Un adulto de 40 años murió el lunes como consecuencia de los efectos del estreptococo, una bacteria vinculada a la faringitis cuya presencia es muy común durante el invierno pero que este año adquirió una virulencia que sorprendió a la comunidad científica.
El paciente fue identificado como Nicolás Dominé, de 40 años. Vivía en Pergamino y fue hospitalizado el domingo en un sanatorio privado por una insuficiencia respiratoria grave. Murió el lunes, confirmó la secretaria de Salud, María Marta Perreta.
Dominé se convirtió en la sexta víctima del estreptococo, el primero mayor de edad. Los otros casos fueron niños de Posadas, Rosario, Avellaneda -en provincia de Buenos Aires- y Ciudad de Buenos Aires.
Pasado el mediodía de este miércoles se supo que un niño de un año y ocho meses que falleció en un sanatorio privado de la localidad rionegrina de Roca a causa de una infección grave por estreptococo.
El pequeño era oriundo de Viedma y había sido derivado a Roca de urgencia. "Ya tenía una patología previa, estaba con neumonía y se sobreinfectó", informó María de las Mercedes Iberó, secretaria de Relaciones Institucionales del Ministerio de Salud de esa provincia.
En tanto, el Ministerio de Salud bonaerense informó que hay otros dos niños internados con el mismo cuadro que evolucionan favorablemente: un niño de Bernal de 4 años que presentó neumonía con derrame pleural y un niño de 5 años de Florencio Varela con antecedentes de faringoamigdalitis.
Los médicos recomendaron que las personas que presenten un cuadro con características similares a la angina o a la faringitis, temperatura elevada, dolor de garganta, ganglios inflamados o infecciones en la piel deben consultar inmediatamente en la guardia de un hospital o clínica.
Detectada a tiempo, la bacteria se combate con tratamiento de penicilina –siempre indicado por un médico–. Y para evitar el contagio, las prevenciones son las que se indican para las infecciones respiratorias como el lavado de manos, evitar el hacinamiento y ventilar ambientes.
Los seis casos fatales generaron una alerta sanitaria. No se trata de una epidemia, pero preocupa que la bacteria se haya desarrollado con un perfil tan virulento en pacientes de distintas zonas que no tuvieron contacto entre sí.
Ante la difusión de los casos, las guardias de los hospitales colapsaron. En el caso de las consultas pediátricas, hay hasta seis horas de demora. En estos casos hay que armarse de paciencia y esperar el diagnóstico médico para tratar la enfermedad a tiempo y evitar un desenlace más complejo.