En 2013 la localidad de Añelo, en Neuquén, tenía solamente 2.500 habitantes. Cinco años más tarde son casi 8.000. Desembarcaron empresas, una cadena de supermercados, las apenas 100 plazas hoteleras se convirtieron en 1.500. Ahora también la gente cierra sus casas con llave y ata sus bicicletas en las puertas de los comercios. Cada vez se ve a más personas durmiendo en el interior de sus autos en la calle y ya no se conoce a todos los vecinos.
Entre 1848 y 1960 en California, Estados Unidos, la llamada "fiebre del oro" dio lugar a una migración apresurada y masiva hacia áreas rústicas, olvidadas, pero que prometían una fortuna bajo tierra. Sólo había que ir a buscarla. El descubrimiento marcó a la cultura popular en el siglo XIX e hizo que muchos abandonaran sus hogares en busca de una oportunidad. Curiosamente pocos mineros se hicieron ricos, pero proveedores y otros comerciantes que estaban a su alrededor, encontrarían la fortuna.
El mundo ya no se rige por el oro. Hoy el petróleo marca el ritmo y el megayacimiento petrolífero Vaca Muerta, en Neuquén, una de las mayores minas de riqueza en materia energética del mundo, es un descubrimiento capaz de modificar el ADN de un pueblo entero. Cuando el gobierno argentino confirmó su hallazgo en 2011 el Departamento de Estado de los Estados Unidos lo clasificó como el segundo lugar con más recursos de gas del planeta. No tardaron en llegar las empresas y los inversores. Añelo aspira a un crecimiento exponencial. Pero tiene su precio.
"Yo siempre digo que dos tercios de la población es nueva en Añelo", reconoció en diálogo con Infobae el intendente Darío Díaz, que desde el año 2011 está al frente de un pueblo al que vio transformarse en su totalidad. Su vida también cambió. En 2014 reconocía que había dejado inclusive de poder visitar a su mamá, que vivía a unas pocas cuadras de su casa, por tener que subirse a aviones hacia los Estados Unidos y recorrer ciudades petroleras que no sabía que existían. Hoy su gestión en la comuna se centra en gran parte en resolver los problemas del crecimiento ininterrumpido.
"El crecimiento trae aparejados los problemas, mientras más grandes seamos más problemas vamos a tener", asumió Díaz, de 41 años, que si tuviera que sintetizar cuáles son los principales conflictos a los que hoy se enfrenta el municipio, diría que "el mercado y la vivienda". Entre otros negocios, la cadena de supermercados La Anónima llegó el año pasado a Añelo e impactó fuerte en los autoservicios y despensas locales, que se vieron de la noche a la mañana compitiendo contra un gigante con más de 260 sucursales en todo el país.
"Al principio se resintió el comercio local, pero la estrategia fue regularlo, no hemos visto que hayan cerrado comercios o despensas, pero sí que se han equilibrado los precios, es una cuestión de mercado que se va a ir acomodando", respondió con optimismo Díaz sobre las tensiones con el resto de los negocios del pueblo. En cuanto al rubro inmobiliario, los alquileres y las propiedades se volvieron imposibles de afrontar para todos los que no tienen sueldos petroleros.
Cecilia vive desde hace 13 años en Añelo y hace 10 que es dueña junto a su marido de Autoservicio Fran, ubicado sobre Calle 1, en una zona de casas bajas y caminos de tierra, como la mayoría de las cuadras del pueblo. La mujer describe una realidad que dista de las promesas de prosperidad que se leen en los diarios y hacen que cientos de personas lleguen buscando trabajo: "Está muy auspiciado por los medios, pero lo que pasa no es realmente lo que se vende. Acá viene mucha gente de afuera y lo que vemos es que en vez de ir creciendo nos vemos cada vez más afectados".
"Nos falta infraestructura, nos faltan servicios, nos faltan un montón de cosas", enumeró Cecilia. Y es que a Añelo no solo llegan empresas, sino también -y cada vez más- personas que necesitan trabajar, que vienen desde distintos puntos del país, hombres y mujeres solos, en pareja, con sus familias, buscando un lugar en cualquier rincón del organigrama de las petroleras, como administrativos o maestranzas, lo que sea que les dé un lugar en una industria próspera. La segunda opción es la de emplearse en alguno de los nuevos locales que abren sus puertas o de los viejos a los que la demanda los obliga a tomar personal. Pero no hay lugar para todos.
"Hemos tenido familias viviendo dos meses arriba de un auto y en casos más extremos hemos llegado a tener que pagar pasajes a familias para que pudieran volver a sus lugares de origen", reconoció el intendente Díaz, consultado sobre la masa de potenciales trabajadores que llegan y se enfrentan, entre muchas otras cosas, al problema habitacional. No pueden afrontar los costos de un departamento, una habitación y mucho menos una casa. "Para el mismo municipio es imposible alquilar un lugar para una familia en situación de riesgo, ni siquiera al municipio nos alquilan y si lo hicieran no lo podríamos pagar", sintetizó el jefe comunal.
Mientras que el alquiler de una casa de dos dormitorios en Añelo cuesta alrededor de 25 mil pesos por mes, en General Roca, Río Negro, ciudad ubicada a 139 kilómetros de Vaca Muerta y que supera en más de diez veces la cantidad de habitantes del pueblo neuquino, el alquiler de una vivienda de esas características no llega a los 13 mil. A raíz de los excesivos valores muchos comenzaron por eso a instalarse en localidades vecinas como San Patricio del Chañar o Villa Manzano. La gastronomía y la hotelería son otros de los rubros que más se vieron beneficiados.
"Viene gente de Alemania, de España, de Nigeria, de República Dominicana y hasta de China", le contó entusiasmada Carla, de 19 años, a Infobae. Desde 2016 ella trabaja en el hotel Sol del Añelo, un complejo de techos verdes que se puede ver desde la Ruta 17. "Hubo que tomar mucha gente, gracias al petróleo se reactivó mucho la actividad, pero también hay muchísimos que se acercan buscando trabajo. Nosotros recibimos los currículums, porque siempre se necesitan reemplazos, generalmente es gente que no tiene mucha experiencia, pero que llega con mucha necesidad", describió.
También comenzaron a vivirse en Añelo escenas que hasta hace unos años eran impensadas. Sin ir más lejos, el viernes pasado cerca de las 21:30, en el complejo habitacional Margarita, en el barrio Parque Industrial de Añelo, Manuel Adrián Agüero, de 40 años, delegado zonal del sindicato de petroleros privados, fue atacado a balazos frente a su esposa y sus hijos de 5 y 2 años. Según el testimonio de su mujer, los atacantes no intercambiaron palabras con su marido.
"El hecho del viernes a la noche esperamos que sea un hecho aislado y no de una interna, casos así tan violentos no hemos vivido", sostuvo Díaz al respecto. El intendente por estas semanas mantiene reuniones y conversaciones con el jefe de la Policía Federal de Neuquén, en vistas de incorporar una subestación de la fuerza en Añelo. "Así como planificamos una ciudad petrolera, también este tipo de cosas se proyectan, se está terminando de construir la comisaría, se hizo un hospital, viviendas", agregó.
Cecilia el lunes de esta semana fue víctima de un robo de mercadería en su autoservicio y hace dos meses entraron ladrones a su casa. "Tengo rejas, estaba el perro, habíamos salido y ese día no activamos la alarma. Cuando volvimos nos habían forzado la puerta, estaba todo dado vuelta, a mis nenes chiquitos les dio medio", describió. Los vecinos coinciden en que si bien este tipo de hechos se volvieron más frecuentes, ocurren siempre en ausencia de moradores. Al menos por ahora.
A pesar de los dos episodios, Cecilia apuesta al crecimiento del pueblo. Sueña por ejemplo con la llegada de una escuela técnica a la que puedan ir sus dos hijos más chicos, para que no tengan que estudiar en otra ciudad como su hermano mayor, que cursa cuarto año a 80 kilómetros, en Cutral-Có. "Uno apuesta a que esto siga creciendo y nos beneficiemos todos", dice.
El intendente Díaz, a pesar de las dificultades y de la impaciencia de muchos, asegura que la balanza es positiva. "Me dicen 'intendente, traiga la universidad a Añelo', pero no tengo matrícula para eso, cuando tenga 30.000 habitantes la voy a tener, o el quirófano en el hospital, por una operación mensual no podemos tenerlo", explicó antes de resumir la idea en una imagen: "Tenemos que dejar de ser un pueblo chico si queremos ver el cine en Añelo".
Añelo se adapta a cambios vertiginosos, trata de sentar las bases de un crecimiento fuera de lo común y al mismo tiempo que sueña con dejar de ser un pueblo chico, le hace frente al desafío de no convertirse en un infierno grande.
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