padre, él estuvo en Mendoza y nosotros vivimos en Buenos Aires desde hace muchísimos años, y yo no tenía acceso a la información. Alguien una vez me dijo: "Mirá que tu papá, hay un libro…".

-Y usted querías saber lo que había hecho su papá.

-Yo quería saber, pero tenía una enorme contradicción porque es muy doloroso. Pregunté en algún momento, cuestioné cuando empezó a aparecer el Nunca Más: pero que lo terrible había pasado en la Esma, decían, pero que en Mendoza no había sido tal. Y me quise quedar con eso, obviamente.

Paulino Furió durante el juicio en Mendoza

-¿Cuántos años tenías cuando empezaste a manejar este tipo de información?

-Tenía 20 años cuando llegó la democracia. Cada vez repudiaba más lo que había sucedido en la dictadura militar, pero seguía sin poder indagar en lo personal en cuanto a mi padre. Recién cuando lo llevan a juicio en 2008 me dije de manera casi visceral: "Tenés que saber, tenés que poder enfrentar lo que sea". Ahí empiezo a buscar información. Ya había redes, porque también hay un antes y un después. Uno tiene hoy un acceso a la información muy diferente a la que teníamos antes.

-¿Cuál es el mayor recuerdo a partir de ese momento?

-Me tuve que desarmar y volver a armar porque fue tremendo encontrar las causas, las declaraciones de un montón de ex detenidos-desaparecidos que habían dado testimonios y familiares de desaparecidos. Quedé desvastada, y ahí no pude parar. Empecé a buscar documentales, libros. Fue muy tremendo.

“Dios me ha perdonado, pero no estoy arrepentido de nada. Si volviera a nacer haría lo mismo que hice”, me respondió mi padre cuando lo interpelé. Fue devastador

-¿Alguna vez había hablado con su papá, le había preguntado algo?

-No, tibiamente… "¿Cómo es esto que están diciendo?"… "En Mendoza no hubo tal situación".

-¿Y su relación con él cómo era?

-Mala.

-¿Siempre había sido mala?

-Sí, bastante mala. Era un tipo de un machismo casi caricaturesco porque era brutal. Era misoginia directamente.

-¿Incluso con sus hijos?

-Soy la única mujer, su primogénita. No me lo habrá perdonado probablemente… El resto de mis hermanos son varones. Y también están completamente de acuerdo con los juicios, en contra de lo que sucedió en la dictadura, pero ellos eligen otro camino de resistencia.

-Pero también asumiendo lo que pasó dentro de esa familia y quién era su papá.

-Quién es. Está vivo. Está cumpliendo perpetua domiciliaria. Está con un cuadro de demencia senil, pero eso lo hace doblemente difícil y doloroso. Yo llegué a poder interpelarlo. Habíamos tenido un montón de conflictos muy duros, incluso de llegar a la violencia física, cuando un día, en la adolescencia, le dije: "A mí no me pegás más". Y casi me mata. Pero nunca lo había interpelado en relación a ésto que hizo y de lo que formó parte.

” La relación con mi padre era mala. Era un tipo de un machismo casi caricaturesco porque era brutal. Era misoginia directamente” (Santiago Saferstein)

-¿A qué otros episodios se remonta el quiebre que hace con su padre?

-En un viaje en 2013, de Berlín a París, en el que ya estaba en pareja con la que actualmente es mi esposa, que es alemana. En el supermercado del barrio donde se había mudado mi hija menor que estaba viviendo ahí nos encontramos con una mujer que nos abordó y nos dijo: "¡Ay, ustedes son argentinas!". Le pregunto si estaba paseando y me dijo: "No, yo estoy hace 37 años, me tuve que venir escapando porque mi marido está desaparecido, desapareció en el 77, en la biblioteca de la ciudad de Mendoza". Tenía una tonada cuyana, y me dijo que era de Mendoza, mi marido.

-¿Y qué pasó?

-Me preguntó qué me pasaba. Le digo que mi papá en esos años era el jefe de inteligencia del Comando de la Brigada. La mujer se quedó lívida. Nunca vi una mirada tan espantada. "Ay, lo siento mucho, estamos en veredas muy opuestas", me dijo y se fue. Yo la salí a correr, me había dicho su nombre, "Marta volvé", le grité, "no estamos en veredas opuestas". Y se volvió en seco: "¿Por qué me decís que no estamos en veredas opuestas?". Se había puesto a la defensiva.

-¡Cómo explicarle!

-Fue tremendo. Ella me contó su calvario, los años que llevaba buscando el cuerpo, que había tenido que escapar exiliándose en París, con sus hijos que eran dos bebés. Quedamos muy vinculadas durante mucho tiempo. Nos escribimos. Ella me había dado un montón da datos que había ido buscando. Y ahí dije: "Yo tengo que hacer el intento de interpelarlo para que hable".

Le dije que yo era muy consciente de que si yo hubiese tenido en esos años más edad, sería una desaparecida, por mi militancia, por mi ideología, por mi sexualidad

-Quería que su padre hablara con usted.

-Sí, que me diga. Que ayude a poner luz. La respuesta fue una esquizofrenia que para mí no tiene ningún tipo de explicación coherente. "Dios me ha perdonado, pero no estoy arrepentido de nada. Si volviera a nacer haría lo mismo que hice", me respondió. Fue devastador.

-Cuando él dice que lo haría de nuevo, ¿le aclara lo que hizo?

-No. "No te voy a dar ninguna información". Yo soy el enemigo. También le dije que yo era muy consciente de que si yo hubiese tenido en esos años más edad, sería una desaparecida, por mi militancia, por mi ideología, por mi sexualidad. No me pudo decir que no.

-¿Qué rol ocupaba su mamá en todo esto?

-Si al día de hoy tenemos un vínculo es porque ella ha sido muy amorosa y es una madre muy presente. Él también, como padre proveedor, no desde lo afectivo, claro. Quedó adherida a ese discurso épico de "hicimos lo que había que hacer con estos que eran el demonio". Acá también hay una iglesia bajando línea, el sector de Von Wernich y muchísimos otros. La iglesia en ese momento, como institución, dio apoyo absoluto y absolución en las confesiones a los horrores más espantosos. Es un tema muy complejo, difícil, doloroso y tremendamente repudiable.

Historias Desobedientes, el colecitvo que reúne a hijos de genocidas que buscan la verdad y la justicia

-¿Sigue teniendo algún tipo de vínculo con su madre?

-Sí, porque están muy mal. Están viejitos. Ella sabe donde estoy parada. Cuando han salido temas, fueron dolorosos y conflictivos. Ya no se habla más de la cuestión. Cada una sabe qué piensa la otra. También con ella he tenido discusiones muy fuertes y tremendas cuando volvieron del primer juicio ya con una condena. Yo no podía creer que ella había estado escuchando una hilera interminable de testigos, de confesiones, de hechos horrorosos y que quisiera pensar que era todo armado, un invento. O que justifique eso. Eso fue tremendo.

-¿Cómo se construye una "nueva identidad"?

-No sé si hubiese podido sostenerlo si no pedía ayuda porque es tremendamente desestructurante. Es un hecho trágico en el sentido familiar, porque lo otro no fue una tragedia sino un genocidio. Mucha terapia, mucho arte, mucha necesidad de sublimar. La gran mayoría de los que formamos parte de este Colectivo estamos relacionados con alguna expresión del arte. Muchos escriben, de hecho sacamos un libro de varios relatos en el marco del encuentro.

El colectivo Historias Desobedientes es necesario, es sanador, es liberador poder poner en palabras y expresarlo

-¿Qué le dejó el Primer Encuentro Internacional del Colectivo Historias Desobedientes?

-Todavía no podemos creer lo que hicimos porque fue todo a pulmón, con muchísimo esfuerzo, y no nos imaginábamos que iba a tener la repercusión, la concurrencia de gente que tuvo. Estamos sumamente felices. Esto es necesario, es sanador, es liberador poder poner en palabras y expresarlo en un libro. Hay compañeros que hacen teatro. Yo soy documentalista y estamos en un proyecto de documental, también. Eso es salvación.

-¿El Colectivo tuvo un acercamiento a los organismos de Derechos Humanos?

-Eso está sucediendo. Imaginate que sale un Colectivo de locas, porque para la mayor parte de nuestra familia somos las locas. Los organismos dijeron: "Éstos de dónde salieron". Es una inferencia que yo hago, nadie me lo dijo. Eran cautelosos, era lógico. "Y ahora vienen a aparecer", fue uno de los cuestionamientos. Es que todos transitábamos desde ese lugar pero en soledad, no es que de repente dijimos: "Mirá lo que hicieron nuestros padres". Fue un proceso muy largo y en soledad. No nos imaginábamos que eramos tantos y tantas.

(Santiago Saferstein)

-¿Cree que puede crecer esa vinculación?

-Obviamente que los organismos que llevan 40 años de lucha son nuestras referencias. Las Madres y las Abuelas para nosotros son una referencia política, de lucha, de vida y obviamente que lo entendimos. En ese trayecto algunas se nos acercaron, no de manera oficial. Recién en la marcha contra Miguel Etchecolatz (director de investigaciones de la policía bonaerense y man derecha del general ramón Camps) que hubo en Mar del Plata contra la domiciliaria, en enero de este año, fue la primera vez que un organismo de allá nos invitó a participar.

-¿El Encuentro de Historias Desobedientes que realizaron posibilitó más esa aproximación?

-Con este encuentro hicimos una declaración de nuestros objetivos y nuestra razón de ser. Creo que ahora entienden que estamos a disposición de todos esos organismos, y que creemos que hoy más que nunca hace falta sostener esas banderas.

-¿Qué otro aspecto resalta del del Encuentro en su faceta de carácter Internacional?

-Hay tres compañeros de Chile que forman parte del Colectivo. Es un hito porque allá hubo mucho más impunidad, aunque haya casos de juzgamiento. En Latinoamérica somos un ejemplo en el mundo. También con familiares descendientes de nazis. Vino Alexandra Senfft que tiene escrito varios libros, es periodista y nieta de un nazi. Nos sentimos muy identificadas, hermanadas y motivadas en dar voz en esta lucha que nos parece absolutamente necesaria por los derechos humanos. Y reivindicar esto porque hubo un bastardeo en denostar la lucha de los Derechos Humanos, que nos parece gravísimo y peligrosísimo.