Por primera vez, Eduardo Amadeo relató su dramático accidente: "Me morí y me salvaron la vida"

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El diputado nacional Eduardo Amadeo estuvo internado varios días en Santa Fe por una grave crisis respiratoria de la que hasta hoy se desconocían sus causas. En diálogo con Luis Novaresio en radio La Red, el legislador dio detalles escalofriantes sobre el accidente que le provocó un paro cardiorrespiratorio y cuestiones azarosas del destino que contribuyeron a salvar su vida. A continuación, la transcripción de sus palabras:

Estaba cargando nafta en una estación de servicio de la autopista Santa Fe-Rosario. Hubo un incidente, la válvula que corta el paso de la nafta se trabó y me cayeron encima 10 litros de combustible. Eso que para cualquier persona es mucho porque no puede aspirar nafta, para un asmático como yo es mortal.

Yo estaba parado al lado del tanque y de golpe empezó a salir nafta para afuera, en un chorro. Mis pulmones aspiraron esa nafta y me produjo un paro cardiorrespiratorio. Yo me morí, pero hubo un médico rescatista, el doctor Germán Brunassi de Baigorria, que estaba tomando café en la estación, que me vio y me salvó. Le estoy eternamente agradecido.

No solo me sacaron del paro, sino que justo pasaba en ese instante una ambulancia vecinal por la autopista que tenía las dos cosas que yo necesitaba para sobrevivir: cortisona y oxígeno. Entre el doctor Brunassi y los camilleros, me llevaron a San Lorenzo y luego a Baigorria, al Hospital Eva Perón. Y allí, durante 8 días, me fueron sacando. Santa Fe, muchas gracias, les debo la vida.

Es un milagro. Hubo una combinación de hechos que hace que yo esté acá. Yo soy agnóstico, pero cuando pasan estas cosas uno a veces piensa que los milagros existen, que hay mensajes…Porque después de lo que sucedió en la ruta, se tomaron decisiones muy difíciles. Los médicos hicieron todo impecable. El intubamiento es algo muy crítico.

Estoy perfecto. Mi cerebro y mis pulmones funcionan bien. Salgo, camino, todavía no estoy para correr una maratón, pero sí la media. Estoy perfecto, es un milagro. Se combinó la más absoluta mala fortuna a este hecho en donde hay seres humanos comprometidos, porque el doctor que me salvó no era proctólogo ni pediatra… Era un rescatista que había trabajado en Rafaela mucho tiempo haciendo ese trabajo y lo hizo impecable. Me vio cuando me caí y en 15 segundos estaba arriba mío haciéndome las maniobras necesarias para salvarme la vida.

Yo no creía en Dios, pero ahora estoy conversando con él. Si existe, le estoy infinitamente agradecido.

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