¿Habrá pensado en cómo habría de ser su futuro en la Argentina cuando cruzaba la frontera a los diecinueve años desde su Paraguay natal, tan sólo acompañada por una bebé, su hija, que determinaba que en sus pagos la encasillaran como "madre soltera"? Lo que es seguro es que tenía la convicción de ser alguien.
"Mi madre siempre me decía que desde pequeña yo jugaba a viajar a Buenos Aires –dice a Infobae Betty Diarte, la mujer que se encargó de vestir a los grupos más reconocidos de música tropical durante los años '90, el gran momento de esplendor de la cumbia, en un bar de Almagro, cerca de su casa y actual oficina–. Se ve que cumplí".
Desde su taller, Diarte le otorgó una marca propia a la indumentaria de la movida de los grupos como Volcán, Comanche y Ráfaga, además de solistas como Pocho La Pantera y Rodrigo. Sus creaciones fulguraban en colores potentes mientras quienes las portaban se deshacían en pasos coreográficos sobre el escenario. Sobre estas historias conversó con Infobae.
–Usted diseñó mucha de la ropa característica de los cantantes de la movida tropical…
–A mí me conocen mucho desde que vestí al grupo Comanche, pero no sólo estuve en la movida, sino que estuve con Gerardo Sofovich, con Carmen Barbieri, con Juan Alberto Mateyko, pero estoy muy orgullosa de ser la diseñadora de la movida tropical. Gracias a esa movida a mí me conocen. Además, no tengo competencia porque lo mío es específico. Por eso me llevo bien con todos, me considero inteligente como para competir y estoy muy segura de mi trabajo.
–La movida tropical tuvo su momento de auge…
–(Interrumpe) De gloria.
–Sí, de gloria en los noventa. ¿Cómo se relacionó usted con el ambiente?
–Yo trabajé mucho tiempo con Juan Carlos Mateyko haciendo su vestuario. Él se fue a vivir a los Estados Unidos pero yo me quedé. Justo en ese momento empezó el furor de la movida tropical. Entonces le dije a un amigo: "Yo voy a ir con la movida tropical". "Pero si en la bailanta no usan vestuario", me dijo mi amigo. "No, lo voy a hacer yo", le respondí. Empecé a averiguar dónde se juntaban, dónde paraban y me dijeron que lo hacían en Callao y Sarmiento, había un café y ahí estaban todos. Yo fui como una más a tomar un café, charlar y ver y pregunté cuál era el grupo que estaba "arriba". Y me dijeron: "El grupo que está arriba hoy es Los Cartageneros". "¿Y quién lo tiene?", dije. "Carlos Altamirano". Entonces me pregunté cómo hacía para llegar a Carlos Altamirano. Pregunté dónde estaba la oficina. Y una persona que estaba ahí me dijo: "¿Por qué preguntás tanto?". "Porque quiero hacerle el vestuario".
-¿Pudo encontrarlo?
-Ante la insistencia me pasaron la dirección y fui. Altamirano me dijo: "Betty, lo que pasa es que los chicos no van a saber qué es una diseñadora. Si vos te animás, yo no tengo problema". Hablé con Los Cartageneros y efectivamente me preguntaron qué era una diseñadora. Les expliqué: "Les voy a hacer ropa para que estén en el escenario, van a ser artistas, ustedes se tienen que lucir", aceptaron y se convirtieron en mis primeros clientes. Les hice unos pantalones con spencer y les gustaron. Hablé con Altamirano y le dije: "Yo quiero trabajar con todos". En ese momento estaba Gladys la Bomba Tucumana, Ricky Maravilla, Alcides. Pero yo no sé si quería vestirlos, porque ya tenían su estilo y eran gente grande. No era ropa artística. Habría sido más difícil convencerlos del cambio. Entonces Carlos Altamirano me dijo que cuando los de Granizo Rojo vieron el cambio de Los Cartageneros les interesó, así que seguí con ellos. Después apareció Adrián y los Dados Negros. Eran los tres que estaban arriba. Además de Pocho La Pantera, pero ¿cómo llegar a él?
–¿Y cómo llegó?
–¡Fue difícil! Yo hablaba con el manager, pero no me dejaba llegar a él. Nunca podía hablar con Pocho. Yo trabajaba en (la discoteca) New York City y hacía camisas con el logo para cuando iban visitantes famosos. Un día llegó Pocho. "Si no hablo hoy con él, no hablo nunca más", me dije. Fui y entré, estaba el manager, pero no podía decir nada. "Hola, Pocho", le dije. "Hola, ¿yo te conozco a vos?", me dijo. "No, no me conocés, pero yo soy Betty Diarte, soy diseñadora", le dije y le conté qué hacía. "Quiero trabajar con vos porque me encanta tu look". "Bueno", me dijo, "yo mañana voy a estar en Indiscreciones, el programa de TV, si hacés una camisa que me guste, vas a ser mi diseñadora". ¡De un día para el otro! Le hice dos camisas, se las llevé, se las mostré y me dijo: "Esto es lo que a mí me gusta". Se sacó la que llevaba puesta y se la puso para el programa. Desde ese día fui su diseñadora. Además de que tuvimos una amistad muy, pero muy linda. Él me dijo que me iba a ayudar y lo hizo. De ahí fui a Magenta.
–¿El sello discográfico?
–Sí. Y me dieron a todos sus grupos. Ahí me asusté un poco. ¡Eran dieciocho grupos!
–¿Usted tenía un taller?
–Sí, uno chico, porque vestía a tres grupos. Pero cuando Beto Kirovsky de Magenta me dijo "Vamos a trabajar", empezamos. Y creo que no le fallé. Después ellos cerraron, justo cuando yo había puesto unas oficinas a toda máquina en Sarmiento y Uruguay. "¿Y ahora qué hago?", me dije. Magenta había quebrado. Justo me iba a ir a acostar, cuando tocaron el timbre, y la chica que trabajaba en casa me dijo: "Señora, vino la gente de Roberto Fontana".
–¿Quién era?
–El manager de los otros grupos televisivos de la bailanta, la competencia de Magenta. Me había dejado una tarjeta que decía: "Señora Betty Diarte, la espero a las dieciséis horas en mis oficinas en Pueyrredón y Bartolomé Mitre".
–Justo en la estación de trenes de Once, el centro de Once.
–Sí. Yo soy una persona leal. Eran la contra de Magenta. No me animaba. Lo llamé a Beto y le conté. "Adelante", me dijo, "nosotros no podemos cumplir con vos y seríamos muy egoístas si no te dijéramos adelante". Entonces fui. Fontana me recibió y me dijo: "Señora Betty Diarte, usted está muy identificada con Magenta, pero yo la necesito. No quiero que cobre su nombre, quiero que cobre su trabajo". Y así trabajé con Fontana hasta que él falleció. Luego trabajé en canal 9 con la Tota Santillán y no dejé de trabajar. Los que estaban con Fontana eran Volcán, Malakate, prácticamente todos porque empezaban a expandirse. Seguía con Pocho y nunca lo dejé hasta que él se fue. La última camisa se la hice quince días antes de que se internara, antes de morir, era una camisa animal print que me había pedido especialmente. Fue su última camisa.
–Se habían convertido en amigos.
–Sí, mucho. Cuando enviudé, quedé tres años muy para abajo, no quería hacer nada. Él venía a mi casa a conversar. Me ayudó mucho. Pasados los tres años me dijo: "Betty, vos ya estás bien. Tenés que volver a trabajar. Me parece que no querés trabajar, pero de vaga". Después murió. Fue una enfermedad fulminante.
La última camisa de Pocho la Pantera se la hice quince días antes de que se internara, antes de morir, era una camisa animal print que me había pedido especialmente. Fue su última camisa
–¿Cómo era trabajar con tantos grupos, que además hacen recitales todos los fines de semana, van a la tele?
–Con Fontana tenía 25 grupos. Iba por tandas. Cuatro grupos por semana hasta comenzar otra vez con los primeros. Todos tenían el mismo estilo, un estilo personalizado. El artista tiene que estar cómodo. Muchos tenían personalidades muy fuertes y no tuve problemas con ninguno. Y siempre les gustaba.
–Todos son muy refulgentes.
–Por ejemplo, Ráfaga, siempre tenían un detalle. Todos es así. Tienen un pequeño brillo, no todo brillo, pero sí uno pequeño que se destaque. O el bordado, yo trabajo mucho con bordados. El bordado es muy significativo. Con Comanche y Complot me llevaba bien, con todos. Hoy mismo los chicos de Complot me dicen "mamá".
–¿Y Rodrigo Bueno?
–A él lo conocí en Magenta. Lo conocí por José Luis Gozalo, que era su representante. Tenía una relación excelente con Rodrigo, por eso me dio mucha bronca la película. El Rodrigo que conocí es el alegre, siempre de buen humor, "Mami, vení, vamos a hacer esto", te decía si te veía medio bajoneada. Siempre le gustaban las camisas que yo hacía y siempre se las olvidaba en Córdoba. Entonces iba a la puerta de mi casa y gritaba desde la calle: "¡Mami, tirame una camisa que me las olvidé en Córdoba!". Conozco a su hijo Ramiro, a la madre de Ramiro, Pato. No es el Rodrigo de la película.
–¿Cómo sería ese Rodrigo?
–Ese Rodrigo adicto, no se habló de su trayectoria, sino de cosas muy nefastas.
A Rodrigo le gustaban las camisas que yo hacía y siempre se las olvidaba en Córdoba. Entonces iba a la puerta de mi casa y gritaba desde la calle: “¡Mami, tirame una camisa que me las olvidé en Córdoba!”
–Sin embargo, se puede pensar que en la noche de la movida tropical circulan ciertas sustancias.
–Mirá, eso circula en todos lados, pero creo que no hay razón después de 14 años de su muerte para mostrarlo de esa manera porque no es tan así.
–No es tan así, pero algo hay.
–Algo hay, pero no es su esencia. Yo conozco mucho a Rodrigo, venía a mi casa, conozco su intimidad. Por eso la película no me gustó.
–Hace poco Marixa Balli contó una escena en la que él la encerraba por celos, de una manera posesiva y machista.
–Marixa Balli no es la que dicen, la conozco a ella, pero no me gustan las mentiras. Ella dice que fue el amor de su vida y eso es mentira. El amor de la vida de Rodrigo fue Sarita Carrera, y Pato, la mamá de su hijo. Rodrigo amaba a su hijo.
–¿Y conoció a Gilda?
–Sí.
–¿Le gustó la película?
–No la vi, así que no te puedo decir. Con Gilda tuve cercanía, pero más profesional. Le hice el vestido de la foto famosa de Gilda.
–Entonces, su mejor amigo de la movida fue Pocho.
–Sí, y la Tota Santillán.
–Que también tuvo problemas, internaciones y acusaciones.
–Para mí, la Tota es un chico en cuerpo de adulto. Lo conozco y lo quiero con sus defectos y virtudes. Nunca te va a dejar sin una ayuda. Su defecto es salir con chicas que no le sirven.
–¡Pero ese sería un defecto de las chicas, no de la Tota!
–(Ríe) Sí. Bueno, tuvo muchos problemas. Ahora trabaja en Paraguay.
–También conoció a Diego Maradona. ¿Cómo llegó hasta él?
–Cuando se fue a Mandiyú (el equipo correntino de fútbol que dirigió a mediados de los '90) le hice unas camisas hermosas, no de bailanta. Él se las puso. Y una vez en la tele le preguntaron de qué diseñador era la camisa. "Versace", dijo. ¡Cómo lloré! Entonces lo llamé y lloraba y me dijo: "¡Es que tengo contrato con esa firma y no puedo promocionar otra!". "¡Te hubieras callado y dicho nada!", le dije llorando. Me pidió disculpas y me dijo que me iba a ayudar. Y lo hizo. Empezó a hacer alguna cosa en la movida e iba a las bailantas y cobraba diez mil dólares por show y ahí me ayudó. Otra decepción tuve con el grupo Ráfaga, pero firmaron con Sony Music, que les puso a Jorge Ibáñez de diseñador. Cuando fueron a lo de Mirtha con el cantante Ariel Puchetta y le preguntaron quién les había hecho la ropa, dijo "Ibáñez". Fue como un cachetazo. Me sentí defraudada. Les dije de todo menos lindo. Yo lloraba y ellos también. Después se me pasó.
–Usted nació en Paraguay.
–Sí, vine a los diecinueve años. No son los diecinueve años de hoy. Yo quería ser alguien. Pero ser madre soltera en Paraguay te encasilla. Así que cuando tuve la oportunidad vine a Buenos Aires. Llegué y empecé como peluquera, hasta que Mateyko me dijo que tenía que hacer diseño. Tuve mucha suerte. La Argentina es mi segundo país. Mi corazón está dividido entre Paraguay y la Argentina, tengo vínculos con mi partido, el Partido Colorado, y sigo teniendo allá una casa. La primera vez que fui a una cena importante porque me invitó Juan Alberto Mateyko estaban en la mesa Susana Giménez, Cacho Castaña, el Puma Rodríguez y cuando nos sentamos en el salón del Sheraton vi todos esos cubiertos y le dije a Juan: "¿Para qué tantos cubiertos si yo como no como con tantos?". "¡Betty! Vos hacé lo que haga el resto". No sabía para qué eran tantos si con un tenedor y un cuchillo a mí me alcanzaba.
–¿Cuál es la actualidad de la movida tropical?
–Primero que no hay presupuesto para este tipo de vestuarios. La bailanta, después de Cromañón, se vino abajo, cerraron locales, como todos. Al estar cerrado se achicó muchísimo todo. Antes los grupos se conocían por sus vestuarios, hoy usan zapatillas. Antes no los dejaban actuar con vaqueros. Hoy le hago el vestuario a Juárez, que era de Tambó Tambó, pero sigue con el vestuario de esa época. Y nada es barato. Y le hago vestuario a los que me llaman, a los nuevos. Nunca dejé de vestirlos.
–Me dijo que no le gustaba la palabra "bailanta", ¿por qué?
–Es que es muy despectiva para muchos. Había lugares para bailar de piso de tierra, de tablones. Hoy son boliches. Para mí es la movida tropical, luché por eso, para que se la conozca como la movida tropical.
Seguí leyendo