"La cantidad de gente que llegó durante esta temporada nos hizo creer que las ventas también subirían, pero nada de eso fue así", dijo a Infobae Juana, dueña de un local de ropa de invierno en la mítica calle Mitre, convertida en peatonal, en donde chocolaterías, restaurantes y comercios de todos los rubros se exhiben en Bariloche, año tras año, ante miles de turistas de todo el mundo.
Tras el fin de semana que significó el cierre de las vacaciones de invierno, los comerciantes barilochenses mantienen hasta mediados de agosto las esperanzas de, al menos, igualar los números de ventas que consiguieron en 2017. "Los únicos negocios que nunca pierden y siempre ganan más son las chocolaterías, los restaurantes y los medios de transporte. Los demás estamos sufriendo la inestabilidad económica que se vive en el país", explicó Lucía, quien vive en la ciudad rionegrina desde hace 30 años, a Infobae.
Sumado al testimonio de las comerciantes, una empleada de la oficina de Información Turística de la Secretaría de Turismo de Bariloche, quien no quiso revelar su nombre, le aseguró a Infobae que "la mayoría de los argentinos planearon sus vacaciones con un cálculo milimétrico a la hora de gastar su dinero. El precio del dólar los perjudicó claramente, al igual que a los turistas chilenos y brasileños. Se lee o escucha que el cambio les conviene, pero hay familias que también vienen a gastar lo justo y necesario. Evitan ir a esquiar, porque subir al Cerro Catedral, para una familia tipo, no sólo le significa los pases hacia la pista. También el transporte y lo que consuman allí, que tiene precios muy elevados".
La misma mujer afirmó: "Llegan hasta acá buscando información que les permita realizar excursiones de bajo costo o turismo de aventura gratuito. Vinieron desde todo el país y trajeron la tarjeta SUBE para ahorrar en el transporte. Por otra parte, no llegaron tantos brasileños como el año pasado y los chilenos vienen en auto, por pocos días, sin gastar tanto".
Juana, por su parte, aseguró que "cerraron muchos locales. Para quienes vivimos en Bariloche los alquileres subieron muchísimo y cuando llega la temporada, que es el momento en donde quizá hacemos una diferencia, nos encontramos con que muy poca gente quiere gastar. Yo vendo remeras a $200 y buzos a $500, pero se vende poco".
Mariano De Miguel, representante del consorcio de frentistas de la calle Mitre, le atribuye -al igual que muchos comerciantes y vecinos- que la disminución del consumo está relacionada con la peatonalización de la misma, asegurando que los vehículos vecinos ya no pasan por la zona porque “no tienen lugar para estacionar”.
“Nosotros avalamos una calle mixta de movimiento vehicular. La hicieron peatonal para ocultar los errores técnicos en la construcción. Como la empresa que vino se llevó la mayoría de la plata no queda dinero para terminarla como corresponde”, denunció en el medio local Bariloche2000.
La calle Mitre se convirtió en peatonal durante la temporada alta, desde las 18 hasta las 00 horas, con un vallado en cada esquina que impide el ingreso de los vehículos a la misma. “Si bien hace frío y hay mucha gente de día, ese horario es clave porque muchos turistas salen a merendar o buscan un lugar para cenar y es un buen provecho para nosotros, que incluso corrimos los horarios de cierre para vender más“, sostuvo Florencia, vendedora en un local de artículos para celulares.
“Dudo que quienes vienen de Buenos Aires se sorprendan con los precios, porque tengo un hijo viviendo allá e incluso los supermercados son más caros que acá. A mí no me fue ni bien ni mal, pero no puedo dejar de ver que muchos comerciantes vecinos la están remando. Este año se vieron muchos más turistas, pero los brasileños antes venían, se equipaban de ropa de nieve y gastaban mucha plata para poder esquiar. Ahora no tanto“, dijo Lucía.
La comerciante concluyó en que “hay que pensar políticas que, además de favorecer al turismo, también contribuyan a que quienes vivimos acá y tenemos negocios nos pueda ir mejor. Hay aerolíneas que permiten sólo 15 kilos en las valijas, y muchas personas no quieren llevarse recuerdos porque dicen que son pesados y van a tener que pagar exceso de equipaje. Así no se puede”.
Fotos: Adrián Escandar
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