La voz se entrecorta, se interrumpe, no por mala comunicación, sino por el llanto: "Fue como una de esas películas malas yankees que a último minuto da una vuelta de tuerca y todo termina bien", relata, a bordo del Seabed Constructor, Luis Tagliapietra, padre de una de las víctimas y abogado, que decidió no "bajarse" del buque de la empresa Ocean Infinity hasta "encontrar al submarino, que es la tumba de mi hijo Alejandro, y sus 43 compañeros, entre ellos una mujer".
"Ya está, los encontramos. Él era marino, y este es el lugar donde tiene que estar. Alejandro, mi Alejandro está en su lugar, en el mar, con su submarino. Yo ya cumplí con lo que le prometí. Le dije que lo iba a encontrar. Y lo hice". Como hombre gigante, pide disculpas por el llanto. Son lágrimas de emoción, de amor, de misión cumplida. De juramento cumplido. También de rabia.
Para Luis y para buena parte de los familiares, el hallazgo del submarino a 907 metros de profundidad, con el casco entero pero implosionado –hundido hacia adentro- estrujado como lata de gaseosa, es entender –si se puede- que los cuerpos, físicamente ya no están ahí. Son unas noventa atmósferas de presión. Luis, el abogado querellante, el padre que busca la verdad, lo sabe, -o lo debería saber-, y por eso llora, y por eso dice que su muchacho, aquel con el que iba a pescar al río Paraná, está en su tumba. Una que no eligió, pero que le tocó por su profesión, la cual abrazaba con fervor.
Luis habla con Infobae luchando contra el viento de cubierta, del cansancio producido después de más 80 días embarcado, cuando no fue preparado para eso, y por la conmoción que le generó observar las primeras imágenes del buque que no estaba entero, aunque su casco resistió hasta el final.
Hacía 48 horas que los nervios le estrujaban el estómago. Fue cuando el capitán de la empresa norteamericana les aseguró que había un 70 por ciento de posibilidades que el "contacto clase C" que había sido registrado por uno de los Vehículos Autónomos Submarinos (AUV), especies de robots subacuáticos, fuese el submarino argentino.
"Yo no estaba de acuerdo con que se tiren porcentajes. Pensaba en los familiares que no están acá. Ellos viven todo con muchísimo dramatismo y ansiedad. Pero ahora bueno… ese setenta por ciento se transformó en cien por cien y estamos muy felices". Ni él ni los otros dos familiares de las víctimas, ni los cuatro oficiales de la Armada, que son el enlace con el ministerio de Defensa y la Marina, conciliaron el sueño.
"Quién podría hacerlo. En el fondo sabíamos que, al menos hasta después de febrero, cuando supuestamente Ocean Infinity retomaría la búsqueda, esta era la última oportunidad de hallarlos. Y fue asó nomás lo que pasó ¡La puta madre los encontramos! Yo me sentía frustrado, pero no resignado. Yo juré ante la foto de mi hijo, que no iba a parar hasta encontrarlo. Y lo hicimos", dice, casi grita, y rompe en llanto.
"¡Sabes, todos daban la búsqueda por perdida. Pero nosotros dijimos que nos quedábamos hasta el minuto final. Y los encontramos!".
Pero, cómo fue el anuncio a bordo del Seabed Constructor de la identificación positiva del ARA San Juan después de 366 de desaparecido.
¿Fue un anuncio épico, con voz cargada de emoción en medio de un cuarto cerrado?
"No hubo ningún anuncio. Cuando empezó a bajar el ROV –robot que toma fotos e imágenes- estábamos en la sala de control y bueno…estuvimos viendo absolutamente todo junto con los técnicos de la empresa y la gente de la Armada. Cuando se comprobó que era el submarino de nuestros hijos, empezamos a llorar. No parábamos de llorar. Como ahora".
El único momento en que Luis consigue que la razón le gane a la pasión es cuando la charla sobre los momentos únicos vividos en el buque derivan sobre especulaciones y razones por las que el submarino no fue descubierto antes.
"Mira, los encontramos. Acá ninguno de nosotros bajó los brazos. Nunca dimos nada por perdido. No te imaginas lo frustrante que fue comprobar que otras 23 posibilidades bastantes ciertas de que fuera el submarino, en realidad eran rocas o un pesquero. Y ahora, cuando el contacto C 24 se trasformó en realidad, no importan las teorías conspirativas y todo el resto. Ya vendrán tiempos de charlas técnicas y otras cosas, ahora lo único importante es que al fin los encontramos y no puedo para de llorar".
Como homenaje a su hijo, al reencuentro después de tantos días de búsqueda, de fríos y desencantos; Luis, Luis Tagliapietra, saca su mano por la borda y con el mar de fondo, o como testigo, la abre. Dormida, sobre sus dedos, el botón con la foto de su hijo vestido con la ropa de submarinista sonriendo a cámara.
Es esa la alegría que atesora su padre y que hoy quiere compartir. Apunta con su celular, y retrata la foto. Debajo solo tres palabras "Alejandro Tagliapietra Presente". Y presente están los 44 tripulantes del ARA San Juan.
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