Monseñor Eduardo García (62) fue un hombre del riñón de Jorge Bergoglio en sus tiempos de Arzobispo de Buenos Aires. Nombrado obispo auxiliar de la arquidiócesis en 2003, por Juan Pablo II, García trabajó codo a codo con el futuro Papa. En 2014, Francisco lo nombró obispo de la diócesis de San Justo.
"Uno tiene que ser capaz de tener una mirada sapiencial sobre la historia, rescatar aquello que nos une más que aquello que nos divide, o no avanzamos", dice en referencia a la extensa y profunda homilía que pronunció el 1° de julio, en memoria de Juan Domingo Perón.
Monseñor García recibió a Infobae en la Capilla San José, cercana a uno de los cuatro asentamientos que hay en su diócesis.
En el primer extracto de la entrevista, evoca el debate sobre el aborto, la grieta que ya ha abierto entre nosotros y su visión de cómo debemos mirar nuestro pasado para poder avanzar. En un segundo video se refiere a la realidad de la vida en las villas y a la tarea que realiza la iglesia en la zona.
— En estos días se ha hablado mucho de la vulnerabilidad de las mujeres pobres frente al embarazo, o el embarazo no deseado. Con ese argumento se ha avanzado en esta campaña por la legalización del aborto. ¿Existe en ese sector social la demanda por el aborto?
— No, no existe, no existe. Nosotros trabajamos en los barrios y podemos decir que no existe esa demanda.
— Una mujer que ya tiene cuatro o cinco hijos y vuelve a quedar embarazada no viene a…
— No. No. Hay otras coordenadas.
— Pero tiene carencias.
— Sí, pero acá en los barrios eso se cubre desde la solidaridad y desde la ayuda mutua. Es decir, acá las familias se ayudan y las madres y las abuelas cuidan a los hijos y se acompañan en esa tarea. Incluso en la realidad a veces precaria en la que estamos. Se maneja desde la solidaridad. Esa demanda acá en los barrios no existe y ese pedido que aparece clamoroso en el cual muchos se escudan no existe en los barrios. El tener un hijo todavía sigue siendo una bendición. Aunque no sepa si tiene para darle de comer, alguien va a ayudar. Y creo que hay que acompañar ese desafío de la vida y es importante, dentro de las acciones que estamos programando, justamente el poder tener Centros de Día sobre todo para adolescentes y jóvenes en estado de vulnerabilidad con embarazos ya avanzados.
— ¿Cree que este debate y la eventual promulgación o el rechazo de la ley van a dejar otra grieta?
— No va a dejar, ya dejó otra grieta. Dejó una grieta muy importante. Jóvenes contra adultos, contra la autoridad, me refiero a todo tipo de autoridad, problemas en los colegios… No hay criterios claros, no se sabe qué se está defendiendo. Nenes o nenas, sobre todo nenas, en colegios primarios identificados con la pulserita verde, cuando uno les pregunta todavía no saben lo mínimo. Ya ha creado una grieta esto. Creo que ha sido un debate a destiempo y planteado de un modo desacertado. Primero hay que formar verdaderamente a la ciudadanía sobre lo que significa y después iniciar un debate. No se puede debatir algo de lo que no se sabe. No cualquiera puede hablar sobre el tema, hay que respetar a aquellos que trabajan, que estudian, que se dedican justamente a este tema y que tienen la palabra autorizada.
Frente a la vida no es “me parece”, tiene que haber una opinión autorizada
El gran problema es que en este momento el "me parece" o el "yo siento que" se transforman en la palabra autorizada. Y no es así, en otros órdenes de la vida. Para construir un edificio se convoca a un ingeniero, a un arquitecto. Y si lo hacemos frente a una casa cómo no vamos a hacerlo frente a la vida. Frente a la vida no es "me parece", tiene que haber una opinión autorizada frente a lo que se está diciendo. Es formar a la sociedad para después sí iniciar un debate. Y me parece realmente doloroso ver cómo aquellos que supuestamente tenían opinión formada fueron cambiando, primero pensaban una cosa y luego otra. Eso no es serio, no es serio.
— Desde la campaña por el aborto legal sostienen que esto no es un tema de moral religiosa.
— No. Fíjese que es un tema humanitario, no es un tema moral, en ningún momento hablamos de un tema de moral. Los planteos de la Iglesia no se hicieron nunca como planteos morales sino como un tema humanitario. La vida no es un tema moral, acá no planteamos si es pecado o no es pecado. En ningún momento la Iglesia lo planteó así. Acá lo que la Iglesia plantea es la vida, es un tema fundamentalmente humanitario.
— Usted recientemente dio una misa en memoria de Juan Domingo Perón, por el aniversario de su fallecimiento, algo que no le habrá caído bien a todo el mundo. ¿Cree que en algún momento los argentinos podremos hacernos cargo de nuestro pasado sin tanto…?
— ¿…sin tanto prejuicio? Sin tanto miedo.
— Sin tanto prejuicio y sin tanta polarización.
— Ojalá podamos, ojalá. A ver, es cierto, yo celebré una misa que me han pedido por un aniversario del general Perón. Y creo que uno tiene que ser capaz de tener una mirada sapiencial sobre la historia y rescatar aquellas cosas que son positivas. Estamos todos polarizados, somos todos malos o buenos, y no, los hombres no somos todo malo o todo bueno, tenemos grises también. Tenemos que acostumbrarnos a rescatar lo positivo de aquellas personas que han marcado nuestra historia. Si no, nunca avanzamos, siempre nos vamos deteniendo justamente en los hechos negativos, no distinguimos entre doctrinas o pensamientos, personas y acciones, metemos todo en la misma bolsa. Entonces el camino se hace bastante difícil.
Cuando no respetamos nuestras raíces y no reconocemos lo que hay de bueno en nuestra historia es difícil que tengamos un futuro promisorio
Nos falta claridad para distinguir. Esta persona puede no gustarme pero puede tener una idea buena. Y no porque no me gusta la persona o porque no siento afecto o simpatía hacia ella, descartar la idea. Hemos tenido muchas polarizaciones. Cuando uno era chico los próceres eran importantes y habían marcado la historia, después hubo un revisionismo según el cual ya no eran tan buenos, hubo también una vulgarización de nuestra historia en los últimos tiempos. Y cuando no respetamos nuestras raíces y no reconocemos lo que hay de bueno es difícil que tengamos un futuro promisorio. Si no somos capaces de encontrar aquello que nos une más que aquello que nos divide, no avanzamos. Es un problema muy nuestro, muy argentino.
— ¿Cuándo vio al Papa Francisco por última vez?
— En marzo.
— ¿Y cómo lo encontró?
— Muy bien. Muy firme. Muy claro en lo que quiere, en lo que busca, no solamente para la Iglesia sino para la humanidad, porque si bien es el líder de la Iglesia Católica también tiene una influencia en la humanidad muy importante. Esto que decíamos de la defensa de la vida…. En la última encíclica que sacó acerca de la santidad, habla de defender la vida con pasión, la del no nacido y también la de aquel que ha nacido y que se encuentra en un estado de vulnerabilidad. Por eso todo el trabajo que está haciendo tratando de que se dignifique la vida del migrante, del refugiado, del que está desamparado.
— Hay cierta ironía en el hecho de que Europa en esta Copa del Mundo esté mostrando sus seleccionados racialmente coloridos y al mismo tiempo esté cerrando sus puertas ¿no?
— Son las contradicciones del ser humano. Un Campeonato Mundial tiene un rédito, en cambio atender a un pobre, a un desvalido, a un drogadicto, a una embarazada, a una anciana que se está muriendo, no tiene ningún rédito económico. Como estamos en una cultura bastante superficial, bastante marketinera, importa lo que se ve, lo que se muestra, pero la persona no, porque no es redituable. Es de lo que habla el Papa muchas veces, de los descartables. Esto no da rédito. Un hijo "no deseado", como dicen, es una complicación, entonces hay que eliminarlo. También los migrantes son una complicación. También los ancianos con alzheimer son una complicación para la familia. También un hijo con capacidades diferentes es una complicación. Entonces pregunto: ¿no estaremos abriendo una brecha para empezar a eliminar esas complicaciones y tener un mundo aparentemente de prolijos, bonitos, coloridos e inteligentes? Es muy peligroso el camino que estamos andando.
— Tal vez muchas personas que hoy están plenas, consagradas a un arte, a una ciencia, brindando su talento, fueron hijos no deseados. Hoy se instaló la idea de que un hijo no deseado es necesariamente un fracaso humano, pero eso es impredecible…
— Primero tenemos que preguntarnos si por el hecho de haber nacido fuimos deseados. Pero ese no es el problema: quizás no se deseó explícitamente, pero no sé si el deseo previo es lo que avala. Lo que avala es el acto a través del cual yo me hago cargo de lo que hago. Muchas cosas como efectos secundarios hacemos que no son deseadas y aquellas que son malas sabemos que las descartamos, no las repetimos, y aquellas que son buenas las seguimos haciendo y seguimos creciendo. El valor solamente del deseo me suena tan…
— …a dictadura del deseo.
— Claro, pero tan frágil, tan frágil y al mismo tiempo, no quiero decir la palabra estúpido porque sería decir que los adolescentes son estúpidos, y no lo son, pero responden a una etapa madurativa distinta en la cual el sentimiento es lo que prima, pero en adultos, en una sociedad que tiene que ser adulta, no adolescente, no pueden primar el deseo y el sentimiento solamente sino que tiene que primar la decisión del bien y la búsqueda del bien común. Un hijo no deseado… ¿Einstein habrá sido un hijo deseado? Hay tantas personas que no fueron hijos deseados. Si no fueron deseados fueron asumidos con amor y eso fue lo importante.
— Sí. Y si no los amaron los que los tuvieron que amar los amaron otros que los valoraron y les dieron la posibilidad de la vida.
— Usted acaba de firmar un proyecto con la gobernación de la provincia de Buenos Aires para hacer obras en la Villa Puerta de Hierro. ¿Cuál es la solución para estos asentamientos que surgen del movimiento de gente buscando trabajo o simplemente supervivencia? ¿Urbanizar? ¿Intentar promover un movimiento inverso al de la permanente concentración en torno a Buenos Aires?
— Son situaciones están dadas, la gente está viviendo aquí desde hace muchos años: esto era la famosa Villa Cartón, cuando se sacó de Buenos Aires a la gente porque había que embellecer la ciudad. Llevan 40 años instalados acá, viviendo, trabajando. Y lo que estamos tratando de conseguir junto con el gobierno de la provincia, nación y municipio es que el lugar donde están viviendo sea digno de ser habitable, y las personas vivir en condiciones realmente humanas teniendo acceso a lo más básico que es educación, salud, cloacas, redes sanitarias que hagan que la vida sea digna. La solución no es que vayan a otro lado. Es gente que está afianzada en éste lugar y que en algunos casos ya es la tercera generación.
— ¿Es posible evitar la estigmatización, el aislamiento, de mucha de esa gente que como usted dice tiene inserción social, y es ella misma la primera víctima de la violencia, del delito…?
— La violencia, la corrupción y el delito están en la villa, del mismo modo que están en zonas urbanas y también en zonas de alto nivel. Se le da una visibilidad un poco más grande por el estado de precariedad en el cual vive la gente. Pero la gran mayoría de la gente que vive en estos lugares… estamos en 17 de Marzo, este barrio, 17 Bis, Puerta de Hierro y en San Petersburgo, es gente que trabaja. Es gente que trabaja en Capital, gente que trabaja en la construcción. Y como en todos lados sí hay focos de delito. Pero no es que la villa sea justamente el lugar donde se cultiva el delito y desde donde se expande para todos lados.
— ¿Qué se va a hacer en concreto en el marco del proyecto acordado con la gobernadora, María Eugenia Vidal?
— Hay un programa, "El Estado en tu barrio", que busca justamente empezar a brindar aquellas cosas que son básicas como salud, seguridad, el cuidado de los más chicos, que tengan acceso a jardines o a salitas como primer paso en orden a en un futuro poder establecer una política de urbanización un poco más seria.
— Urbanización.
— Urbanización, urbanización. De hecho la política de urbanización se comenzó en Villa Palito hace 20 años, está urbanizada, y el objetivo es poder seguirlo en este lugar. Que tengan calles, agua corriente, que cada vecino tenga su lote, que cada uno tenga acceso al agua, a la electricidad. Hacer un barrio.
— ¿El Estado está presente en estos lugares?
— No. No. Justamente estamos haciendo el esfuerzo para que esté presente. Y es uno de los dramas más grandes. Fíjese que el nombre del programa, "El Estado en tu barrio", habla de eso, de que el Estado llegue a aquellos lados donde hoy no está.
— ¿Cómo es el acceso a la salud y a la educación de la población de estos lugares?
— Precario. Acá tenemos muy pocos hospitales. No existe tampoco una salita en el barrio, no existe un dispensario al cual puedan recurrir ante problemas menores. Estamos tratando de que haya una escuela primaria dentro del barrio. Ya existen tres jardines que dependen de la parroquia, jardines para los chicos más chiquitos, que tengan donde quedarse cuando su familia va a trabajar. Poder sacarlos de la calle.
— ¿Y en cuanto a la droga?
— Tenemos ocho casas de recuperación, Hogares de Cristo, hogares de día donde los chicos están atendidos y pueden aprender un oficio. Tenemos también el Club San José donde desde chiquitos hasta adolescentes pueden hacer actividades recreativas, deportes y tener otro espacio de vínculo con la sociedad y con ellos mismos. Tenemos comedores, hay 1.500 personas que comen todos los días en los distintos comedores que hay en todo el barrio. Estamos trabajando en el tema de las adicciones de una manera muy fuerte porque, a diferencia de otros lugares, aquí la gente está más desamparada. Antes hablamos de "El Estado en tu barrio" y el Estado significa muchas cosas: una presencia que cobije y que cuide, que oriente, que dé espacios de educación, de recreación, de vida, de trabajo.
— ¿Es posible vencer al narcotráfico? ¿Se le puede declarar la guerra? Es un fenómeno de dimensión planetaria cuyas variables no podemos manejar.
— Se pueden hacer cosas paliativas, para ayudar, pero son políticas internacionales; de hecho no actúan independientemente, es decir, no son pequeños negocios sino una política internacional. Sabemos muchas de las campañas políticas en diferentes lugares están financiadas por los narcos. Entonces declararle la guerra no sé, pero sí poder ir teniendo pequeñas escaramuzas en las que rescatemos a aquellos que han caído en las redes de la adicción.