Adolescentes trans: "No nacimos para jugar con muñecas ni para que nos digan qué ropa usar"

Mauro, Julián y Lisandro comenzaron su transición de género durante la adolescencia. "Necesitamos visibilidad y que las familias apoyen a sus hijos", dijeron a Infobae

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Le gustaba jugar con los varones y le decían que era "rarita". Lisandro, de 21 años, aún recuerda cuando en la escuela, cada vez que sonaba el timbre del recreo, debía lidiar con las cargadas, el rechazo y los prejuicios. "Era una pibe vestido de nena", dice a Infobae. Pero durante aquellos años nadie lo entendía. No querían jugar con él, al punto de que los padres de sus compañeros hablaron con las autoridades del colegio para que "hicieran algo". "Me mandaron al psicólogo y no entendía cuál era mi problema", cuenta.

Lisandro habla, Julián y "Facha" lo observan. En sus miradas se distingue mucho más que a dos personas concentradas o prestando atención; se refleja el drama de quienes no tienen visibilidad. De los rechazados. Los incomprendidos. "Me jodió a la larga porque me costaba hablar con los demás. Me volví una persona introvertida. Allí entendí que las familias son un factor muy importante para los jóvenes. Antes, si eras trans, te echaban de la casa. Ahora dejaron de reprimir nuestra identidad para escucharnos", agrega Lisandro.

Julián, Mauro y Lisandro comenzaron
Julián, Mauro y Lisandro comenzaron su transición de género durante la adolescencia

Julián agradece a diario tener "la suerte de contar con el apoyo de mi familia. Voy de a poco, tanto en el colegio como en casa, con pequeñas cosas. Primero con el nombre, los pronombres, todo lo que significa ir al médico, hacer un tratamiento, es algo que yo elegí. Mi transición fue muy buena en ese sentido". El joven de 17 años reconoce "no haber tenido que lidiar con ningún tipo de odio" durante los meses de una transición que comenzó hace dos años, con el sostén inicial de su familia: "Estábamos viendo la tele, tenía que hablar con ellos, me miraron y les dije todo. Me apoyaron aún sin tener idea de lo que les estaba diciendo. Desde su desinformación me acompañaron cómo pudieron".

El más pequeño de los tres es "Facha", o Mauro, como eligió llamarse, aunque su apodo lo acompaña a todos lados. "Me lo puso mi papá, que no quería llamarme como mujer ni hombre y comenzó a decirme 'Facha' y 'Fachita'. Ya está". Fanático de Boca, atraviesa a sus 14 años una certeza que comenzó a los 4 y se animó a exteriorizar a los 9. "A esa edad empecé a transicionar, pero a los 4 ya sabía que era varón. Me daban una muñeca y la pateaba. Me gustaba jugar con los juguetes de varón, las bolitas, las patinetas. Estaba más con los chicos que con las chicas. Me dejaban jugar con los varones sin problemas", aclara.

“Facha” tiene 14 años y
“Facha” tiene 14 años y comenzó a transicionar a los 9 años

"Facha" recibió las respuestas más simples desde su entorno. Bárbara, su mamá, decidió acompañarlo. A tal punto que toda la información recabada la llevó a dirigir la Secretaría de Infancias y Adolescencias Trans y sus Familias (SIATF), creada por la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FALGBT). "Me genera orgullo que mi mamá esté al frente de un espacio en donde muchos chicos y muchas chicas, sin importar la edad que tengan, puedan recibir contención, apoyo e información. También es un espacio para los padres. Son niños y adolescentes que quieren transicionar y quizá no pueden porque el padre o la madre no quiere", cuenta "Facha", quien en 2014 se convirtió en el primer varón trans en recibir el DNI con su nuevo nombre.

El joven recuerda: "Cuando se lo dije a mi mamá sabía que me iba a acompañar. Se lo dije a mi abuela, a mis hermanas, a mi papá. A mi papá al principio le costó. Mi abuela me llama por mi nombre y me trata de varón. Mi abuela tiene 85 años y tardó un día en tratarme como a un hombre".

"El género limita la identidad de una persona. Te dicen que tenés que ser de tal manera y cuando sos chico, no te sentís de acuerdo con ese estereotipo. Como cuando tu mamá te viste de rosa o te pide que te maquilles te está dando una identidad en la que no te sentís parte", dice Lisandro, quien alza la voz por quienes sienten lo mismo que él: "No nacimos para jugar con muñecas ni para que nos digan qué ropa usar".

Julián, de 17 años, aún
Julián, de 17 años, aún espera que le entreguen el nuevo DNI

"Vos sos una mujer"

Esas fueron las palabras que escuchó Julián, junto a sus padres, cuando decidió comenzar el trámite para gestionar su nuevo DNI. "Fui a renovarlo y descubrí la desinformación que hay, que no tienen idea de nada. Me miraron la partida y me dijeron: "pero, vos sos una mujer". Allí se metió mi papá, quien les explicó con toda la paciencia del mundo. La pasé mal, porque estuve enfrente de una persona que quiso decidir quién era yo. Luego le explicamos y logró entender. Pidió disculpas y listo".

Algo similar le ocurrió a la mamá de "Facha", cuando visitó el primer hospital para tramitar los bloqueadores hormonales que necesitaría su hijo. "Le dijeron que me compre más muñecas y bebotes para jugar. Me pregunté para qué, si yo les sacaba la cabeza a los bebés y los pateaba. Duraba uno o dos días y el juguete estaba con el perro. Entonces cuando un médico dice algo así no me enoja, sólo pienso que le falta información".

Con 21 años, Lisandro pide
Con 21 años, Lisandro pide que “las familias apoyen a sus hijos”

"Yo jugaba con lo que había: dinosaurios o autitos, pero también con los utensilios de cocina que me compraban, como si los hombres no cocinaran. Me fui dando cuenta de cuál era el género que sentía más acorde a mi identidad. Era el masculino. Rechazaba las cosas femeninos. Era una forma de reafirmar mi identidad", afirma Lisandro, subsecretario de la SIATF.

Cuando los tres imaginan el futuro coinciden en que, inevitablemente, debe transcurrir en el marco de la visibilidad. "A veces vienen padres que no saben qué hacer y me dicen: 'Quiero que mi hijo sea feliz'. Los hombres son los que tienen más formado esto del género. El género no reprime sólo a las mujeres, sino a todos", sostiene el joven de 21 años.

Julián, por su parte, sueña con "ser tratado como cualquier otro tipo de persona, con los mismos derechos. En cualquier ámbito. No hay que tener actitudes correctivas, no llevan a ninguna parte. Sólo escuchar a las personas, respetarlas y sentir que se está haciendo lo correcto", concluye.

Fotos: Santiago Saferstein

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