Cuestionan la apuesta del G20 al gas como "energía limpia", porque es caro y daña el ambiente

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Foto Grupal de los participantes. Foto:
Foto Grupal de los participantes. Foto: Alejandra Bartoliche/Télam

La reunión ministerial del G20 sobre energía que se celebró en Bariloche giró, entre otras cosas, en torno a la apuesta del grupo al gas como elemento de transición hacia las energías renovables. Sin embargo, en los últimos meses varias voces salieron a cuestionar la presentación del gas como una energía limpia.

Un reciente informe de Oil Change International advierte que la apuesta de varios países miembros del G20, incluida Argentina, a la producción de gas fósil pone en jaque los objetivos del Acuerdo de París que busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para paliar el cambio climático, además de frenar el paso hacia las energías renovables, que cada vez son más baratas y en algunos países del mundo ya son menos costosas que el gas y el carbón.

En el caso particular de Argentina, el estudio concluye que explotar al máximo todas las reservas de gas no convencional del país, incluida Vaca Muerta, "podría consumir hasta un 15% del presupuesto de carbono restante que permitiría mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados Celsius".

Otro informe similar presentado por Greenpeace plantea que "la industria de los combustibles fósiles ha promovido el mito del 'gas limpio' para mantener su actividad empresarial". 

"Además, se ha prestado poca atención al riesgo económico de invertir en el desarrollo de nuevas reservas de combustible fósil en un momento en que el mundo se está alejando de estos combustibles para proteger el clima, y en el que se están destinando grandes recursos financieros y tecnológicos para reducir rápidamente los costos de la energía renovable", añade el documento.

La discusión no solo es ambiental, sino también económica. Las organizaciones FARN e INESC, por su parte, presentaron dos informes sobre los subsidios a los combustibles fósiles en Argentina y Brasil. "Para 2017, los subsidios (en Argentina) implicaron un 5,6% del presupuesto nacional y un 3,1% para el 2018, con montos de USD 9.487 millones a USD 6.901 millones respectivamente. Estos montos representaron el 1,74% del Producto Bruto Interno (PBI) en el 2017 y el 1,26% para el 2018 con un descenso interanual del 27%", concluyó FARN en su trabajo.

"Nuestro reporte indica que, por ejemplo, durante 2017 se entregaron más de 1.200 millones de dólares a las empresas de hidrocarburos, en un contexto de reducción de gastos públicos. Dichos montos serían suficientes para construir 300 escuelas, 9 hospitales o pagar los salarios de 100.000 docentes por un año. Los subsidios energéticos son uno de los principales motivos para el desequilibrio fiscal en Argentina", explicó la directora de Investigación de FARN, María Marta di Paola.

También vinculado a la ecuación económica, el sector ambiental ha advertido que no se ha entablado suficiente debate público acerca de las posibles pérdidas que podrían afrontar los países si la inversión pública en infraestructura de gas y petróleo se convierte en activos abandonados, dado que es posible que la demanda de gas fósil caiga a medida que bajen los costos de las energías renovables. Un ejemplo: la propuesta de construir un tren de carga en el yacimiento Vaca Muerta, que podría endeudar a generaciones de argentinos que no consuman gas fósil.

En efecto, según Bloomberg New Energy, en 2023 las energías más baratas en todo el mundo serán la solar y la eólica. En Argentina, los precios ofrecidos en las licitaciones del plan RenovAR de energías renovables son muchos más bajos que los del gas fósil. Esto se traducirá en una gran cantidad de generación de puestos de trabajo y en el abandono de la infraestructura desarrollada para explotar las reservas de gas.

El cuadro muestra los descensos
El cuadro muestra los descensos de precios de las energías renovables

Por otra parte, además de apostar a las energías renovables, el sector ambiental plantea la necesidad de mejorar la eficiencia energética. Hay un dato que es demoledor: según la Cámara Argentina de la Construcción, el 13% del gas que utilizan hoy los hogares en el país lo consumen los pilotos de termotanques y calefones. A eso habría que sumar la deficiente aislación térmica de los hogares, sobre todo en la Patagonia, donde "el 6,7% de los usuarios utilizan el 24% del gas fósil del país".

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