Las economías de los países miembros del G20 y la acción climática no van de la mano. La principal razón: el consumo y la generación de energía: el 82% del suministro aún proviene de combustibles fósiles, según la edición 2018 del informe Brown to Green elaborado por la organización Climate Transparency.
La Argentina no quedó fuera de este escenario: los altos subsidios, especialmente destinados a la formación de shale Vaca Muerta, en Neuquén, son los responsables.
Según el informe internacional, que utiliza datos de 2017 con 80 indicadores para hacer los cálculos de las performances en materia de transición energética, el gobierno nacional decidió, en 2017, garantizar subsidios a la explotación de gas hasta 2021. Sólo en 2016, los subsidios a combustibles fósiles equivalieron a 2700 millones de dólares. Y, como si esto fuera poco, según un estudio de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) del presupuesto 2019, debido a la devaluación estos subsidios se duplicarán (5700 millones de dólares), lo que representará el 0,03% del PBI.
En lo que respecta al financiamiento público del sector energético, Climate Transparency estima que el 100% va hacia proyectos "marrones" (no renovables y contaminantes), es decir, de gas y petróleo. Según estimaciones de FARN, en 2018, ese financiamiento sería cercano al 93%.
"Argentina debe priorizar la transición de las fuentes de energía sucia hacia las renovables, deshacerse de los subsidios a los combustibles fósiles y comenzar a actuar en su gran pérdida de bosques", sostuvo Maurtua Konstantinidis.
En Argentina, el sector energético es el que más contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI): 53%, según datos del último inventario elaborado por la Dirección Nacional de Cambio Climático-. Sin embargo, las políticas actuales resultan contradictorias para su reducción en esta área de la economía del país. Por un lado, se promueven las energías renovables (mediante el programa RenovAr), pero, al mismo tiempo, se subsidia a la industria de los hidrocarburos.
Pero el país no está solo en lo que respecta a la ambición frente a la acción climática: "Las economías del G20 necesitan reducir sus emisiones por la mitad para el 2030 para limitar el calentamiento global a 1.5ºC, meta acordada en el Acuerdo de París de 2015. Sin embargo, "continúan usando dinero en elementos que alteran el clima como los subsidios a los combustibles fósiles," de acuerdo a Jan Bruck, co-autor del informe y miembro de German Watch.
El reporte también indica que en el sector energético, Sudáfrica, Australia e Indonesia tienen la mayor intensidad de emisiones debido a su alto porcentaje de combustibles fósiles. Sin embargo, ninguno de estos países tiene políticas adecuadas para eliminar el carbón. Hay 14 países del G20 que necesitan un plan para dejar de utilizar el carbón. Canadá, Francia, Italia y Reino Unido tienen fechas para dejar de hacerlo pero no usan mucho ese combustible.
En el sector forestal Indonesia, Brasil y Argentina tienen los porcentajes más altos de reducción de masa forestal desde 1990 y no muestran signos de revertir la tendencia. "Muchos gobiernos del G20 están implementando medidas para volver más verde al
sistema financiero y redirigir el desarrollo a uno más verde y resiliente. Sin embargo, pocos han unido esos planes verdes con sistemáticamente reducir o redirigir el financiamiento verde", indica el Brown to Green Report.
En este sentido, en la Argentina desde la semana comenzó una campaña dirigida al Senado que debatirá el presupuesto nacional ya que los bosques tienen asignado un peso por hectárea por mes. A pesar de que subió la deforestación, el ejercicio financiero asigna apenas 595 millones de pesos para la protección las 53.645.545 hectáreas de bosque nativo de la Argentina, lo que representa apenas el 4,75% de lo estipulado por la Ley de Bosques.
En lo que respecta a Brasil también preocupa el estado de la Amazonia, como pulmón del planeta, especialmente luego de las declaraciones del presidente electo Jair Bolsonaro.
El transporte y la movilidad son otro de los puntos de los que habla el reporte y que más influyen en las performances de los países. Francia, Japón y el Reino Unido lideran por sus planes para abandonar el uso de autos en base a combustibles fósiles. "A pesar de sus metas ambiciosas, las emisiones de Francia en transporte continúan en alza debido a la creciente demanda de movilidad y las políticas insuficientes. Estados Unidos, Canadá y Australia son los países que ranquean más bajo debido a sus altas emisiones de transporte per cápita y sus insuficientes o inexistentes estándares para las emisiones de los autos", sostiene el reporte.
"Las emisiones globales tienen que llegar a un pico en 2020. El Brown to Green nos provee un análisis independiente de donde estamos parados. Es información valiosa para cuando los países declaren sus contribuciones climáticas para esa fecha", sostuvo Christiana Figueres, ex directora ejecutiva de la Convención Marco de Cambio Climático (CMUCC).
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