Ernesto Schargrodsky: "Necesitamos líderes que convenzan a la sociedad de que si nos sacrificamos por una generación futura vamos a poder ser más ricos"

En diálogo con Infobae el rector de la Universidad Torcuato Di Tella habla de los problemas de formación de los líderes políticos argentinos y de la incapacidad de pensar en el largo plazo

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"Es fácil desde la educación criticar a los políticos, pero un sesgo es que hay una preponderancia de buscar gente de confianza por encima del conocimiento. Y entonces es más fácil hacer un camino en la política basado más en la lealtad que en el conocimiento", dice Ernesto Schargrodsky, economista y rector de la Universidad Torcuato Di Tella.

Schargrodsky recibió su Doctorado en Economía de la Harvard University. Entre muchos otros temas, sus estudios analizan el efecto del otorgamiento de títulos de propiedad de la tierra en áreas marginales, el impacto de la presencia policial sobre el crimen y la relación entre salarios de los funcionarios públicos y corrupción.

En la Di Tella, por ejemplo, estudiaron figuras de la primera línea del Gobierno de Mauricio Macri como el jefe de Gabinete Marcos Peña, el jefe del bloque del PRO en Diputados Nicolás Massot, la secretaria de relaciones parlamentarias Lucía Aboud y la nueva vice segunda del Banco Central Verónica Rappoport. También fueron profesores allí el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, el titular del Banco Central Guido Sandleris, el ex director del BCRA Federico Sturzenegger y su vice Lucas Llach. Sin embargo, cabe aclarar que hubo graduados, profesores y ex profesores de la Di Tella que fueron funcionarios de otros gobiernos. Entre ellos Sebastián Etchemendy en el kirchnerismo, Pablo Gerchunoff con Raul Alfonsín y en el primer año de Fernando de la Rúa, y Carlos Escudé en el menemismo.

En un país en el cual a la dirigencia le cuesta pensar en el largo plazo, Schargrodsky se anima a analizar las carencias de los líderes políticos. Dice que "faltan liderazgos capaces de convencer a la sociedad de que es necesario sacrificarse por una generación futura para ser más ricos".

Además habla sobre la falta de espacios de formación de cuadros idóneos y sobre el rol de las universidades. "Es difícil encontrar partidos con un funcionamiento natural y con recursos, por ejemplo, para una formación de cuadros no vinculados a un proceso electoral específico. Entonces esa formación se va dando más en la contingencia o en la experiencia práctica", afirma frente a Infobae.

-¿Qué tiene que tener un buen líder político y económico en este país?

-Es una sociedad muy difícil de gobernar, una sociedad donde es muy difícil conseguir sacrificios sectoriales, donde es muy difícil mediar entre pujas redistributivas, así que el poder de convencimiento y de liderazgo seguramente es muy importante. Idealmente uno querría un conocimiento en ciertas áreas: un conocimiento de la historia, de la política, conocimientos básicos de economía, de relaciones internacionales. Por supuesto, me estás haciendo una pregunta sobre un ideal… Y después, como siempre que uno gobierna en Argentina, o lidera un grupo, hay que pedir sacrificios: tiene que ser una persona que predique con ejemplos propios.

-Te pregunté por un ideal para después preguntarte por nuestros políticos: ¿cómo ves a los líderes políticos argentinos, tanto en el oficialismo como en la oposición? ¿Qué tienen, qué les falta, qué problemas hay?

-Uno puede ver dos tipos de caminos: el más tradicional en Argentina fue a través de una evolución adentro de partidos políticos. En muchas otras partes del mundo en los últimos años se abrió un camino alternativo que es transformarse de alguna manera -o por algún camino propio- en una celebrity. Y desde ahí, a partir de que uno se vuelve una persona conocida -lo cual, en democracia, para disputar puestos electorales es muy valioso-, pasar a la política. Después, si me preguntás por otros tipos de liderazgo, sí hay conocimientos y carreras propios en cada profesión. Si uno hace una carrera como economista de Estado, o en relaciones internacionales, o en educación o en salud, hacen falta conocimientos propios del área.

-¿Faltan espacios en Argentina de formación de líderes? Por ejemplo, ¿por qué los partidos políticos tradicionales no forman nuevos cuadros? O por lo menos no los forman de una manera ideal, como estás describiendo…

-Por un lado, hay una formación propia de cada individuo. En el caso de liderazgos que requieren ciertos conocimientos, uno piensa en el sistema educativo como el espacio ideal de formación. No de una formación ideológica, y menos de una formación partisana, pero sí de lograr una formación general. Después, uno pensaría en los partidos políticos, o en la experiencia de gestión, como un lugar de desarrollo más específico para la gestión pública. Algo que ha pasado en los partidos políticos, por una suma de procesos, es que tienen dificultades de financiamiento, que es un tema conflictivo, y que aparece en general para el financiamiento de campañas políticas.

Un riesgo es mirar todo el tiempo la coyuntura, tener opiniones que surgen de las encuestas de la gente y no desde el liderazgo propio

-La campaña ante todo…

-Es difícil encontrar partidos con un funcionamiento natural y con recursos, por ejemplo, para una formación de cuadros no vinculados a un proceso electoral específico. Entonces esa formación se va dando más en la contingencia, o en la experiencia práctica. Por eso en general lo que uno ve son liderazgos en gobiernos más locales, que después se puede transformar en liderazgos nacionales, y así es como se forman los equipos. Entonces hay jefes de ciudad o gobernadores que después son candidatos naturales a la presidencia, y en esos gobiernos previos vienen formando sus equipos.

-¿Pero cuáles son los riesgos de eso que estás describiendo, de que quizá no tengan conocimientos más generales y estén atados a la contingencia del día? Más libros y menos diarios, digamos…

-Un riesgo es ese: mirar todo el tiempo la coyuntura, tener opiniones que surgen de las encuestas de la gente y no desde el liderazgo propio. Y riesgos de poco conocimiento y de poca planificación, de llegar al poder débiles en términos programáticos, y débiles en tener cuadros técnicos. Me parece que el tema de la debilidad de los cuadros técnicos se combina además con otro problema de la Argentina, que es la debilidad de nuestro Estado.

-Explicalo.

-Si nosotros tuviésemos una burocracia, en el buen sentido de la palabra, mucho más capacitada, mucho más pequeña, sin que se utilice el empleo público como un mecanismo de atender reclamos sectoriales, clientelísticos, favores -por lo que gran cantidad de empleo público termina mal remunerado-  ahí tendríamos un lugar que donde debería haber mucho conocimiento específico. Y es ahí donde tendría que haber individuos no partisanos, no partidarios, con experiencia. Eso sería un ideal. Entonces la democracia hace cambiar naturalmente los liderazgos, pero detrás de eso tenés organismos con una burocracia funcionando.

“Las universidades tienen que tener un gran clima de pluralismo interno y exponer a los jóvenes -que son en general quienes están en sus aulas- a una diversidad de ideas”
“Las universidades tienen que tener un gran clima de pluralismo interno y exponer a los jóvenes -que son en general quienes están en sus aulas- a una diversidad de ideas”

-Oscar Oszlak dijo en una entrevista con Infobae que eso que vos describís es lo que hace que no tengamos políticas de Estado, que cambie un gobierno y no haya nunca políticas a largo plazo en el país. Cada uno trae su proyecto a corto plazo. ¿Vos coincidís con esto?

-Coincido con eso: si nosotros tuviésemos una burocracia específica, con puestos estables, bien remunerada y capacitada -lo cual requiere que sea mucho más pequeña-… No quiero ser ingenuo al pensar que, si tenemos que reducir el gasto público, eso requeriría recursos mejor utilizados, pero hay muchas áreas -salud, educación, defensa de la competencia, relaciones internacionales, ciencia-, donde uno querría una burocracia mucho más estable, y eso daría una viabilidad a toda una serie de políticas.

-En las elecciones de 2015, los tres candidatos principales -Massa, Scioli y Macri- salieron de universidades privadas. Entonces: ¿cuál es el rol de la universidad en la formación de los líderes? ¿Y cuánto influye que salgan de una universidad pública o privada para gestionar y gobernar un país?

-Dejame separar la pregunta en tres partes. Las universidades son cruciales en darles a sus alumnos una formación amplia. Creo que las universidades tienen que tener un gran clima de pluralismo interno y exponer a los jóvenes -que son en general quienes están en sus aulas- a una diversidad de ideas. No creo en universidades que puedan ser realmente buenas si tienen sesgos ideológicos, mucho menos partidarios. O sea que las universidades, dentro de este ideal del que hablamos, son las que deberían proveer a grandes grupos de la población una exposición a ideas y una formación general. Algunos de esos alumnos mañana serán líderes y tendrán sus formaciones ideológicas, pero tienen que haber sido expuestos en sus universidades a opiniones distintas. Eso por un lado.

En esta situación de puja sectorial donde nadie cede, donde las presiones sobre el Estado se manifiestan en un gasto público que siempre excede a los recursos, no vamos a poder crecer

-Hablame ahora de los candidatos Macri, Scioli y Massa…

-Si uno justo mira a Macri y a Scioli, los finalistas del ballotage, es cierto que estudiaron en universidades privadas. Creo que tiene que ver con el camino que ambos tomaron hacia la política, donde primero -uno como presidente de Boca y otro como deportista- llegaron de esa manera. Llegaron desde sectores pudientes. Y en sus casos, entonces, hay alguna correlación entre ese origen pudiente de sus familias y lo que eran las universidades privadas en ese momento.

-Vos sos director de una universidad privada…

-Lo que creo, como responsable de una universidad, es que parte de nuestro trabajo es atraer donantes y recursos para financiar un sistema de becas, para que estudiar en una buena universidad no dependa de las condiciones económicas de una familia.

-¿Cómo serían esas becas?

-Así como la universidad pública es gratuita las privadas deberían tener un sistema de becas que permita atraer a los mejores estudiantes. Después, no debería haber ninguna diferencia particular entre una formación en una universidad pública y en otra de gestión privada. No debería haberla en la medida en que las universidades logremos no tener sesgos ideológicos que, en mi opinión, algunas universidades privadas tienen. Y algunas universidades públicas también lo tienen.

Creo que estamos necesitando liderazgos que puedan convencer a la sociedad de que si nos sacrificamos por una generación futura vamos a poder ser más ricos

-Vos decís que si, por poner un ejemplo, Marcos Peña saliera de la Di Tella o de la UBA, no debería haber diferencia en su formación como líder político…

-No, no debería haber diferencias. Creo que las universidades deberían exponer a los alumnos a una pluralidad de ideas. Algo que uno querría evitar en un país es que sea más fácil dedicarse a la política si tenés recursos familiares. Esa sería una característica negativa. Lo que estamos charlando acá debería ayudar a eso: por un lado que haya mecanismos de formación de cuadros, en los partidos políticos o en la gestión, que no requieran de espaldas familiares. Y por el otro, que las universidades privadas y públicas tengan una apoyatura como para atraer a los mejores estudiantes independientemente de las posibilidades económicas de sus familias.

-¿Hay algún tipo de diálogo entre gobiernos y universidad como para que los alumnos tengan ciertas habilidades cuando terminen sus carreras que les permitan, si quisieran estar en la función pública, ser funcionarios probos?

-No hay demasiado diálogo, al menos en lo que respecta a la formación general o la investigación que hacen las universidades. Lo que uno sí querría tener más en las universidades -y otros países ya tienen, aunque en Argentina es bastante incipiente: nosotros en la Di Tella tenemos una escuela de gobierno- son más áreas que brinden servicios educativos, de investigación y de diseño de políticas específicos para distintos gobiernos. Digo "distintos gobiernos", sobre todo, porque muchas de estas demandas deberían venir de gobiernos locales más que de gobiernos nacionales. Hablando de políticas muy concretas: salud, educación, seguridad, transporte, que en un país federal son demandas locales. Eso existe bastante poco.

Mi generación está marcada el restablecimiento de la democracia. Eso es un enorme progreso. Nos queda el progreso del desarrollo económico, que espero verlo…

-¿Cuánto conocimiento tiene un líder político y cuánto de "contactos" en el partido?

-Es fácil desde la educación criticar a los políticos, pero un sesgo es que hay una preponderancia de buscar gente de confianza por encima del conocimiento, y entonces es más fácil hacer un camino en la política basado más en la lealtad que en el conocimiento.

-¿Estás diciendo que les falta leer a los políticos argentinos?

-Sí, un poco sí. No sé si a ellos mismos, pero sí a sus asesores, a sus equipos. Diría: a toda una élite general, no económica sino dirigencial. Creo que los sistemas educativos deberían ser parte de un proceso de llevar mejores ideas a los gobiernos. Y eso es algo difícil, que falta en nuestra sociedad.

-Es una deuda, un ida y vuelta: que fluya desde el sistema educativo como un diálogo, pero también de los dirigentes que no se terminan de formar…

-Seguramente, sí. Es un déficit en ambas direcciones.

-En este momento que estamos viviendo en el país, ¿qué les falta a los líderes argentinos, del oficialismo y de la oposición? 

-Creo que Argentina tiene que hacer algunas cosas difíciles. Está estancada desde hace muchos años, siete u ocho décadas, en un problema crónico de déficit fiscal. Que a veces se resuelve con emisión -que nos lleva a la inflación-, a veces con deuda externa -que nos lleva al default-, a veces con aumento de impuestos -que nos lleva a la recesión-. Ese problema crónico que surge de presiones redistributivas de la sociedad no nos deja crecer, y a la vez nos hace más pobres. Creo que estamos necesitando liderazgos que puedan convencer a la sociedad de que si nos calmamos en nuestras presiones individuales, que si de alguna manera nos sacrificamos por una generación futura, que si nos organizamos mejor, vamos a poder ser efectivamente más ricos. Pero que en esta situación de puja sectorial donde nadie cede, donde las presiones sobre el Estado se manifiestan en un gasto público que siempre excede a los recursos, no vamos a poder crecer. Está costando mucho eso, y probablemente haga falta liderazgos de ideas y liderazgos personales muy fuertes para que podamos salir de ese círculo vicioso.

-Estás hablando de la oposición y del Gobierno, de ambos lados…

-Estoy hablando de la oposición y del Gobierno, y estoy hablando de un largo plazo que incluye, además de gobiernos dictatoriales que no resolvieron este tema, gobiernos en democracia de todas las banderas que no supieron resolver este problema. Por eso hacen falta liderazgos que convenzan a la gente de que podemos retomar ese sendero de crecimiento que alguna vez Argentina tuvo, y que otros países de la región están teniendo.

-¿Lo lograremos?

-Esperemos que sí. Yo pertenezco a una generación que vivió en su juventud momentos muy importantes de la Argentina como fue el restablecimiento de la democracia. Yo tenía 17 años. Mi generación está marcada por eso. Eso es un enorme progreso. Nos queda el progreso del desarrollo económico, que espero verlo. Nos hemos quedados trancados de alguna manera: la Argentina está entrampada hace varias décadas. Pero esperemos que estos golpes que nos damos sean constructivos, lo cual no es obvio.

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