"Relaciones abiertas": en la mente de las parejas que le dijeron adiós a la monogamia

Fueron una pareja "tradicional" durante seis años hasta que decidieron abrirla. Hoy ella tiene dos parejas, él tiene tres. Viven todos juntos en Berazategui.

Juan Pablo y Cecilia, en la época en que abrieron la pareja

Cecilia y Juan Pablo están en pareja desde hace 13 años aunque se conocen desde la adolescencia: cursaron juntos en el mismo secundario católico, en Berazategui. Al comienzo, fueron una pareja "tradicional". Es decir, como en toda relación monogámica, tenían un acuerdo tácito de exclusividad: ninguno de los dos podía tener relaciones sexuales con otros. Hoy, en cambio, mantienen una "relación abierta": Cecilia tiene dos parejas. Juan Pablo, tres.

"Tuvimos una relación monogámica durante seis años y fue muy feliz", cuenta a Infobae Cecilia Figlioli (34), licenciada en Ciencias Políticas. Mientras eran una pareja de dos, coinciden, nunca existió el control: "No había problema en organizar planes por separado y ver a un ex no significaba un conflicto marital. El control en las parejas está tan normalizado que siempre fuimos los 'bichos raros'".

Hablan, por ejemplo, de parejas que se revisan el celular, que exigen que el otro les envíe su ubicación por whatsapp para comprobar dónde están o que deben pedirse permiso para hacer planes individuales. "Un sabotaje a la vida del otro", sentencia Juan Pablo D'orto, 34 años, analista de sistemas.

Ellos en 2005, cuando todavía tenían un noviazgo “tradicional” y creían en la monogamia

En ese contexto apareció, hace seis años, "una inquietud intelectual". "Veníamos debatiendo sobre las sociedades, la política y la construcción de poder. Y en una de esas charlas nos enteramos de que había sociedades que no se organizaban desde la monogamia", cuenta ella.

Fue ahí que aparecieron las primeras preguntas: "¿Qué pasaría si te dieran ganas de besar a esta amiga mía que te gusta? ¿Se me iría el amor por vos? ¿Y si a mí me dieran ganas de hacerlo con otra persona?". La respuesta a si el amor entre ellos "mágicamente desaparecería" fue la misma: no.

Sin demasiada información, le dijeron adiós a la monogamia y fundaron una "relación abierta". Es decir, un modo de vincularse en el que pueden tener más de una relación amorosa y sexual en simultáneo, siempre y cuando haya consenso del otro (y de los otros). Ese consenso es lo que lo diferencia del engaño y, por lo tanto, de la infidelidad.

El acuerdo en las "relaciones abiertas" depende de cada pareja: hay algunas -cuentan- que deciden dejar de tener exclusividad sexual: cada uno puede tener sexo con quien quiera pero no "engancharse". En el caso de Cecilia y Juan Pablo, no sólo es sexo.

Cecilia empezó una relación con Sebastián, que era amigo de ambos. Fue "cama afuera" hasta que "Seba empezó a quedarse más en casa. Ya teníamos muchos proyectos juntos, lo único que cambió es que ahora yo tenía sexo con él", cuenta ella, que desde aquel entonces mantiene dos parejas: una desde hace 13 años, la otra desde hace casi 7.

Hoy, en su casa de Berazategui, donde viven con todas sus parejas

Juan Pablo también empezó una relación con Sebastián y, hace dos años, comenzó una tercera relación con Florencia. Los cuatro decidieron vivir juntos en su casa de Berazategui, algo que no es frecuente en las relaciones poliamorosas. Es la misma casa en la que vivían mientras eran monógamos. Todos pueden tener más parejas por fuera de la convivencia (Florencia, de hecho, la tiene).

Como en ese entonces pocos hablaban del tema, se "chocaron contra todas las paredes". "La principal dificultad no fueron los celos sino el manejo del tiempo y de las crisis", cuenta él. Es decir, tener más de una relación simultánea no es salir, tener sexo y volver, sino tener tiempo y ganas de escuchar, cuidar y ayudar a resolver conflictos 'de la vida' con varios novios y novias al mismo tiempo.

¿Con quién duerme él, si vive con sus tres parejas? ¿Y con quién duerme ella, que vive con sus dos novios? "Depende de las ganas, hacemos lo que sentimos en ese momento", explica Juan Pablo. Intentaron llevar una "poliagenda" pero no funcionó: les resultó imposible anticipar con quién iban a tener ganas de charlar, discutir o tener sexo cada día de la semana.

Las críticas, claro, llegaron rápidamente. "La mitad de los problemas de tener una relación abierta vienen del entorno. Además de sortear tus propias inseguridades, porque no sos ninguna superada y podés sentir celos, tenés que soportar la opinión de todos. Los que te dicen 'esto es cualquier cosa', 'te está usando', 'sos una cornuda consciente', 'qué falta de compromiso', 'no estás enamorada', enumera Cecilia.

"Lo gracioso -sigue él- es que los cuernos no son un problema nuestro: son un problema de la monogamia. ¿Falta de compromiso? ¿Sabés el lío que es enfrentarte a tener una relación abierta? Todos tienen algo que decir. La única forma de sobrevivir es que tengas un nivel de compromiso enorme".

Que hayan decidido mantener una "relación abierta" no significa que estén en contra de la monogamia sino de la "mononorma". Es decir, que la monogamia sea considerada la única forma de estar en pareja. Es que los dos sentían que la obligación de la exclusividad los "limitaba":

"Yo sentía que había un mundo que no estaba conociendo. Conocer a otro, a nivel afectivo y sexual, es conocer un mundo nuevo. Y si no nos perjudicaba, ¿por qué nos íbamos a perder de vivir eso?", plantea ella. "Todas las relaciones sociales -con tus hermanos, con tus amigos, con tus padres, con tus compañeros de trabajo, son múltiples y simultáneas, salvo la pareja. Qué casualidad. ¿Por qué? ¿Vale en todos los casos pero en la pareja no? ¿El amor de pareja se gasta si lo compartís con más de uno?".

Pensando en la soledad que sintieron cuando salieron del "policloset", crearon una web llamada "Relaciones abiertas", donde ofrecen herramientas para quienes practican relaciones alternativas a la monogamia (como la "Agamia" -no formación de pareja-, la "Anarquía Relacional" o las "tríadas" -relaciones en las que tres personas están involucradas romántica y sexualmente entre sí-).

El apartado "la policlínica" funciona como "una guardia", explica él. "A veces nos escriben de madrugada. 'Mirá, me metí en esto y estoy sufriendo', o 'Yo estoy bárbaro pero mi pareja no', o personas que tienen parejas monogámicas que cuentan cómo les cuesta romper con la mononorma".

¿A quiénes se animan a decirles 'esto no es para vos'? "A quienes quieren hacerlo por moda, para hacerse los 'progres' o a quienes dicen que están aburridos con sus parejas y creen que abrirla es un modo de salvarla", contesta él.

Ninguno cree que haber elegido relacionarse de esta forma implica haber renunciado a la posibilidad de ser padres. "No, justamente estamos pensando en tener un hijo", revela Cecilia. Volver a la monogamia, sin embargo, no es una opción.

"Al contrario. Yo creo que no podría cumplir con las expectativas de la madre abnegada, que implican un montón de responsabilidades que se esperan de vos por ser mujer. No quiero una maternidad en donde sea yo quien deba encargarse del bebé las 24 horas. Me siento mucho más cómoda en este modelo relacional para ser madre que en la monogamia. Sería lindo compartir la maternidad y la paternidad con nuestras parejas".

Creen que ser padres está más ligado a la red que se teje entre los encargados de la crianza que a lo biológico. Su idea, si sucede, es presentar un recurso de amparo para pelear por la "filiación múltiple". Es decir, intentar que la Justicia les permita que la patria potestad recaiga en los cuatro.

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