El ministro de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein, había concluido su exposición en el Senado y respondido varias preguntas, cuando el senador Dalmacio Mera, presidente de la comisión de Asuntos Constitucionales, le dijo que muchos médicos se amparaban en el juramento hipocrático para defender su derecho a la objeción de conciencia frente al tema del aborto; es decir frente a la alternativa de tener que practicar un aborto a una mujer sana, con un embarazo normal.
Lo sorprendente fue la reacción de Rubinstein, que es médico, y que dijo no recordar haber hecho ese juramento. Más aun, afirmó que "ya no se hace". Luego agregó que se trataba de algo de la Grecia antigua, en referencia al médico griego Hipócrates que vivió en el siglo V a.C. y a quien se atribuye la redacción del texto tradicional, que luego fue reformulado por Galeno en tiempos del Imperio Romano.
Sin embargo, el juramento sigue vigente y aunque no se llame formalmente "hipocrático", es así como se lo conoce ya que es una reformulación del texto antiguo. Se trata de un compromiso ético que asumen los médicos al momento de recibir sus diplomas. Tienen la opción de jurar "por Dios" o "por aquello que cada cual considere como más alto y sagrado en su fuero moral". Vale la aclaración, antes de que protesten los anticlericales.
Seguí leyendo: "Al Ministro de Salud le diría que no traicione a los médicos que juramos defender la vida desde la concepción"
La razón de ser histórica de este juramento es que la profesión médica era asociada a un servicio, casi a un sacerdocio. Consagrarse a cuidar la salud de los demás. Hay principios de ese juramento que son universalmente conocidos, como el deber de confidencialidad. O la obligación del médico de asistir a todo paciente, sin dejarse influenciar por "consideraciones de raza, religión, nacionalidad, de partido o de clase".
Y, además, el punto en el cual se ampararán los médicos que opten por la objeción de conciencia frente al aborto: "Tener absoluto respeto por la vida humana desde el instante de la concepción". A esta frase le sigue otra: "No utilizar, ni aún bajo amenazas, los conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad".
Rubinstein, por su parte, dijo no recordar haber jurado esto. Y desestimó por viejo este juramento insistiendo en que hace "muchos años" que "no se hace". "Las cosas van cambiando, los paradigmas van cambiando y uno tiene que adecuarse", justificó.
Pero se equivoca.
Primero porque todas las facultades de Medicina tienen esta tradición del juramento al momento de concluir la carrera y recibir el diploma que habilita al ejercicio de la medicina. El texto puede tener variantes, pero se trata por lo general de una adaptación del texto griego.
Segundo, porque si se lee el juramento actual de la Facultad de Medicina de la UBA (colgado en su página web), de la cual Rubinstein es egresado, hay algunos principios de la profesión médica que las sociedades parecen considerar inamovibles. Por eso están presentes en el juramento que el ministro de Salud ha olvidado, pero que siguen haciendo los egresados de la carrera para ser admitidos "como miembros de la profesión médica".
EL TEXTO COMPLETO DEL JURAMENTO QUE HACEN LOS EGRESADOS DE LA FACULTAD DE MEDICINA DE LA UBA
El acto de juramento que vais a realizar y mediante el cual se os admite como miembros de la profesión médica, constituye una invocación a Dios, o a aquello que cada cual considere como más alto y sagrado en su fuero moral, como testimonio del compromiso que contraéis para siempre;
En el momento de ser admitidos entre los miembros de la profesión médica, os comprometéis solemnemente a consagrar vuestra vida al servicio de la humanidad.
Y juráis:
conservar el respeto y el reconocimiento a que son acreedores vuestros maestros,
desempeñar vuestro arte con conciencia y dignidad,
hacer de la salud y de la vida de vuestro enfermo la primera de vuestras preocupaciones,
respetar el secreto de quien se os haya confiado a vuestro cuidado,
mantener en la máxima medida de vuestros medios, el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica,
considerar a los colegas como hermanos,
no permitir jamás que entre el deber y el enfermo se interpongan consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, de partido o de clase,
tener absoluto respeto por la vida humana desde el instante de su concepción,
no utilizar, ni aun bajo amenazas, los conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad,
[En este punto, los nuevos médicos responden]:
¡Sí, juro!
[Y el texto sigue]
Si cumpliereis íntegramente este juramento, gozareis de vuestra vida y de vuestro arte y disfrutareis de perenne estima entre los hombres; si lo quebrantáis, que vuestra conciencia y el honor de la profesión médica en la que acabáis de ingresar, os lo demanden.
Seguí leyendo: