Un viaje a bordo del "Sorlandet", el velero escuela más antiguo del mundo en el que cursan alumnos de secundaria

El buque de bandera noruega llegó el miércoles al puerto de Buenos Aires y zarpará el martes. Trae a bordo a 63 estudiantes de 20 países. Podrá ser visitado por el público mañana de 11 a 17

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El miércoles al mediodía amarró en el dique 4 de Puerto Madero el velero escuela "Sorlandet", una embarcación puesta en servicio en 1924 que con sus 54 metros de eslora (largo), 4,5 de manga (ancho) y un palo mayor de 35 metros de altura es el navío a vela más antiguo del mundo que se encuentra navegando y con estudiantes a bordo.

El Sorlandet estuvo al servicio de la Armada de Noruega y también sirvió a la formación de oficiales de la Marina Mercante. Una vez desactivado, la fundación A+ World Academy lo puso en servicio transformándolo en un buque escuela civil, en el que estudiantes de entre 16 y 19 años pueden cursar los dos últimos años del ciclo secundario, obteniendo un título certificado por las autoridades educativas de los Estados Unidos de Norteamérica.

El plan de estudios que se les propone a los alumnos que superen las exigentes pruebas de admisión, que incluyen no solo el manejo fluido del idioma inglés, la natación y una prueba de aptitud psicofísica al medio marino, es básicamente el siguiente: matemáticas, física, química, ciencias políticas, biología, historia y además, se imparten los conocimientos necesarios para dominar el arte de la navegación a vela.

El ciclo lectivo arranca en agosto y finaliza en junio. Durante los diez meses de clase, la escuela itinerante toca aproximadamente 20 puertos de otros tantos países diferentes, los alumnos tienen jornada de estudios diaria de 5 horas y suman otras 4 haciendo guardias de navegación y faenas marineras.

"Intentamos inculcar en estos jóvenes (provenientes de diversos lugares del mundo) valores de solidaridad, tolerancia, abnegación, sacrificio, trabajo en equipo y tantas otras propias de la vida a bordo. Asimismo, para los alumnos, la experiencia de vida que aquilatan a lo largo del año es indudablemente inigualable", sostiene Daniela Jaramillo, Directora de Admisión para aspirantes.

Infobae recorrió los diferentes sectores de la nave. A bordo, además de los 12 marinos que conducen la embarcación, viajan 60 alumnos y 6 profesores que dictan todas las asignaturas. El ingeniero industrial venezolano Luis Miguel Colmenares, es la cara visible de la fundación educativa en Buenos Aires.

En diálogo con este medio, Colmenares sostuvo: "Estamos abocados a la búsqueda del primer alumno argentino que quiera compartir esta experiencia, tal vez el costeo de un año de estudios parezca un poco elevado y evidentemente no cualquiera puede acceder al mismo, pero si se considera que el mismo incluye la educación, todos los gastos de alojamiento y comida y la diversidad de países que conocen los estudiantes, la ecuación no resulta tan gravosa".

El costo es restrictivo para la inmensa mayoría de los habitantes locales (un año de estudios cuesta 63.000 euros). No es menos cierto que resulta muy difícil establecer una comparación entre esta novedosa modalidad educativa y la cursada en un establecimiento tradicional.

Iven, egresada del "Sorlandet", se presta al dialogo con Infobae para narrar su experiencia. "Me gradué en junio de 2018. Tomé conocimiento del programa gracias a una publicidad y tuve la suerte de que mis padres pudieran costear mis estudios. El haber estado todo este tiempo en alta mar, hace que debas convivir todo el tiempo con otra gente y eso te convierte en una persona diferente".

Marcos Noriega, un alumno mexicano de 17 años, con su camiseta de Boca Juniors y confeso admirador de Carlos Tévez, detalla: "Es una experiencia única e irrepetible, espero poder aplicar en la universidad cuando termine mis estudios".

A su turno Miguel Colmenares explica: "Este barco es el buque de palo alto más antiguo del mundo, para los noruegos es un honor poder subirse a este buque, la lista de aspirantes noruegos para embarcar supera los 3.000 candidatos". Y destaca: "A pesar de ser un buque civil, los alumnos son instruidos en una férrea disciplina propia de este tipo de embarcación, ya que cualquier indisciplina o desorden puede causar un grave accidente".

"La visita del Sorlandet a Buenos Aires tiene un doble sentido. Por un lado que los alumnos conozcan esta ciudad y por otro el acercar a la población de Buenos Aires al menos la posibilidad de conocer esta magnífica embarcación considerada un emblema de la marina noruega. Por estos días la presencia de otra nave de este país colaborando con las tareas de búsqueda del ARA San Juan, le da un toque muy particular a esta visita", agrega Colmenares.

Entre las presencias argentinas en la embarcación, se destaca la de parte de la comisión directiva de la fundación "Goleta del bicentenario", un emprendimiento local similar y que refiere a la construcción de un velero escuela para la realización por parte de jóvenes de todo el país, de navegaciones educativas de pocos días, para fomentar los valores propios del trabajo en equipo, el sacrificio personal y la camaradería. La goleta "Santa María de los Buenos Ayres, se encuentra en un 53% de su construcción, indicó a Infobae Jorge San Martino vicepresidente de la fundación.

Por su parte uno de los más conspicuos difusores de la educación naval argentina en el exterior, el profesor Horacio Vázquez Rivarola, describió en dialogo con Infobae. "Es totalmente cierto que los valores que se pueden inculcar a bordo de un buque son únicos, el hecho de estar aislados y de aprender a tomar decisiones en condiciones de alejamiento de los seres queridos y del propio país, implica una valoración superior no solo de los derechos que nos asisten sino además de las obligaciones que todos debemos asumir en nuestra vida".

Otros testimonios recogidos entre tripulantes y alumnos, permiten apreciar como estos últimos rápidamente al hacerse a la mar, dejan de lado diferencias étnicas y culturales y afrontan las duras condiciones de vida propias de abordo. Un minuto y medio de agua para ducharse, dormir en una hamaca marinera, comer el único menú que cada día se les ofrece y por sobre todo… intentar regresar siendo mejores personas.

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