"Desde hace más de 30 años El Paraíso de los Animales trabaja en el rescate, rehabilitación y bienestar animal. Es un santuario interespecie único en la República Argentina. Todos los habitantes (más de 700) conviven en armonía y libres de explotación (…) ¡Tenemos un sueño! Construir en el predio un Hospital Veterinario", dice la petición iniciada hace una semana en la plataforma digital Change y que ya lleva más de 6.800 firmas.
La iniciativa de elevar la petición al intendente de General Rodríguez nació de un grupo de voluntarias que día a día ayudan desde sus diferentes espacios y buscan todas las maneras para conseguir colaboraciones con el santuario animal, el primero de Argentina.
Esta noble idea trasciende las frontera de la quinta de General Rodríguez. Está pensada, también, para que beneficie a los vecinos de esa localidad y alrededores. Y lo que pretenden hacer allí es: castraciones a bajo costo, inmunizaciones, consultas sobre bienestar animal y educación e información sobre derechos de los animales.
El santuario "se financia gracias al aporte de personas con buena voluntad y altruismo", dicen las voluntarias, que a su vez aseguran: "El equipo de trabajo es reducido, con individuos que donan generosamente su tiempo".
Pese a esa buena voluntad, cuesta saldar las cuentas. Este año sintieron que tocaron fondo cuando las deudas con la empresa que les vende alimento balanceado (solo para los perros) parecía impagable. Fue, en ese momento, una nota de Infobae la que los ayudó a recuperar un poco el aire. Llegaron algunas donaciones, pero con el paso de los días éstas decayeron.
Hoy, casi como un grito desesperado, buscan ayuda para concretar ese sueño que, como todos los sueños, merece convertirse en realidad.
El hospital veterinario, un sueño que lleva casi una década
Video: en esa estructura se construiría el hospital veterinario.
"En muchas emergencias, lamentablemente, hemos llegado tarde debido a las distancias o por no contar en nuestro municipio con atención veterinaria las 24 horas. Queremos seguir apostando a cambiar la triste realidad de muchos seres abandonados, lastimados, que mueren día a día sin ninguna atención en las calles y no solo en nuestro municipio sino la realidad de todos", aseguran desde El Paraíso.
Es que la historia para ellos comenzó hace más de 30 años -aunque se lo conoce hace poco gracias a las redes sociales- cuando Gabriela y Noemí Bezeric junto a Armando Scoppa no pudieron ser indiferentes al dolor que veían en las calles y decidieron rescatar a los perros de José C. Paz en los tiempos en que las temibles "perreras" los levantaban como bolsas de basura.
"Empezamos rescatando perros y gatos en José C. Paz, donde comenzamos a tener más volumen de perros. En esos años pasaba la perrera a levantar a los perros que veían en la calle y se los llevaban para matarlos en las cámaras de gas", recuerda apenada Noemí.
En ese recuerdo vuelve a sentir la desesperación de esos días cuando junto a su hermana y cuñado salían a rescatar a todos los perros que podían y los regresaban a sus casas o los llevaban con ellos para salvarles la vida. "Cuando llegamos a la primera quinta, en José C. Paz, llegamos con 6 perros nuestros y allí había otros 6 abandonados —sigue Noemí— De esos 12 pasamos ¡a 300 y pico!".
Luego se mudaron a un espacio más grande en San Miguel, pero cuando fue la época de la Circular 1050 (emitida por el Banco Central, en enero de 1980, durante la gestión de José Alfredo Martínez de Hoz) la perdieron.
"Perdimos la quinta, pero nunca dejamos a los animales", subrayó. De San Miguel se fueron con una hipoteca y compraron la quinta en la que se inició la historia de "El Paraíso". En esos años, una colega del diario Clarín les hizo una nota en la que contó la situación por la que habían pasado y de inmediato llegó la solidaridad de una mujer estadounidense que colaboró con dinero para ayudarlos.
Pagó la deuda y donó un terreno lindero con una construcción de unos 50 metros cuadrados que hoy espera convertirse en veterinaria. La edificación era otra. Luego de que se la donaron los antiguos dueños quisieron quedarse con "recuerdos" y la destrozaron. Quedó sin revestimientos, sin tejas… Y desde entonces hasta la fecha lentamente se la fue reparando, pero no se logró. ¿El motivo? Falta de dinero.
—¿Cuándo empezó el proyecto del hospital veterinario en "El Paraíso"?
—Hace unos 10 años, más o menos, pero estuvo siempre la idea de hacerlo. Hasta que no se amplió el espacio era solo un proyecto que fue creciendo a medida que llegaban nuevos animales. En el terreno que donó nuestra amiga norteamericana había una construcción empezada y estando ya ese espacio la idea se reforzó. Los dueños anteriores sacaron mucho de la construcción original y quedó el esqueleto.
Fue gracias a la donación de esa mujer que también se inició la construcción de los dormis y parte del techo de lo que se espera pronto se convierta en el hospital veterinario. "Los dormis fueron pensados para que los estudiantes de veterinaria que quieran hacer una pasantía en el santuario tengan un lugar para dormir y descansar", revela Noemí.
—¿Por qué aún no se pudo terminar la construcción del hospital?
—No podemos terminarlo nunca porque el dinero que ingresa va destinado a los alimentos de los animales. Las donaciones están, pero lamentablemente no alcanzan. Nos quedamos con grandes deudas durante mucho tiempo y recién hubo entrada de dinero donado gracias a la nota de Infobae, pero solo sirvió para pagar la deuda con la empresa de alimentos.
Noemí cuenta que si bien hay padrinos y madrinas que aportan dinero mensual para sus ahijados, no alcanza para todos los gastos. En el forraje se gastan $2.000 por día.
—Considerando que quizás algún lector pueda hacer donaciones importantes, ¿qué es lo que más necesitan?
—Para poder realizar el sueño del hospital hacen falta materiales y mano de obra. Hay que hacer el revestimiento, poner toda la instalación de luz y todo lo necesario para que la estructura de hoy se convierta en un hospital.
La historia de Coco, el primer caballo que ingresó a "El Paraíso" y cambió la vida de sus fundadores
Luego de que llegaran a rescatar más de 300 perros, comenzaron campañas para darlos en adopción, pero luego vieron que los propios adoptantes los volvían a abandonar, por lo que decidieron que cada animal que ingresara sería para vivir allí su vida y todos juntos.
La idea de ser un santuario y no un refugio llegó con la necesidad de los propios animales. Entre estos lugares hay una clara diferencia: el primero está pensado para que cada animal rescatado pase el resto de su vida en un hábitat lo más parecido al natural donde deje de ser considerado un mero objeto y que viva en total libertad. En cambio, el refugio es un lugar de paso donde los animales, generalmente perros y gatos, están a la espera de un buen corazón que los adopte y les dé un hogar.
Cuando la idea de ser un santuario estaba firme, llegó Coco.
"Coco fue un caballo usado y maltratado por carreros que lo obligaban a trabajar incansablemente más allá de sus fuerzas y de sol a sol. Lo excedían en carga y fue mal alimentado durante mucho tiempo. Pasó por varias manos crueles y despiadadas", recordó Noemí.
Cuando la carga que llevaba fue muy excesiva, Coco cayó al suelo y como represalia para forzarlo a levantarse le cortaron una oreja. Coco ya no les servía para el trabajo pesado para el que lo utilizaban y lo abandonaron.
Pero el calvario no terminó para él: otro carrero lo encontró y se lo llevó. Coco siguió cargando grandes cantidades de basura y chatarra hasta que se le vencieron la columna vertebral y las patas delanteras. La decisión de sus explotadores fue la peor: lo iban a sacrificar.
Enterados de eso, los tres rescatistas fueron a buscarlo y Coco llegó a El Paraíso. Estuvo bajo atención veterinaria durante largas noches y días, pero no resistió y murió. En su homenaje la pareja junto a Noemí siguieron rescatando a los animales con el objetivo de darles una vida feliz.
Para completar el paraíso hace falta un hospital veterinario, para que cuando una enfermedad aqueja no haya noches de desvelo ni lágrimas, sino un lugar donde cuidar de ellos y seguir dándoles la vida que merecen.
Para colaborar con este sueño podés firmar la petición (link arriba), pero también podés hacer donaciones de materiales y dinero (en la petición no se dona dinero al santuario sino a la plataforma) o bien conocé este hermoso trabajo ingresando a su fanpage.
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