Del "lado verde" hay clima de fiesta y ya no se puede caminar

Se sumaron ya quienes salieron de trabajar y quienes llegaron desde lejos. La metáfora de la "marea verde" se hizo real

(Guillermo Llamos)

No hay clima de manifestación sino de fiesta. Sobre Callao, desde el Congreso hasta Corrientes, hay barras donde se puede comprar cerveza tirada, hay un escenario en el que están tocando bandas, hay mamás que bailan con sus hijos en los hombros, hay grupos de amigas sentadas en rondas en plena calle. Toman mate, se sacan fotos, juegan a las cartas. Es una fiesta popular donde los desconocidos se unieron.

Hay filas en los bares que dejan pasar al baño y filas en los que no cobran por llenar los termos con agua caliente. Del "lado verde" ya no se puede caminar porque se sumaron quienes salieron de trabajar, los micros con mujeres a favor de la despenalización que llegaron desde Córdoba, Rosario, Chaco, Lincoln y los adolescentes con uniforme que salieron de sus colegios.

"Qué lindo quilombo", dice una chica atorada en la esquina de Rivadavia, frente al Congreso. Están colapsadas las calles cercanas, como Rodríguez Peña, donde hay grupos de amigos -hombres y mujeres- que llegaron espontáneamente con bombos, redoblantes, trompetas y murgas. Hay locales que abren las puertas y ofrecen sillas y sillones para que descansen un rato las embarazadas y las señoras mayores. Hay una chica que le pinta los ojos con glitter verde a otra, hay peluqueras haciendo trenzas verdes, hay grupos de amigas con gorros verdes tejidos al crochet.

Todavía no tocaron Jimena Barón, Eruca Sativa, La Delio Valdez ni Miss Bolivia y ya no hay modo de acercarse al escenario de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. La metáfora de la marea verde se volvió real: es una ola de gente que va hacia un lado y otro oleaje que empuja en sentido contrario. La plaza de los dos Congresos ya no está dividida al medio: "los verdes" ocuparon el "pulmón" que el Ministerio de Seguridad porteño había dejado para evitar disturbios con los que se oponen a la legalización del aborto.

(Guillermo Llamos)

Hay grupos de amigas que alquilaron habitaciones por Airbnb, hay oficinistas que espían por las ventanas. Hay pañuelos colgados de los semáforos, de los balcones, de los maniquíes. Hay ganas de compartir: periodistas que trajeron a la cobertura bizcochuelos teñidos de verde y adolescentes que prepararon muffins del mismo color para compartir, no para vender.

En el escenario ubicado en Callao y Sarmiento, hay un grupo de diputados de diferentes partidos que votarán por el Sí, entre ellos Silvia Lospenatto, Brenda Austin, Mayra Mendoza, Araceli Ferreira, Daniel Lipovetzky. Se los ve compartir su entusiasmo. Victoria Donda toma la palabra e invita a la multitud a quedarse ahí. "De acá nos vamos con la ley", arenga la diputada de Libres del Sur.

Es difícil caminar porque muchos trajeron mochilas enormes, con bolsas de dormir y mantas. Lo que se espera es una "rancheada" masiva para que el momento de la votación, en plena madrugada helada, los encuentre acompañados.