"¡Me quedé sin trabajo! Con esto me quedé sin trabajo y la cosa está cada vez más difícil. No sé qué voy a hacer para pagar las cuentas y mantener a mi hija". La vida de la venezolana María Carolina Roldán en la Argentina sufrió un golpe rotundo e inesperado en la madrugada de este jueves: el auto que ella manejaba para un servicio de transportes privado apareció quemado en una esquina de Almagro y todo apunta a que el ataque fue producido por los denominados "caza Uber", quienes le dejaron una inscripción escrita en aerosol en el baúl del vehículo.
"Este auto era mi única fuente de trabajo. Me vine de Venezuela hace dos años con mi hija Sara y este era mi único ingreso. Ahora no sé qué voy a hacer porque buscar trabajo está cada vez más difícil. He enviado currículums a un millón de lugares y no te llaman. Estoy desesperada", reveló María Carolina en medio del llanto, durante un diálogo telefónico con Infobae.
María Carolina Roldán llegó a la Argentina desde Maracaibo hace dos años, de la mano de su hija Sara. Se divorció del padre de la niña un tiempo antes de su salida de Venezuela. La joven de 37 años explicó que en su país tenía trabajo pero aun así era imposible poder subsistir y llevar una vida normal.
"Yo tenía trabajo. Mi padre tiene un centro hípico y toda la familia trabajaba allí, pero igual nuestras condiciones de vida eran muy precarias. Si me venía el período, no disponía de toallitas higiénicas. Vas a un supermercado y no hay leche ni comida para darle a tu hija. Definitivamente no era el tipo de vida que quería que tuviera Sara y algo tenía que hacer", le explicó a Infobae.
Graduada en su país como comunicadora social y especializada en publicidad y relaciones públicas, tuvo que adaptarse a cualquier ámbito en la Argentina para poder subsistir durante su primer año y medio.
"Estuve un mes en una zapatería, cubriendo una licencia médica de una compañera. Después, estuve como representante comercial de una librería. Hice de todo porque no llegaba a encontrar un trabajo de relación de dependencia. Llegué incluso a manejar un taxi durante un mes y antes de empezar con esto del auto, trabajé como empleada doméstica, como niñera y cuidando mascotas", dijo.
En julio, Roldán consiguió un auto para poder trabajar en la empresa Cabify. Se anotó en una lista de la compañía de conductores matriculados sin vehículo y al poco tiempo se puso en contacto con su "jefe", el dueño de un Renault Logan blanco. Desde entonces, no paró de trabajar en la calle.
"Mi situación económica acá se hizo cada vez más complicada. Por eso, tuve que empezar a trabajar unas 12 horas de lunes a lunes. Creo que incluso la semana pasada llegué a pasar 80 horas de trabajo", detalló.
Roldán aseguró que durante sus dos meses en la calle recibió diferentes tipos de acoso y violencia por parte de taxistas, quienes la acusaban de trabajar para Uber.
"Nunca me amenazaron directamente, pero sí viví situaciones muy incómodas y peligrosas. Una vez me cruzaron el auto en el medio de una calle. Otra vez que paré en una estación de servicio para tomar algo, me dejaron un taxi estacionado en doble fila al lado para que no lo pudiera sacar. Pese a mis pedidos, no me hacían caso. En otras oportunidades me persiguieron y me pegaban su auto al mío durante varias cuadras. Una vez me bajé y le respondía a uno y me dijo que me volviera a mi país, que era una trabajadora ilegal y no sé cuántas cosas más".
La situación más dura ocurrió hoy cerca de las cinco de la mañana, cuando Roldán llegó a la esquina de Virrey Liniers y Don Bosco, en el barrio de Almagro, donde había estacionado su vehículo durante la tarde del miércoles.
"Ayer fui a buscar a mi hija al colegio y después por la tarde logré encontrar un lugar para estacionar a dos cuadras del departamento que alquilo con mi hermana. Hoy, a eso de las cinco de la mañana, cuando fui al auto para empezar con mi día de trabajo me encontré con esto. Estaba todo quemado en la parte delantera y en la cabina y en el baúl me habían escrito 'Uber' con un aerosol negro".
"Cuando vi el auto quemado, me empecé a desesperar por dentro. Pensé '¡Me quedé sin trabajo!. Con esto me quedé sin trabajo", dijo en medio de la congoja.
Roldán aseguró que una hora después de presenciar el ataque llamó al dueño del auto, quien se mostró igual de preocupado: "Se quería matar. Él también estaba destruido. Me dijo que le sacara fotos bien al auto para ver si el seguro podía pagarle algo, pero no sé cómo iba a hacer".
María Carolina Roldán no duda de que los ataques fueron perpetrados por taxistas: "Ese mensaje mafioso que me dejaron en el baúl es de ellos. Ellos mismos tienen que revisar el servicio que están dando y preguntarse por qué la gente busca otras alternativas para viajar. Incluso son mala gente entre ellos mismos. Cuando yo manejé un taxi, quise ir a una parada de un lugar muy concurrido y me echaron a los gritos. No se cuidan ni entre ellos mismos".
Mientras tanto, la venezolana se prepara emocionalmente para iniciar una nueva búsqueda de trabajo. Esa búsqueda que en el inicio mismo de esta semana ni imaginó tener que afrontar.
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