Las fachadas, las puertas y las ventanas, el arte callejero y los afiches, las esquinas, las baldosas, las vidrieras, los monumentos y el misticismo, la historia y la cultura, el arte y el patrimonio, las calles y las plazas. El encanto de la Ciudad de Buenos Aires queda al nivel de los ojos. La arquitectura, multifacética, expone sus inspiraciones y las esconde. La atención de los porteños, vertiginosa y ensimismada en la inmediatez, olvida las construcciones elevadas. Al cielo, donde los edificios coquetean con las nubes, las miradas no llegan. Las cúpulas son, en este juego de exposición y confinamiento, sorpresas sin papel celofán.
Porque están y se ven, solo basta con detenerse y alzar la vista. Las cúpulas son un elemento estructural semiesférico hueco que según los manuales de construcción de edificios "pueden estar formadas por cualquier figura plana geométrica curva girando alrededor de un eje vertical central". Son para Juan Vacas, director general de Patrimonio, Museos y Casco Histórico del Ministerio de Cultura del gobierno porteño, "sellos de la ciudad". Y para Norberto Feal, arquitecto historicista, la denuncia de que debajo suyo hay un sitio de interés y relevancia.
Vacas califica a las cúpulas como evidencias de la transformación urbana, la huella de la transición hacia la civilización, y las describe como un rasgo de progreso, sinónimo de estatus: "Las cúpulas representan uno de los hitos patrimoniales más atractivos. El esplendor de estos remates porteños se dio a fines del siglo XIX y principios del XX. Marcaban fuertemente el carácter expresivo al tiempo que otorgaban una jerarquía particular a cada edificio. Era casi obligatorio construirlas como coronamiento de la ochava. En aquellos tiempos Buenos Aires era una ciudad baja y las cúpulas configuraban puntos de referencia que podían visualizarse a lo lejos, porque nada se interponía ante ellas".
Feal remonta la historia: precisa que durante el Renacimiento se estabilizó que las cúpulas fueran el elemento asignado para señalar dónde se ubica el recinto más importante del edificio. Cuando Andrea Palladio -arquitecto renacentista- le construyó la Villa Rotonda en 1566 al funcionario papal Paolo Almerico, las cúpulas dejaron de ser insignias reservadas para el clero religioso: "Palladio diseñó una cúpula arriba de la habitación principal. Fue la primera vez que se le dio a una vivienda un tratamiento religioso. Trasladó la cúpula de la arquitectura religiosa a la arquitectura civil y la transformó así en un recurso para señalar lugares importantes".
“Después de la independencia, se produce el fenómeno del eclecticismo historicista. Se construyen cúpulas relacionadas con una nueva visión: tomar del pasado lo que necesita. Porque lo que había que hacer era dejar de ser españoles”, analizó el arquitecto Norberto Feal
El designio continúa: 350 cúpulas conforman el techo arquitectónico de la ciudad porteña. Se distinguen las distribuidas en la Avenida de Mayo, en la intersección de Diagonal Norte y Florida, bautizada "la esquina de las cinco cúpulas", pero sobran en Tribunales, Retiro, Microcentro y San Telmo. Las coronaciones en cúpula definieron el criterio estilístico en auge: se asumen como auténticos hitos estructurales de la comunidad. Su valor y singularidad es reconocida por la legislación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires conforme dos normativas específicas. La Ley N° 2541, sancionada en 2007, instauró el registro de cúpulas y remates urbanos y su estado de conservación, mientras que la Ley N° 1894 de 2010 se focalizó en su valoración arquitectónica y presencia en el paisaje urbano. Así se permitió que más de un centenar de estos coronamientos notables fueran catalogados con el grado de Protección Cautelar e incorporados al Código de Planeamiento Urbano.
Cúpula del Congreso de la Nación Argentina
Dirección: Avenida Entre Ríos entre Avenida Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, Balvanera.
"El edificio se construyó luego de un concurso internacional de proyectos realizado en 1895, que fue ganado por el arquitecto italiano Víctor Meano. El proyecto reconocía como fundamento tres ideas centrales: el academicismo, el eclecticismo y el clasicismo. Quizás su mayor acierto fue la incorporación de una imponente cúpula de ochenta metros de altura, que reforzó la monumentalidad del edificio y su valor simbólico". La descripción pertenece al sitio oficial del Congreso. Su cúpula presenta una perspectiva urbana inigualable con una presencia que concentra la perspectiva de la Avenida de Mayo.
"Su estructura reticulada de hierro se apoya en un basamento de cuatro pórticos y está revestida en cobre que, en contacto con la atmósfera, adquiere su color verde característico", sintetiza la web del Palacio Legislativo. En su inauguración, el 12 de mayo de 1906, su cúpula era las más altas de todas. Néstor Zakim, coordinador del programa Miradores de Buenos Aires del Ministerio de Cultura porteño, la reconoce como una de las más establecidas en el imaginario colectivo: "Emerge desde el centro de un edificio ecléctico de influencia greco-romana para alcanzar una altura un poco superior a los 85 metros y se impone majestuosamente en el paisaje urbano del Eje Cívico. Se trata en realidad de un conjunto de dos cúpulas, una inferior visible desde el interior del edificio y otra de remate superior y visible desde el exterior que remata en un balcón y una larga aguja pararrayos".
La majestuosa cúpula cubre el Salón Azul del Palacio, una gran planta de ocho lados, sostenida por cuatro pares de columnas de mármol, un piso con mosaicos alemanes, finos mármoles aplicados a los muros, un zócalo de granito rojo de Bélgica en su base y cuatro nichos de mármol rosa de Alicante que albergan jarrones de bronce. La parte interior es una contracúpula semiesférica que cae para coincidir con el salón interior en términos de proporciones. De su techo cuelga a 65 metros de altura una araña de bronce de 2.054 kilos, 5,2 metros de altura y 2,9 de diámetro. Fue realizada para la Exposición de la Industria de 1910 con bronce que perteneció a cartuchos del Arsenal de Guerra de la Nación.
Norberto Feal la pondera, dice que es la gran cúpula porteña. "Es maravillosa, muy hermosa, está bien construida y muy bien ubicada. Desde lejos ya te está explicando el edificio: cuando la ves sabés inmediatamente lo que pasa ahí adentro, te está avisando que abajo, en los recintos internos, hay un salón muy importante", aseguró.
Edificio Bencich
Dirección: Avenida Pte. Roque Sáenz Peña 615.
En Diagonal Norte se impone uno de las fragmentos más homogéneos de la ciudad, conforme una reglamentación edilicia que unifica las alturas de las edificaciones por rigurosos fines estéticos. Las construcciones ascienden hacia los 67,5 metros con el fin de estilizar la composición y garantizar una continuidad de líneas entre balcones y cornisas. La "esquina de las cinco cúpulas" resume ese espíritu.
En la intersección de Diagonal Norte, Bartolomé Mitre y Florida, en pleno corazón de la city porteña, se compone este cielo de coronaciones emblemáticas. Son obras arquitectónicas de valor patrimonial que dibujan un paisaje urbano refinado. La esquina interpela la historia de progreso de un escenario estratégico en la ciudad. El Plan Microcentro, un programa que busca revitalizar el área central metropolitana, se ocupó de restaurar las fachadas, asignarles categoría de edificio en preservación e iluminar sus cúpulas en procura en enfatizar la totalidad de la obra y de homogeneizar el perfil arquitectónico de un área de protección histórica. En ese marco, el Edificio Bencich asume un rol preponderante.
Los hermanos Massimiliano y Miguel Bencich, dueños de una empresa constructora, le encargaron al célebre arquitecto francés Eduardo Le Monnier, formado en la Escuela Nacional de Artes Decorativas de París, la construcción de un edificio de renta. La fachada es monumental, remata con dos grandes cúpulas de cinco pisos enfrentadas y unidas por una terraza de pronunciada distinción. Ambas cúpulas pareciera que se miran y dialogan, y de alguna manera interactúan con las coronaciones que se elevan del otro lado de la calle: el edificio Miguel Bencich, el ex Banco de Boston y La Equitativa del Plata, ubicados en las esquinas adyacentes.
El edificio se suscribe a la corriente estilística del academicismo. Fue, en su inauguración en 1928, un signo de la opulencia de época. Su refinamiento y jerarquía quedaba expresado en la alta calidad de los materiales de sus puertas, en las 200 lámparas de bronce y en los zócalos de mármol veteado de sus pasillos. "La puesta en valor del edificio, concluida en junio de 2015, incluyó una intervención morfológica y tectónica, a partir de la readecuación del basamento comercial y en la restauración de una de sus cúpulas", describe el gobierno porteño en su Código de Planeamiento Urbano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Miguel Bencich
Dirección: Avenida Pres. Roque Sáenz Peña 616.
La cúpula del edificio Miguel Bencich fue intervenida por la dinámica moderna. Tiene cuatro pisos, una vista privilegiada del corazón del distrito financiero de la ciudad y en su interior hay vida. Antes la cúpula era propiedad de un banco que la había adquirido como parte de pago de la deuda de un cliente moroso. Es la unidad más grande y costosa de un edificio de por sí de alta valoración arquitectónica y urbanística: el inmueble fue construido en 1927 y diseñado por el arquitecto francés Eduardo Le Monnier, con referencias extraídas del clasicismo y academicismo francés para la ejecución de un edificio de oficinas encargado por los hermanos Bencich.
Hoy pertenece a una sociedad familiar que la compró hace quince años. Uno de los socios soñaba con ser dueño de un bien que fuese patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad. Salió a la caza de una cúpula y adquirió la del edificio Miguel Bencich, donde hoy funciona Workey, un espacio de coworking. "Empezamos a prestarle atención a una tendencia mundial: vimos que los espacios de coworking estaban tomando impulso y nos pareció una excelente idea para darle vida a este lugar. Por el modelo de negocio y por cómo funciona la dinámica, te genera una vida interna muy particular en donde encontrás personas trabajando en sus proyectos y a su vez colaborando con el resto. Nuestra idea era crear un espacio armónico de trabajo en un lugar exclusivo. Partimos como factor de diferenciación, el marco con el que contamos. Nos dijimos: 'Estamos en una locación exclusiva, el inmueble es patrimonio histórico de la ciudad, el edificio es una joya arquitectónica, hay luz natural todo el día, tenemos las mejores vistas de Buenos Aires, adecuemos el espacio al segmento premium del mercado de coworking", describió Diego Belli, quien junto a Ana Fenochietto, conducen la empresa.
La cúpula dispone de cien puestos de trabajos habilitados, distribuidos en decenas de oficinas que se alquilan a través de un selecto esquema de membresía. Los dueños realizaron una inversión millonaria para revalorizar la cúpula: restauraron los cristales deteriorados, recuperaron el tono de bronce espejado de los vidrios, mejoraron los cerramientos originales, levantaron el parqué dañado y cubrieron el piso de porcelanato y mármol, en continuidad con el material original de una escalera en perfecto estado de conservación. "El valor del inmueble es incalculable. El edificio es como una obra de arte: excede ampliamente el precio del metro cuadrado en la zona".
La Equitativa del Plata
Dirección: Avenida Diagonal Norte 550.
Adriana Piastrellini es arquitecta y urbanista, además de fundadora de AdbA, una organización focalizada en el relevamiento, la valoración y preservación del patrimonio Art Déco en la Argentina. La cúpula es una expresión fiel de este movimiento artístico que manifiesta en la coronación del edificio la formación e inspiración del arquitecto argentino Alejandro Virasoro, uno de los mayores exponentes de la arquitectura de esta corriente de diseño popular de entreguerras. El encargo fue de la compañía de seguros La Equitativa del Plata, ubicada en la esquina sudeste de la calle Florida y la avenida Roque Sáenz Peña.
Piastrellini desmenuza las características de una cúpula áspera que saca belleza de las líneas sintéticas, esbeltas y sobrias: "Este emblemático edificio, constructivo uso de un reducido repertorio ornamental, cuenta con un subsuelo, planta baja y ocho pisos, y remata en una cúpula que da cuenta de la influencia azteca en la obra del autor mediante un retranqueo de tipo telescópico, así como el empleo de guardas estilizadas en los bordes de las aberturas y en algunos planos de la fachada, que evidencian el esfuerzo de simplificación y racionalización de todo el proceso proyectual".
El arquitecto historicista Norberto Feal analiza su valor y rescata una leyenda de su concepción: "Cuenta la historia que Virasoro da libre la última materia en la facultad y Eduardo Le Monnier, su profesor, es quien finalmente lo aprueba. Cuando construye el edificio de La Equitativa del Plata la corona con una cúpula en una especie de homenaje al profesor que le permitió graduarse. Es la única cúpula que hizo Virasoro: establece un diálogo con las otras cúpulas proyectadas por Le Monnier para la familia Bencich y la del Banco de Boston en una intersección perfecta".
Ex Banco de Boston
Dirección: Florida 99.
Buenos Aires y la ciudad de Boston, en los Estados Unidos, entablaron a comienzos de la década de 1910 un pujante vínculo comercial por la exportación de lana y cueros. The First National Bank of Boston adquirió en 1917 un terreno de planta triangular en la esquina de la avenida Roque Sáenz Peña y las calles Florida y Bartolomé Mitre, en el seno de la city financiera. Cuenta la leyenda que en la apertura de la sucursal, en dos horas se abrieron 73 cuentas corrientes.
El edificio se terminó de construir en 1924: un proyecto materializado por el arquitecto inglés Paul Bell Chambers y el norteamericano Louis Newbery Thomas. Es una construcción monumental de 115 metros de extensión que respeta la normativa morfológica impuesta: una altura de ocho metros hacia el nivel del primer piso, 33 hasta la cornisa y 36 a la parte superior del ático. Asimila el estilo neoplataresco en la composición de su fachada y dispone de esculturas de inspiración hispanas: el convento de San Marcos de León y en la Librería de la Catedral de Santiago de Compostela son las obras representativas del plateresco español que se distinguen en la arquería y la balaustrada del último piso.
Pero la arquitecta Gloria Idelshon, en la Guía Interactiva de la Arquitectura Argentina, convalida: "Tal vez, la característica más llamativa de este edificio sea la cúpula con tejas coloniales con la que se remata la esquina y que está apoyada sobre un tambor que presenta dos niveles de arquerías superpuestas. Con este motivo se construye un eje vertical que señala el cambio de dirección de las dos calles sobre las que se ubica la obra; el encuentro entre ambas no es con el ángulo habitual a 90º, sino uno agudo, producto del encuentro de la cuadrícula tradicional con la diagonal".
Su fachada recibió el Primer Premio Municipal en 1925. En 2001 el edificio fue restaurado y galardonado con el premio "Obras de intervención en edificios de interés patrimonial" entregado por la Sociedad Central de Arquitectos. Pero su cúpula muestra un severo deterioro.
Cúpula de Rivadavia y Ayacucho
Dirección: Avenida Rivadavia 2009, Balvanera.
Un escudo de Cataluña y una frase escrita en catalán casi que reconocen el homenaje al célebre arquitecto Antonio Gaudí en una esquina encumbrada y porteña de Balvanera, a una cuadra del Congreso de la Nación. La cita dice "No hi ha somnis impossibles" (No hay sueños imposibles) y remite al diálogo que el propio Gaudí tuvo cuando presentó su proyecto para la basílica La Sagrada Familia de Barcelona, su obra maestra. Le cuestionaron la idea por la demora en la construcción. "Eso le va a llevar muchos años", le decían. "Mi cliente no tiene prisa", respondía.
El tributo es del ingeniero civil argentino Eduardo Rodríguez Ortega, influenciado por el Art Nouveau catalán y admirador del modernismo instaurado por Gaudí. Fue construido en 1907 como edificio de rentas en la esquina de la avenida Rivadavia y Ayacucho. A mitad de cuadra, bajo la dirección Rivadavia 2031, se erige otro homenaje declarado al arquitecto catalán, el Palacio de los Lirios, edificado cuatro años antes por el mismo ingeniero. "En la ochava se destaca su original y atractiva cúpula, de tres niveles y aberturas vidriadas, que va cambiando formas y reduciendo su tamaño hasta rematar en un cupulín acebollado bizantino coronado con una rosa de los vientos y una pequeña aguja pararrayos", describe Zakim.
Por descuidos, la erosión de los vientos, por su exposición a las inclemencias y al devenir del tiempo, la cúpula corría riesgo de desaparecer. En 1999, una empresa dedicada a la conservación de propiedades adquirió el cuarto piso del edificio, que incluye la terraza de 350 metros cuadrados y la cúpula. Ese mismo año se realizó una puesta en valor del inmueble y la restauración de la cúpula. El arquitecto Fernando Lorenzi repuso las 952 piezas de vidrio espejado y rescató las estructuras de hierro y los ornamentos, réplicas a escala de la Puerta del Dragón de la Finca Güell y de la Casa Battló, de Barcelona.
Palacio Barolo
Dirección: Avenida de Mayo 1370.
Buenos Aires a cien metros de altura desde una de las construcciones más excéntricas de la ciudad. El Palacio Barolo es una exquisitez porteña. Una construcción del arquitecto italiano Mario Palanti finalizada en 1923, un año después de la muerte de quien encargó el proyecto, el empresario textil italiano Luis Barolo. Su sueño era su preocupación: Barolo temía que el clima bélico de la Europa de principios de siglo amenazaba el legado cultural de su país. Por eso construyó el palacio, con el fin de conservar y proteger los restos del célebre poeta Dante Alighieri.
El mausoleo del Alighieri en Buenos Aires fue el edificio más alto de Sudamérica por doce años, hasta la edificación del Kavanagh en 1935. Su estilo arquitectónico es único. Puede suscribirse al movimiento artístico Art Nouveau, pero se amalgama con otras corrientes. Su fisonomía y morfología conjuga trazos de tradición europea bajo la penetración de rasgos góticos y neorrománticos, inspiraciones indias, técnicas de construcción modernas y finos perfiles de carácter rioplatense.
Historiadores e investigadores adhieren a una teoría de inspiración directa. Califican y argumentan que el Palacio Barolo es un tributo tácito a la Divina Comedia: los cien metros de altura emulan los cien cantos del poema, los 22 pisos homenajean las 22 estrofas de algunos cantos y los once balcones representan las once estrofas de otros cantos. Las divisiones del edificio se corresponden con las tres partes del poema, el Infierno, el Cielo y el Purgatorio, y el faro de la cima representa al Empíreo. Las referencias a la Divina Comedia inundan cada rincón del palacio.
En su fuga al punto más elevado, se erige una cúpula que remite al templo Rajarani Bhubaneshvar del siglo XII ubicado en Orisha, al este de la India. No es fortuito que sus líneas transmitan sensaciones de sensualidad y exuberancia. El santuario consagra al dios de la naturaleza Shiva, sus relieves exhiben escenas de erotismo y valida su fama como "el templo del amor". La hipótesis es que el arquitecto Palanti quiso retratar la historia de amor de Dante y Beatrice con esta coronación del edificio. El remate de la cúpula es un faro giratorio de 300.000 bujías que, en 1923, transmitió con sus luces el resultado de la pelea por el título mundial de boxeo entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey en Nueva York.
Cúpula y remate del Club Español
Dirección: Bernardo de Irigoyen 172.
Después de que el General Justo J. de Urquiza derogara la ley de extranjería el primero de mayo de 1852, la comunidad española comenzó a salir del ostracismo político como resultado del proceso de independización. La Sala Española del Comercio se fundó el 5 de septiembre del mismo año a fin de coordinar la actividad laboral. Duró poco: en 1957 ya se había disuelto. Pero sus asociados mantuvieron los encuentros. Así nace el Club Español, un sitio que conserva la sede original y que fue declarado "lugar cultural por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires".
La construcción, a cargo del arquitecto holandés Enrique Folkers, se completó en 1907. El proyecto, enrolado en una corriente del Modernismo catalán, recibía inspiraciones del estilo Art Nouveau. Su ambientación combina misturas árabes con reminiscencias a edificios históricos de España. La Infanta Isabel regaló los ascensores cuando visitó el país con motivos del Centenario de Mayo de 1910. En el balcón del tercer piso se destaca la primera obra del célebre escultor español Torcuato Tasso y Nadal: hace referencia a la navegación. Sobre la cúpula, curva y trunca, de colores dorados y cobrizos, se apoya la segunda: el Genio Alado, el símbolo del Club Español. Recuerdan sus socios cuando cada 12 de octubre el farol que sostenían una de sus manos se encendía para celebrar los aniversarios del descubrimiento de América.
"Desde su inauguración en 1911, estuvo prácticamente oculta. A fines de la década del cuarenta, con la apertura de la Avenida 9 de Julio en este sector de Montserrat, el edificio y su cúpula obtuvieron una nueva perspectiva surgida de las demoliciones y la transformación urbana de su entorno", distinguió el arquitecto Néstor Zakim, coordinador del programa Miradores de Buenos Aires.
Banco de la Nación Argentina
Dirección: Avenida Rivadavia 317.
La cúpula menos conocida, y paradójicamente la más grande de la ciudad y una de las más grandes del mundo (tal vez la tercera detrás de la Basílica de San Pedro y del Capitolio de Washington). Sus enormes dimensiones permanecen disimuladas por una mansarda que corona el perímetro del edificio y confunde la visión del caminante desprevenido. "El espacio central de cincuenta metros de luz entre apoyos y 36 de altura se encuentra cubierto por una cúpula vidriada que permite la entrada de luz natural", destacó Zakim. La cúpula está sostenida por ocho columnas perimetrales y no pilares, resultados de cálculos matemáticas que nunca se difundieron, y capaces de soportar las cincuenta mil toneladas de peso estimado del edificio.
Su creador fue el mítico arquitecto Alejandro Bustillo, el mismo que construyó el hotel Llao Llao en Bariloche, la casa de Victoria Ocampo -considerada la primera casa moderna de la Argentina-, el Hotel Provincial y el Casino de Mar del Plata, el Monumento a la Bandera o el Museo Nacional de Bellas Artes. El Banco de la Nación es un edificio de características majestuosas, monumentales. Su fachada de piedra, pisos de granito y paredes revestidas de caoba y cedro resaltan la imponencia de un edificio inaugurado el 21 de julio de 1944.
Mirador de la Galería Güemes
Dirección: Florida 165, San Martín 170.
La mejor postal porteña: la torre de la Galería Güemes fue concebida para ofrecer a los visitantes una de las vistas panorámicas más ricas de la Ciudad de Buenos Aires. Inaugurada en 1910, es un pasaje peatonal de cien metros de extensión que une las calles Florida y San Martín. Albergaba lugares de esparcimientos, de encuentro, donde proliferaron los locales comerciales: fue el predecesor de los shoppings contemporáneos. Conserva una impronta arquitectónica de la Europa de fines del siglo XIX y asume un declarado lenguaje Art Nouveau para ser considerado como un icónico tesoro de época. Fue declarado edificio representativo de Buenos Aires, está consignada en el listado de Inmuebles Singulares de la Ciudad y es un Sitio de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad.
El mirador fue reabierto en 2013 tras una puesta en valor que lo reconoce como una estructura de alto prestigio cultural e histórico. "El edificio era el más alto del país con catorce pisos y más de ochenta metros de altura. Hacia la década del cuarenta, en la también conocida como Torre Mitre, funcionaba la 'confitería del piso 14', donde los clientes podían disfrutar de un buen café y subir al mirador por 25 centavos", cuenta Zakim, coordinador del programa Miradores de Buenos Aires del Ministerio de Cultura porteño. La perspectiva de 360 grados permite capturar los cuatro puntos cardinales de la Ciudad: desde edificios emblemáticos hasta la costa uruguaya y el Río de la Plata. La leyenda dice que las obras del muralista Juan Carlos Lamela, cuyo estudio estaba en la terraza, eran fruto de la musa de la amplia vista de su cúpula.
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