La filántropa estadounidense que lucha contra el cambio climático y busca restablecer la población animal en el Parque Nacional Iberá

(Manuel Cortina)

Kristine Tompkins, viuda del filántropo millonario estadounidense Douglas Tompkins, llegó hace unas horas desde Iberá. Con una vitalidad envidiable atiende a los medios en el hotel en el que se hospeda en Buenos Aires y que en 24 horas abandonará para supervisar los proyectos conservacionistas que la fundación que encabeza en Chile. A casi tres años de la muerte de su esposo, cree que cumplió con muchas metas del legado que soñaron con dejar en términos ecológicos y asegura que con la iniciativa de producción de naturaleza, rewilding en inglés, no "juegan a ser Dios", sino que "ponen barreras para permitir la evolución de especies en peligro de extinción".

En una charla con Infobae habló de la carrera contra el tiempo que significa ser conservacionista en tiempos de cambio climático, de la obligación de apostar por las energías renovables y de cumplir con los compromisos de protección de los océanos, en los que hay varios ecosistemas en peligro.

—¿Cuál es el balance de este 2018 en los proyectos que la fundación CLT tiene en la Argentina y en Chile?

—Tenemos varios logros: en Chile con muchos parques nuevos y 4 millones de hectáreas sumadas entre nuestra donación y la del gobierno de ese país. Ese es un gran logro, pero en la Argentina el mayor avance ha sido en términos de rewilding: han nacido bebés de yaguareté; ya contamos con tres especies que hemos reinsertado [tapir, oso hormiguero y ciervo de los pantanos] y van muy bien. La otra cosa que cambió tremendamente es la relación entre las comunidades de Corrientes y el parque Iberá, un enorme cambio. A los ojos del gobierno nacional y del gobierno provincial el valor del [parque nacional] Iberá para el desarrollo económico es indiscutible. En muy pocos lugares del mundo los parques nacionales son vistos como un motor de la economía y el desarrollo del lugar. Y ahora esto está absolutamente reconocido por el gobierno de Corrientes.

“Nosotros no creamos nada nuevo, no es jugar a ser Dios” (Manuel Cortina)

—Hay algunos conservacionistas y biólogos que no están de acuerdo con el término producción de la naturaleza porque interpretan que es un poco "jugar a ser Dios". ¿Qué les diría?

—No soy particularmente religiosa, pero creo que la única manera de ver lo que sucede es que aunque el hombre sea el que haya destruido especies y la naturaleza, eso no significa que deba quedar así. Nosotros no creamos nada nuevo, no es jugar a ser Dios. Lo que hacemos es generar barreras para permitir la evolución de las especies en peligro. Si nosotros bajáramos la intensidad de lo que hacemos, no podemos frenar la dispersión. Lo que tratamos de hacer es abrir un espacio para que las especies retornen al ambiente a través del manejo activo.

—¿Cómo atraviesa el cambio climático a los proyectos que llevan adelante?

Estamos completamente expuestos a la inestabilidad. No importa si sos un conservacionista, un pez espada, o un industrial. No importa quién eres ni dónde estás, el cambio climático ya te está afectando. El colapso de las civilizaciones se ha producido porque no fueron capaces de ver y reaccionar ante lo que les estaba sucediendo y pareciera ser lo que está pasando ahora. Para nosotros, los conservacionistas, significa trabajar más duro, más rápido, buscando estrategias a largo plazo no sólo para crear parques nacionales, sino para asegurar la vida de las especies allí y la insistencia en que las comunidades locales, regionales y hasta las nacionales puedan beneficiarse de un ecosistema más saludable. Es una especie de carrera contra el tiempo.

—¿En qué grado de avance está el proyecto en el parque nacional Iberá?

—Hoy está bastante avanzado. Lo mejor es que lo tomó el gobierno provincial y ya forma parte de su master plan con la asignación de 400 millones de pesos de financiamiento para concretar la accesibilidad a los portales. La ruta escénica del parque Iberá cuenta con cuatro portales de 10 proyectados. Creemos que para 2025 va a estar finalizado el proyecto.

“La idea es replicar en El Impenetrable el plan del Iberá” (Manuel Cortina)

—¿Y en el parque nacional El Impenetrable, en el Chaco?

La idea es replicar el plan de Iberá. Allí están programados cuatro portales que también serán recorridos por una ruta escénica.

—¿Están pensando en comprar más tierras en la Argentina?

—No tengo nada en mente ahora. Tenemos mucho por hacer: terminar todas las donaciones que ya están en marcha para completar nuestro compromiso de resilvestrar las zonas donde trabajamos. En Chile también tenemos muchos proyectos con las comunidades vecinas involucradas.

—¿Cuál es el proyecto más ambicioso para los próximos años?

—Estamos haciendo traslocación, que es mover especies entre parques. Lo primero que vamos a hacer es llevar tapires del Impenetrable a Iberá, y de Iberá al Chaco, ciervos de los pantanos. Lo mejor es que la Administración de Parques Nacionales autorizó el proyecto. Se trata de especies que habitaban los mismos espacios geográficos.

—También están apoyando la protección de los océanos y en especial la creación de áreas protegidas en el mar Argentino.

—Yo creo que Argentina tiene una oportunidad inmensa y el compromiso de proteger el 10% de sus mares para 2020. Estamos trabajando con el Foro del Mar Patagónico para ayudar en las campañas de educación sobre la importancia del mar y desde lo político, apoyar a Parques Nacionales. Tenemos un rol secundario, pero que significa mucho trabajo.

—¿Qué opina respecto de las salmoneras que quieren instalar en las costas de Tierra del Fuego?

No tengo el detalle del proyecto, pero la experiencia de la salmonicultura en Chile ha sido muy negativa en términos sociales y ecológicos. Era una industria que prometió mucho trabajo y quedó un porcentaje de empleo muy bajo porque casi todo el sistema es automático y flotante. Es un negocio, sí, pero se dejan desiertos biológicos bajo las jaulas. Por eso Noruega emigró a Chile, porque ellos mismos no la querían en sus propias costas y en Chile las adaptó. Según nuestra experiencia, una industria que tiene que moverse cada década no es una inversión de largo plazo ni sustentable.

—Uno de los proyectos que CLT rechazó fue la instalación de dos megarepresas en el río Santa Cruz. Por la investigación de los cuadernos de la corrupción y los problemas financieros de la Argentina parece que se ha detenido la iniciativa. ¿Qué piensa?

—Estuvimos tratando de que se buscaran alternativas energéticas, pero siempre la respuesta fue que no había vuelta atrás. Ahora, por otras causas ajenas al activismo, se puede ganar tiempo y puede haber una chance de repensar el proyecto.

—¿Cree que el futuro son las energías renovables?

No hay opción, hay que hacerlo. El 100% de energías renovables tiene que ser una realidad por necesidad, no depende de la voluntad. Las cosas van cambiando muy rápidamente. Hace un año pensábamos que no podía ser posible pero hoy vemos que en 2050 podría alcanzarse el total de la generación eléctrica a partir de energías limpias.

—A casi tres años de la muerte de Douglas [falleció en un accidente en kayak en la Patagonia chilena en diciembre de 2015] ¿cómo cree que se sentiría respecto de los proyectos que comenzó?

—Douglas estaría muy orgulloso de nosotras [ella y Sofía Heinonen, la responsable de CLT en la Argentina]. Hemos cumplido muchas metas desde que murió. O salíamos a flote o nos hundíamos. Y pudimos salir adelante.