Asegura que nadie nace feminista. Y lo hace justo ella, que lleva una vida dedicada a estudiar el feminismo en todas sus manifestaciones. La socióloga e historiadora feminista Dora Barrancos es una de las académicas más importantes del país.
En diálogo con Infobae, la investigadora, que está a cargo del área de Ciencias Sociales y Humanidades del CONICET, reflexionó sobre los movimientos de mujeres durante 2018 en la Argentina -con la discusión sobre el aborto en el Congreso como tema saliente en el año que termina- y los desafíos que deberán enfrentar en 2019 para que la agenda de género tenga un rol saliente en la campaña presidencial.
-¿Se imagina cómo va a atravesar el tema del aborto en un año electoral como es el que viene?
-Va a ser muy complejo. Soy una optimista irredenta. Seguiré manteniendo esta fidelidad al optimismo de la acción, no de lo inercial. El año que viene hay algo muy claro que van a tener los candidatos o candidates, para que no haya ninguna posibilidad de perder votos. El tema del aborto en algunas provincias es muy peliagudo. Pero no sólo allí. Podríamos hacer el cálculo en algunas áreas de los grandes centros urbanos, y es absolutamente claro que hay una gran capacidad decisional de las mujeres a apoyar candidaturas que efectivamente digan que van a sostener la legalización del aborto.
-Es un tema que en una campaña siempre se pregunta y esta vez se va a estar escuchando mucho la respuesta, ¿no?
-Así es, eso es lo que digo. Creo que va a haber más vacilación que un enunciado completamente radical, que va a haber algún juego de sinuosidad antes de manifestar abiertamente. Es probable que en alguna condición de posibilidad tal vez haya un franqueamiento.
-¿Cuál es la clave para combatir la violencia machista?
-Prevenir. La punición vino a tener un significado muy importante pero al mismo tiempo no es que va a resolver todas las condiciones de la violencia patriarcal. Estamos con más densidad punitiva que con densidad preventiva. Esto ocurre a una escalada fundamental en todo el sistema educativo, que tiene que modificar la currícula y la formación de los docentes. La docencia primaria se ejerce en altísima proporción por docentes femeninas: si hubiera una contribución ahí, tendríamos una escala de prevención notable.
-¿Qué balance hace del G20 en cuanto al color que dejó?
-Mucho cotillón y una expresión muy mundana, de superficie. No quiero decir que haya una mutación completa, en el sentido de la seriedad, pero hay un contraste entre todo ese cotillón y superficialidad, y lo que ocurrió de fondo.
-Además, hubo una gran cobertura mediática sobre la elegancia y el rol de las primeras damas.
-Una saturación de devaluaciones de la presencia de las mujeres en la vida política, en toda la sociedad y cualquier lugar. El ejercicio de ese lenguaje "primera dama" que todavía se usa está connotado de algo arcaico. La palabra "dama" es completamente inapropiada. El contraste en que la figura del poder es la ejercitada por el varón, el marido, y la primera dama, en el fondo lo que quiere decir, es segundona en todo este escenario.
La punición vino a tener un significado muy importante pero al mismo tiempo no es que va a resolver todas las condiciones de la violencia patriarcal. Estamos con más densidad punitiva que con densidad preventiva
-¿Cómo ve la reacción de quienes estaban en contra del aborto, que tampoco quieren educación sexual integral, y lanzaron la campaña Con mis hijos no te metas?
-Era la combinatoria que subyacía, aunque algunos representantes en el Congreso hicieran alharaca de que lo que hacía falta era educación sexual integral, inclusive reclamando una ley sancionada en 2006. Es el ingrediente necesario a esta saga que espero que en Argentina sea muy limitada, porque no tiene por donde prosperar. Observamos una capacidad de movilización, de subversión que han tenido las más jóvenes que es una lección para todo el mundo. Ahí va a haber un límite, inclusive en el que puede tener algo más aciago aún que ese movimiento contra la ideología de género.
-¿Qué lugar ocupan y cuál deberían ocupar los varones en la lucha feminista?
-Un gran lugar porque históricamente ha ocurrido así. La gran asamblea, muy mitológica, que recordamos de Seneca Falls, en Estados Unidos, tuvo alrededor de un 25 o 30 por ciento de varones. Hay circunstancias en las que tiene que haber ambientes de estricta conversaciones entre mujeres. Pero necesitamos muchos "feministos". En el pasado hubo gente de muy buena voluntad, figuras notables, John Stuart Mill, tan amigo de la causa femenina. Necesitamos que los varones se sacudan su mochila patriarcal, que es muy pesada.
-Un patriarcado que los afecta mucho también a ellos, ¿no?
-Siempre dejo la idea de que los varones tienen una responsabilidad insólita, que se dieron a sí mismos ventajas que finalmente no fueron tantas. Por un lado, el poder regente en las ciencias, en el poder político ni se diga. Pero la dialéctica del amo y la esclava es patética para el amo. El problema más grave es quién domina y somete. Ese es el problema que tiene la humanidad. Ser refractario, esa condición de dominio debería ser un paso enorme. Estoy segura de que los varones deben reflexionar mucho acerca de la condición que se dieron de someter.
Necesitamos que los varones se sacudan su mochila patriarcal, que es muy pesada
-¿Las nuevas generaciones vienen distintas porque ciertas crianzas ya no arrastran complicidades con ese machismo?
-Lo que decís es muy verdadero. Es un poco difícil el término "cómplice", pero hay ahí una situación muy dramática en la que es necesario ver que el triunfo verdadero del patriarcado no es en la regencia, esa supremacía, que se han dado en todos los órdenes, sino en un sistema de creencias por parte de las mujeres. Una naturalización de que eso es inexorable. Un tono de circunstancia que esto es así y no puede ser de otra manera. Ahí está el triunfo patriarcal.
-Los estereotipos de género también tiene su papel, ¿no?
-Hay una gran articulación de sentidos jerarquizados para lo que debe ser el chico y lo que debe hacer la niña. Y los sentidos jerarquizados todavía dicen "un niño está mucho más cerca de ser presidente, que ella, está mucho más cerca de ser un gran científico, que ella". Mucho más cerca de ser un gran comunicador, que ella.
-Y mientras sigamos a cargo de las tareas de cuidado seguirá siendo así, porque tenemos menos tiempo.
-Por eso el empeño que tenemos es de gran revolución doméstica, ahí está la clave. Porque sin cuerpos femeninos que aguanten la responsabilidad de la reproducción, del cuidado, de todo lo que tiene que ver con la sistematicidad elemental, no hay producción. Probablemente toda esa tarea esté significando a lo mejor, 24 o 25 por ciento del producto bruto. Mientras no tengamos las posibilidades de resolver la polea doméstica, será muy difícil para las mujeres una completa asimilación de tareas, de funciones, de actividades que no sean las clásicas.
-Pero a su vez cuando una mujer trabaja todo el día y si tiene hijos sobre todo deja la casa a cargo de otra mujer ¿Se sigue repitiendo el esquema?
-Esa es una de las grandes tragedias que tenemos, por eso hay hoy una gran actividad teórica, conceptual y de propuestas de políticas acerca de qué hacer con los cuidados. Cómo hacer que los cuidados se tornen de naturaleza más pública y menos privada. Además, tenemos otra cuestión, el pronóstico dice que vas a vivir hasta los 120 años y los varones parece que menos.
Hay una gran articulación de sentidos jerarquizados para lo que debe ser el chico y lo que debe hacer la niña. Y los sentidos jerarquizados todavía dicen ‘un niño está mucho más cerca de ser presidente, que ella, está mucho más cerca de ser un gran científico, que ella’
-Y si no es una mujer trabajando en las tareas de la casa, lo es afuera en las tareas de cuidado como las guarderías o en los colegios.
-Sí, la cadena es esa. Siempre hay una mujer intermediando. Habrá que hacer más equivalentes esos programas de atención. Habrá que convencer, sobre todo a los varones, de que es inaceptable que no participen con los mismos rendimientos en la casa. Y a las mujeres, que no acepten decir de sus compañeros "él me ayuda mucho, él coopera mucho". Nadie que viva en una casa puede pensar que hay otro ser humano que es el que tiene que prodigar los cuidados elementales para el disfrute mejor de su trabajo, de la vida y demás.
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