"El Tribunal colegiado ha entendido por unanimidad que las acusaciones eran ciertas en su esencia, condenando al mencionado presbítero a la pena máxima que es la pérdida del estado clerical". Con estas palabras, la Iglesia salteña dio a conocer los resultados del juicio canónico, un tribunal interno y secreto de la institución religiosa que investigó las denuncias de abuso sexual atribuidas a Emilio Raimundo Lamas, quien llegara a ser designado monseñor por las autoridades religiosas de la provincia del norte.
"La Arquidiócesis quiere, en primer lugar, pedir perdón a Dios nuestro Señor, a las víctimas y a toda la sociedad por el escándalo y el daño causado por un sacerdote de nuestra Arquidiócesis a menores confiados a su cuidado", continúa el comunicado eclesial. De este modo, la Iglesia católica le quitó la condición de sacerdote a Lamas, cuyos delitos sexuales están siendo investigados por la justicia penal. En horas de la mañana del jueves, Juan Carlos García había declarado en la fiscalía de la capital salteña para reiterar la denuncia que publicó Infobae en exclusiva el pasado domingo. Se anunció que se llamará al ex cura Lamas a declarar bajo la imputación de "abuso sexual con acceso carnal".
De esta manera, la justicia de Dios se pronunció sobre las denuncias que acusaban a sacerdote por diversos ataques sexuales contra menores mientras era párroco en Rosario de Lerma, a media hora de la capital salteña. Según los reglamentos de la Iglesia, de no mediar un recurso por parte de Lamas, dentro de 15 días la condena institucional comenzaría a regir y le impediría ejercer el sacerdocio, rebajando su condición a la de "laico". La sentencia definitiva debería ser ratificada directamente por el Vaticano, hoy regido por el papa Francisco, quien en la Argentina oficiaba como Jorge Bergoglio.
"Eso quiere decir que después de todos estos años por fin me creyeron", dijo García a Infobae, luego de salir de su declaración en la fiscalía salteña a cargo de Sergio Obeid. "Ratifiqué la denuncia que había realizado en el tribunal eclesiástico y luego cuando interpusimos la demanda penal en diciembre de 2017, además de aportar testigos a los que les conté a lo largo de todos estos años lo que había hecho Lamas conmigo, que serán llamados a declarar".
"La denuncia quedó registrada y filmada esta mañana frente al fiscal Obeid y un equipo interdisciplinario –explicó el abogado Luis Segovia, que representa a García–. Mañana citarán al cura Lamas para imputarlo por el delito de abuso sexual con acceso carnal. También citarán a los testigos y al cura Alejandro Pezet y al presbítero Loyola Pinto y de Sancristóval, que formaron parte del tribunal de la Iglesia a quienes se les tomará declaración y se les pedirá que aporten el informe y los registros del proceso eclesiástico que llevaron adelante y que culminó con la condena de Lamas. No sabemos cuál va a ser la respuesta de la Iglesia, ya que entendemos que para ellos es un material interno y de carácter secreto".
"Asimismo, en medio del dolor y la vergüenza, (la Arquidiócesis) quiere agradecer a todos los que se animaron a denunciar en sede judicial estos crímenes –continúa el comunicado del Arzobispado salteño–. Cuando regrese el Señor Arzobispo se comunicará personalmente con las personas involucradas y se abordará de modo personal la necesidad de reparar y cómo el daño ocasionado". El comunicado se refiere a varias denuncias y señala que reparará a un conjunto de víctimas del padre Lamas. En las últimas horas, Infobae pudo comunicarse con una persona que denuncia haber sido objeto de una violación siendo menor por parte del cura.
"En 2017 el padre Alejandro Pezet vino a verme para decirme que habían mencionado a mi hija como víctima de abuso de Lamas y me pidieron que le transmitiera si quería testificar ante el tribunal eclesiástico –dice a Infobae Sonia Ríos, madre de Carla Fernanda Morales Ríos, hoy una muchacha trans que vive en Buenos Aires, pero que cuando sucedieron los acontecimientos denunciados tenía 13 años y era llamada por su nombre masculino, Fernando–. Carla nos había dicho que había sido violada por un cura en 2010".
Carla Morales Ríos vive en Campana, provincia de Buenos Aires, donde tiene un restaurant de comida altiplánica. En 2004 asumió su identidad trans ("a mí decime trava, travesti", aclara a Infobae) y dejó de llamarse Fernando para comenzar a ser Carla y convertirse en una activista LGTB que hoy brega para que la municipalidad campanense implemente el cupo trans aprobado por la legislatura de la provincia. En 2010 realizó la apostasía, es decir, abandonó la religión católica y borró su nombre de los registros de la Iglesia, y anunció a su familia que lo hacía porque había sido violada por un cura durante su infancia. Se trataba de Emilio Raimundo Lamas. Morales Ríos brindó su testimonio ante el Tribunal Eclesiástico que investigó las denuncias criminales contra el cura. Allí se le dijo que la causa estaba prescripta para el código penal y se le demandó secreto sobre el proceso que la iglesia salteña llevaba adelante.
Morales contó lo que testificó en el tribunal.
"Tenía una relación muy fuerte con la Iglesia y en Salta y en Rosario de Lerma el catolicismo tiene una influencia muy grande. Yo nací en 1980 en Rosario de Lerma y luego con mi familia nos mudamos a Salta. Cuando le adjudicaron una vivienda en 1989 a mis viejos en Rosario de Lerma volvimos allí y empecé las actividades con la Iglesia. Ingresé a la Legión de María, fui catequista más adelante, incluso luego de los acontecimientos con Lamas, porque lo había naturalizado y guardado en una cajita. Yo era un chico, pero siempre fui una marica, nunca lo oculté", dijo.
Y agregó: "En una de las reuniones de padres, en las que yo ayudaba sirviendo café, haciendo mate, el cura se acerca, recuerdo que tenía una reunión en Campo Quijano con otro cura, y le preguntó a mi mamá si me podía llevar. Mi mamá dijo que sí, era amigo de la familia, iba a cenar a casa, a almorzar a casa, teniendo confianza dijo: 'Sí, llevate a mi hijo'. Tenía una camioneta Ford 100, y en medio de la ruta comenzó a besarme y yo con doce, trece años, no entendía. Por mi reacción casi nos vamos a la banquina de la ruta. Yo me quedé muy rara, muy extraña. Era una figura que estaba arriba, vos decís: 'Esto está mal, pero si lo hace él, entonces está bien'. Cuando tenés doce, trece años no entendés qué es un abuso, una violación. Entonces me quedé muy asustada".
–¿Le dio un beso en la mejilla?
–Un beso en la mejilla, pero después hubo una mano en la pierna, un acercamiento a la boca, eso me descoloca. La mano más cerca de los genitales o entre las piernas y los genitales y el beso en la boca es algo que a mí me descoloca sin entender qué significa eso, como si fuera un saludo, porque a esa edad vos ya sabés qué significan los besos pero no entendés muy bien. Era más un niño, una niña, que una adolescente. Con problemas de aceptación del cuerpo. Decían que la homosexualidad era un pecado y yo me sentía una pecadora por sentir lo que sentía. En esa época las confesiones eran cara a cara y entiendo ahora que él podía detectar los niños gays, homosexuales, la disidencia en la infancia. Lamas se encontró con el cura, yo me quedé en la camioneta, a la vuelta llegamos a la parroquia, al lado estaba la casa parroquial, había un espacio de reunión y atrás había un cuartito. La verdad que no recuerdo cómo llegué al cuartito ni cómo se llegó a los besos. Seguramente hubo una manipulación del cura hacia mi infancia que terminó dándome un beso, bajándome el pantalón, él bajándose el pantalón, penetrándome. No sé cómo se llega a eso, no puedo recordar, tenía doce o trece años. Y lo guardé en una cajita. Él me dijo: 'No cuentes nada', entonces era como un secreto de confesión, no podés hablar, no podés decir nada, no entendés, te sentís mal, yo sentía que había hecho algo mal. Yo recuerdo que me penetró. Tenía un pene en erección pero muy chico y eso hizo que no me lastime, que no queden secuelas. Sentí que algo entraba, pero no sentí un dolor, no hubo una dilatación previa. Fue muy rápido y cuando él eyaculó agarró la remera blanca que tenía puesta, porque no nunca se desvistió, y me limpió con esa remera y a mí lo que me daba vergüenza era pensar: 'Uy, ¿y si estuve sucia? Voy a dejar manchada la remera'. Yo tenía trece años, sin entender el abuso. Sí lo confundía con el afecto. Muy raro todo. Ahora que lo veo sí, digo: 'Yo fui abusada'. Fui violada por un cura y siento que no me trajo problema en mi deseo sexual, pero sí creo que me dejó un par de cosas que tengo que resolver con terapia con respecto al abuso de poder, cómo alguien que está en un lugar de poder lo usa para manipular". Carla Morales Ríos anunció que ya puso en marcha los mecanismos para interponer la denuncia ante la justicia penal salteña.
El pueblo salteño de Rosario de Lerma se encuentra conmocionado por la revelación de los acontecimientos oscuros que involucran a quien fuera párroco del lugar durante varios años, quien compartiera misas, comidas y la cotidianidad de un lugar cerca de las montañas donde la paz reina. Una paz que el jueves por la tarde fue interrumpida debido a la movilización que realizó la agrupación Mujeres Organizadas de Rosario de Lerma, que nació al calor de los debates por la legalización del aborto seguro y gratuito.
"Es una marcha para pedir justicia por Juan Carlos García y Carla Morales Ríos y todas las víctimas de Lamas –dijo a Infobae Fernanda Bono Páez, miembro de la agrupación-. Hemos convocado a la población de Rosario de Lerma en defensa de los niños, de los adolescentes, incluso en defensa de su propia fe, en contra de estos crímenes. El actual párroco Alejandro Pezet se ocupó de ir escuela por escuela por escuela para decir que saquen a los niños antes de las seis de la tarde, porque iba a haber una movilización violenta, cuando en realidad se trata de una marcha pacífica para que se realice justicia".
A la movilización, que contó con la presencia de medio centenar de personas, concurrió Juan Carlos García, quien ingresó a la parroquia del pueblo y, frente a una imagen de la Virgen, dijo en voz alta: "¿Ves que yo no mentía?". La asistencia presenció los hechos emocionada. Ya la justicia de Dios se pronunció. Es el turno de la justicia de los hombres.