El Congreso de los Estados Unidos distinguirá al proyecto "Casas de Vida", una obra que reconoce a los héroes anónimos que salvaron de los nazis a miles de judíos

El reconocimiento lo recibirá el empresario argentino Eduardo Eurnekian, presidente de la Fundacion Internacional Raoul Wallenberg, fundada por Baruj Tenembaum. En los últimos años fueron identificadas más de 380 iglesias, conventos y monasterios que sirvieron de refugio para judíos que eran perseguidos por los nazis en Italia, Francia, Bélgica, Polonia, Hungría, Holanda, Dinamarca, Grecia y Albania

Eduardo Eurnekian y Baruj Tenembaum, presidente y fundador, respectivamente, de la Fundación  Internacional Roul Wallenberg (Foto: Guillermo Llamos)

Piero Piperno tenía 15 años cuando en diciembre de 1943, en Roma, él y los once integrantes de su familia lograron salvar su vida gracias a la madre María Elizabeth Hesselblad, una pequeña monja que les abrió la puerta de la parte trasera de la Iglesia de Santa Brígida y los ocultó hasta el 4 de junio 1944, cuando la ciudad fue liberada de la ocupación nazi.

La de Piero y la madre Elizabeth es sólo una de tantas historias de heroísmo, compasión y arrojo que, aun cuando ya han pasado más de 70 años desde el Holocausto, todavía merecen ser contadas.

"En aquellos días no había mucha solidaridad entre las personas. Después de la liberación de Roma pudimos volver a los negocios, nuestras mujeres regresaron al mercado de Campo dei Fiori para hacer las compras. La gente las saludaba y decía: 'Sabíamos que estaban ocultas por las monjas'", sostuvo Piperno al descubrir en 2015 la placa que identificaba al convento de Santa Brígida como una "Casa de Vida", y agregó: "Siempre hablamos de los que se fueron, los que no regresaron a causa de las denuncias. Un día decidimos cambiar y comenzamos a recordar a las buenas personas, a los que nos ayudaron, a los que arriesgaron sus vidas para salvar".

Fue con ese espíritu que la Fundación Internacional Raoul Wallenberg -presidida por el empresario argentino Eduardo Eurnekian– comenzó hace ya cuatro años con el programa "Casas de Vida", una iniciativa que busca sacar a la luz los testimonios hasta ahora desconocidos de religiosos que arriesgaron la vida para acoger a judíos perseguidos por el nazismo, identificando con placas alusivas los conventos, monasterios, iglesias, seminarios y escuelas en las cuales personas perseguidas encontraron refugio, alimento y cuidado.

La placa que distingue a las “Casas de Vida” identificadas por la Fundación Wallenberg

Desde su creación, han sido identificadas más 380 "Casas de Vida" en Italia, Francia, Bélgica, Polonia, Hungría, Holanda, Dinamarca, Grecia y Albania, lo que llevó a un grupo de legisladores estadounidenses -demócratas y republicanos- a impulsar un reconocimiento para la Fundación Wallenberg, tal como ya hizo en 2014.

Los orígenes del programa se remontan a los '90, cuando el fallecido cardenal Antonio Quarracino, entonces arzobispo de Buenos Aires, se dirigió a su amigo Baruj Tenembaum, fundador de la Fundacion Internacional Raoul Wallenberg, con un pedido discreto por el cual el religioso le sugirió que después de su muerte la prestigiosa ONG investigara y difundiera aquellas instituciones católicas que brindaron refugio a los judíos, salvándolos así del exterminio durante el Holocausto.

El empresario argentino Eduardo Eurnekian al ser distinguido, en 2014, por el Congreso de los Estados Unidos

Entre 1939 y 1945, durante el Holocausto, fueron muchos los padres judíos que, ante su inminente detención y traslado hacia campos de concentración -que resultaron ser de exterminio-, dejaban a sus hijos en instituciones católicas, esperando que no corran su misma suerte.

Así, muchas iglesias, conventos, abadías y seminarios católicos se convirtieron en el hogar de una gran cantidad de niños, cuyos cuidadores les enseñaban a aparentar ser católicos para evitar que fueran identificados por los nazis que, al invadir las distintas ciudades, inspeccionaban en busca de judíos escondidos. Algunos, como fue el caso de Piero Piperno, conservaron la religión judía, que era respetada por los religiosos que los acogían. Otros eligieron convertirse a la fe católica, e incluso hubo quienes se ordenaron como curas y monjas.

Estas increíbles historias de rescate pasaron inadvertidas durante años por orden expresa de las autoridades católicas, que buscaban preservar la integridad de aquellas personas que habían acogido.

El trabajo de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg a través del programa "Casas de Vida" busca sacar estas historias a la luz, lo que llevó a que miembros del Congreso de los Estados Unidos -tanto demócratas como republicanos- impulsen un homenaje a la fundación en la persona de su presidente, Eduardo Eurnekian, que será anunciado oficialmente en breve.

No es la primera vez que el Congreso estadounidense distingue a la Fundación Wallenberg y a Eurnekian. En 2014, la fundación y el empresario argentino fueron homenajeados por el Congreso estadounidense por "su significativa contribución a la preservación y difusión del extraordinario legado de Raoul Wallenberg, el diplomático sueco de la Segunda Guerra Mundial responsable de salvar a decenas de miles de judíos en Budapest, de los horrores del Holocausto". Ese mismo año también le fue concedida postumamente la Medalla de Oro Congresional a Raoul Wallenberg, merced a una iniciativa de la fundación que lleva su nombre.

Baruj Tenembaum, fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg

La Fundación Internacional Raoul Wallenberg es una organización no gubernamental cuya misión es desarrollar programas educativos y campañas públicas que promuevan el legado moral de aquellos que arriesgaron sus vidas para salvar judíos durante el Holocausto, y "en honor a los Justos de todos los genocidios". Fundada por Tenembaum y presidida por Eurnekian, cuenta entre sus fundadores a Jorge Mario Bergoglio, ahora Papa Francisco.

Lleva el nombre de Raoul Wallenberg, diplomático sueco que salvó a 100.000 judíos durante el Holocausto, del que fue víctima él mismo cuando el 17 de enero de 1945 fue detenido y secuestrado por las fuerzas soviéticas estacionadas en Budapest. Desde entonces su destino sigue siendo un misterio.