"¡Estoy sobreseída, soy inocente, se hizo Justicia!". Adriana Funaro había esperado 631 días para gritar esa novedad en la puerta de su casa de Ezeiza, a metros del hogar del vecino que hace casi dos años la denunció y acusó de vender marihuana.
El 20 de febrero de 2017 la Policía entró a su casa y se la llevó esposada, sospechada de narcotraficante, sin oir lo que la mujer les decía: que cultivaba cannabis para combatir sus dolores artríticos y para ayudar en la salud de muchos vecinos, adultos y niños. Tuvo que pasar tres días presa y la causa debió llegar hasta la Cámara de Apelaciones hasta que finalmente un año, ocho meses y 22 días después de aquel episodio, la Justicia la sobreseyó.
Los jueces Tomás Bravo, Martín García Díaz y Jorge Tristán Rodríguez, de la Sala III de la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora, dictaron el martes de forma unánime un fallo en el que consideran que Funaro no cometió ningún delito al cultivar cannabis en su casa con fines medicinales.
"El cultivo hallado en el interior de la vivienda de Funaro tenía como único fin un uso medicinal sin la afectación alguna al bien jurídico protegido por la norma", explicaron los magistrados en el fallo, en referencia a que la actividad de la mujer no atentaba contra la salud pública, que es lo que supuestamente defiende la ley de drogas.
Los jueces remarcaron el avance que "la sociedad Argentina viene dando en relación al uso terapéutico y medicinal de la planta de cannabis" y consideraron que en este contexto "el uso paliativo y medicinal de la planta de cannabis con resultados comprobados científicamente a nivel nacional e internacional no pueden ser desconocidos".
Los jueces de la Cámara destacaron la explicación "minuciosa" que dio Funaro en sus declaraciones indagatorias, donde detalló cómo cultivaba las 36 plantas que le fueron incautadas, la cantidad de flores de marihuana que necesita para poder fabricar el aceite que consumen ella y sus vecinos, los tiempos de cosecha.
Y simultáneamente criticaron las actuaciones de los fiscales Carlos Hasan (hasta noviembre de 2017) y de Vanesa González, quien hizo el requerimiento de elevación a juicio de la causa, ya que consideraron que la "única prueba" presentada fue la pericia química que se hizo sobre las plantas para determinar sus componentes psicoactivos.
Bravo, García Díaz y Rodríguez, que ya le habían dictado la excarcelación por falta de mérito en abril del año pasado, cuando el juez Horacio Hryb pidió su prisión preventiva, reconocieron el valor del autocultivo y del cultivo solidario y resaltaron que ambas prácticas nada tienen que ver con la violación del artículo 5 de la ley de drogas (el imputado a Funaro), que castiga a quien siembre, cultive y produzca con fines comerciales. Para ellos, lo que hizo Funaro "es muy distinto" de lo que implica la legislación 23.737.
Por eso resaltaron que "el avance de la pesquisa y el esfuerzo de la defensa han demostrado un evidente fin medicinal en pos de la salud de la propia Funaro y de las personas que declararon en su favor" en la causa.
Para el Tribunal, la conducta de la mujer fue dirigida exclusivamente a "la preparación de aceite para uso medicinal" y es una consecuencia de las fallas que tiene la actual ley que rige esta práctica, "que no ha sido reglamentariamente desarrollada por ausencia de disposición en tal sentido".
El alivio de Adriana
Durante las últimas semanas, Funaro sabía que el fallo estaba por llegar. Las pasó nerviosa. Tuvo un pico de presión que la dejó internada en un hospital y también un brote de alergia por el que, según le cuenta a Infobae, casi muere. El martes su abogada, la defensora oficial de Lomas de Zamora Victoria Baca Paunero, la llamó para darle la noticia.
"Me quedé helada, estaba volviendo a casa y cuendo llegué me puse a gritar de felicidad '¡se hizo Justicia!', y vinieron mis vecinos a saludarme y hasta el patrullero me tocó bocina festejando", contó esta mujer de 47 años.
"Siempre supe que el fallo iba a salir a favor, siempre amé esta planta. Fue un alivio poder decir que somos inocentes, esta es nuestra vida, es nuestro derecho, es mi salud, mi cuerpo es mi jurisdicción, y una ley injusta no puede vulnerabilizarnos, mi salud podría haber empeorado, es muy importante", comentó entre lágrimas.
Funaro fue el centro de una historia absurda. Una discusión doméstica sobre la construcción de una medianera terminó en la denuncia de su vecino, quien dijo a la Policía que a la casa de la mujer llegaban y se iban autos constantemente. En los allanamientos no encontraron indicios de comercialización y sin embargo el fiscal Hasan la imputó como si fuera narcotraficante.
Además de para combatir los dolores de su artrosis, Funaro también producía aceite de manera solidaria para Delfina, una nena de 3 años con microcefalia que, desde que consume cannabis puede interactuar con sus padres y dejó de sufrir las 20 convulsiones por día. La mujer también integra un colectivo de cultivadores solidarios que asesora a decenas de pacientes con cáncer, fibromialgia, epilepsia, autismo y otras dolencias.
"Tengo una satisfacción enorme", comentó su abogada, Baca Paunero, para quien el caso también fue un aprendizaje sobre la cuestión del cannabis. "El fallo termina de definir la sitaución de Adriana, que a mi juicio nunca debió haber estado procesada, mucho menos detenida. Y reconoce que lo que ella hace no es delito, con un nivel de análisis excelente, muy prolijo y a conciencia", detalló la defensora oficial, quien agradeció "a las agrupaciones cannábicas, a los médicos y a la Defensoría General de Lomas de Zamora por el respaldo".
Si bien la sentencia no está firme ya que la Fiscalía podría presentar un recurso de apelación ante la Cámara de Casación Penal, Funaro podría volver a cultivar con fines medicinales, como hacía hasta que fue detenida.
"Tengo que cultivar, porque creo en eso, porque lo necesito, porque es mi medicina y voy a seguir peleando el resto de mi vida. No somos delincuentes, somos cultivadores de una planta que sana, y sana el alma. Vuelvo a cultivar", dijo Funaro, aunque aclaró que su felicidad es "entre comillas", ya que muchas otras personas están presas: "Hay gente adentro de un penal por tener plantas".
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