Conspiraciones, fiestas de lujo y postres increíbles: los secretos de la Confitería del Molino, un lugar olvidado que busca recuperar su esplendor

Inaugurado en 1916, con una impactante estructura de varios pisos, el lugar lleva casi dos décadas cerrado. En pleno proceso de recuperación desde que este año quedó a cargo de una comisión bicameral del Congreso, Infobae pudo recorrer sus míticos salones

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Buscan reabrir la antigua Confitería
Buscan reabrir la antigua Confitería Del Molino, una de las más antiguas de Buenos Aires (Guille Llamos)

De Alfredo Palacios a Madonna. De la vigilia durante la discusión de leyes fundamentales para el país, hasta los casamientos y fiestas de la alta sociedad, en medio de vitrales, mármoles y bronce imponentes. Del impacto por un incendio que obligó a sus dueños a cerrar por un tiempo en pleno auge, hasta un tiroteo en pleno 1930. De las creaciones literarias inspiradas en lo que ocurría alrededor de sus mesas, hasta el encanto del postre Leguisamo en honor al jockey uruguayo que los comensales podían comprar para llevar.

La mítica Confitería del Molino, en la esquina porteña de Callao y Rivadavia, vivió épocas de esplendor y, por su estratégica ubicación frente al Congreso, fue testigo de los grandes episodios de la historia del siglo XX argentino.

Así está hoy el salón
Así está hoy el salón principal (Guille Llamos)

Pero después de nueve décadas en las que brilló a fuerza de ofrecer excelentes productos de pastelería y de consagrarse como uno de los centros de la vida intelectual y política del país, debió cerrar sus puertas en 1997.

Casi 20 años después, luego de que el establecimiento fuera expropiado y quedara a cargo en la actualidad de una Comisión Bicameral del Congreso que debe velar por su cuidado y recuperación, un grupo de obreros trabaja en el edificio, junto con especialistas en patrimonio y expertos. La intención es que, con el tiempo y luego de una exhaustiva tarea de restauración, la antigua cafetería se convierta en un museo y un espacio cultural.

En junio de 2018 se
En junio de 2018 se constituyó la Comisión Bicameral Administradora Del Edificio Del Molino y el inmueble pasó a estar en manos del Congreso. (Guille Llamos)

Mientras los especialistas trabajan van apareciendo muebles, objetos de gran valor, detalles de decoración de épocas de opulencia, pero también pistas y secretos de lo que supo ser un lugar único en el corazón de Buenos Aires.

AUGE Y DESPUÉS
La historia comienza a fines de 1800, cuando dos pasteleros de origen italiano, Constantino Rossi y Cayetano Brenna, abrieron en Rodríguez Peña y Rivadavia la Confitería del Centro, que en 1866 pasó a llamarse Antigua Confitería del Molino, como un homenaje al Lorea, el primer molino harinero a vapor en la ciudad.

La confitería se destacaba por
La confitería se destacaba por la gran calidad de su pastelería (Archivo General de la Nación)

Destacado por la calidad de repostería que ofrecía, el emprendimiento no tardó en crecer. Los italianos, entonces, decidieron salir a buscar inmuebles por la zona y en 1904 compraron uno ubicado en la esquina de Rivadavia y Callao.

Poco después adquirieron otras dos propiedades linderas hasta que contrataron al prestigioso arquitecto Francesco Gianotti -que en esa época también había tenido a cargo la construcción del Pasaje Güemes, considerado por muchos como el primer rascacielos porteño– con la intención de fusionar los tres predios.

Antes de su reinaguración, el
Antes de su reinaguración, el 9 de julio de 1916, el establecimiento funcionó en Rivadavia y Rodríguez Peña bajo el nombre “Antigua Confitería del Molino” (Archivo General de la Nación)

Con muebles especialmente traídos desde Italia, con cristalería de primera línea, detalles de mármol colosales, vitrales, manijas y terminaciones de bronce, las obras debían hacerse mientras la confitería inicial estaba en funcionamiento, tanto con cafetería como con expendio de pastelería para llevar.

El producto final tuvo características que parecían las de una fábrica: en los dos subsuelos funcionaban la sala de máquinas y la cocina donde se hacían las preparaciones más importantes durante las 24 horas, mientras que en las plantas superiores había departamentos donde llegaron a vivir los propietarios.

La cocina de la Confitería
La cocina de la Confitería del Molino funcionaba en el subsuelo (Archivo General de la Nación)

El 9 de julio de 1916 abrió finalmente sus puertas, con bar, salón de ventas y dos salones de fiestas para eventos especiales.

"En plena Belle Epoque, en aquella Argentina del Centenario, estos salones sirvieron para reuniones políticas de todo tipo, fiestas de quince, casamientos. Más acá en el tiempo, (Vicente) Solano Lima festejó, por ejemplo, sus 80 años acá", explica a Infobae Mónica Capano, que es la experta en preservación de patrimonio que está detrás de la reconstrucción de las historias que atraviesan a la cafetería.

La Confitería del Molino en
La Confitería del Molino en 1940, su época de auge (Archivo General de la Nación)

"Debemos tener en cuenta que El Molino siempre estuvo en diálogo con el Congreso, como si se tratara de una cámara más. Hubo reuniones y vigilias para seguir las jornadas de votación de varias leyes. Esto fue cargando al lugar de significación a lo largo del tiempo", detalla la experta mientras camina por la zona donde funcionó uno de los salones de fiesta del primer piso del edificio que solían alquilar las familias de gran poder adquisitivo.

Las leyendas que se tejen alrededor de un lugar tan emblemático son diversas. Algunos aseguran que Juan Domingo Perón tenía su mesa favorita sobre la calle Callao, mientras otros señalan que el ex presidente argentino pasó solamente una vez por allí a saludar a los trabajadores que se encontraban en el subsuelo del establecimiento, donde funcionaba la cocina.

En el primer piso del
En el primer piso del inmueble se encuentran los fastuosos salones que se alquilaban para fiestas (Guille Llamos)

Cuentan también que uno de los habitué del lugar fue el diputado socialista Alfredo Palacios, quien solía ir a tomar coñac en El Molino, mientras leía en las décadas del '20 y del '30. Varios expertos también señalan entre los que frecuentaban el café al célebre dirigente político Lisandro de la Torre.

"Por allá se guardaba vajilla presidencial. Tanto el 25 de mayo como el 9 de julio esta confitería y la del Águila ofrecían un servicio para la presidencia", sostiene Capano mientras señala uno de los muebles que se encontraron en el lugar.

Inaugurada en 1916, la confitería
Inaugurada en 1916, la confitería contaba con vitrales, mármoles y detalles únicos en bronce y cristalería (Guille Llamos)

En 1930, durante los días del golpe de Estado que derrocó a Hipólito Yrigoyen, la confitería sufrió uno de los momentos más duros de su historia: un incendio obligó a sus propietarios a realizar trabajos de refacción a lo largo de un año.

También por entonces se produjo un tiroteo en el establecimiento, al que ingresaron las fuerzas del ejército con caballos, que terminó con la destrucción total de las vidrieras.

La imponente escalera de mármol
La imponente escalera de mármol en el centro del café se encuentra también en recuperación (Guille Llamos)

El vínculo entre El Molino y las discusiones políticas –muchas veces directamente convertidas en reuniones secretas o conspiraciones entre pocillos y delicias del café– se vio de alguna manera parodiado en una publicidad del juego de pronósticos deportivos El Gran DT que se grabó en el establecimiento en 1996.

Allí se pudo ver en una mesa a los dirigentes políticos Carlos Ruckauf, Antonio Cafiero, Graciela Fernández Meijide y Chacho Álvarez, entre otros, armando entre todos un supuesto equipo de fútbol ideal.

Pero café no fue solamente un ícono político. Por sus mesas, atendidas por mozos vestidos de traje, también circularon personalidades del mundo de la cultura y el espectáculo.

Entre otras figuras, Niní Marshall y Libertad Lamarque concurrían a los fastuosos salones del establecimiento y también los autores Oliverio Girondo y Roberto Arlt, quienes además escribieron sobre el lugar.

Las máquinas con las que
Las máquinas con las que se preparaba la destacada pastelería del café eran de avanzada para su época (Guille Llamos)

Carlos Gardel marcó un verdadero hito de la confitería: en una ocasión encargó una torta en honor a su amigo, el jockey Irineo Leguisamo. Entonces nació uno de los clásicos del lugar, el llamado "postre Leguisamo", que incluía merengue, hojaldre y crema de almendras, entre otras delicias.

Hacia fines de los años '70 El Molino comenzó un derrotero que, con la sucesión de distintos dueños, lo llevó a tener que capear distintas crisis.

El ingreso principal a la
El ingreso principal a la cafetería estaba en la esquina de Rivadavia y Callao (Guille Llamos)

La situación fue terminal en la década de los '90 cuando los costos de mantener el sitio se hicieron imposibles.

Poco antes del cierre de la confitería, que ocurrió en febrero de 1997, la cantante Madonna, de visita por el país, grabó un videoclip en sus instalaciones.

También por esos tiempos, el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional, pero eso no alcanzó para que, tras décadas de brillo, el local cerrara de manera definitiva.

En el salón principal todavía
En el salón principal todavía hay algunos muebles de las primeras épocas del café (Guille Llamos)

RECUPERACIÓN Y FUTURO
Desde aquel momento, el rumbo de la confitería fue de complicación en complicación. Mientras hubo intentos por reabrirlo a comienzos de los 2000, el espacio fue vandalizado y gran parte de los objetos de valor que lo poblaban fueron robados o rotos.

La fachada del edificio también
La fachada del edificio también se encuentra en reparación (Guille Llamos)

El paso de los años, a la vez, afectó a la construcción, que sin mantenimiento se fue convirtiendo, de a poco, en un peligro por posibles derrumbes y desprendimientos.

En los pisos superiores del local todavía vivían algunas personas, que alquilaban habitaciones y departamentos.

En el lugar trabaja un
En el lugar trabaja un equipo de veinte restauradores expertos en patrimonio (Guille Llamos)

La Ley 27.009, de 2014, declaró al inmueble "de utilidad pública y sujeto a expropiación, por su valor histórico y cultural".

Una vez expropiado, el edificio pasó a estar a cargo del Congreso Nacional, que constituyó este año la Comisión Bicameral Administradora Del Edificio Del Molino con el diputado Daniel Filmus como presidente.

En 1996, Madonna grabó en
En 1996, Madonna grabó en la confitería el video de la canción “Love don’t live here anymore”(Guille Llamos)

En agosto, el propio Filmus, junto al presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, el ministro de Ambiente y Espacio Público porteño, Eduardo Macchiavelli, y funcionarios del Ministerio del Interior, firmaron un convenio de colaboración para la recuperación total del edificio.

De esa manera, la Nación, el Poder Legislativo y las autoridades de la ciudad se comprometieron a realizar un esfuerzo conjunto para proteger el patrimonio y poder, con el tiempo, convertir a la Confitería del Molino en un espacio cultural.

El emblemático local fue cerrado
El emblemático local fue cerrado en 1997

"Una de las características que se deben resaltar a partir de esta recuperación es que este fue un lugar de uso popular. Acá la gente venía y se tomaba un café. Estamos en la etapa de recuperar esa parte del patrimonio, que es el uso, que tiene que ver también con lo intangible", apunta la experta Mónica Capano.

La semana pasada, luego de que la Comisión a cargo hiciera un seguimiento de los trabajos de restauración, se determinó que una parte del inmueble será abierta al público en la próxima edición de La Noche de los Museos, el 10 de noviembre.

Una jornada que será un primer paso para que El Molino vuelva, de a poco, a recibir público y a recuperar el esplendor de otros tiempos.

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