En 2004, Steven Spielberg estrenó La terminal, una película que relata la historia de Viktor Navorski (Tom Hanks), una persona nacida en Krakozhia, una república de fantasía que remite a la extinta ex Unión Soviética. Pero al llegar al aeropuerto internacional John F. Kennedy le niegan la entrada al suelo norteamericano: estalló una guerra civil en Krakozhia y Estados Unidos dejó de reconocerla como un Estado constituido. A partir de ese momento, Viktor técnicamente no tiene ciudadanía y no puede entrar a EEUU ni volver a su tierra; tendrá que ingeniárselas para vivir entre azafatas, pilotos, empleados de la terminal y viajeros.
Esa historia ficticia -basada en la vida del iraní Mehran Karimi Nasseri– es una imagen estilizada del drama de los apátridas. En el mundo, aproximadamente hay 10 millones de personas que ningún país las reconoce como ciudadanos. Argentina tuvo este tipo de casos en el pasado y no está exenta de seguir recibiéndolos, pero falta un procedimiento adecuado sobre qué hacer con ellos.
Los apátridas migrantes padecen todo tipo de privaciones y carecen de los derechos más elementales.
"Imaginate qué pasaría si vivís en Argentina, no te registraron al nacer y tenés que vivir sin documentos. Si vas a la escuela y la terminás, no te pueden dar el título porque no pueden determinar quién sos. Se te complica también el acceso a la salud y al empleo. Hoy en día necesitás documentos para casi todo. Al no ser reconocido por el Estado, quedás al margen de la vida: legalmente no existís", señaló a Infobae Juan Ignacio Mondelli, oficial regional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
En el mundo, aproximadamente hay 10 millones de personas que ningún país las reconoce como ciudadanos
Mondelli estuvo de misión diplomática en Buenos Aires por un proyecto de ley que se empezó a tratar en la Cámara de Diputados. Por iniciativa de la diputada radical Karina Banfi, la Comisión de Relaciones Exterior y Culto, presidida por Cornelia Schmidt Liermann (PRO), debatió junto al funcionario de Acnur la sanción de un régimen especial de reconocimiento y protección para las personas apátridas.
"La ley esta orientada a definir quién es considerado apátrida, cuáles son sus derechos, permite brindar protección y asistencia, elabora un protocolo para los apátridas que no son refugiados y otorga facilidades para su naturalización", sostuvo Mondelli. "Es un vacío legal que la Argentina lo tiene hace 46 años", completó.
Una falla en el sistema
En el país está vigente la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas, un tratado internacional al que Argentina adhirió en 1972. Sin embargo, ese pacto nunca se reglamentó y se ajustó la normativa local. En la actualidad se desconoce cuántos apátridas migrantes hay. No hay números ni cifras estimadas porque faltan los mecanismos para identificarlos.
Ocasionalmente aparece algún caso. Uno de ellos fue el de Wei Jia, quien nació en China y vive desde 2002 en Buenos Aires. En 2005 decidió comenzar los trámites para naturalizarse, con el costo de perder su ciudadanía china (ese país impide tener doble nacionalidad).
Sin embargo, el año pasado Wei quedó apátrida luego de que la justicia cordobesa anuló años después su Carta de Ciudadanía. Él había estado en regla, pero no así la autoridad que aprobó los trámites: la secretaria judicial Olga Liliana Borneo Santillán falsificó la firma del juez Víctor Bustos Fierro y la de un fiscal en más de 400 expedientes migratorios como el de Wei. La funcionaria tuvo una condena menor, pero Wei se convirtió en un paria, sin papeles para poder trabajar y vivir.
Años atrás, Miguel Kreiter se dio cuenta sobre su condición de apátrida cuando quiso visitar a sus hijos y nietos en Canadá y no pudo. Nacido en un campo de refugiados de Austria en 1945, llegó a la Argentina con su familia cuatro años después, al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Fue parte del último ciclo de emigración europea que el primer gobierno de Juan Domingo Perón auspició con su política de "puertas abiertas". La intención era poblar la Argentina con 4 millones de extranjeros como parte de los objetivos de desarrollo del Primer Plan Quinquenal.
Kreiter vivió normalmente en el país con un documento para extranjeros. Sus padres pertenecían a la ex URSS al momento de emigrar. Pero al momento de gestionar su salida del país, tanto la Federación Rusa como Austria no lo reconocieron como nacional. No podía obtener el pasaporte argentino, ni ruso, ni austríaco. La Comisión de Refugiados le dio una solución provisoria al otorgarle el estatuto de refugiado estatutario apátrida.
No todos los apátridas son refugiados. Si bien la Ley de Migraciones otorga múltiples facilidades para la naturalización, Mondelli señaló que puede existir "riesgo de apatridia" cuando nacen niños en zonas fronterizas y no son registrados. También puede existir riesgo cuando no se le reconoce a los chicos la nacionalidad de los padres, o en casos de trata de personas.
En Latinoamérica hay 2.693 casos registrados de un estimado de 200 mil
Una de las historias con mayor repercusión es la Maha Mamo, una apátrida nacida en el Líbano que obtuvo la nacionalidad brasileña el pasado 4 de octubre. Maha vivió en Siria casi toda su vida y estuvo largo tiempo batallando con el estado sirio y el sistema diplomático para que le reconozcan una nacionalidad. No podía acceder a ella por motivos religiosos, a raíz de que el matrimonio de sus padres (su padre era cristiano, y su madre musulmana) era considerado ilegal en el Líbano.
Mamo hizo de su apatridia una bandera y estuvo este lunes en la Comisión de Relaciones Exteriores de Diputados, donde contó su experiencia. "Comparto mi historia para contribuir al cambio de las leyes y darles más oportunidades a los apátridas. No es un problema político ni religioso, es humanitario", afirmó la activista a este medio.
¿Dónde están, quiénes son?
De las 10 millones de personas apátridas estimadas, Acnur logró registrar unas 3,9 millones. La falta de estadísticas exhaustivas se debe a múltiples razones, una de ellas es de orden censal y falta de organismos. De 112 países con censos con preguntas sobre nacionalidad, menos del 25% incluían preguntas relacionadas con la apatridia.
En otras latitudes la apatridia es un auténtico drama masivo y humanitario. En ese grupo están los musulmanes rohingya, uno de los pueblos más perseguidos del mundo. En Birmania (Myanmar), su tierra, a los rohingya se les prohíbe casar o viajar sin permiso de las autoridades, ni tienen derecho a poseer tierra o propiedades. Se calculan solo en Myanmar más de 900.000 apátridas por razones de discriminación y marginación.
De las 10 millones de personas apátridas estimadas, Acnur logró registrar unas 3,9 millones
Según el reporte de Tendencias Globales de Acnur, en 2017 se contabilizaron 2.588.582 personas en Asia, unos 711.589 en África, unas 547.277 en Europa , 3.790 en América del Norte y 52 en Oceanía. Además de Myanmar, los países que lideran el informe son Tailandia (486.440), Letonia (233.571) y Siria (160.000)
En Latinoamérica hay 2.693 casos registrados de un estimado de 200 mil; una incidencia baja. "Si bien esto es algo positivo, generó la idea de que el problema de la apatridia no existe en América Latina", advierte Mondelli. La mirada cambió a partir de 2014, con la cumbre Cartagena+30. En ese cónclave, los gobiernos latinoamericanos se reunieron en Brasilia y pusieron como objetivo lograr el fin de la apatridia en la región.
El proyecto que está discutiendo el Congreso y que obtuvo el apoyo de Cambiemos está en sintonía con esos lineamientos del Plan de Acción de Brasil. El texto establece como autoridad de aplicación a la Comisión Nacional para los Refugiados (Conale), que depende del canciller Jorge Faurie. "Desde el Gobierno vamos a respetar y abrazar a todos los que quieran habitar en el suelo argentino", señaló Karina Banfi, autora del texto.
"Tenemos la oportunidad de erradicar la apatridia de las Américas en 2024. Esperamos que sea la primera región a nivel global que logre solucionar el problema", finalizó el oficial de Acnur.
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