El Foro Interreligioso G20 se compromete a "promover buenas prácticas" para "reducir las brechas escandalosas de la desigualdad"

Con un llamado a profundizar el diálogo, el trabajo conjunto y la construcción de la paz; con la condena al uso de la religión para propiciar la violencia y una exhortación a los líderes del mundo a defender la libertad religiosa, concluyó en Buenos Aires el V° Foro Interreligioso G20

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Los participantes del Foro frente a la Cancillería argentina (Prensa Foro Interreligioso G20)
Los participantes del Foro frente a la Cancillería argentina (Prensa Foro Interreligioso G20)

"Mujeres y hombres de fe de muy distintas creencias religiosas, y personas de buena voluntad -dice el comunicado final del Foro-, nuestro propósito ha sido reflexionar juntos acerca de los temas cruciales para el desarrollo equitativo y sustentable del mundo que compartimos, y acerca de temas relevantes de la agenda que considerará la Cumbre del G20. Nos hemos propuesto hacer un aporte a esa agenda desde la mirada de la fe y la experiencia de las religiones".

Los líderes reunidos en este 5° Foro Interreligioso G20 asumen "el compromiso de alentar y urgir el diálogo interreligioso y el trabajo conjunto entre las distintas religiones y confesiones".

(Prensa Foro Interreligioso G20)
(Prensa Foro Interreligioso G20)

"Las religiones están llamadas a construir la paz entre los pueblos y en cada una de las sociedades humanas -sigue diciendo el comunicado-. Cuando se invocan motivos religiosos para propiciar la violencia o el enfrentamiento se traiciona a la verdadera esencia de las religiones. Por eso condenamos cualquier discurso o acción que invite a la violencia, al odio religioso o al enfrentamiento."

En la declaración final el Foro también afirma que, "para poder hacer un aporte constructivo a la vida social y al desarrollo equitativo y sustentable del mundo entero, las religiones necesitan libertad", y en consecuencia deplora "que en muchos lugares del mundo la libertad religiosa" esté actualmente "restringida o directamente negada". Y agrega: "Compartimos el dolor por tantos hombres, mujeres y familias perseguidos por querer vivir su fe, cualquiera sea ella. Exhortamos a los líderes mundiales a comprometerse en la defensa de la libertad religiosa".

Los participantes del Foro declaran compartir "una urgente preocupación por el cuidado del planeta, nuestra casa común", que reconocen "como don y creación de Dios". "Desde la fe y la enseñanza de las religiones nos reconocemos responsables del cuidado de la casa común de cara a las futuras generaciones", dicen.

(Prensa Foro Interreligioso G20)
(Prensa Foro Interreligioso G20)

La relación entre ética y economía fue uno de los ejes de reflexión del Foro. "La voracidad y la avaricia deben ser erradicadas -dice al respecto la declaración final-. Como líderes religiosos y personas creyentes, promovemos una ética y valores tanto para nuestras propias administraciones financieras como para los distintos actores económicos y financieros de manera tal que esté al servicio de un desarrollo sostenible, justo y equitativo."

Recordando el 70º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (adoptada en 1948), reivindican en ese texto "el eco y la inspiración de las enseñanzas morales de las religiones, y reafirmamos el compromiso común y de nuestras comunidades en la defensa de esos derechos humanos", lamentando a la vela aparición de nuevas esclavitudes, en otras, bajo la forma de la trata de personas.

"Los gobiernos del G20 -concluyen- tienen la posibilidad de asumir un papel activo en acciones que reduzcan la multiplicidad de desigualdades que afectan incluso el futuro de la humanidad. Como líderes religiosos y personas creyentes nos comprometemos a promover buenas prácticas de manera conjunta para reducir las brechas escandalosas de la desigualdad, y coadyuvar en la generación de mayores oportunidades para que toda la humanidad tenga acceso a una vida plena y abundante".

(Prensa Foro Interreligioso G20)
(Prensa Foro Interreligioso G20)

El Foro Interreligioso G20 fue inaugurado el miércoles pasado con la presencia de la vicepresidente de la Nación, Gabriela Michetti, y con un mensaje del papa Francisco. Por espacio de tres días, unos 150 líderes y referentes de distintas tradiciones religiosas y de asociaciones basadas en la fe debatieron un amplio temario orientado a definir el aporte que la religión está llamada a hacer en materia de "desarrollo justo y sostenible" y de un "futuro digno" para la humanidad: el porvenir del mundo laboral, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, la trata de personas, la necesidad de una nueva arquitectura financiera internacional, la defensa de la libertad religiosa y la relación entre ética y economía.

La presencia de un abanico muy plural de líderes de todos el mundo convirtió a Buenos Aires en "la capital del ecumenismo", en palabras de uno de los organizadores del Foro.

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EL TEXTO COMPLETO DE LA DECLARACIÓN

Mujeres y hombres de fe de muy distintas creencias religiosas, y personas de buena voluntad, nos hemos reunido en Buenos Aires en el marco de la presidencia argentina del G20. Nuestro propósito ha sido reflexionar juntos acerca de los temas cruciales para el desarrollo equitativo y sustentable del mundo que compartimos, y acerca de temas relevantes de la agenda que considerará la Cumbre del G20. Nos hemos propuesto hacer un aporte a esa agenda desde la mirada de la fe y la experiencia de las religiones.

Agradecemos en primer lugar la hospitalidad argentina y de la Ciudad de Buenos Aires. En estos días hemos podido conocer y experimentar el clima de extraordinaria convivencia y amistad entre confesiones religiosas que caracteriza a este pueblo. Hemos visto de qué manera y en muchos campos las distintas confesiones religiosas no solamente dialogan, sino que realizan un trabajo en común, especialmente en la atención de los más vulnerables. Estas experiencias concretas, lo mismo que muchas otras que ocurren en muy diferentes lugares del mundo, demuestran que el trabajo interreligioso no solamente es posible, sino que además es deseable.

Como líderes de nuestras respectivas confesiones religiosas y personas creyentes con diversas perspectivas, asumimos el compromiso de alentar y urgir el diálogo interreligioso y el trabajo conjunto entre las distintas religiones y confesiones. Ese trabajo conjunto, que no niega, sino que complementa las acciones que cada una realiza en cumplimiento de su propia vocación, es verdaderamente urgente en un mundo globalizado donde los desafíos se multiplican y alcanzan dimensiones planetarias.

Creemos que las confesiones religiosas en cuanto tales, y los hombres y mujeres de fe, individualmente y asociados con otros, hacen un aporte extraordinariamente valioso a la mejor calidad de vida de personas y poblaciones. Las religiones están llamadas a construir la paz entre los pueblos y en cada una de las sociedades humanas. Cuando se invocan motivos religiosos para propiciar la violencia o el enfrentamiento se traiciona a la verdadera esencia de las religiones. Por eso condenamos cualquier discurso o acción que invite a la violencia, al odio religioso o al enfrentamiento.

Para poder hacer un aporte constructivo a la vida social y al desarrollo equitativo y sustentable del mundo entero, las religiones necesitan libertad. Deploramos que en muchos lugares del mundo la libertad religiosa está hoy restringida o directamente negada. Compartimos el dolor por tantos hombres, mujeres y familias perseguidos por querer vivir su fe, cualquiera sea ella. Exhortamos a los líderes mundiales a comprometerse en la defensa de la libertad religiosa, que permita a las personas vivir su espiritualidad desde sus creencias, con todo respeto y dignidad. Pedimos a la comunidad internacional que se adopten los instrumentos y mecanismos necesarios para garantizar a todos y en todas partes la más amplia libertad religiosa y de conciencia. Sabemos, porque así se ha demostrado, que la vigencia de esa libertad influye directamente en el desarrollo de los pueblos, la felicidad de las personas e incluso el florecimiento de la economía.

Compartimos una urgente preocupación por el cuidado del planeta, nuestra casa común, que muchos reconocemos como don y creación de Dios. Nos angustian los efectos del cambio climático y del calentamiento global, que se traducen en desastres naturales que afectan a la economía, pero especialmente golpean a los más pobres y vulnerables. Desde la fe y la enseñanza de las religiones nos reconocemos responsables del cuidado de la casa común de cara a las futuras generaciones. Invitamos en primer lugar a nuestras propias comunidades y a todas las personas de buena voluntad a comprometerse en conductas responsables y sustentables; y a los gobernantes a pensar estas cuestiones con magnanimidad, responsabilidad y visión de largo plazo. El cuidado de la casa común es responsabilidad de todos los sectores y debe tener una mirada más integral desde lo ambiental, lo económico, lo social, lo cultural. Las religiones conciben ese cuidado desde una perspectiva de compromiso y de fe, promoviendo buenas prácticas desde sus comunidades. Es por ello, que alentamos a los Estados a redoblar los esfuerzos con políticas públicas adecuadas con ese cuidado de la casa común.

La economía y las finanzas también afectan el cuidado de la casa común. La voracidad y la avaricia deben ser erradicadas. Como líderes religiosos y personas creyentes, promovemos una ética y valores tanto para nuestras propias administraciones financieras como para los distintos actores económicos y financieros de manera tal que esté al servicio de un desarrollo sostenible, justo y equitativo.

Este año 2018 se celebra el 70º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Reconocemos en esa Declaración el eco y la inspiración de las enseñanzas morales de las religiones, y reafirmamos el compromiso común y de nuestras comunidades en la defensa de esos derechos humanos. Estamos agradecidos por los avances que en estas décadas se han realizado en materia de promoción humana. Pero al mismo tiempo, vemos con dolor y preocupación que el proceso de globalización, junto a tantos aspectos positivos, ha manifestado la presencia de nuevas esclavitudes que afectan a tantas personas. Rechazamos todas las formas de trata de personas como contrarias a la dignidad humana.

Finalmente, nos comprometemos como imperativo moral a aunar esfuerzos por superar las múltiples facetas de las desigualdades que afectan a la mayor parte de la población mundial. Los gobiernos del G20 tienen la posibilidad de asumir un papel activo en acciones que reduzcan la multiplicidad de desigualdades que afectan incluso el futuro de la humanidad. Como líderes religiosos y personas creyentes nos comprometemos a promover buenas prácticas de manera conjunta para reducir las brechas escandalosas de la desigualdad, y coadyuvar en la generación de mayores oportunidades para que toda la humanidad tenga acceso a una vida plena y abundante.

Foro Interreligioso G20

Buenos Aires, Argentina

28 de septiembre de 2018

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